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Día Internacional de la Mujer

Mujeres de América Latina nos dicen cuáles son los problemas de género que más les preocupan

Cada día mueren, en promedio, 12 mujeres al día en Latinoamérica.

Cada día mueren, en promedio, 12 mujeres al día en Latinoamérica, de acuerdo con cifras de la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL). En 2012, el Centro de Apoyo a las Comunidades Trans (CAIT) presentó su primer informe: la organización encontró 256 casos de transfeminicidios en el continente. México ocupó el segundo lugar, con 20 por ciento, sólo después de Brasil, con 46 por ciento. De los 795 hallados de 2007 a 2012, 22 por ciento correspondieron a México, lo que equivale a 164 crímenes y a casi la cuarta parte de la cifra total. Cada año las cifras aumentan.

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Distintas organizaciones a nivel mundial convocaron para este ocho de marzo, Día internacional de la mujer, un paro laboral, de cuidados y consumo para reivindicar la igualdad entre hombres y mujeres y visibilizar que el mundo no gira igual sin las mujeres.

Aunque la convocatoria se lanzó en más de 40 países, las luchas son distintas: "Nosotras, las mujeres latinoamericanas y del Caribe; nos adherimos al Paro Internacional de Mujeres y unimos nuestras voces hoy para denunciar:

· Los feminicidios, dolor cotidiano en nuestra región

· El racismo, que afecta principalmente a las mujeres

· La violencia sexual en todas sus formas, incluyendo la explotación y trata de personas, cuyas víctimas son en su mayoría mujeres

· La lesbofobia y la transfobia, responsables por tantos crímenes de odio

· La prostitución que se impone a muchas mujeres como única forma de sobrevivencia

· La falta de acceso a la tierra para las mujeres

· La criminalización de las defensoras de la vida y el territorio, como Berta Cáceres en Honduras

· La feminización de la pobreza, que afecta especialmente a mujeres indígenas, afrodescendientes y de la diversidad sexual

· La imposición del coloniaje que ignora las necesidades que tenemos como mujeres latinoamericanas y caribeñas, y nos ve solo como fuerza de trabajo

· La negación de Salud Sexual y reproductiva, que incluye falta de Educación Sexual laica, científica y obligatoria, acceso libre a anticonceptivos, incluyendo anticoncepción de emergencia y la criminalización del aborto

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· La vulnerabilidad de las mujeres con discapacidades

· La triple jornada de trabajo que afrontan la mayoría de las mujeres, al tener trabajo fuera de casa, tareas del hogar y crianza como obligaciones exclusivas

· El analfabetismo que es más alto entre la población femenina en nuestros países en especial la indígena, así como la baja escolaridad

· La falta de paridad en las listas de elección, aunque somos la mayoría de la población"

Decidimos platicar con mujeres de Latinoamérica para saber cuáles son los problemas de género que más les preocupan actualmente.

Karen Ponciano, antropóloga social, Guatemala

Hay dos ejes que sobresalen en Guatemala y Centroamérica:

Violencia

Desde el 2012 se identificaba a Guatemala como uno de los países en los que la violencia de género alcanzaba niveles epidémicos. Guatemala tiene la tercera tasa más alta de feminicidios en el mundo, después de El Salvador y Jamaica. En 2014, al menos 846 mujeres fueron asesinadas según la fiscalía nacional. En el 2015, 854 mujeres fueron asesinadas. Se estima que 4 de cada 10 mujeres han sido víctimas de algún tipo de violencia por parte de sus parejas o ex parejas. Durante la guerra, la violencia sexual contra las mujeres fue una práctica generalizada y sistemática. El INE estima que en el 2013, la tasa de violencia intrafamiliar era del 41.7 por ciento. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, determinó que diariamente se registran 170 embarazos en niñas y adolescentes.

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Las mujeres y las niñas son objeto de violencia en sus distintas expresiones, entre ellas: física, psicológica, sexual, económica, política, obstétrica, entre otras. Las discrepancias entre los medios y formas de registro de tales formas de violencia, así como la ausencia de estadísticas y datos  actualizados sobre esta situación, contribuyen al sub registro y a la Invisibilización del problema.

Desigualdad en diversas expresiones

De acuerdo con la Encuesta de salud materno infantil (ENSMI, 2O15), solamente el 16.8 por ciento de las niñas entre 10 y 14 años reportaron haber finalizado la primaria. 
Permanece la dificultad para tener acceso a los servicios de salud, como por ejemplo, la falta de acceso a cuidados pre y post natales, y la atención médica durante el parto. En el 2O15, 67 por ciento de mujeres recibieron atención al dar a luz, desde luego, el acceso a atención médica es mayor en el área urbana. Solamente el 16.6% de las mujeres reporta poseer algún servicio de salud, incluyendo la seguridad social (ENSMI, 2O15)

Únicamente el 20 por ciento de las mujeres es considerada "jefe de hogar", y estas se consideran como tales cuando no hay hombre que reportar como jefe, aun cuando las mujeres sean las principales proveedoras en el hogar. En el trabajo remunerado, persiste la brecha salarial y condiciones de trabajo entre hombres y mujeres. El trabajo de las mujeres continua siendo explotado e invisibilizado, por ejemplo, su trabajo doméstico no remunerado o su actividad laboral en condiciones de precariedad considerada como ''ayuda'' y no como un actual trabajo.

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Las responsabilidades y tareas domésticas continúan recayendo en las mujeres. El INE, en el 2O11, reportaba que las mujeres tuvieron jornadas de 13.4 horas de trabajo diariamente, y recibieron 18 por ciento menos de salario que los hombres por su trabajo.

Un máximo del 52% de encuestadas en edad laboralmente productiva reportó tener una actividad remunerada (ENSMI, 2O15), aun cuando muchas mujeres son el sostén económico principal de sus familias.

La participación política de las mujeres sigue siendo baja. La migración de mujeres ha aumentado, tanto interna como externamente. De acuerdo con el informe del ACNUR (2O15), el 64 por ciento de mujeres encuestadas expresó que emigraron por causas relacionadas con la violencia. Las mujeres migrantes experimentan violencia de todo tipo, son particularmente vulnerables a ser víctimas de trata, violencia sexual, explotación laboral y esclavitud contemporánea, como el trabajo forzado y la esclavitud sexual.

En Guatemala, una de las agendas pendientes sigue siendo el desmantelamiento de los dispositivos de violencia enraizados en el racismo y la profunda desigualdad.

Sofia Alessio-Robles, activista feminista, coordinadora nacional de REDefine México, México

Me preocupa que en México no hay acceso al aborto libre, seguro y gratuito en todos los estados del país, se criminaliza a las mujeres por decidir sobre sus propios cuerpos. El trabajo sexual no esta reconocido ni regulado, forzando a las trabajadoras sexuales a ejercerlo en condiciones que pueden ser peligrosas. Las mujeres seguimos haciendo los trabajos de cuidado y del hogar a menudo sin reconocimiento ni remuneración.

Esos tres problemas son preocupantes por que están relacionados con los derechos humanos de las mujeres, derechos que se ven violentados todos los días en todo el territorio mexicano.

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Carol Pires, periodista, Brasil

Los problemas de género en Brasil no son distintos de los demás países de América Latina: hay machismo, la cultura patriarcal, la desigualdad salarial y, entre los más graves, el altísimo número de feminicidios y violencia sexual. Somos el quinto país en asesinato de mujeres. Una encuesta del año pasado mostró que uno de cada tres brasileños cree que la mujer es la culpada en casos de estupro. Ese tipo de mentalidad es tan equivocada, que uno a veces se siente triste e impotente como periodista, sin saber por dónde empezar a corregirlo. Lo que me asusta más ahora es que pasamos, el 2016, de tener la primera mujer presidente del país, Dilma Rousseff, con un equipo ministerial diverso en género, edad y color, a un gobierno —el de Michel Temer, que la remplazó después del impeachment— que no tenía una sola mujer en la composición del ministerio por primera vez en 37 años. Presionado, el presidente nombró para la secretaria de las Mujeres a una aliada de su partido, evangélica, que está contra el aborto mismo en casos de estupro. Como tenemos ahora también el Congreso más conservador de la historia del país y lo que se avecina para las elecciones del 2018 es una ola aún más conservadora, el futuro es temerario.

Marcela Zamora, documentalista, El Salvador

La retrógrada ley del aborto que tenemos en El Salvador es un gran problema. Somos uno de los siete países en el mundo que prohíbe la ley del aborto en todas sus facetas, y eso hace que la vida de la mujer valga mucho menos en el país, obviamente. Si una mujer tiene un embarazo ectópico, casi en cualquier país del mundo se sabe que puede llevar a la muerte a la mujer, y acá no es legal tener el aborto, prefieren que la mujer se muera.

Las oportunidades laborales o de colegiatura que hay para las mujeres son muy bajas, siempre se dan más oportunidades a los hombres.

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El peor problema quizás, es el maltrato intrafamiliar. Sólo en 2015 hubo 1444 niñas menores de 14 años pariendo, y ninguno de esos hombres —padres de esos hijos— está en la cárcel. Hace poco se trató de condenar a un hombre que se robó a una de esas niñas —porque acá en El Salvador se las roba—, y el juez de ese caso dictaminó que el hombre era inocente porque, según el testimonio del mismo, lo hizo todo por amor. El hombre alegó que quería darle una mejor vida a la niña y que por eso se la robó y la embarazó. Lo dejaron ir.

No hay una ley que haga pensar a los hombres dos veces antes de maltratar o violar a una mujer. Acá han tratado de implementar un sistema europeo que obviamente no funciona en El Salvador, si aquí la mujer llega a denunciar algún maltrato es bastante probable que amanezca muerta.

Hay un problema también dentro de nuestras casas, a veces nosotras mismas, las madres, criamos a las niñas a la defensiva y ellas crecen con una actitud defensiva a su entorno. En El Salvador criamos a las niñas de manera distinta que a los niños y eso lo debemos cambiar.

Yiniba Castillo, fundadora del Proyecto Mujeres, Venezuela

En Venezuela tuvimos oficialmente 169 femicidios consumados en 2016, y los no consumados pasan los 300.

Venezuela es un país sediento de feminismo. Se hace necesario y la respuesta no parece ser suficiente. Que ONU-Mujeres y el Foro económico mundial nos hayan dado el puesto 74 de 145 países no es gratis. Según esto nos tomarían 169 años cerrar la "brecha" entre los géneros.

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El gobierno chavista se hace llamar feminista porque utilizan lenguaje inclusivo y otras políticas públicas que parecen sólo favorecer al partidismo. Debajo de eso hay un país con una tasa de embarazos adolescentes descomunal y en ascenso, más una educación sexual viciada por la moral judeocristiana.

Sin embargo habrá quien dirá, con mucha razón: "¿para qué enseñar sobre anticonceptivos si no se consiguen?", pues además tenemos problemas grandísimos para el acceso a estos, sean de uso cotidiano como el condón o la píldora, o dispositivos de larga duración como el implante subdérmico o el DIU (85 por ciento de desabastecimiento).

Por si fuera poco, la ley de aborto es poco coherente con la realidad. Con las tasas actuales de embarazo adolescente, hambre, desnutrición, mortalidad materna e infantil, no puedes tener una ley de aborto que condene a las embarazadas y a quienes las asisten. Tener sexo es un lujo en el que las mujeres sufrimos las mayores consecuencias. El aborto sólo es legal cuando la vida de la madre corre peligro o la vida es inviable según la legislación venezolana. Eso, en la práctica, aplica sólo a momentos de decisión terminal. De resto, las mujeres pobres abortan en condiciones mortales y las mujeres ricas pagan descomunales cifras para que médicos arriesgados practiquen una cirugía que les puede quitar el derecho al ejercicio y hasta llevarlos a la cárcel.

Si te enseñan que tu cuerpo es un templo que no debe ser "ensuciado", si no encuentras cómo comprar lo que necesitas para protegerte, si luego que no puedes protegerte, te embarazas, y no puedes abortar; significa que las venezolanas en su mayoría, no tienen libertad para ejercer su sexualidad y no tienen posesión sobre sus cuerpos. Eso deriva en no tener control sobre tu vida. La libertad económica está implicada, un 18 por ciento de brecha salarial según el INE.

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Como no somos dueñas de nuestros cuerpos sufrimos violencia sexual a granel, y no sólo las reconocidas formalmente luego de pasar por un forense, pues Venezuela no reconoce el acoso callejero o el ciberacoso en su legislación.

La ley que nos protege, además de ignorar lo anterior, tiene ya 10 años esperando su reglamento (que indica como se debe aplicar).

Esto se da porque no hay suficientes mujeres en los poderes públicos. Es fácil ignorar nuestros problemas si no estamos ahí para exigir. Apenas el Consejo Nacional Electoral dictó la resolución que obligó a los partidos a hacer sus postulaciones a la asamblea de forma paritaria (50-50) (destacando que el gobierno chavista eliminó esto de la ley de comicios electorales en 2005), salieron muchos a decir que aquello era inconstitucional y solo una artimaña para trampear las elecciones.

Y luego de eso, la Asamblea paritaria no se consiguió. Poco más de 30 mujeres para un total de 167 de diputados.

Tenemos que construir un movimiento feminista que cree consciencia de todo esto en toda la sociedad. Quizás el no tenerlo aún es nuestro mayor problema, pero estamos (muchas) trabajando en eso.

Thais Aguilar, ex editora de la revista Perfil, Costa Rica

El problema de género es algo de base no sólo en Costa Rica, sino a nivel mundial, es algo cultural ya. Se nos considera culturalmente inferiores, somos ciudadanas de segunda categoría, no tenemos los mismos derechos ni la misma apreciación o el mismo valor que se le tiene a los hombres.

No se nos reconocen nuestros aportes, somos como invisibles y esto tiene manifestaciones simbólicas muy perversas, como la violencia o discriminación. La discriminación laboral es uno de los más presentes, que a las mujeres nos paguen menos por hacer el mismo trabajo que hacen los hombres teniendo la misma formación académica, es grave. A pesar de toda la información y legislación a nivel nacional e internacional, seguimos padeciendo esta discriminación. Si no cambiamos la cultura desde las bases, mujeres y hombres, seguiremos en la misma situación.

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Nelly Luna, directora de Ojo Público, Perú

Hay una propuesta súper peligrosa del Fujimorismo, que es mayoría actualmente en el congreso, que pretende frenar el aborto terapéutico. La desigualdad económica en Perú por la gran cantidad de población étnica es gigante, no hay visibilidad de los medios en la zona andina y amazónica.

Creo que un día como éste es un espacio muy importante para visualizar a mujeres que normalmente no tendrían el espacio, en este caso las mujeres indígenas en Perú.

Mónica Roa, activista, de Colombia

En Colombia estamos con la agenda de la paz. La terminación del conflicto armado ha silenciado algunos fusiles y esto nos permite escuchar con claridad el ruido ensordecedor de la violencia machista que siempre ha estado ahí.

Las mujeres en Colombia primero fueron violentadas cuando eran niñas en sus propias familias, luego volvieron a enfrentar la violencia en medio del conflicto armado y, finalmente, las violaron otra vez como represalia por sus denuncias contra los actores armados. Tenemos frente a nosotros una gran oportunidad o una gran tragedia: decidimos resolver el problema, o nos convertimos en los testigos inermes de un cuarto ciclo de violencia.

Hoy paramos porque queremos demostrar que sin las mujeres es imposible construir país, ni paz, ni convivencia, ni desarrollo, ni sostenibilidad, ni equidad, ni democracia.

Katia Lara, documentalista, Honduras, exiliada en Guatemala

Un dato que sintetiza la situación en Honduras es que la tasa de mortalidad materna es la más alta en el mundo y, en las zonas rurales, esta tasa es mayor que la de homicidios.

Otra cosa que ayuda a entender la situación de la mujer en Honduras es que, una mujer, no puede poner legalmente a su nombre alguna propiedad, terreno o casa, ya que eso según el gobierno está destinado para los hombres.

En el congreso nacional cuando se debatió la ley del aborto, iniciaron esa sesión rezando, cuando Honduras es un país laico. Se dan esos retrocesos y situaciones que no te entran en la cabeza, incluso en los medios de comunicación masiva se vive atacando al aborto y a las mujeres que toman decisiones sobre su cuerpo o vida.

Escuché a Jairo Bustamante, director de la película Ixkanoul­, decir durante la presentación de su película, que María, la protagonista, tenía como misión conocer lo que estaba detrás del volcán pero tenía tres problemas: es joven, es indígena y es mujer.

Estefanía Vela, académica y activista, México

En México hay tres problemas relacionados, que afectan de manera particularmente brutal las vidas de las mujeres: la precariedad y la pobreza, la violencia y la discriminación. Un gran porcentaje de mujeres que trabajan lo hacen en trabajos precarios, mal pagados y poco reconocidos (pensemos en el trabajo del hogar).

Las posibilidades que tienen de desarrollarse plenamente, de gozar de prestaciones básicas (salud, seguridad social), son pocas. Está además, la discriminación generalizada y no sólo al tipo de empleos al que tienen acceso: su presencia en el gobierno, su presencia en las empresas, su presencia en los medios sigue siendo menor a la de los hombres; y, cuando están presentes, rara vez lo están en escaños de poder. Y las responsabilidades que tienen en el hogar son absolutamente dispares (el 77 por ciento de las labores domésticas no remuneradas son realizadas por mujeres).

Y está, por supuesto, el problema de la violencia: hay violencias que afectan a las mujeres de manera desproporcionada, comparado con los hombres. Y las violencias que afectan más a las mujeres, tienden a ser o negadas, o minimizadas, o justificadas (como el acoso sexual). O las políticas públicas que se hacen para combatirlas son sumamente problemáticas (como los #PitosDeMancera).

Estos problemas, por supuesto, afectan a las mujeres de manera diferenciada según su edad, orientación sexual, estatus migratorio y clase, entre otros. Lo importante es que quede claro que estos problemas existen y que hay mucho por hacer aún. Los derechos estarán garantizados en el papel —en la Constitución y en los tratados internacionales—, pero de eso a que sean una realidad, de eso a que ejerzan en condiciones de igualdad, es otra cosa.