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FIGHTLAND

Recordamos las extravagantes entradas al ring del "Príncipe" Naseem Hamed

El boxeo profesional no ha conocido un showman tan polémico y entretenido como Naseem Hamed.
PA Images

Cuando la gente piensa en el "Príncipe" Naseem Hamed, les viene a la memoria uno de los personajes más originales en la historia del boxeo. Recuerdan al chico nacido en Sheffield de padres yemeníes que, durante su infancia en las décadas de los 70 y 80, debió tener una lengua envenenada, agudos reflejos, y puños de concreto para sobrevivir. Recuerdan los calzoncillos con estampado de leopardo, la prominente barbilla, los pies danzantes y las dañinas combinaciones de jabs. Recuerdan los 31 nocauts, la sonrisa de lunático y la década de entretenimiento puro que el boxeo británico, quizás, jamás vuelva a conocer.

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Si hay un aspecto en la carrera de Naseem que definió su personaje de peleador fue su forma extravagante y absurda de entrar al cuadrilátero. La arrogancia de su estilo de boxeo encajaba perfectamente con su placer por hacer de todo un espectáculo. Aunque su saltó mortal característico por encima de las cuerdas era un invitado constante del show previo a su entrada al ring, en ocasiones era imposible predecir qué haría después. De la misma forma que provocaba a sus oponentes bajando la guardia y bailando una vez que sonaba el campanazo, el espectáculo previo al espectáculo era el mejor camino para meterse en la cabeza de sus detractores en la grada.

Aunque a veces parecía que Naseem rogaba para que sus oponentes lo noquearan, su método arrogante de boxeo fue parte fundamental de su grandeza. Era consciente de su talento natural para superar a sus contemporáneos de peso pluma y, luego de fastidiar, confundir y desesperar a sus rivales, procedía a desmantelarlos sistemáticamente. Ya sea que entrara al ring arriba de una alfombra voladora o arriba de un trono, Naseem dejaba muy en claro su confianza y minaba la del contrincante. En esencia, Naseem fue un maestro de la psicología deportiva, ya que sus oponentes no sabían que esperar de él.

Como tal, Naseem vestía accesorios que atrajeran toda la atención. Se ponía lentes de sol, abrigos, y todo tipo de ridiculeces mientras caminaba lentamente hacia el cuadrilátero y mantenía a sus oponentes en un estado de suspenso. Hacía cualquier payasada para romper su concentración, siempre con las peores intenciones. Tenía la capacidad de mantener su propia concentración incluso cuando actuaba como un payaso, y cuando la campana sonaba estaba listo para acabar con la confundida mente de su contrario.

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Con un estilo desgastado pero astuto, Naseem y su equipo siempre intentaban explotar al máximo su herencia árabe, ya sea que creyeran que forjando su identidad como boxeador hijo de migrantes haría que sus contrincantes lo subestimaran o, simplemente, para seguir construyendo su reputación enigmática. En una pelea organizada en 1994en su ciudad natal de Sheffield, Naseem salió al ring con un turbante naranja, símbolo de la extrañeza del "otro", incluso al estar rodeado de un ambiente familiar. En su compromiso ante el puertorriqueño Daniel Alicea en la Telewest Arena de Newcastle en 1996, entró al ensogado vestido como paladín, mientras una mujer en bikini tiraba pétalos y era escoltado por hombres negros musculosos de ambos lados.

Aunque el espectáculo fue de mal gusto y hubo connotaciones raciales desagradables para la sensibilidad moderna, no hay duda que Naseem apostó por una gran producción. Se presentaba como el príncipe de lugar lejano de Oriente, un jeque árabe en toda la opulencia de la palabra, y llevaba al máximo un estereotipo del que se apropió. Además de jugar con la mente de sus oponentes, tal vez existía también un elemento de motivación en todo esto. Naseem y su familia fueron víctimas de discriminación durante su infancia. Tal vez este tipo de apropiación de estereotipos actuaba como una válvula de escape, al igual que un recordatorio del chauvinismo de sus oponentes, la prensa, y uno que otro espectador.

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Había otras ocasiones en las que Naseem parecía liberado por este tipo de humor. Cuando enfrentó al norirlandés Wayne McCullough en Atlantic City el 31 de octubre de 1998, los diseñadores encargados del set optaron por una temática de Halloween. La decisión fue recibida con controversia por un equipo de comentaristas británicos que creyeron que el amontonamiento de calaveras, tumbas y hombres golpeándose era algo burdo. Pero una vez que Naseem salió acompañado de una serie de chispas y humo, todo esto pasó a un segundo plano. Naseem caminó al ring con Thriller de Michael Jackson de fondo antes de derrotar a McCullough por decisión unánime.

Además de ira, humor, y espectáculo, las atrevidas caminatas de Naseem tenían una buena carga de erotismo. En su libro The Metrosexual: Gender, Sexuality and Sport, David Coad argumenta que los shorts con estampado de leopardo de Naseem lo ayudaron a lucir como "un objeto de deseo hipersexualizado". Coad destaca que Naseem y sus peculiares shorts aparecieron en la portada de Loaded —donde se le veía en una limosina con dos modelos y el eslogan "Asian Bull"— y, tal vez, la intención era dar a comunicar que el "Príncipe" podía pelear y coger mejor que sus enemigos.

Quizá esta lectura no esté muy ligada a las intenciones dramáticas de Naseem pero tampoco resulta una idea descabellada. Cuando boxeaba intentaba humillar a sus oponentes, y bajo este mismo afán es posible que buscara emascularlos simbólicamente. Una vez arriba del cuadrilátero no había alguien más llamativo que él. Ya sea que saliera vestido como paladín, príncipe o un extravagante proxeneta, Naseem deja claro que el único con poder en un deporte obsesionado con la riqueza y los lujos era él.

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En retrospectiva, las entradas al ring de Naseem son emblemáticas de su genialidad fastidiosa. Supo usar todas y cada una de las técnicas disponibles para desesperar y manipular a sus rivales, y al mismo tiempo sorprender a los espectadores. La resistencia de su legado en la actualidad se debe totalmente a su predilección por lo grandioso, y a su voluntad para entretener y ofender. Además de ser un talentoso boxeador, fue un artista virtuoso y un bocón cuyo gusto por los irreverente dio nacimiento a su nombre.

@W_F_Magee