Así fue el glorioso final del mejor Laker de la historia
Todo cámaras, abrazos y palabras de amor: la despedida de Bryant fue tan espectacular como empalagosa. Foto de Gary A. Vasques, Reuters

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adiós al gran ídolo

Así fue el glorioso final del mejor Laker de la historia

Kobe Bryant, leyenda de Los Angeles Lakers y de la NBA, puso el broche de oro a su trayectoria con una última exhibición que dejó boquiabiertos a todos los aficionados del buen baloncesto.

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Suena el despertador a las cuatro y pico de la madrugada. Es el día D y he decidido hacer una siesta nocturna para cargar las pilas, que eso de #dormiresdecobardes está muy bien cuando a la mañana siguiente no curras.

Es la última vez que recortaré horas de sueño para ver a un tipo que inspiró a otras muchas personas a perseguir los suyos: Kobe Bean Bryant se retira y quería ver la despedida de una LEYENDA, así en mayúsculas.

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Lo que ocurrió este miércoles en el Staples Center fue pura magia, un final de libro para un jugador histórico. No me equivoqué al despertarme para ver por última vez a el jugador que me (nos) enamoró desde pequeñitos: 60 puntos consiguió Kobe para dar un último triunfo al equipo de su vida y poner el broche de oro a su carrera.

#LakersRoyalty pic.twitter.com/mDANTkufc0
— Los Angeles Lakers (@Lakers) April 14, 2016

Earvin 'Magic' Johnson ejerció de maestro de ceremonias y empezó con un bonito discurso el baño de masas a Kobe, convertido en un niño pequeño que ya esbozaba una amplia sonrisa nada más empezar la noche. Magic calificó al homenajeado como "el mejor Laker de la historia".

El vídeo-homenaje que le pusieron a continuación en el marcador fue maravilloso. Aparecieron todos los que tenían que aparecer, desde leyendas de Los Angeles Lakers —Phil Jackson, su amigo Pau Gasol… y Jack Nicholson— hasta rivales como Dwyane Wade o LeBron James.

Respect. https://t.co/Kg8KIVzq1B
— NBA TV (@NBATV) April 14, 2016

Atención a la reacción de Bryant cuando aparece su 'hermano' Pau en el videomarcador del Staples Center

En el Staples Center estaba todo el mundo en una velada que costó más de mil dólares a la mayoría de asistentes. No solo dentro, sino también fuera del número 1111 de South Figueroa Street, no cabía ni un alfiler cuando llegó el momento de ver a Kobe por última vez en acción. Porque yo todavía iba medio dormido, que si no se me hubiera escapado la lagrimilla.

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Había que jugar, no obstante, y tanta fanfarria te deja los músculos fríos. Al comienzo del partido, Kobe falló cinco tiros seguidos, una realidad que se ha impuesto en sus últimos años de decadencia: un quiero-y-no-puedo duro de ver para los aficionados al baloncesto.

Por suerte para todos, sin embargo, Bryant pronto sacó a relucir su clase y veteranía para ofrecernos un último recital. Metió las cinco siguientes canastas que intentó y levantó a un Staples dispuesto a corear "¡MVP, MVP!" hasta la extenuación. El escolta terminó con 22 puntos al descanso, aunque los Lakers también amagaron con mostrar la versión sin maquillaje de la historia: los insulsos Utah Jazz les iban a dar una auténtica paliza a los angelinos (57-42).

¿Sí, seguro?

Black Mamba en estado puro: "Estoy contento porque mis hijas me han podido ver jugar como lo hacía antes". Foto de Robert Hanashiro, Reuters

En las piernas de Kobe, 37 años y 1.566 partidos jugados. Su currículum es conocido: cinco anillos, un MVP de la temporada y dos de las Finales, 18 participaciones en el All-Star, tercer máximo anotador histórico de la NBA…

"No me puedo creer lo rápido que han pasado estos 20 años. No tengo palabras para describir lo que siento ahora, solo puedo deciros que os quiero, os quiero mucho", se sinceró Kobe Bryant tras el partido. Lo que yo no me podía creer era los 60 puntos que nos acababa de regalar.

Cuando todo parecía indicar de que los Lakers perderían el partido —estaban 14 abajo a diez minutos del final—, el astro sacó su espíritu de luchador indomable y tiró de épica para poner el broche de oro a su trayectoria.

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KOBEEEE! https://t.co/n5p4lzkf8e
— NBA TV (@NBATV) April 14, 2016

Un dos más uno, su característica suspensión hacia atrás y quince puntos consecutivos para adelantar a los Lakers a falta de 31,6 segundos para el fin de una era.

Ni el mejor guionista de Hollywood hubiera escrito una despedida así. Bryant recibió la falta del rival con 14,8 segundos en el electrónico: logró dos tiros libres cuando ya llevaba 58 puntos en su casillero.

Magic Mamba. https://t.co/EekB1nmN3Z
— NBA TV (@NBATV) April 14, 2016

El primero, dentro; el segundo, también. El Staples se derrumbaba.Kobe anotó el primer tanto de su carrera con un lanzamiento desde la misma línea de personal; con otro superó en la lista histórica de anotadores a Michael Jordan; y, finalmente, cerró el círculo con el último punto de su trayectoria en una noche de ensueño.

No hay palabras para describir el momento.

60 points in career game 1,566?? Let's pop some #ThankYouKobe pic.twitter.com/x3M0NjlvRk
— Los Angeles Lakers (@Lakers) April 14, 2016

Los Lakers ganaron por 96-101… y sí, por supuesto que Kobe se lanzó hasta las mandarinas —22 aciertos en 50 tiros de campo—. En realidad, su última acción no fue el tiro libre, sino una asistencia. "¿Qué más puedo decir? Mamba Out", declaró para despedirse del público angelino.

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El legado de Black Mamba se parece mucho a su último partido. Han sido dos décadas de competitividad perenne, de un afán ganador sin parangón entre sus coetáneos y de una inspiradoraética de trabajo.

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Cuando empezó su trayectoria en la NBA con 18 años, Kobe no se veía a sí mismo en el espejo, sino al reflejo de Michael Jordan. En el instituto llegó a levantarse a las cinco y media de la madrugada para alcanzar su meta: superar a Mike, su gran referente.

Las discusiones podrían alargarse mucho rato, pero hay que reconocer que Bryant consiguió al menos inspirar de una forma similar a la de la leyenda de los Chicago Bulls. Para muchos jugadores fue el mejor de su tiempo: como le definió Dirk Nowitzki, "el MJ de nuestra generación".

El '8' de los primeros años fue pura irreverencia y malos modales, un ego sin fin para hacer frente a los desafíos del mundo y de la liga. Ya en 1997 se enfrentó a sus propios designios en ese famoso All-Star en el que se encaró con Jordan.

El maestro contra el heredero: Bryant fue capaz de domesticar la parte salvaje de Jordan para emular su juego y éxitos. Foto de Sue Ogroki, Reuters

Pasaron los años y llegaron los primeros títulos con los Lakers al lado de Shaquille O'Neal: el camino trazado por aquel atrevido joven iba tomando forma bajo la guía de Phil Jackson, el único hombre que supo amaestrar la ambición sin fin de Kobe. En 2003, sin embargo, Kobe topó con una piedra enorme: una acusación de violación que proyectó una larga sombra sobre su figura. Su rabia interna se intensificó.

En esa misma época, Bryant cambió de zapatillas y se desprendió de toda juventud: en la temporada 2006-07 dejó atrás el peinado afro y se cubrió la espalda con el '24'. Kobe era una bestia competitiva, una superestrella que se entrenaba desde las seis de la madrugada y que ahora era capaz de enchufar 81 puntos sin sudar la gota gorda.

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Con el nuevo dorsal ganó su único MVP de la temporada y dos anillos más junto a Pau Gasol, una figura capital en su legado y una de las personas más indicadas a la hora de definirle:

Si juegas con él, ves todos los días la prueba viva de por qué los más grandes son los más grandes. No es un accidente. Es una obsesión: llegar a ese nivel y mantenerse. La dedicación, el compromiso… Es algo único. No se encuentra por ahí. Él me inspiró para mejorar, me ayudó a reparar en los detalles del juego.

Pau Gasol, jugador de los Chicago Bulls y gran amigo de Kobe

Sonrisas y complicidad: la relación entre Gasol y Bryant traspasó las canchas de baloncesto. Foto de Danny Moloshok, Reuters

Juntos, y siempre bajo la dirección del 'maestro Zen' Jackson, Pau y Kobe hicieron historia. Vencer las Finales contra los Orlando Magic y los Boston Celtics agigantó a Pau y consagró a Bryant como el gran referente de su tiempo. Solo LeBron James podía discutirle su primacía.

Nada es eterno, no obstante, y el 12 de abril de 2013 llegó el principio del fin: el tendón de Aquiles de Bryant dijo basta. Igual que para el héroe troyano, con el descubrimiento de un terrible punto débil empezó el ocaso de una leyenda.

Con la tara de sus millones en el presupuesto, los Lakers se fueron hundiendo poco a poco en la tabla. Tras la marcha de su amigo Pau, Kobe volvió a quedarse solo contra el mundo y el equipo encadenó tres temporadas registrando sus peores resultados de la historia.

La edad no perdonó a Kobe los esfuerzos de juventud ni la infinidad de partidos inhumanos que protagonizó. En total —sumando su último baile—, Bryant acumula seis encuentros de al menos sesenta puntos, 25 de cincuenta o más y 122 por encima de los cuarenta.

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Nos podríamos alargar horas y horas, pero la despedida lo dice todo: Kobe fue, es y será único.

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Son las nueve de la mañana y me vuelvo a la cama todavía sin llegar a aceptar que nunca más me despertaré de madrugada para ver a mi ídolo. He crecido con él, como tantísimos jóvenes de mi generación: mi pasión por la NBA y el baloncesto en general no se entienden sin Kobe.

Todos podremos seguir recordando de su juego, pero nunca más nos volverá a sorprender como en su última noche. La magia del directo se le ha apagado para siempre a Kobe: por suerte, la marca que dejó en nuestras memorias es indeleble. ¡Thank you, Kobe!

El autor estará durmiendo tras el madrugón que se ha pegado y ya nos avisará cuando despierte en Twitter: @GuilleAlvarez41