FYI.

This story is over 5 years old.

maratón de nueva york

Germán Silva y su anécdota, algo equivocada, del Maratón de Nueva York

De vendedor de naranjas, a una equivocación en el Maratón de Nueva York que se convirtió en leyenda. Así es la historia de Germán Silva.

Te tenemos buenas noticias: puedes cometer el que crees que es el más grande error de tu vida y corregirlo… Si eres maratonista… En Nueva York… OK OK, solo le pasó a Germán Silva.

Una de las más emblemáticas escenas en la historia del Maratón de Nueva York ocurrió en 1994 con el triunfo del fondista mexicano, originario del estado de Puebla y que creció en Veracruz, provincias ubicadas al oriente de la Ciudad de México. De joven era un vendedor de naranjas con un don particular para correr. Su detección fue algo fortuita y su éxito deportivo fue precedido por la desobediencia hacia su padre, quien no quería que desatendiera el negocio que representaba el sustento de una familia de 13 hijos.

Publicidad

Don Agapito tuvo algo de razón: Germán sí equivocó el camino, pero lo hizo para acrecentar aún más su leyenda. Con el paso de los años, los éxitos deportivos e incluso una participación olímpica, aceptó que lo de su hijo era correr. Germán fue sexto lugar en los 10 mil metros planos de Barcelona 1992 y dos años más tarde subcampeón mundial de medio maratón en Oslo. Su brinco al 42K fue enmarcado por sus triunfos en Nueva York de 1994 y 1995, el primero de ellos con una anécdota muy curiosa.

Yo tenía un sentimiento un poco profundo porque me costaba trabajo entender por qué mi papá no me ayudaba, hasta que me di cuenta que para él correr no era un trabajo, me di cuenta que lo hacía por querer mi bien

Han pasado muchos años desde entonces. Cuando Germán me contó su historia, lo hizo en una cafetería del Paseo de la Reforma, la avenida más emblemática de la Ciudad de México, un domingo por la mañana, después de entrenar a un grupo de corredores en un programa patrocinado por una marca de ropa deportiva estadounidense. Lejos de aquellas épocas en las que vendía naranjas y desafió a su padre al instalarse en la capital azteca, donde tenía que recorrer grandes distancias tan solo para ir a entrenar. Hoy vive en Amsterdam, Holanda, donde sigue entrenando atletas recreativos.

Pero vayamos al 6 de noviembre de 1994, a las calles de Nueva York.

Para el kilómetro 40 la lucha por la victoria era solo de dos mexicanos: Germán Silva, de 26 años de edad, y Benjamín Paredes, de 33. Hombro con hombro, los dos compañeros de entrenamiento sabían que una pequeña distracción o un cambio de ritmo podía determinar al ganador, aunque Silva era consciente de que en un cierre apretado tendría ventaja sobre su amigo por su juventud.

Publicidad

Silva se guió en la ruta por un camarógrafo en motocicleta que estaba delante de ellos en todo momento, pero aquel vehículo dio vuelta a la derecha en West Drive, la continuación de la Séptima Avenida en Central Park, para cortar hacia la meta. La ruta para los corredores era seguir de frente por Central Park Street alrededor del parque hasta Columbus Circle, donde había que dar el giro para continuar por Central Park West. Germán se fue con la motocicleta e incluso Benjamín estuvo a punto de hacerlo, pero se mantuvo en el trayecto correcto. Apenas se dio cuenta que ya no había gente por donde pasaba, notó el error. Fueron aproximadamente 10 segundos los que tardó en regresar a la ruta, pero solo quedaban 800 metros hacia la meta.

Germán Silva tuvo que correr un poco más de los 42 mil 195 metros que comprende el maratón, un error que en ese momento parecía que le costaría la carrera.

"Haciendo cuentas, los últimos 800 metros los veníamos corriendo en un ritmo de tres minutos por kilómetro o 3:05, y ese último kilómetro lo tuve que correr debajo de 2:40 para alcanzar a Benjamín."

Prácticamente sobre el kilómetro 42, Germán Silva alcanzó a Benjamín Paredes. En los siguientes metros el todavía líder volvió a tomar una ligera ventaja, pero la inercia forzó el rebase cuando el cronómetro marcaba 2:10:43. La hazaña estaba sentenciada.

A partir de ese día, nació Germán "Wrong Way" Silva. Un error que convirtió su victoria en una leyenda.

Publicidad

Su tiempo fue de 2:11:21, dos segundos menos que Benjamín Paredes, para concretar el cierre más apretado entre primer y segundo lugar hasta ese momento en las 25 ediciones del Maratón de Nueva York. El tercer puesto fue para Arturo Barrios, naturalizado estadounidense y antiguo plusmarquista mundial en los 10 mil metros planos. Tres atletas nacidos en México acapararon el podio.

"Cuando (mi padre) vio que gané el Maratón de Nueva York el primer año, fue la persona más feliz, más contenta, estaba orgulloso con sus amigos", recordó Germán sobre la reacción de su padre, quien más le cuestionó sobre su carrera deportiva.

Por cierto, aquel domingo, don Agapito cumplió 70 años de edad. El New York Times, en su edición del día siguiente, publicó por medio de la pluma de su reportero Jere Longman: "Agapito Silva no tiene agua potable ni electricidad, pero tiene a un hijo que es el ganador del Maratón de Nueva York." Así las ironías en México. Eso sí, gracias a este triunfo, les pusieron los servicios básicos en Tecomate, Veracruz.

Hace unos días en su cuenta de Facebook, Germán Silva subió esta foto a manera de broma sobre la ruta equivocada que tomó. Foto: FB Germán Silva

Pero si tomar el camino equivocado no era suficiente, Germán cometió otro error involuntario que hizo eco: dejó "colgado" al Presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, quien estaba en los últimos días de su mandato.

Me habló el Presidente de la República y estaba en una rueda de prensa atendiendo a los medios. Fue una tontería mía que no hice a propósito, pero en ese momento yo pensé que estaba ante medios, con más gente, que no sería padre que hable el Presidente de Kenia (Tegla Loroupe ganó en la rama femenil)", recuerda Germán. "Dije que mejor cuando acabara esto (la rueda de prensa) yo me reporto

El 12 de noviembre de 1995, Germán repitió su hazaña en Nueva York con un tiempo de 2:11:00. Nuevamente hubo un final cerrado, no contra otro mexicano sino ante el británico Paul Evans, quien cruzó la meta cinco segundos después. Y por supuesto, esta vez sin tomar desviaciones innecesarias.

En la rama femenil, la keniana Tegla Loroupe también repitió la victoria y después de que los dos bicampeones cruzaron la meta se fundieron en un abrazo más que significativo y que rompió la barrera del lenguaje: Germán perdió a su padre, Agapito, en julio de aquel año debido a un cáncer, mientras que Tegla despidió a su hermana Albina, de 27 años de edad, apenas 13 días antes de la competencia producto de hemorragias estomacales.

Germán regresa cada año a Nueva York y se da el lujo de hacer su "Wrong Way", justo en el lugar de los hechos. Porque hasta los errores pueden tener un final feliz.