Aceptémoslo de una vez: España vuelve a ser "normal"
Foto de Charles Platiau, Reuters

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hace rato que se acabó la fiesta

Aceptémoslo de una vez: España vuelve a ser "normal"

Los medios aseguran que el ciclo de éxitos de la selección española se acabó en esta Eurocopa frente a Italia... pero se equivocan: hace tiempo que el equipo vuelve a ser "normal".

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La portada de un conocido periódico deportivo abre este martes con una frase triste: "2008-2016: ya no somos los mejores". Dicho periódico da por entendido que la selección española, que el lunes cayó claramente frente a Italia en la primera eliminatoria de la Eurocopa, es "la misma" que lo ganó prácticamente todo entre 2008 y 2012.

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Siento contradecir al periódico en cuestión, pero me temo que están completamente equivocados.

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La historia feliz de la selección española empezó con una cadena de decisiones valientes. Tras el fracaso en el Mundial de Alemania 2006 —donde España cayó en cuartos, como de costumbre—, al seleccionador Luis Aragonés le cayeron una catarata de críticas: la mayoría de aficionados, de hecho, pidieron su dimisión, pero la Federación le mantuvo en el cargo.

Dado que no tenía nada que perder, Aragonés se olvidó de la diplomacia y aplicó sus propias ideas sin condicionantes externos. Entregó los mandos del juego a Xavi, puso a Marcos Senna a protegerle, dio a David Villa el '7' que había sido de Raúl González y convirtió a los 'peloteros' como Andrés Iniesta y David Silva en la razón de ser del equipo.

Aragonés dio identidad y sentido a la selección española: apartó los "cojones", la "furia" y demás zarandajas, mandó a tomar viento a los periodistas tóxicos, recogió la herencia futbolística del Dream Team de Johan Cruyff y del Real Madrid de la Quinta del Buitre y apostó sin tapujos por los jugadores de calidad.

Una nueva generación: jugadores como Casillas, Villa y Cazorla —y sobre todo, Xavi, a pesar de que no está en la foto— fueron los pilares del triunfo español en 2008. Foto de Christian Charisius, Reuters

El resultado de su apuesta es bien conocido: España jugó un fútbol estelar en la Eurocopa de 2008 —especialmente memorable fue la semifinal frente a la Rusia de Andrei Arshavin— y acabó venciendo a Alemania en la final con un gol inolvidable de Fernando Torres. Se abría así el periodo dorado de la selección, una época que abanderó Vicente del Bosque tras la marcha de Aragonés.

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Del Bosque recogió el testigo de Luis, pero añadió su propio toque a la fórmula. El exmadridista es un técnico algo más conservador que el excolchonero y eso se reflejó en el campo. La principal decisión de Del Bosque fue insertar a Xabi Alonso en el once; el juego se volvió más lento, más pesado y rígido —y más seguro.

La selección española de 2012 fue uno de los equipos nacionales más sólidos que se hubiesen visto jamás. Foto de Kai Pfaffenbach, Reuters

Durante la época de Del Bosque, España alcanzó cotas de posesión jamás vistas en el fútbol de selecciones… pero también se abonó al 1-0 para ganar. En realidad se trataba de un equipo más defensivo que ofensivo: tener la pelota no era un argumento para atacar, sino un método para evitar que el rival lo hiciera. La extrema competitividad de las piezas y el talento de los futbolistas hicieron el resto.

Cualquier ciclo que tiene un comienzo, sin embargo, debe tener siempre un final. Tras imponerse en la Eurocopa de 2012 con autoridad, España fracasó estrepitosamente en el Mundial de 2014. El Barça, que hasta entonces había sido la columna vertebral de España, estaba en transición; la selección necesitaba un relevo generacional que en el club azulgrana empezaba a llegar pero aún no había cristalizado.

En Brasil, Del Bosque quiso dar una última oportunidad a la vieja guardia… y esta demostró que ya no estaba a la altura. La dura derrota en la final de la Copa Confederaciones de 2013 fue un aviso; la desastrosa caída frente a Holanda en el primer partido del Mundial confirmó que la época gloriosa había terminado. La pareja Xabi-Xavi ya no funcionaba, y a partir de ahí todo lo demás no tenía sentido.

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La imagen de España en el Mundial 2014 fue entre triste y lamentable. Foto de Dylan Martínez, Reuters

Tras el Mundial, Xabi y Xavi se retiraron de la selección. Con ellos se fue la capacidad de tener la pelota hasta el infinito: no tenía ningún sentido seguir hablando de España como del equipo de las posesiones eternas. Había que empezar un proyecto nuevo desde la consciencia de que, a pesar de disponer de una grandísima calidad, la plantilla de España volvía a ser normal.

Contrariamente a lo que sugiere el periódico del que hablábamos al principio, esto no se certificó esta semana en la dura derrota frente a Italia… sino ya en 2014. La España de la posesión infinita, de Xavi, del Mundial y las Eurocopas, murió definitivamente en Brasil. Como todos los proyectos, empezó con una decisión valiente y requirió paciencia para formarse… y terminó con un epílogo triste.

No intentemos alargarlo más, por favor. Los proyectos que nacen necesitan tiempo para formarse y paciencia para crecer: los que mueren, reconocimiento por los éxitos… y sobre todo, firmeza para saber cortar de raíz aquello que ya no funciona. Para ello no hace falta apuntar con el dedo a nadie, ni culpabilizar a futbolistas concretos: lo necesario es generar una nueva idea y apostar por ella de verdad.

Luis Aragonés no fue nada diplomático cuando inició el ciclo vencedor de la selección española en 2008: el madrileño no hizo caso a nadie más que a sus propias ideas y triunfó con ellas. Es hora de que alguien repita el gesto con nuevos protagonistas.

¿2008-2016, entonces? No, 2008-2012… y de 2016 en adelante.

En Twitter el autor se limita a 140 caracteres, con lo cual es mucho menos cansino: @kj_mestre