El niño palestino que soñaba con jugar un Mundial
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deporte y esperanza

El niño palestino que soñaba con jugar un Mundial

Los palestinos del Líbano están excluidos de la vida social y política del país, pero para los niños como Omar, de 11 años, el fútbol se ha convertido en una puerta abierta a la esperanza.

De pie en la línea de gol, Omar Mohammed hace botar el balón al lado de sus pies. A sus once años, el joven palestino encuentra su santuario personal en un campo de fútbol decrépito en el campo de refugiados de Shatila, en Beirut —un enclave construido hace 66 años con el objetivo de albergar a los palestinos desplazados durante la creación del Estado de Israel. Fue en este degradado entorno donde, por mediación de su padre, Omar conoció al entrenador Madji.

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"Olvidamos nuestros problemas cuando jugamos juntos", me contó Omar mientras seguíamos desde la banda las evoluciones de sus compañeros sobre el terreno de juego.

Madji, un hombre de 41 años con barba de chivo y cabello negro, creó una asociación de fútbol en 2009 para entrenar a jugadores jóvenes y mantener a sus propios hijos lejos de la violencia. No obstante, debido a la prohibición que impide a los jugadores palestinos enrolarse en clubes libaneses, los ojeadores nunca han tenido la oportunidad de ir a ver jugar al equipo.

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Los palestinos que viven en el Líbano están excluidos de la vida política y cultural. Se les prohíbe solicitar la ciudadanía, aspirar a oficios de alto nivel y tener propiedades en el país. Marginados y confinados, muchos jóvenes son forzados a trabajar o acaban en las manos de las milicias y las bandas armadas.

Pero para los niños como Omar y sus amigos, el fútbol ha representado un rayo de esperanza para superar la dureza social y política de no tener un Estado.

Omar en su lugar favorito: el campo de fútbol. Foto de John Owens.

A pesar de que la asociación de Madji rápidamente se ganó la confianza de las familias que viven en el campo de refugiados, el entrenador tuvo problemas para convencer a los clubes libaneses de que disputaran partidos contra su equipo. Tras recibir la negativa de prácticamente todos los clubes de Beirut, Madji casi había desistido cuando conoció a David Nakhid.

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Antiguo internacional por Trinidad y Tobago y fundador de la mayor academia de fútbol del Líbano, David invitó al equipo de Madji a jugar un partido contra su club. La escuadra del técnico palestino perdió, pero ambos hombres rápidamente establecieron un inesperado vínculo entre ellos.

"Antes de conocer a David, los clubes libaneses se negaban a jugar contra nosotros cuando se daban cuenta de que éramos palestinos", me contó Madji mientras mirábamos a su hijo haciendo malabares con un balón en el campo de Shatila.

"Respeto mucho a Madji", me asegura David, un hombre alto con la piel oscura y gafas de sol: "Mucha gente en su situación habría perdido el optimismo".

Durante una de las visitas periódicas de Madji a su academia, David le dijo que necesitaba un portero para entrenar con su equipo. Ilusionado por la conexión de la academia con Europa, Madji llamó inmediatamente a la familia de Omar. Esa misma semana, David pudo observar el talento de Omar en directo: poco después le ofreció una plaza en su equipo.

Las condiciones del terreno de juego en Shatila son lamentables, pero la ilusión de los jugadores es digna de un partido de Champions League. Foto de John Owens.

El padre de Omar, Walid, recibió la noticia con júbilo. Cada domingo acompañó a su hijo en coche a la academia y se convirtió en testigo directo de la evolución de su hijo. Bajo la experta guía de David, Omar no solo aprendió a anticiparse, cerrar espacios y tirarse a por el baló, sino que también ganó en confianza.

"David me ayudó a darme cuenta de que tenía talento", me explicó el propio Omar, sentado al lado de su padre en la casa de ambos.

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"Espero que el fútbol ayude a mi hijo a ganarse una nacionalidad algún día", añadió Walid, rodeando a su hijo con un brazo.

Tras entrenar en la academia durante casi un año, Omar empezó a prepararse para el gran torneo que iba a disputar su equipo en Barcelona. A pesar de la inmensa ilusión que le hacía jugar una competición internacional, el joven portero sabía que la pobreza y los problemas legales de ser palestino hacían que conseguir un visado fuese muy difícil. Sin demasiadas esperanzas, Omar entregó sus documentos a David y esperó una respuesta con ansia.

En marzo de este año, Omar recibió grandes noticias: iba a ser el primer niño palestino de Shatila en disputar la Copa Maresme que organiza el CF Tordera catalán. Cuando en su casa se enteraron, la familia lo celebró con gran alegría.

Unas semanas más tarde, el joven palestino viajó con su equipo a Barcelona y dio a conocer sus dotes como portero frente a equipos de ojeadores venidos de todo el mundo. Tras parar cinco penaltis en seis partidos, Omar demostró una enorme capacidad de liderazgo que ayudó a su equipo a alcanzar la final del torneo. A pesar de perder contra un equipo alemán, el niño de Shatila fue elegido mejor portero del campeonato.

"Fue increíble", me aseguró Omar mientras me mostraba los guantes que había usado durante la Copa: "Fue como si cada partido terminara demasiado rápido".

Omar aprovechó su oportunidad en Europa para demostrar todo su potencial bajo los tres palos. Foto de John Owens.

Omar cumplió un sueño al jugar un torneo internacional y ser elegido el mejor portero de la competición, pero no fue el único que el joven palestino pudo vivir en Barcelona. El 8 de abril, él y sus compañeros asistieron como espectadores a un partido de la Liga entre el FC Barcelona y la UD Almería en el Camp Nou: Leo Messi y Luis Suárez marcaron sendos dobletes en la victoria por 4-0 del equipo local.

Cuando volvió a Shatila tres días más tarde, Omar regresó inmediatamente al lugar en el que todo había empezado. De pie en la línea de banda junto a su padre, el cancerbero volvió a ver a sus antiguos compañeros en el campo en el que él había debutado a las órdenes de Madji.

A día de hoy, Omar sigue entrenando en la academia de David y sueña con disputar más torneos internacionales. A pesar de que protagonizar una carrera internacional es extremadamente complicado debido a la situación política de Palestina, su mayor ambición es competir en un Mundial con la selección de su país.

"Espero poder jugar para mi gente", me dijo Omar, sonriéndole a su padre. "Quiero llegar a ser el portero de Palestina algún día".

El trofeo al mejor portero en la Copa Maresme preside la estantería en casa de Omar. El joven portero sueña conseguir más galardones que le ayuden a ser seleccionado para jugar con su país. Foto de John Owens.