Cómo asesinar sin ser atrapado
La bahía de Súbic, en Filipinas, comenzó a recibir barcos estadunidenses casi de manera permanente en 2012, dos décadas después del cierre de la base militar de EU en el país.

FYI.

This story is over 5 years old.

Desde Uganda con amor

Cómo asesinar sin ser atrapado

¿Quedará en libertad un marine estadounidense tras haber asesinado a una mujer transexual filipina?

El once de octubre del año pasado, los marines a bordo del barco estadunidense Peleliu obtuvieron su primera noche de libertad después de que su buque de asalto anfibio tipo Tarawa atacara en la Bahía de Súbic, en la isla filipina Luzón para realizar ejercicios militares conjuntos. El soldado de primer rango Joseph Scott Pemberton, un ex boxeador profesional de 19 años, desembarcó ansioso junto con sus compañeros Bennett Dahl, Daniel Pulido y Jairn Rose. Se dirigieron al centro comercial Harbor Point, en la ciudad de Olóngapo, parte de la antigua base naval de Eu de la Bahía de Súbic, la cual cerró en 1992 tras una gran erupción volcánica que coincidió con una ola de conciencia social filipina. El grupo comió y fue de compras al centro comercial antes de dirigirse a la zona de tolerancia de Magsaysay Drive, a casi un kilómetro de distancia.

Publicidad

Fueron al Ambyanz Night Life, un centro nocturno frecuentado por trabajadoras sexuales conocidas como pocahontas —el nombre deriva del término en tagalo pok-pok, que significa prostituta—.1 La mayoría de las mujeres más insistentes son transexuales, pero los soldados extranjeros raramente se dan cuenta de ello. "Los filipinos están más acostumbrados a nosotras, por lo que a veces sí se dan cuenta", me dijo una pocahontas transexual. "A veces intentan desenmascararnos frente a los extranjeros. Así que corremos".

En la parte superior de la escalera del club, iluminada con luces azules y paredes llenas de espejos chuecos, Pemberton conoció a Jennifer Laude, una escultural mujer transexual que había sido una pocahontas intermitente durante seis años. Laude había salido esa noche con unas amigas transexuales pocahontas por primera vez desde que se comprometió con su novio alemán, Marc Sueselbeck, hacía unos meses. El plan de Laude era para ese momento ya encontrarse al lado de su prometido en Duisburgo, una ciudad cercana a Düsseldorf, pero Alemania le negó la visa. Aunque Laude no necesitaba el dinero como antes —Sueselbeck le mandaba una pensión regular—, era la emoción de salir con sus amigas la que la llevó a trabajar esa noche. De acuerdo con su compañera de cuarto, Jamille, si Laude salía, bien podría atender a algunos clientes "sólo por diversión". A las 10:45 PM, cuando Laude conoció a Pemberton, ella ya había atendido a otros tres clientes. "Jennifer estaba exhausta", dijo otra amiga, Charis. "Trabajamos lo más que se pueda cuando los soldados están aquí".

Publicidad

A unos minutos de haberse conocido, Pemberton y Laude se fueron al Celzone Lodge, un motel que se encuentra cruzando la calle, acompañados de la amiga de Laude, Barbie Gelviro. "Ella nunca se iba sola con un hombre", dijo Gelviro. "Siempre le pedía a una de nosotras que la acompañáramos para que supiéramos dónde iba a estar". En el motel, Pemberton y Laude reservaron el cuarto número 1, justo al lado de la recepción. El cuarto, de paredes color mango, sólo tenía una cama y una televisión. Gelviro se quedó un minuto con la pareja para ayudar a negociar la tarifa. Laude sugirió cinco mil pesos filipinos (unos 1,700 pesos mexicanos), pero Pemberton sólo quería pagar mil. Laude, nerviosa de que Pemberton descubriera que las chicas eran transexuales por la falta de implantes de Gelviro, rápidamente aceptó la tarifa y corrió a su amiga del cuarto. "Por favor, cuida a mi amiga", dijo Gelviro a Pemberton mientras salía del cuarto.

Cuando iba bajando las escaleras, Gelviro conoció a un hombre que se hospedaba en el cuarto 5, dos pisos arriba de Laude. Ella coqueteó con él y le preguntó si quería que le hiciera compañía por una hora o algo así. Él sabía que debería pagar; los hombres de Olóngapo son capaces de asumirlo cuando una chica se les lanza en una noche de sábado. Llegaron a un acuerdo y regresaron al cuarto de él, donde ella se quitó toda la ropa menos su apretada lencería. Después apagó la luz.

Publicidad

Unos treinta minutos después de que el grupo llegó al motel, Pemberton casualmente salió solo del cuarto, dejando la puerta entreabierta. No se veía perturbado cuando pasó frente a la recepción; bajó los escalones y se adentró en la noche. Su toque de queda se estaba acercando y él y sus compañeros tenían que regresar juntos. Dahl, Pulido y Rose lo estaban buscando por todos lados sin éxito. Eventualmente Pulido los alentó a tomar un taxi sin Pemberton. Llegaron al barco a las 12:10 y el oficial supervisor, el cabo primero Christopher Miller, los regañó por llegar tarde. Se enojó aún más cuando se dio cuenta de que Pemberton no estaba con ellos. Éste llegó a la mitad de la conversación y los soldados explicaron que habían llegado tarde porque se estaban buscando el uno al otro. Miller, quien sabía con exactitud el tipo de actividades en las que incurriría el grupo al dejar el barco, decidió no disciplinarlos esa noche y los mandó a dormir.

Cuando estaban a punto de dormir, Pemberton se acercó a Rose y le pidió hablar con él en privado. Caminaron hacia la proa, lejos de los oídos de los demás y sólo con el océano y el cielo de testigos. Le dijo que después de que una de ellas se fue, la chica con la que se quedó comenzó a desvestirse y vio que "eso" tenía un pene.

Le dijo a Rose que se enojó tanto que "lo" estranguló por detrás. Cuando el cuerpo dejó de moverse, lo llevó al baño y se fue. Al principio, Rose pensó que era broma, pero Pemberton afirmó que hablaba en serio. "Creo que maté a un trans", dijo Pemberton.

Publicidad

Laude conoció a Pemberton en el Ambyanz Night Life en la ciudad de Olóngapo.

En el motel, el botones y el recepcionista, Elías Galamos, esperaron unos minutos después de que Pemberton se fue para limpiar el cuarto. Dentro encontraron el cuerpo inerte de Laude, el cual estaba envuelto en una cobija color beige y se encontraba desplomado encima del escusado. Sin saber si estaba muerta o sólo inconsciente, Galamos fue a buscar a Gelviro al piso de arriba y corrió una cuadra y media hasta la estación de policía. Cuando Gelviro terminó de limpiarse y bajó al cuarto, la policía ya había llegado, seguida de un equipo del Servicio de Investigación Criminal Naval (SICN), a quienes al parecer se les había informado —incluso antes de que Pemberton se lo confesara a Rose— que un miembro del servicio estadunidense podría estar involucrado en el crimen.

Poco después de la media noche, la policía llevó el cuerpo de Laude a la Casa Funeraria St. Martin, a poco menos de un kilómetro del motel. Gelviro mandó mensajes Michelle, una de las dos hermanas de Laude, quien también estaba con sus amigos en el Ambyanz. Todos fueron juntos a la morgue y Michelle identificó entre lágrimas el cuerpo de Laude. En la autopsia se declaró que la causa de muerte había sido asfixia tras haberse ahogado con el agua del escusado.

Pemberton fue identificado inmediatamente como el principal sospechoso: los videos de vigilancia del club lo mostraban yéndose con Laude; además, Gelviro habló con la policía en la escena y posteriormente lo identificó de entre varias fotos que le mostraron. "Fue él", dijo Gelviro señalando la foto de Pemberton. "Él aparecía en mis sueños". Las autoridades filipinas afirmaron estar armando un caso contra Pemberton, pero nunca lo llamaron para interrogarlo ni para recibir una declaración de su versión de los hechos de aquella noche. EU citó los derechos del atacante bajo el Tratado de Fuerzas Visitantes (TFV), el cual regula la actividad militar estadunidense en ese país, y se negaron a entregarlo. La madre de Jennifer, Julita, quien había abordado un autobús desde Leyte, la provincia natal de la familia, para reunirse con sus dos hijas sobrevivientes, Marilou y Michelle, se encolerizó por la falta de acción gubernamental contra el soldado. Ella temía que Pemberton hubiera dejado el país mientras las autoridades acataban y se doblegaban ante las exigencias estadunidenses.

Publicidad

La invocación del TFV y la inmunidad de Pemberton trajeron viejos resentimientos entre los filipinos. Sólo un marine había sido enjuiciado bajo el TFV. En 2005, Daniel Smith, un cabo segundo de los marines que también había atracado en Olóngapo, fue acusado de haber violado a una filipina llamada Suzette Nicole Nicolas. Supuestamente él la metió en una van cuando estaba ebria, la violó varias veces frente a otros marines que lo alentaban, y la aventó en un muelle cercano. Se llevó a cabo un juicio civil, pero a la prensa se le negó la entrada al tribunal y los estadunidenses mantuvieron a Smith en custodia dentro de la embajada de EU durante todo el proceso. En diciembre de 2006, Smith fue declarado culpable y fue sentenciado a pasar toda su vida en la cárcel, pero permaneció en la embajada mientras apelaban el caso. A pesar de que la Suprema Corte declaró, dos años después, que los marines condenados con algún crimen en el extranjero deberían ser encarcelados en prisiones del país donde cometieron el crimen, Smith nunca regresó a la cárcel. En abril de 2009, Nicolas retiró la denuncia y dejó Filipinas para irse a EU con una visa de residencia y una indemnización por parte de Smith de cien mil pesos filipinos. La corte de apelaciones inmediatamente revocó la condena de Smith y éste dejó el país en menos de 24 horas.

El enojo con los estadunidenses ya había crecido antes del asesinato de Laude: ambos países se encontraban en negociaciones para aprobar un tratado en el que a Washington se le permitiría construir nuevas bases militares en varias ciudades de todo el país, incluyendo Olóngapo. Activistas transgénero, en general marginalizados incluso por la izquierda, se interesaron en el caso y exigieron justicia para Laude, aprovechando el enojo ante el abuso de los marines. Afuera de la embajada de EU, filipinos pidieron el desahucio de las tropas estadunidenses y quemaron una bandera estadunidense. Naomi Fontanos, cofundadora del grupo defensor de los derechos transgénero, GANDA Filipinas, estaba sorprendida con el poder que trajo consigo el caso de Laude. "Su asesinato juntó a muchos movimientos que están pidiendo que se haga justicia", dijo.

Publicidad

Cuatro días después de la muerte de Laude y tras la ausencia de cualquier evidencia de que el gobierno efectivamente estuviera armando un caso, la familia decidió presentar una denuncia por asesinato. Muchas organizaciones querían representarla, pero la familia eligió a Harry Roque, un abogado activista, y a Virginia Suárez, una abogada afiliada al Frente Democrático Nacional de Filipinas (FDNF), un partido que se opone a la presencia militar estadunidense. Suárez, la secretaria general del FDNF, emprendió una estrategia que usaba la situación de Laude para ejemplificar con una cara humana las maneras en las que los filipinos están subyugados a la alianza del país con EU. "Cualquiera que mire este caso tiene que verlo no por lo que es en sí mismo, sino por la manera en la que el TFV trata a los filipinos como ciudadanos de segunda clase en su propio país", dijo Suárez.

La coalición de filipinos que simpatizaban con Laude siguió creciendo; no obstante, algunos tenían problemas con aceptar y empatizar con su estatus de mujer transexual. Los medios filipinos y el público sistemáticamente describieron a Laude como un hombre o bakla, una identidad nativa que fusiona los conceptos de género y sexualidad. El término bakla se utiliza para describir a hombres homosexuales que tienen ciertas características femeninas. Debido a que bakla constituye un tercer género socialmente integrado en Filipinas, muchos no reconocieron la identidad de Laude como mujer, por lo que todo el tiempo usaban su apellido y la identificaban como gay. Incluso los activistas estaban confundidos y se mostraban ambivalentes. La noción de que alguien considerado hombre se identificara como mujer, en lugar de estar satisfecho viviendo como bakla, hizo que muchos filipinos pensaran que se trataba de una mentira fundamental: un intento de engañar a la gente para que crea que una mujer trans es algo que en realidad no es.

Publicidad

La primera vez que escuché del asesinato de Laude me sentí un poco identificada con ella. Yo también crecí en Filipinas y fui designada como hombre cuando nací; pero no fue hasta que me fui a EU, a los quince años, que decidí volverme mujer. Muchas veces he sentido que, de haberme quedado en Filipinas, habría sido bakla y no habría reconocido la posibilidad de tener una identidad transexual. Laude, trece años más joven que yo, era parte de una generación de mujeres filipinas transexuales que han vivido la mayor parte de sus vidas en internet y que han sido muy influenciadas por los medios estadunidenses. A pesar de que los filipinos no entendían su deseo de ser reconocida como mujer, ella aprendió por su cuenta que eso era una opción para ella y decidió perseguir su sueño. "Los filipinos generalmente ven a la gente como Jennifer como la forma más extrema de bakla", me dijo Fontanos. "Lo mejor que ha salido del caso de Laude es que ha forzado al país a confrontar la existencia de mujeres transgénero".

El asesinato de Jennifer Laude presentó a los filipinos tanto la realidad de las mujeres transexuales como la violencia que enfrentan. Aunque la visibilidad transexual esté al alza en EU, la violencia contra las mujeres transexuales sigue siendo una crisis también en ese país. Sólo este año, al menos seis mujeres transexuales han sido asesinadas en EU, en muchos casos por su pareja o por miembros de su familia. Todas, menos una, eran mujeres negras. El comportamiento de los estadunidenses en Filipinas que siguen el caso de Laude es igual a la respuesta que este tipo de crímenes recibirían en su país natal: culpar a la víctima, esconder al muerto bajo la alfombra y evadir la responsabilidad.

Publicidad

Una selección de selfies de Laude, cortesía de Marc Sueselbeck.

Los eventos que siguieron a la demanda de la familia en contra de Pemberton hicieron que los filipinos desconfiaran aún más de la armada estadunidense. Cuando Pemberton no se presentó a la primera audiencia en el tribunal civil, la familia de Laude amenazó con demandar al gobierno por no tenerlo en custodia y pidió que lo obligaran a que asistiera al juicio. "El gobierno filipino decepcionó a toda la nación cuando no insistió en la custodia", dijo Roque a un noticiario filipino. "Eso es negligencia". Al día siguiente, casi dos semanas después del asesinato de Laude, Pemberton fue transferido del Peleliu a Camp Aguinaldo, los cuarteles generales del ejército filipino, en Ciudad Quezón. Él estaría detenido en una van de seis metros con aire acondicionado, la cual compartiría con guardias militares estadunidenses. Aunque el perímetro estaría vigilado por soldados filipinos y aunque un portavoz de la cancillería filipina describiera la situación como "guardia conjunta", en realidad fue Estados Unidos quien tuvo la custodia de Pemberton.

Hizo falta otro mes para que el gobierno arrestara formalmente a Pemberton. El 19 de diciembre, el Tribunal Regional de la Ciudad de Olóngapo, Sucursal 47, emitió una orden de aprehensión. "Es asesinato", dijo Emilie de los Santos, la fiscal de la ciudad, tras haber presentado la acusación. "Fue agravado por traición, abuso de fuerza superior y crueldad". Cuatro días después, Pemberton apareció en público por primera vez después de la muerte de Laude. Él entró a un tribunal de Olóngapo a las 5 AM a través de una valla metálica cortada que se encontraba detrás de las instalaciones. Pemberton no dio declaración alguna sobre el caso. Sus abogados simplemente pidieron una prórroga, al tiempo que pedían al Departamento de Justicia que descartara los cargos; Pemberton fue llevado rápidamente a Camp Aguinaldo. Washington siguió negando las peticiones de Manila de transferir la custodia, incluso aún después de que los cargos fueran presentados; además, Filipinas anunció que dejaría de intentar obtener la custodia de Pemberton mientras el juicio siguiera en marcha.

Publicidad

La jueza Roline Ginez-Jabalde aceptó otorgar una prórroga a la defensa, pero el Departamento de Justicia filipino declaró que los cargos eran legítimos y que Pemberton debía enfrentar un juicio. La fecha de la primera audiencia fue programada para el 23 de febrero, cuando se esperaba que Pemberton al menos presentara una declaración. Mientras tanto, la fiscalía pidió a la jueza reconsiderar la prohibición de que la prensa entrara al tribunal, así como su decisión de no exigir que Pemberton fuera encarcelado en una prisión filipina. Ginez-Jabalde fue compañera de escuela de la abogada de la defensa, Rowena García-Flores, y se ha negado a dejar el caso aún después de que los fiscales dijeran que la habían visto negociando en privado con Pemberton y García-Flores. En un país donde no hay juicios con jurados, incluso para los casos penales, Ginez-Jabalde será la única que decida el destino de Pemberton. Su aprobación de una prórroga de sesenta días puede tener consecuencias graves, ya que los fiscales tienen sólo un año para obtener una condena antes de que Pemberton sea liberado, como exigen los términos del TFV.

Un cuarto en el Celzone Lodge, el hotel en donde Laude fue asesinada.

"Supe que era niña cuando la vi con sus hermanas y no se movía como niño, pero nunca la regañé", me dijo Julita Laude cuando comimos en el Gerry's Gill en el centro comercial Harbor Point, el mismo lugar a donde habían ido Pemberton y sus amigos la noche del asesinato de su hija. Julita regresó al pueblo natal de la familia, Matagok, en Leyte, unas semanas después del funeral, el cual se llevó a cabo el 24 de octubre, pero regresó a Olóngapo en enero para ver cómo estaban sus hijas. La presencia de Julita no concuerda con sus alrededores en Olóngapo, una ciudad que abastece a una población local profundamente influenciada por la presencia estadunidense. Si bien sus hijas raramente salen a la calle sin maquillaje y son propensas a vestirse con marcas extranjeras, Julita no usaba maquillaje ni joyas e iba vestida con una sencilla falda oscura. De acuerdo con Julita, Jennifer empezó a vestirse de manera femenina desde que llegó a la pubertad, cuando usaba jeans ajustados y blusas de mujer. Después de terminar la preparatoria en 2006, se mudó a Olóngapo para ir a la universidad, pero sus estudios se retrasaron mientras ella buscaba una escuela que le permitiera usar ropa femenina y traer cabello largo. Eventualmente se inscribió en el Instituto Asiático de Comercio Electrónico en la carrera de recursos humanos, pero perdió el interés rápidamente.

Publicidad

"Se pasaba toda la noche en internet y faltaba a sus clases", me dijo su hermana Marilou. "No sé qué es lo que estaba haciendo, pero algunos hombres extranjeros empezaron a mandarle dinero". Tras dejar la escuela, Laude comenzó a trabajar como asistente en una estética; allí un cliente británico llamado Joop se enamoró de ella sin darse cuenta de que era transexual. Durante el cortejo, Laude cayó en cuenta de que los hombres extranjeros la veían diferente a como la veían los filipinos, pues los primeros no la veían como alguien del tercer género, sino como una mujer hecha y derecha. Joop siguió cortejándola incluso después de que le explicara que no era una "mujer real". Joop no se inmutó y apoyó a Laude con dinero y con regalos. No obstante, él se negó a ser visto en público con ella, lo cual terminó por volverse algo insoportable para Laude. Su romance se desmoronó y Joop la dejó.

A finales de 2007, Laude ya había ahorrado lo suficiente para colocarse implantes de senos. Ella comenzó a apoyar a su familia con dinero obtenido por medio de sus sesiones en webcams, con regalos que le hacían sus novios en el extranjero y con su trabajo sexual. Fue por estos tiempos que Laude conoció a un empresario coreano que viajaba seguido a Olóngapo por cuestiones de trabajo. Él tenía familia en Corea, pero comenzó a salir con Laude y terminó queriendo formar una nueva vida con ella en Filipinas. A lo largo de su noviazgo, Laude alegó ser bastante religiosa y se negaba a tener sexo con él para que no se diera cuenta de que era transexual. Cuando la presionó para que durmieran juntos, ella pretendió haberse cortado las muñecas usando sangre falsa, una táctica que probablemente aprendió de las telenovelas mexicanas que tanto le gustaban. Finalmente Laude terminó la relación cuando el hombre comenzó a hablarle de dejar a su familia y tener hijos con ella; él nunca supo que Jennifer era transexual.

Publicidad

Julita aceptó que las asociaciones que tenía su hija con extranjeros mejoraron la economía de la familia. "Pudimos añadir más y más cuartos a nuestra pequeña casa gracias al dinero que Ganda me dio", dijo refiriéndose a Laude por su apodo, la palabra en tagalo para designar a la belleza. Julita perdió el techo de la casa familiar el año pasado debido al tifón Hagupit y Laude pagó las reparaciones. Ella también le prestó dinero a otras personas en el área afectada por la tormenta sin darles un plazo de pago. "Ella hizo mi vida mucho más cómoda, pero no es su dinero el que extraño", dijo Julita. "Es su amor. Cuando yo estaba enferma, pensar en ella hacía que mi cuerpo se sintiera más liviano. Ahora me siento pesada, como que nunca me voy a recuperar".

Laude conoció a Sueselbeck, su prometido, en internet en noviembre de 2012. Se comunicaban usando solamente el audio en Skype y formaron un lazo tan fuerte que Sueselbeck anunció unos días después que había comprado un boleto a Filipinas para Navidad. Sueselbeck aún no había visto una foto de Laude y ella, muy nerviosa, le envió una en ese momento. "Sé que tal vez esto provoque que nunca me vuelvas a hablar", le dijo, "pero soy lo que la gente llama ladyboy o shemale.2 Pero yo sólo soy una mujer para los que quieren verlo. Acéptame como la mujer que soy o no. Es tu decisión. Pero yo soy yo y estaré orgullosa de quien soy y de lo que soy si tan sólo el chico con el que estoy lo comparte conmigo y se queda a mi lado".

Publicidad

A Sueselbeck no le importó y decidió seguir adelante con el viaje; conoció a Laude en el estacionamiento del aeropuerto. Su enamoramiento fue repentino y el 22 de diciembre, apenas un mes después de su primera interacción en internet, Sueselbeck le propuso matrimonio en el escenario de un centro comercial de Olóngapo frente a cientos de personas para demostrarle en público que no se avergonzaba de que fuera transexual.

Los siguientes dos años él pasó todos sus días de vacaciones en Filipinas, generalmente visitando una vez durante el verano y dos veces en el invierno. Sueselbeck solicitó una visa para Laude en el verano de 2013, pero su solicitud fue negada "debido a los prejuicios que tenía la embajada alemana contra ella", dijo Sueselbeck. La pareja apeló varias vecesy, el 1o de octubre de 2014, diez días antes de la muerte de Laude, Sueselbeck recibió una llamada de las autoridades alemanas informándole que estaban listos para darle a Laude una visa después de una entrevista en diciembre. Ambos hicieron planes para casarse esta primavera y Laude incluso compró un vestido de novia. Sueselbeck sintió que las inseguridades de Laude sobre su verdadera feminidad fueron la única razón por la que ella estuvo aquella noche con Pemberton. Aún así, él dice que no le guarda resentimiento alguno.

Lo que sí resiente es el trato del gobierno filipino hacia él en comparación al que recibió Pemberton. El 22 de octubre Sueselbeck se brincó una barda de Camp Aguinaldo y se peleó con un militar al intentar averiguar si Pemberton realmente se encontraba allí. Sueselbeck alega que el comandante del campo, el general brigadier Arthur Ang, le aseguró que no habría repercusiones, pero que el ejército decidió actuar cuando el embajador estadunidense en Filipinas, Philip Goldberg, dijo que el incidente había sido "bastante decepcionante". La Oficina de Inmigración afirmó que Sueselbeck había accedido a una "deportación voluntaria", lo que él niega, y lo colocó en una lista negra que le prohíbe regresar a Filipinas. Él tenía planeado estar en el país para el 13 de marzo, la fecha en la que supuestamente él y Laude se casarían. "Me están vetando de Filipinas debido a una falta de respeto y a una horrible arrogancia, a pesar de que ellos protegen al hombre que asesinó a mi esposa, sólo que él es estadunidense", dijo. "Solamente estoy feliz por una cosa", me dijo Sueselbeck refiriéndose al tiempo justo antes de la muerte de Laude. "Sé que en ese momento de su vida ella estaba en su máxima felicidad".

Publicidad

Pemberton supuestamente estranguló a Laude tras haberse dado cuenta de que ella era transgénero y después la arrastró al baño, donde la ahogó con el agua del escusado.

La mañana del 14 de enero, la familia Laude y sus abogados llegaron al tribunal de la ciudad de Olóngapo esperando que la jueza Ginez-Jabalde revocara la prohibición de la prensa y reconsiderara su decisión de que Pemberton continuara bajo custodia de EU. La moción era típica del tenaz Roque, cuyos elegantes movimientos y suave manera de hablar disfrazan su enfoque agresivo. Él tiene una amplia experiencia en la ley internacional de derechos humanos y fue el primer abogado asiático al que se le permitió trabajar en la Corte Penal Internacional. "No esperamos que cambie su fallo", dijo Roque, "pero la moción es un paso necesario antes de que el asunto pueda llegar a la Suprema Corte filipina".

Los fiscales privados se sentaron en una larga mesa frente al estrado de la jueza, entre el equipo fiscal del gobierno y la abogada de la defensa, García-Flores. Mientras Roque revisaba sus notas, Suárez y García-Flores intercambiaban comentarios insultantes. Ambas mujeres son diminutas pero bastante directas.

"He estado entrenando artes marciales mixtas", dijo Suárez, una entusiasta del ejercicio. "Estoy aprendiendo cómo golpear y patear a las personas para poder someterlas".

"Yo era miembro del equipo de tiro en la universidad", contestó García-Flores con una enorme sonrisa. "Antes de que alguien intente patearme ya estará muerto".

La audiencia fue bastante rápida. Ginez-Jabalde entró y saludó a ambas partes sin expresión alguna, tal vez como respuesta a los cargos de la fiscalía por imparcialidad. Ella otorgó a García-Flores cuatro días adicionales para que presentara su respuesta y despidió al grupo. Las siguientes prórrogas en cuanto a la toma de decisiones han dificultado que los abogados de Laude preparen su caso. Además, el procedimiento en la corte se llevó a cabo en inglés, como casi siempre sucede en Filipinas. Esta es otra instancia en la que Pemberton tiene ventaja al ser estadunidense: la familia Laude tiene una comprensión limitada del inglés.

Publicidad

Después de que la audiencia terminara, García-Flores salió del tribunal y continuó platicando con Suárez. Cuando los abogados llegaron a las escaleras que conducían al vestíbulo, en donde los medios los esperaban, García-Flores dio su último golpe. "No entiendo por qué tenemos que pelear", dijo con una especie de risa. "Mejor hablemos de visas".

La referencia indirecta al caso Nicolas pareció indicar que la defensa trataría de sobornar a la familia de la víctima. Se especula que EU sólo le otorgó una visa de residencia a Nicolas bajo la condición de que retirara la denuncia. Algunos cables clasificados de la embajada estadunidense publicados por WikiLeaks en 2011 muestran que Washington presionó al gobierno filipino para que dejaran a Smith bajo su custodia durante un breve periodo tras haber sido condenado, cuando estuvo encarcelado en una cárcel filipina. Los estadunidenses, además, postergaron las certificaciones del embajador de Filipinas en EU y amenazaron con cancelar los ejercicios militares conjuntos entre ambos países.

La familia Laude sentía rabia de que Estados Unidos estuviera intentando evitar que el juicio se llevara a cabo, ya que la defensa impedía que Pemberton declarara sobre el caso. "No necesitamos dinero ni visas por parte del gobierno estadunidense", dijo Marilou. "No necesitamos que nuestra hermana muera para poder tener una mejor vida".

Publicidad

Marilou citó numerosas instancias en las que sintió que había sido maltratada y en las que se le había dado prioridad a Pemberton. Cuando Pemberton llegó al tribunal de la ciudad de Olóngapo para su arraigo en diciembre, había filas de amigos suyos con uniformes blancos que llenaban el tribunal, mientras que la familia de Laude tuvo que sentarse hasta atrás e incluso sus primos se quedaron fuera debido a que la sala ya estaba llena. Pemberton tuvo su propio remolque espacioso con aire acondicionado, en tanto que los prisioneros filipinos no son alojados en condiciones tan cómodas como ésas.

"Lo que quiero es que Pemberton cumpla la sentencia que cualquier filipino cumpliría por un asesinato como éste", dijo Julita. "Si permitimos que EU nos pague, es como si Pemberton pudiera matar a Jennifer siempre y cuando pueda pagar por ella".

Harry Roque, Michelle Laude, Marilou Laude y Virginia Suárez se preparan para una audiencia sobre la posibilidad de transferir la custodia de Pemberton a Filipinas.

Si el pasado puede servir de indicación, entonces el trato justo a mujeres filipinas en casos contra soldados estadunidenses no parece prometedor. Julie Sionzon, quien se encontraba afuera del tribunal tras la audiencia, ha vivido en Olóngapo durante más de veinte años y trabajado para un canal de noticias de Manila durante los últimos ocho. Como una de las lesbianas más francas en Olóngapo, Julie se interesó mucho en el caso de Laude.

Mientras la familia hablaba con la prensa local, Sionzon me contó una experiencia que le recuerda a Laude. En 1989, cuando era una reportera de 19 años de una estación de radio local y le tocaba cubrir la fuente policiaca de Olóngapo, una mujer llegó a la estación de policía con el labio hinchado y un ojo morado afirmando que un marine la había golpeado. Cuando el hombre fue llevado dentro, él dijo que le había pegado porque ella en realidad era hombre. La mujer, quien había llegado de la provincia filipina de Masbate sólo unos días antes, insistió en que no era hombre.

Publicidad

"En ese momento no había mujeres policías, así que me pidieron que verificara si era mujer", dijo Sionzon, quien llevó a la chica al baño y pretendió examinar su cuerpo, aunque en realidad no le pidió que se desvistiera, y gritó a través de la puerta entreabierta: "¡Es mujer!"

El estadunidense se enfureció, pero Sionzon se apegó a su historia. "Es una mentira que nunca me arrepentiré de haber dicho", dijo. La mujer le pidió después a Sionzon que fungiera como intérprete mientras negociaba un arreglo con el comandante de los marines. Él le ofreció trescientos dólares y el policía alentó a la mujer a que los tomara, recordándole que aun si quisiera demandar, ella no tenía el dinero suficiente para contratar a un abogado. Después le informaron que el dinero se repartiría de la siguiente forma: cien dólares para ella, cien para el departamento de policía y cien para un funcionario del gobierno local.

"Después me enteré de que ése era su arreglo estándar: trescientos dólares, de los cuales sólo cien serían para la víctima. Además, ella tendría que hacerse cargo de sus propios gastos médicos", dijo la periodista. Ella discutió con la policía hasta que accedieron darle todo el dinero a la mujer. Posteriormente Sionzon escoltó a la chica a la estación de autobuses, donde compró un boleto de regreso a su pueblo natal.

Michelle, Julita y Marilou Laude con una foto de Jennifer.

El 23 de enero, la familia de Laude viajó durante cuatro horas hacia Manila para ir al Departamento de Justicia filipino, en donde fueron recibidos por Roque. A su llegada, dos hombres las encaminaron a través de un patio y pasillos hasta un pequeño cuarto en donde aguardaban Barbie Gelviro y Elías Galamos, los testigos clave en el caso, a quienes habían arraigado hasta que comenzara el juicio. Julita, Michelle y Marilou habían querido encontrarse con los testigos para agradecerles por su compromiso al testificar a favor de Jennifer. "Estamos bien, pero aquí es realmente aburrido", dijo Gelviro.

Publicidad

Aunque el propósito principal de la junta era visitar y agradecer a los testigos, Roque vio ahí una oportunidad de repasar los testimonios de Galamos y Gelviro. Preocupado de que el gobierno intentara voltear a los testigos durante el arraigo, quiso asegurarse de que sus historias no hubieran cambiado. Gelviro comenzó su testimonio pero vaciló cuando Roque le preguntó por qué Laude y Pemberton habían decidido ir al Celzone Lodge.

"¿Puedo decirlo?", preguntó Gelviro y su mano acarició su delicado rostro. Ella había subido de peso mientras se encontraba como testigo protegido, aunque es poco probable que pesara más de 45 kilogramos. Su frágil semblante hacía que el rumor local de que ella era la verdadera asesina pareciera aún más absurdo. "¿Está bien, Nanay?" preguntó Roque a Julita usando la palabra en taglog para decir "madre", advirtiéndole que escucharía algo que podría ofender su sensibilidad católica. "Estoy bien siempre y cuando sea la verdad", contestó Julita.

Gelviro miró a Roque y le dijo que Pemberton y Laude habían ido al Celzone Lodge para tener relaciones sexuales, pero que ella no había estado presente durante la transacción financiera, lo cual contradecía el testimonio jurado que aparentemente le dio al SICN. (La inconsistencia de Gelviro daba cierta fe a una versión alternativa de los eventos que una persona cercana a la familia me contó: que había sido Gelviro quien le había prometido a Pemberton que podría acostarse con Laude, por lo que engañó a su amiga para que se fuera al motel con él). El resto de su testimonio se vio interrumpido con preguntas y otros comentarios. Ella estaba ansiosa de testificar y quería saber qué tan pronto ocurriría el juicio.

Después de que Roque revisó la declaración de Galamo y la encontró satisfactoria, salió del cuarto y yo me quedé con los testigos y con la familia Laude, así como con el padre de Gelviro, quien había estado acompañándola durante la protección de testigos. Como a Julita, a él tampoco le molesta el género de su hija y dice que ella siempre ha sido así desde niña.

Unos minutos después llegaron dos nuevos visitantes y Marilou los presentó como Jamille y Charis, dos de las mujeres que estaban con Laude la noche del asesinato. La última acompañante, Gorgeous, no pudo ir debido a una reciente cirugía de fístula anal. "Trabajó de más", explicó Charis diplomáticamente.

"Ella es la reportera de Estados Unidos de la que te conté", dijo Marilou, presentándome. "También es transexual". Inmediatamente las tres me llenaron de preguntas acerca de mi transición y de mi historia de cirugías. Jamille y Charis, quienes no habían podido hablar con los medios hasta el momento, se turnaron para preguntarme si tenía novio, si sabía que yo era transexual y cuándo se lo había dicho. "A veces nuestros novios no lo saben durante meses", dijo Charis. "Si es que lo llegan a saber".

Una oficial de protección de testigos llegó unos minutos después y nos informó que ya era hora de terminar la visita. Esa tarde le dieron a Gelviro el privilegio de ir de compras al centro comercial, por lo que invitó a sus amigas a que fueran con ella. La oficial nos dijo que no podíamos estar con ella en público, pero que podíamos seguirla desde lejos mientras compraba.

La tumba de Laude en Olóngapo es temporal, en caso de que su cuerpo tenga que ser exhumado durante el juicio a Pemberton.

Pasé los siguientes veinte minutos con Jamille y Charis siguiendo a Gelviro. Ellas me preguntaron más acerca de mi vida. Charis preguntó si sólo tenía novios o si también atendía clientes. Me tomó varios intentos aclarar que nunca había hecho trabajos sexuales y que no esperaba que las personas con las que salía me mantuvieran. Me quedé con la impresión de que Charis nunca había conocido a una mujer transexual que no tuviera sexo a cambio de dinero.

Jamille se enfocó en mi apariencia desaliñada. "Ella ni siquiera tiene que intentar ser mujer", le dijo a Charis. "Es porque se hizo la cirugía. Nadie podría dudar de ella".

Nunca pude hablar con Gelviro y sólo la saludamos de lejos. Las chicas necesitaban arreglarse para una reservación que tenían esa noche. Charis quería pagar un motel, puesto que no habían dormido suficiente la noche anterior, pero dudó en hacerlo porque sus clientes no eran seguros.

Les dije que se podían bañar y echar una siesta en mi cuarto de hotel. En el taxi camino a allá me dijeron que esa noche se iban a encontrar con unos empresarios chinos en el aeropuerto. Los hombres no sabían que eran transexuales. "Se alejarán si les decimos", dijo Charis. Ambas habían tenido encuentros cercanos con algunos clientes que se dieron cuenta de su estatus. "La mayoría de las veces ellos simplemente se ríen y no quieren tener sexo", dijo Jamille. "Pero a veces nos amenazan con golpearnos y nosotras tenemos que correr".

Las chicas no supieron hasta la mañana después de la muerte de Laude lo que le había pasado. Jamille, quien era más cercana a Laude, también se enteró de que Jairn Rose, el amigo con quien Pemberton se confesó, había sido cliente suyo esa misma noche. "Él fue muy tierno conmigo", dijo Jamille. "No puedo creer que su amigo asesinara a mi amiga".

Laude había querido hacerse una cirugía de cambio de sexo, a pesar de que su prometido pensaba que su cuerpo estaba bien así. Jamille y Charis también vieron la cirugía como la solución a sus problemas, como si fuera a permitirles vivir como mujeres sin tener la necesidad de esconder alguna parte de su cuerpo. No obstante, el procedimiento, que cuesta unos diez mil dólares, está muy lejos del alcance de estas mujeres, quienes normalmente ganan unos cuarenta dólares por encuentro.

Cuando la tarde se convirtió en noche, las dos mujeres comenzaron a prepararse para sus clientes: remplazaron su ropa casual con vestidos cortos y aclararon su piel con maquillaje. Mientras que Charis parecía segura de su feminidad, Jamille, quien ya había tenido a uno de los hombres como cliente en otra ocasión, expresó la inquietud de que su piel fuera demasiado oscura y su rostro demasiado masculino.

"No es como que ésta es la vida que queremos", dijo Jamille, "pero es la única manera en la que podemos vivir".

Ella se fue para encontrarse con un hombre, tomando el riesgo que había puesto fin a la vida de su amiga. Después de él, ella planeaba encontrarse con otro, y luego con otro, y rezaba en silencio para no tener desventura alguna. Mientras tanto, también deseaba que Pemberton fuera declarado culpable de la muerte de Laude y encarcelado. Sin embargo, Jamille sabía que él sería juzgado por asesinato estando siempre bajo la protección de Estados Unidos y lejos de cualquier escrutinio por parte de los medios: a puertas cerradas, justo como murió Laude.