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"Cabinho", el máximo goleador del futbol mexicano, cumple 69 años

Un 28 de abril, pero de 1948, nació el niño que jugaba con pelotas hechas de papel y que, años después, se convertiría en el mejor refuerzo y goleador que el futbol mexicano jamás volverá a ver.

Foto: Archivo Excelsior

Fue en las calles de Salvador de Bahía, Brasil, ahí, entre los puestos de comida y demás objetos del quehacer cotidiano que Evanivaldo Castro Silva recibió su apodo: "Cabinho", el pequeño cabo. Se cuenta que ayudaba en el negocio familiar de su madre, quien vendía alimentos para los soldados; fueron ellos quienes bautizaron al brasileño "cabo", sobrenombre que después mutaría en "cabinho". Si hay algo que distingue a los jugadores brasileños de élite es el diminutivo de esa otra vida que viven en una cancha de futbol.

A pesar de ser aún el máximo goleador del futbol mexicano con 312 goles y haber ganado infinidad de distinciones, "Cabinho" no está del todo contento, como afirmó en una entrevista del 2014. "Tengo una piedra en el zapato: nunca me dieron la oportunidad de dirigir a Pumas, el equipo de mis amores, y ahora me duele ver que ha perdido su esencia, ya no tienen las fuerzas básicas de antes". El comentario del máximo depredador del área de Universidad Nacional es más relevante que nunca en la actualidad, ya que los Pumas se quedaron sin posibilidades de entrar a la Liguilla y no han generado jugadores de trascendencia en el balompié mexicano, a pesar de los esfuerzos de los directivos. Basta echar una mirada a la alineación titular para darse que cuenta que los canteranos son ficha de cambio o jugadores que se estacaron.

Por más absurdo que resulte, "Cabinho" asegura que siempre fue malo para jugar al futbol, pero que su carácter testarudo lo motivó a mejorar y querer ser el mejor. La cátedra semanal que impartía vestido de azul y oro le valió el reconocimiento, según él, del Real Madrid y otros clubes europeos, al igual que ofertas del Santos del Rey Pelé, con quien pudo haber compartido el césped de no haber sido por el profundo amor que sentía/siente por el conjunto del Pedregal. "Me identifiqué con la camiseta, me moría por ella".

Un 28 de abril, pero de 1948, nació el niño que jugaba con pelotas hechas de papel y que, años después, se convertiría en el mejor refuerzo y goleador que el futbol mexicano jamás volverá a ver. Felices 69 años de triunfos y alegrías.