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¿ser o estar?

James Rodríguez y la difícil decisión de ser libre

¿Marcharse por la puerta de atrás o quedarse en la banca? Este es el dilema de James Rodríguez.
Imagen vía Reuters

Pongámonos en los zapatos de James Rodríguez e imaginemos que tenemos el empleo de nuestros sueños. Nos pagan bien —muy bien de hecho— nos divertimos, somos famosos y nos codeamos con personas aún más famosas que nosotros, tenemos una colección de autos de lujo, algunos tienen una familia con quien compartir todo esto, unos cuantos más lo disfrutan a sus anchas en el regocijo de la soltería o con la pareja de entonces. Después de todo esto, los sueños se quedan cortos con la realidad.

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Pero ahora dejemos el plano de lo material y cambiemos al plano que más importa en la existencia del hombre, es decir, aquel de la trascendencia. Tú, yo, todos, hacemos algo para dejar nuestra huella, por más insignificante o grandiosa que sea, en esta vida una vez que dejemos de "estar" para "ser". Pero para trascender se tiene que poseer pasión, esa fuerza que nos motiva a seguir y que nos llena más allá de los autos deportivos, los flashazos, las "palancas", y los fajos de dinero.

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Ahora, ¿qué sucede cuando tienes todo pero te hace falta… todo? Es decir, qué sigue, cómo se debe actuar cuando la pasión, la fuente que te ha permitido llegar hasta donde estás se ve truncada, no por ti, sino por terceros. Cómo seguir si te ves imposibilitado para expresar tu pasión por un juego noble (desvirtuado por muchos), ahí, encadenado a un banquillo donde tu magia es menospreciada.

Foto: Susana Vera, Reuters

Cierto, el futbol como cualquier otra disciplina no deja de ser un trabajo, como el tuyo o el mío, y también es cierto que muchos de nosotros necesitaríamos tres vidas —mínimo— para ganar lo que un futbolista del Real Madrid o cualquier otro equipo élite de Europa gana a lo largo de su carrera profesional. Pero sin caer en sentimentalismos y/o patetismos, puedo afirmar sin miedo a equivocarme que compartimos con James el hecho que nos mueve lo que hacemos para vivir (sí, a veces pesa, es normal, no estamos solos). Esto debería ser suficiente para reflexionar más allá de los encabezados reaccionarios y sensacionalistas que han pintado al colombiano como el villano de Madrid en los últimos días, luego de sus declaraciones en el Mundial de Clubes.

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La honestidad es una virtud que de un momento a otro se convirtió en defecto, y el egoísmo ha sido su aliado más peligroso. Queremos poseerlo todo y que sea eterno, y es sólo cuando nos damos cuenta que eso que creemos poseer nos responde en todo su derecho —"Tengo siete días para pensar bien todo"—, nos encelamos, nos sentimos traicionados y emprendemos la búsqueda para su reemplazo. A James no se le quiere dejar ir, pero tampoco se le quiere ver dentro de la cancha: el sinsentido que plaga el futbol moderno.

James Rodríguez es demasiado futbolista para calentar una banca. A esta estirpe de jugadores se les debe ver en el campo, ahí donde conocen cada uno de sus rincones y relieves, donde no se les tiene que decir que son libres. Verlo sentado, cabizbajo, molesto, inquieto en la "cueva" nos rompe el corazón como amantes del futbol. Cuánta razón encierran aquellos dos versos del poeta inglés, William Blake: "Todo petirrojo enjaulado/ La furia de los Cielos desata".

BOMBA: James Rodríguez, puede irse de Real Madrid, interesados:
Chelsea: 71M€, MUFC, Juve, Inter y PSG. — 100% Fichajes Fútbol (@FichajeGoleador)19 de diciembre de 2016

Ofertas tiene muchas —en Inglaterra lo quieren ver de azul marino o rojo—, pero lo más probable es que James deje Charmartín el próximo verano, cuando el Real Madrid cumpla con la sanción del TAS —reducida hace unos días— y pueda fichar nuevas estrellas, esperemos, con la intención de dejarlas brillar en su infinito firmamento.

Desafortunadamente, la situación de James Rodríguez en el conjunto merengue no cambiará mucho de aquí al verano del próximo año. Quizá vea más minutos por la misma naturaleza de la recta final de la temporada —Copa, Liga, y Champions— que siempre resulta agotadora para los jugadores titulares, pero no con la intención de verle en un puesto inamovible. La única manera de verlo de arranque será supliendo una posible lesión de Modric, Kroos o Casemiro, sólo entonces Zidane se vería forzado a reorganizar su parado técnico y, tal vez, considere al colombiano como una pieza fundamental. Jugar en el Real Madrid es un arma de dos filos: cumples tu sueño pero también tus pesadillas. Higuaín, Di María, Robben, Ozil, Sneijder, Kaká, etc., lo experimentaron en carne propia.

James Rodríguez, aquel jovencito que nos deslumbró en el Mundial de Brasil 2014, deberá buscar otra galaxia donde pueda dar de qué hablar con un esférico a sus pies y no arrinconado entre lujosos asientos de piel.