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Cultură

Asuntos de gravedad

Gravity de Cuarón maneja el 3D con maestría.

Con Gravity Cuarón ha sabido sacarle el máximo provecho al 3D. Si bien espectacular, la película del mexicano ofrece también una lectura interesante sobre esta nueva tecnología que ya casi está consolidada en la mayoría de las salas de cine.

En esta película asistimos al viaje de unos personajes que en su hogar (la Tierra) no tienen nada a lo que agarrarse y que vagan a la deriva sin motivación. Solamente cuando encuentren motivos para vivir podrán seguir adelante. La metáfora se entiende perfectamente. Todo está clarísimo. No sobra ni falta nada, la película tiene los ingredientes justos para contar esta fábula existencial.

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Pero hablemos de otra cosa. Aquí estamos hablando de cine. El jodido cine. En el fondo todo se trata de esto, de cómo ha ido evolucionando este formato. De puro entretenimiento circense a forma de expresión artística para finalmente convertirse en un producto comercial lúdico. En el siglo XXI la gran cantidad de películas que se producen se basan en las mismas ideas por las que pasó el cine de los 50. Las formas para intentar atraer al público son exactamente las mismas: espectáculo y experiencia. La única diferencia es que ya no se trata de butacas vibradoras ni de hombres disfrazados de monstruo corriendo por las salas. Ahora se trata de sonido envolvente y, sobre todo, de imagen envolvente. Y con eso me refiero a ese viejo amigo, el 3D.

Sin duda la tecnología actual permite locuras mucho más elaboradas que esos locos inventos de los 50 pero en la gran mayoría de películas el uso del 3D no es un valor añadido real para la película. No pretende hacer reflexionar al espectador, simplemente pretende emocionarlo y crear sensaciones epidérmicas. El 3D como herramienta definitiva de la espectacularización del cine, separando de una forma flagrante el cine comercial de industria de las producciones más sencillas e independientes con, digamos, cierto valor autoral. Hemos vuelto (como apuntó acertadamente Scorsese en esa malograda película –La Invención de Hugo-) al cine primitivo de las ferias de Méliès y los hermanos Lumière. Con el 3D, tanto la producción, la distribución y la exhibición han cambiado, pero el espectador también tiene que adaptarse. Claro está que después de casi 120 años de cultura de imagen en movimiento, éste necesita algo más que simples fuegos artificiales.

Es por eso que Gravity de Alfonso Cuarón entra dentro de ese reducido grupúsculo de películas que juegan el 3D a su favor.

Gravity nos habla de un cine que definitivamente ha roto la cuarta pared de la experiencia audiovisual. Porque no olvidemos que se trata de una película que está ambientada en el espacio, en un espacio puro donde lo único que hay es eso, distancias entre cuerpos. Asistimos al deambular perdido de unos personajes en un espacio absolutamente tridimensional, sin coordenadas, sin gravedad, sin referentes, sin limitaciones. Es, de hecho, un no espacio. Un no espacio que por tanto puede trasladarse perfectamente a ese no espacio que también existe entre el espectador y la pantalla proyectada (ficción/realidad).

Por fin los movimientos de cámara de Cuarón encuentran un sentido real. Con Gravity, las coreografías de Hijos de los Hombres se quedan atrapadas en un ejercicio de potencialidad, en lo que les gustaría ser y no llegan a conseguir. El espacio de ficción que propone el director nos da la posibilidad de movernos por esos 360º de libertad, todo exceso de movimiento de cámara está justificado por esa misma sensación de desorientación, el espectador (y tampoco el personaje) sabe exactamente dónde se encuentra. Aquí los travelling ya no tienen sentido, nos desprendemos de las vías para liberar a la cámara, dejando que ésta flote perdida como los personajes. Ya no se puede representar este espacio pensando en la frontalidad de una proyección sobre un plano, las propias imágenes tienen que vagar por nuestro espacio visual dentro de la misma sala de cine, tienen que sobresalir e invadirnos. En el fondo todo se trata de una concepción espacial, el cine es espacio y tiempo y ahora lo es mucho más que nunca. Cuarón tiene la tendencia de rodar planos secuencia y es por eso que la experiencia de Gravity intenta ser lo más cercana a la experiencia de la realidad, las imágenes han invadido nuestro espacio vital y sobreviven en él. Ya no somos nosotros quienes nos proyectamos dentro de una ficción (identificación), ahora es la propia película la que nos agarra y nos envuelve, se despliega ante nosotros.