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Nana Fujimoto, la semilla del hockey japonés

Nana Fujimoto fue una estrella del hockey japonés antes de retirarse. Ahora, está de regreso y parece estar en su mejor momento.
Photo by Richard Mackson-USA TODAY Sports

Sapporo es la capital de la prefectura japonesa de Hokkaido y es famosa por producir la epónima cerveza que se consume en bares e izakayas en todo el mundo. También ha sido hogar de un afamado festival anual de nieve desde 1950, lugar donde una de las mejores porteras de hockey en el mundo se enamoró de este deporte con tan solo seis años.

Nana Fujimoto se unió al equipo nacional japonés a la edad de 16 años, representó a su país en los Olímpicos de Sochi 2014, y fue nombrada Mejor Portera del torneo IIHF Women's World Championships 2015 después de llevar a Japón hacia su primera victoria de 4-3 sobre Suecia en tanda de penales. El verano pasado, Nana decidió empacar cuatro maletas y mudarse a Nueva York para unirse al Riveters, uno de los cuatro equipos de la recién fundada National Women's Hockey League. Por primera vez en su carrera, Nana ganará un sueldo por jugar hockey. Todo se ha dado de forma muy rápida, y el ascenso de Nana Fujimoto no muestra señales de que vaya a bajar el ritmo.

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Los abuelos de Nana no le permitían jugar hockey a su padre, Kenji Fujimoto. Kenji visitaba la pista de hielo cerca de su casa, el Tsukisamu Gymnasium, pero esperaría hasta los 24 años para jugar. Kenji no quería que su hija pasara por lo mismo. Se aseguró de llevarla a la pista, a pesar de que a Nana también le gustaba la natación y la gimnasia. Al principio, Nana intentó jugar de delantera y defensa, pero como consideraron que no tenía el talento para jugar en estas posiciones, la mandaron a la red. Cuando nos reunimos en Nueva York a principios de año, le pregunté si le había gustado jugar como portera en aquel tiempo. "Ahora sí me gusta!", me contestó riendo y sacudiendo su cabeza.

Nos quedamos de ver en Clark's Restaurant, un lugar local en el centro de Brooklyn, y nos acompañó Nori Matsuura, el traductor de Nana. Nana comía lentamente su pasta, escogiendo metódicamente los pedazos de pollo que nunca se terminó. Uno de los shocks culturales desde que se mudó ha sido el tamaño de las porciones. Otro más, es la ineficiencia del metro comparado con los vagones eficientes del Shinkansen, el tren bala. Las pequeñas diferencias cuestan, pero Nana poco a poco se acostumbra al cambio.

Cuando se unió al equipo nacional japonés a los 16, Nana encontró el balance para entrenar y enfocarse en sus estudios. A veces, los campamentos de entrenamiento se encontraban a tres, cuatro, o hasta cinco horas de distancia de su casa. Para que todo funcionara, Nana estudiaba en el trayecto, y sus calificaciones siempre eran de las más altas. Sus metas a largo plazo nunca contemplaron el hockey como un alternativa, tan solo porque en aquel tiempo parecía algo poco realista.

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Nana sabe la razón de su interés en el hockey mientras crecía: su padre. "Puede que ella sea una víctima de mi pasión", admite Kenji vía email. Aún así, jamás imaginó que su hija terminaría siendo la portera titular de la selección japonesa. Pero tampoco concebía el hecho de que Nana se pudiera alejar de este deporte.

Cuando Nana obtuvo su título universitario en psicología por la Universidad Sapporo Gakuin en 2009, decidió dejar de jugar hockey; su meta era trabajar como psicoterapeuta en un hospital. "No supe qué decir", dice Kenji sobre la decisión de su hija. "No tenía idea del porqué dejaría el estatus que se había ganado [jugando hockey]. No podía entender porqué se rechazaría la convocatoria para el equipo nacional. Pero en palabras de mi esposa: fuiste tan egoísta que nunca escuchaste a tu hija."

En 2012, a menos de dos años de los Olímpicos de Invierno en Sochi, Yuji Iizuka, el entrenador del equipo femenil japonés de hockey, contactó a Nana para su regreso. Puso algunas condiciones, pero finalmente Nana decidió posponer sus vacaciones de verano y unirse al equipo en el campamento de entrenamiento. Cuando se presentó, pudo reconocer varias caras familiares con las que había crecido; entre ellos Iizuka, en quien Nana siempre confió y logro crear un vínculo.

Sochi representó un punto decisivo en la apreciación de Nana sobre el hockey. Hasta ese torneo, por lo general jugaba en pequeñas pistas, frente al publico conformado por familiares y amigos. La grada de las Olimpiadas fue totalmente diferente, y encontró en ésta una fuente de inspiración y orgullo. A pesar de que Japón terminó en octavo lugar del torneo, Nana comenzó a disfrutar, e incluso a abrazar, la responsabilidad de ser una embajadora del deporte. Conforme siguió yendo a partidos y vio el incremento en la competitividad, se dio cuenta que ser parte de la ceremonia de medallas era algo que quería lograr con Japón. Estaba de regreso.

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Después de Sochi, Nana regresó a jugar hockey tiempo completo. Antes de mudarse a Nueva York, jugó para Vortex Sapporo, un club japonés de la primera división de la Ice Hockey League femenil (su hermana menor de 24 años juega como defensa en el mismo equipo). Nana decidió ir a las audiciones en Nueva York en junio pasado, y recibió una oferta de Dani Rylan, el gerente general de los Riveters (y comisionado de la liga) después de su primer día. Después de unos días para considerar la oferta, Nana firmó la propuesta, regresó a Japón, renunció a su trabajo, y se puso en camino a los Estados Unidos. Nana dice que su padres, a quienes visita cuando está en Japón, la apoyaron, aunque Kenji me dijo que estaba sorprendido y preocupado por la decisión de su hija. "Asumo que no quiso contarme hasta el último minuto porque sabe que soy terco", declaró.

Lo tengo. –Foto por Jayne Kamin-Oncea-USA TODAY Sports

Las Riveters juegan en el Aviator Sports & Events Center en Brooklyn. Nana vive en Far Rockaway con algunas de sus compañeras. Nana hornea pan de té de limón antes de los juegos, celebró su primer día de acción de gracias estadounidense, y realizó su primer viaje a Shake Shack. Las mejores jugadores de la NWHL actualmente ganan 25 mil dólares por temporada, lo que significa que la mayoría tiene trabajos de tiempo completo. Para Nana, cuando no está compitiendo —las Riveters juegan una vez por semana, y a veces tiene semanas de descanso— se la pasa explorando la ciudad y lidiando con los medios. Pero en su mayoría, se la pasa en la pista de hielo.

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Jonathan de Castro es el coach de las Riveters. Ha practicado hockey desde los siete años, y fue un gran seguidor en su niñez de los Rangers. Jonathan se encontraba ayudando en el departamento de relaciones públicas de la NWHL cuando se le ofreció el puesto como entrenador de las Riveters.

El equipo practica cinco veces a la semana, y Nana y Jonathan pasan gran parte del tiempo trabajando para acostumbrarse a las pistas más pequeñas de la NWHL. Esto es más confuso para una portera de lo que se cree —jugar en una pista diferente crea un cambio de ritmo en términos de dónde y cuándo se dirigen los tiros hacia la portería, y aunque las diferencias pueden ser medidas en cuadros por segundo, el tiempo de decisión para los porteros se ve significativamente reducido—. Jonathan describe a Nana como una atleta tan rápida como el relámpago y fenomenalmente coordinada, y con un gran sentido del humor.

"Una vez que siente la diferencia de lo que le estoy enseñando y funciona, se ve más cómoda", me dice Jonathan. "Nunca se da por vencida. Quiere estar sobre el hielo. Muchas veces la tengo que correr. Está enfocada para estar al mejor nivel." Hasta el momento, Nana ha participado en 10 partidos con las Riveters, acumulando un récord de 3-6 con un porcentaje de atajadas de .910. Hay mucho que mejorar y trabaja en ello.

La salvadora. –Foto por Jayne Kamin-Oncea-USA TODAY Sports

Estábamos por terminar nuestra conversación durante la cena cuando el tema del futuro de Nana surgió. Solo firmó un contrato por un año, y su salario no será de mucha ayuda a largo plazo si piensa quedarse en Nueva York —un shock cultural más, bien conocido por los neoyorquinos, es lo difícil que es sobrevivir en esta ciudad—. En Japón no existen oportunidades como las que el Riveters le ofrece. Si regresa a casa, tal vez pueda jugar con un equipo local, o utilizar su título universitario para encontrar un trabajo de tiempo completo. Pero la joven mujer que alguna vez para ayudar a realizar la pasión de su padre ahora quiere que más personas en Japón vean lo que ella ha hecho para el hockey por medio de su carrera y, por qué no, seguir sus pasos. De hecho, Nana no piensa en términos de cuántos años piensa seguir jugando. "Cuando sienta que ya no puedo mejorar, renunciaré", responde.

Los IIHF Women's World Championships 2016 se realizarán en Kamloops, Columbia Británica a finales de marzo, y las eliminatorias para las Olimpiadas de Invierno 2018 arrancarán el próximo año. Nana aún no se decide si su período con las Riveters se extenderá más de un año. En diciembre, Nana viajó a Nikko, Japón, con su equipo para tres juegos de exhibición, representando a la NWHL y al equipo japonés. La liga está creciendo, pero la ambiciones de Nana también.

Jonathan espera que la liga se convierta en una opción a largo plazo para que las jugadores profesionales de hockey puedan prolongar sus carreras y sean remuneradas —no solo jugadoras como Nana, sino también como su hija Rosalyn, quien a la edad de 13 ya lleva cinco años practicando hockey y se le puede encontrar practicando en la pista mientras la Riveters entrenan. Jonathan comenta que "es tiempo de que se reconozca la existencia de una liga femenil de hockey. Esperemos que en el futuro haya muchos partidos de playoffs emocionantes."

Kenji aún trabaja con varios equipos en Japón para permanecer involucrado en el hockey, aunque no ha jugado en años. Kenji es un poco pesimista acerca del panorama de este deporte en su país. "Si la cultura deportiva japonesa fuera similar a la de Estados Unidos, y considerada un negocio, el hockey sobre hielo sería popular. Pero no hay esperanza para la industria del deporte aquí, especialmente para un deporte menor como el hockey."

Por ahora, Nana está contenta de practicar un deporte que finalmente ha aprendido a amar. Cuando le pregunté cuál era su logro más preciado en el hockey hasta el momento, tomó una pausa, dejó de lado sus logros a nivel internacional, su pasado en los Olímpicos de Sochi, se refirió directamente al presente, y dijo sonriendo: "Poder jugar hockey hoy en día."