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Kylo Ren es el más grande villano de Star Wars de todos los tiempos

Admítelo.

Si los fanáticos no están contentos con Star Wars: The Last Jedi, tal vez sea porque Star Wars ya no es lo que solía ser. Su humor es autocrítico, su elenco principal ya no es casi exclusivamente blanco y masculino, y la lucha binaria entre la luz y la oscuridad que era la base de las películas originales ha dado paso a nociones más complejas. Rogue One nos presentó a aparentes "chicos buenos" que se enfrentan a tropas amigas y "chicos malos" que sólo eran una especie de burócratas que resultaron trabajar para los nazis; The Force Awakens nos dio a nuestro primer Stormtrooper con conciencia, un soldado del Imperio que desertó y se pasó al otro bando. The Last Jedi va aún más lejos: Luke Skywalker, nuestro héroe original de Star Wars, ahora es un sombrío ermitaño que desea que los Jedi se terminen, mientras que el último villano de la saga, Kylo Ren, es un antagonista empático cuyas acciones parecen casi racionales.

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Hasta este punto, los principales villanos de Star Wars —Darth Vader, el Emperador Palpatine, el Conde Dooku, el asmático androide General Grievous— eran de la vieja escuela, el tipo de chicos malos que disfrutan del dolor de los demás sin más razón que la de ser unos bastardos sin compasión. El actor que interpreta a Palpatine, Ian McDiarmid, la única persona que aparentemente se divirtió en las precuelas de George Lucas, interpretó a su gran chico malo con un entusiasmo casi shakespeariano. Pero ni siquiera eso pudo ocultar el hecho de que la única motivación del emperador seguía siendo su tediosa e inherente maldad. Mientras tanto, esas mismas precuelas intentaron racionalizar a Darth Vader mostrándonos cómo el inocente joven Anakin Skywalker se convirtió en un cyborg homicida, pero Lucas, lejos de lo visionario que había sido al crear Star Wats en 1977, arruinó la transformación.

Kylo Ren, quien comenzó su vida en The Force Awakens como un clon emo de Vader pero que se ha vuelto infinitamente más complejo para la última entrega de Rian Johnson, no es simplemente malvado: es alguien que se ha visto impulsado a hacer el mal por un perturbado estado mental. Un inestable y emocionalmente traumatizado Adam Driver interpreta al personaje con la convicción de alguien que, si no fuera protagonista de una película de ciencia ficción palomera, podría estar nominado a la categoría de Mejor actor de reparto de esta temporada de los Oscar. Pero la clave de Kylo está en su historia: Nacido Ben Solo, para ser uno de los héroes más famosos del cine, Kylo Ren es un gran villano de Star Wars —quizás el mejor— por la verosimilitud de su complejidad.

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Sólo tenemos un esbozo de la infancia de Ben Solo, pero es suficiente: dos padres ausentes, incluido un padre cínico que pensaba muy poco en los poderes de su hijo ("Han fue… simplemente fue Han", dice Luke en The Last Jedi sobre la actitud desdeñosa de Han Solo hacia la sensibilidad a la fuerza de Kylo), y un tío de confianza que casi mata a su sobrino mientras dormía. Añade a eso una posición privilegiada y el complejo de inferioridad que resulta de provenir de una familia muy célebre, y obtienes a un chico confundido para quien su legado ha sido una carga, alguien que busca figuras paternas más allá de su propio padre biológico, y cuyo doloroso pasado lo ha dejado suspendido en la adolescencia y sin la habilidad de poder controlar sus propias emociones. (A ti también, conmovedoramente, te hace pensar en un millennial que se siente traicionado por la generación anterior y tiene el instinto de simplemente acabar con todo y comenzar de nuevo).

Kylo es volátil: un personaje de extremos, temible y patético, seductor y repulsivo, superior y pequeño. Hacia el final de The Last Jedi, después de haber pasado gran parte de la película en una conversación telepática sexualmente cargada con Rey, Kylo asesina impulsivamente a su maestro antes de darle a Rey un colérico discurso sobre matar el pasado en un intento por ganársela. "Vienes de la nada, no eres nada, pero no para mí", le dice Kylo a Rey, en una de las declaraciones de amor más bellamente retorcidas jamás pronunciadas en una superproducción familiar, antes de rogarle en voz baja que se una a él como si fuera la persona más desesperadamente sola del universo.

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Kylo Ren, a diferencia de los villanos anteriores de Star Wars que fueron tentados para unirse a un misterioso "lado oscuro" por un poder intangible que a nosotros como espectadores nos resulta difícil comprender, es comprensiblemente, e incluso empáticamente, malo. Darth Vader siempre será más icónico: es un caballero negro con el barítono sobrenatural de James Earl Jones, la intimidante estatura de David Prowse y el estilo sartorial de un samurai post punk. Pero ese gran villano de Star Wars, tan efectivo en el contexto de otra época, no sonaría tan real si nos lo presentaran hoy en día. Simplemente ya no tiene sentido para nosotros que la maldad cinematográfica pueda ser tan… inexplicable. Nuestra realidad actual es complicada, llena de escalas de gris, y ya dejamos atrás la idea del cuento de hadas de que en este mundo existe el bien y el mal solo porque sí.


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Los villanos de película que sólo ríen a carcajadas con gran malicia en este tiempo y esta época nos parecen falsos. Marvel, por su parte, es criticada con frecuencia por tener un "problema de villanos", porque sus chicos malos a menudo carecen de una motivación clara más allá de la necesidad de la historia de que un personaje represente una amenaza para los héroes. Kylo Ren, por otro lado, es el antagonista perfecto para nuestro complejo mundo: un mundo en el que el villano de una persona es el héroe retorcido de otra, en el que vemos la moralidad como un amplio espectro, y en el que todos estamos tan familiarizados con el concepto de causa y efecto, y con cómo los "chicos buenos" a veces inadvertidamente contribuyen a la creación de sus propios enemigos. Cuando se trata de villanos, no: Star Wars realmente no es lo que solía ser. Es mejor.