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Cultură

Hablamos con el maestro Aníbal Velásquez, el hombre que revolucionó el vallenato

A sus casi 80 años, el maestro inspira la misma vitalidad que lo caracterizaba en su juventud.

"El rey de la guaracha", "El bárbaro del acordeón" y "Sensación Velásquez" son algunos de los apodos con los que se conoce al maestro Aníbal Velásquez, este hombre de 78 años que revolucionó al mundo del vallenato. Se puede decir que Aníbal Velásquez es un músico rebelde, con un espíritu creativo, indomable y curioso que lo llevó a crear la guaracha, el estilo único y característico que inventó a raíz de la necesidad de tocar algo que se saliera de lo común, también incorporó géneros como la cumbia, el bolero, la ranchera, el porro, entre otros. Los éxitos creados por este hombre de bigote y sombrero de vaquero estilo mexicano, forman parte del imaginario colectivo colombiano y de otros países, como México y Venezuela. "Faltan cinco pa' las doce", "La brujita", "El turco perro", "Guaracha en España", son algunos de los temas que han permeado el inconsciente de varias generaciones y han logrado que una parte de la música folclórica colombiana suene en la parrandas que se celebran en varios países.

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El legado de Aníbal Velásquez consistió en darle un nuevo aire y un ritmo distinto al vallenato. Un sonido único que sólo los mágicos dedos de este patrimonio andante pueden tocar con toda su pureza y sabrosura. Un género musical veloz que rompió con la tradición y se enmarcó como algo único que le vuela la cabeza a todo el que lo escucha, y que fue esencial para la masificación del vallenato. Esta música, acelerada y prendida, se llama guaracha y con ella el maestro se fue a Venezuela, en donde se consagró como una deidad del acordeón y de donde regresó como un ídolo, que curiosamente nunca se llevó de forma oficial la corona del Festival de La Leyenda Vallenata.

A pesar de tener casi 80 años de baile y música encima, el maestro inspira la misma vitalidad que lo caracterizaba en su juventud y él mismo dice que se siente como si tuviera 40 años. Según él, su longevidad y vitalidad se deben a que come mucho pescado y poca carne. Sea lo que sea, es una bendición que siga dándole a su acordeón.

Hablamos con Aníbal Velásquez sobre su historia, su legado y su participación en el Festival Centro de Bogotá.

VICE: ¿Cómo llegaste al acordeón? ¿Cómo es que fuiste desarrollando dominio sobre el instrumento?
Aníbal Velásquez: Esa historia es larga, pero fue por mi hermano que tenía un acordeoncito de dos teclados. Él era constructor metálico y me llamaba la atención la forma en la que tocaba el instrumento. Así que cuando se iba pa' el trabajo yo me metía al escaparate y lo sacaba, y así comencé a hacer mis ejercicios. Un día él me encontró con las manos en la masa y yo pensé que me iba ha regañar o a decir algo, pero empezó a darme clases. Todos los días yo practicaba lo que él me decía y comencé a desarrollarme y a tocar las primeras canciones y los primeros vallenatos. Con el tiempo hice mi primera agrupación llamada Los Vallenatos del Magdalena. Luego me salí del grupo y desarrollé mi propio estilo porque me di cuenta que estábamos en el mismo círculo. Yo estaba aburrido de lo mismo y me gustaba mucho la música de la Sonora Matancera y me dije: "Tengo que grabar una guaracha como la de la Sonora Matancera", pero ellos allá tienen pitos, trompetas y todas esas madres y yo no podía hacer eso con el acordeón. Sin embargo traté de hacerlo y me salió el estilo que tengo.

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¿Qué maestros tuviste aparte de tu hermano?
Sólo él y después yo dándole y dándole.

He leído que considerabas que los acordeoneros de tu época no eran tan arriesgados ¿Por qué opinabas esto?
Lo que pasa es que ellos siempre buscaban cantantes, en cambio yo canto y toco a la vez.

¿Por qué decidiste romper el molde del acordeonero tradicional?
Es que todos querían tocar siempre lo mismo, entonces yo me salí del género vallenato y creé que mi propio género que no se parece a ninguno. Por ejemplo, con mi hermano creamos un estilo que se llama el pasebol, que es una mezcla entre paseo y bolero. Me llamaba la atención hacer estas mezclas para salirse del género común y hacer algo que no se pareciera a nada. Hay que crear, como cuando Pacho Galán creó el merecumbé.

Se le conoce como el rey de la guaracha ¿nos podrías contar qué es lo que define a la guaracha, que la hace diferente de la cumbia y del vallenato?
Bueno, que es más rápida y más movida, porque la cumbia es rumbeada, es lenta y bailable. Lo mismo que el paseo en el vallenato, lo mío es más rápido. Pero ojo que no es lo mismo que la guaracha cubana.

Si uno escucha la versión clásica de Carruseles, parece una especie de merengue dominicano. ¿Cual es la influencia del componente antillano en tu estilo?
El género antillano es parecido al género mío y lo que me gusta es su sabrosura. Por eso mis discos pegan. Porque llevan un chucundú, una sabrosura, una mantequilla extra.

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¿Crees que la diferencia de tu estilo haya influido en que no te dieran la corona de Rey Vallenato?
Claro. Pero a mí me dieron la corona fuera de concurso porque yo participé con el Luís Enrique Martínez, el "Pollo Vallenato", hace años, cuando no había ni tarima, eso era una estera puesta ahí en el piso con cuatro micrófonos. Me sacaron del concurso, me regalaron un acordeón y me dieron 500 mil pesos. Me dijeron: "usted no tiene contendor, váyase al carajo".

¿Cómo pasó el vallenato de ser un género del campo de la costa colombiana a un estilo popular y apreciado en muchas partes del planeta?
Lo que pasa es que antes se tocaba un vallenato que nunca gustaba y se le llamaba música corroncha y hasta música salvaje. Entonces gracias a mi Dios, yo comencé con mi estilo a meterme en los matrimonios, en los cumpleaños y de ahí se fue independizando el género y yo fui entrando. Cuando fui a Venezuela allá sólo se escuchaba la gaita venezolana y el merengue dominicano. Cuando estuve allá me fui metiendo en todas las emisoras y haciendo las presentaciones y así se comenzó a expandir el vallenato y el acordeón. Yo fui el que corrompió esa vaina y lo digo a boca llena.

A principio de los 60 gozabas de mucha fama en Colombia, tanta que para competir contigo, Toño Fuentes decidió formar Los Corralejos de Majagual. Cuéntame un poco de esa historia.
Él los formó porque yo tenía el negocio aquí agarrado en Barranquilla. Yo competía con la Sonora Matancera y con Los Melódicos. Entonces Toño Fuentes dijo: "¡Ehh! Cógete un carajito que toque más o menos como el diablo ese y grabemos un disco, a ver si lo tumbamos". Pero no lo lograron, compadre, porque aquí sigo todavía.

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Tengo entendido que Toño Fuentes le encomendó a Alfredo Gutiérrez la tarea de competir contigo y he leído que se enfrentaron en duelos varias veces, incluso frente a jurados y hasta habían anibalístas y alfredístas. Cuéntame un poco acerca de esos duelos y la competencia entre ustedes dos.
Yo a Alfredo siempre le doy sus patadas, cada vez que nos enfrentamos él sale perdiendo, pero nos queremos mucho.

¿Cuál es o era la importancia del duelo en el vallenato?
Son importantes porque a la gente le gusta, cuando llegan a una caseta, a una presentación o a un club, sólo quieren ver quién es el ganador. Entonces nosotros hacemos propaganda y decimos cosas como: "A Alfredo le voy a dar hasta con el perico" y el otro responde: "Ah sí, entonces yo le voy a dar con el acordeón por la cabeza". La gente cree que el enfrentamiento es verdad y van a ver qué es lo que vamos a hacer.

¿Cómo ves el hecho de que la música alternativa moderna, sobre todo en Bogotá, esté incorporando los ritmos del folclor colombiano?
Bueno cada uno busca la manera de hacer lo que mejor le parece, la mejor forma de divertir a la gente y a la vez salirse de lo común.

¿Quiénes son los músicos que mantienen o mantendrán vivo el legado de la guaracha?
Muy pocos han entrado a la música mía, hay muchas personas que graban parecido a lo que hago, pero no es el género completo. Tratan de imitarme pero no entran a fondo como es debido.

¿Te preocupa que tu legado se pierda cuando fallezcas?
No porque yo tengo unos discípulos a los que les he enseñado el estilo y creo que ahí me están siguiendo los pasos. Estaba Niceto Molina pero ya murió. Hay otro muchachito que se llama Martín Galindo, que lo ves tocando y es Aníbal Velásquez, yo le di las primeras clases y después se fue solito.

¿Qué opinas del vallenato moderno?
No puedo opinar porque cada uno se mete sus loqueras en la cabeza y cada uno hace lo que cree que puede funcionar en el mercado. Por eso no puedo darle una opinión, cada uno hace su propio género musical.