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Mi primera pelea: Cláudia Gadelha

En esta entrega de "Mi primera pelea", charlamos con Cláudia Gadelha sobre la pelea cancelada que cambió su destino y su siguiente compromiso ante Joanna Jędrzejczyk.
Photo by Brandon Magnus/Zuffa LLC

Todos —o casi todos— aman una buena historia de origen. Desde el Nuevo Testamento hasta las infinitas muertes de los padres de Bruce Wayne y el tío de Peter Parker, estamos fascinados por los catalizadores, epifanías, y momentos clave que hacen a las personas lo que son.

Con esto en mente, Fightland ha decidido conversar con nuestros peleadores profesionales y amateurs favoritos, y entusiastas sobre el primer momento que los marcó y que los inició en su viaje por las artes marciales. Ya sea que haya sido su primera pelea oficial, su primera sesión de sparring, o incluso un pleito cualquiera en la calle o en el patio de recreo, ¿cuándo fue la primera vez que estos guerreros del futuro se dieron cuenta que el combate era algo que querían y podían hacer?

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En "Mi primera pelea" de hoy, conversamos con Cláudia Gadelha —quien enfrentará a Joanna Jędrzejczyk por segunda vez como parte de la final de The Ultimate Fighter 23— sobre la pelea cancelada que cambió su destino.

La actual campeona de peso paja, Joanna Jędrzejczyk, puede que haya intimidado, confundido y desconcertado a un gran número de peleadoras en su división durante su dos años en UFC, pero esto no incomoda a la retadora número uno.

No es que Cláudia Gadelha no esté impresionada, al menos en un nivel clínico, ante la facilidad de Jędrzejczyk para las guerras psicológicas. De hecho es una de las pocas habilidades que le atribuye a su siguiente oponente. "Creo que es buena para atacar, defiende bien algunos derribos y le gustan los juegos mentales", comenta para Fightland. "Es todo".

Gadelha se niega a ser visiblemente incomodada por cualquier cosa que la campeona le ha aventado, literal y figurativamente hablando, durante el curso de su áspera historia juntas. Con excepción de un momento de represalias fuera de cámaras, nada en su primer combate en diciembre de 2015 —donde la futura campeona superó a Gadelha con una polémica victoria por decisión dividida—, ni las seis dramáticas semanas como entrenadoras contrarias en la temporada más reciente de The Ultimate Fighter, o los subsiguientes asaltos publicitarios, han provocado nada más que una sonrisa por parte de la retadora.

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"El juego psicológico es parte del plan de Joanna", reflexiona Gadelha. "No sólo es buena en el ataque, también es alguien que intenta meterse en la mente de sus oponentes y lo ha logrado bastante bien con la mayoría de sus contrincantes. Pero no conmigo. He pasado muchas cosas en mi vida para poder llegar hasta aquí y no es algo que se haya dado de la nada. Ella no es nadie para poder meterse en mi cabeza. Tengo una mente muy fuerte. Estoy lista para cualquier cosa".

No va a ser fácil para cualquiera meterse en su cabeza cuando podría decirse que ha estado más tiempo en esto.

Cláudia Gadelha supo que sería peleadora mucho antes de que empezara a entrenar. Incluso intentó disputar su primer combate antes de tomar siquiera su primera lección de cualquier arte marcial.

"Fui a un show de MMA en mi ciudad donde se supone que habría una pelea de mujeres pero una de las peleadoras no se presentó y el combate no se iba a realizar. Así que me presenté y dije 'Quiero pelear con ella'", rememora. "La chica era cinturón negro de segundo grado con seis peleas de MMA de alto nivel. Yo era nada. Ni siquiera había entrenado en mi vida, pero dije que la enfrentaría".

El entrenador de la otra peleadora se quedó viendo a la determinada y musculosa adolescente e intentó callarla amablemente. "Desde que era muy pequeña me gustaba hacer ejercicio, y siempre tuve un cuerpo atlético. Cuando me vio dijo, 'No, no te voy a dejar pero si quieres entrenar ve al gimnasio'".

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El entrenador era Jair Lourenço, y su gimnasio el Kimura Nova União en Natal, una ciudad lo suficientemente lejos como para que la joven Gadelha pudiera viajara todos los días. Pero no se rendiría tan fácilmente.

"Convencí a mi papá para que rentara un apartamento en otra ciudad y quedarnos a vivir allá, estudiar y entrenar", comenta.

Se mudó a Natal y aceptó la oferta casual presentada por Lourenço, algo que sorprendió al que pronto sería su entrenador. "No lo podía creer. Me dijo, 'De verdad estás aquí'. Le dije, 'Sí, y es lo que quiero hacer'".

Gadelha empezó a destacar sobre las colchonetas. "En dos meses, comencé a competir y fue campeona estatal. En ocho meses me convertí en campeona de jiu-jitsu brasileño, y en un año en la campeona del mundo".

Sus circunstancias financieras la convertían en una peleadora desfavorecida en el mundo exterior, pero la joven mujer que alguna vez estuvo lista para subir a la jaula sin algún tipo de preparación se negó a darse por vencida, sin importar lo difícil de las circunstancias. Se dio cuenta que pelear era su destino. Y si eso implicaba pelear por la mera oportunidad de pelear, entonces lo haría. "Provengo de una ciudad que no te ofrece muchas oportunidades en la vida", explica. "Fue muy complicado porque no contaba con el dinero para hacerlo, y era muy costoso pagar por las competiciones y cosas de ese tipo. Así que tuve luchar mucho por mi sueño. Quería ser peleadora, y peleé para convertirme en una. Creo que lo sabía desde que tenía 15 años".

Doce años después, conforme Gadelha comienza a recoger los frutos de su esfuerzo en ambos lados del octágono, es fácil ver porqué algunas palabras al aire y unas cuantas botellas no son suficientes para amedrentarla.