Es uno de los entrenadores más laureados en la NBA. Pero Gregg Popovich no es un entrenador como todos. Es el arquitecto de la dinastía de los Spurs de San Antonio que ha conquistado cinco campeonatos, y acumula una racha de 19 temporadas en forma consecutiva llevando a su equipo a la postemporada. Las mismas 19 en que ha estado al frente de la franquicia.No, definitivamente, Gregg Popovich no es como todos. Debió estar ardiendo en cólera cuando el pasado domingo vio por la televisión a Donald Trump hablando en el cuartel general de la CIA en Virginia, ofreciendo un discurso egocentrista, plagado de mentiras, y dejando a su espalda el memorial con las estrellas que representan a cada uno de los agentes muertos o desaparecidos en servicio.
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"En vez de honrar a las 117 personas a espaldas de donde él hablaba, (Donald Trump) se puso a hablar del tamaño de la multitud (en su acto de inauguración)", reclamó Popovich en conferencia de prensa luego de la visita de Trump a la CIA. "Es preocupante. Me sentiría mejor si alguien que estuviera en ese puesto mostrara el nivel de madurez psicológica y emocional de alguien de su edad. Es peligroso y no nos hace ningún bien. Espero que haga un buen trabajo, pero hay una diferencia entre respetar la oficina de la presidencia y quién la ocupa".El desplante de Trump en la CIA pareció tocar una fibra sensible en Popovich. La leyenda dice que antes de ser entrenador profesional, Popovich fue espía en los servicios de inteligencia estadounidenses, infiltrado en la frontera turca con Irán y Siria. Popovich, siempre una personalidad dominante en las entrevistas, no confirma ni desmiente la versión, sino que con una sonrisa socarrona deja correr el rumor. Pero lo que ve en Trump traiciona su secrecía, y reacciona airadamente. La primera vez que a Pop le preguntaron por Trump, respondió que la opinión de un entrenador de baloncesto no era tan importante. Cuando le insistieron, respondió con un monólogo de casi diez minutos. Cuando el reportero buscó interrumpirlo para preguntar, Popovich atajó diciendo que aún no terminaba y siguió varios minutos más expresando sus miedos informados sobre la sociedad estadounidense que votó por Trump, y por el personaje mismo.
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Popovich no aclara si realmente fue espía en Turquía o no, pero lo que sí han logrado averiguar los periodistas que han intentado esclarecer su biografía, es que Popovich se graduó como especialista en estudios soviéticos, que recibió entrenamiento de inteligencia y que aplicó para un puesto de alta clasificación de secrecía en Moscú.Horas después de que Donald Trump ganara las elecciones en noviembre pasado, las declaraciones de Popovich reaccionando a la votación dieron la vuelta al mundo."En este momento, estoy tratando de formular pensamientos. Es pronto y aún estoy asqueado", dijo Popovich en entrevista al San Antonio Express News. "No porque los republicanos ganaron o algo por el estilo, sino por el desagradble tono y todos los comentarios que han sido xenofóbicos, homofóbicos, racistas y misóginos, y porque yo vivo en ese país donde la mitad de sus habitantes ignoraron todo eso para elegirlo. Esa es la parte que más miedo me da".Y lo dice un entrenador estadounidense de baloncesto que tiene la formación intelectual suficiente como para comunicarse con los jugadores post soviéticos o balcánicos en su propio idioma. Al fin y al cabo, Pop es hijo de inmigrantes: padre serbio y madre croata."Vivimos en un país que ignoró todos esos valores por los que haríamos responsables a nuestros hijos. Estarían castigados por años si actuaran o dijeran las cosas que dijo Donald Trump en la campaña. La provocación racial de intentar deslegitimar a Barack Obama, nuestro primer presidente de raza negra. Eso me hace preguntarme dónde he vivido y con quién he estado viviendo".Lo dice un entrenador que tiene jugadores negros, blancos, latinos y europeos, en ese mosaico de etnias y nacionalidades en el que se ha vuelto la NBA."Soy un tipo adinerado y blanco, y me asquea pensar que lo soy. No quiero imaginarme lo que significa hoy ser musulmán, o mujer, o afroamericano, o hispano, o una persona con discapacidad, lo desamparados que todos ellos deben estarse sintiendo".