La historia detrás de los nombres de usuario de personas en internet
Illustration by Ellice Weaver.

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Tecnología

La historia detrás de los nombres de usuario de personas en internet

Todo lo que se esconde tras un nombre de usuario.

Este artículo se publicó originalmente en El número de la Privacidad y la Percepción de VICE, creado en colaboración con Broadly. Puedes leer más historias de ese número aquí.

ADITI, 1991

Nazco con una gran mata de pelo en la cabeza y cuando me susurran mi nombre por primera vez, no lo reconozco como mío. A los cuatro años ya puedo leer libros cortos yo sola, el primero es El Superzorro. Me gusta dibujar y también imitar la letra de mis padres con interminables garabatos. Acuso al hijo de la vecina de arriba de haber robado juguetes en mi guardería de Hong Kong.

FURBALL, 1997

Los niños de St. Louis piensan que mi pelo es muy raro, así que empiezo a llevar calcetines hasta la rodilla. Intento hacerme popular sin éxito, pero escucho un montón de historias sórdidas durante las semanas que paso con las chicas malas. Escribo una nota a Ken, el chico asiático "buenorro", advirtiéndole de que están debatiendo cuál de ellas se lo "queda". Él flipa porque hay piojos en la escuela. Ellen, una de las chicas malas, intenta imitar mi letra en el patio. Por suerte yo ya tengo cuatro letras diferentes.

GRUNDOLOVER, 1999

Abro una cuenta en AOL. Apago la conexión telefónica a internet, llamo a Sara para pedirle su dirección de mail y después vuelvo a conectarme para enviarle un correo. Abro una cuenta en Neopets. Abhijeet insiste en que cree una contraseña burlándome de mi hermano pequeño. Mi madre se entera y da por hecho que fue idea mía. Escribo poesía a mi Grundo. La envío a una editorial de autopublicación, pero no puedo permitirme pagar los 70 dólares que vale recibir una copia impresa.

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ADITINATASHA, 2002

Abro mi primera cuenta de mail en Yahoo. Me gusta como suenan mis dos nombres unidos, forman una extraña especie de disonancia auditiva. Por fin puedo enviar correos a los amigos que dejé en EE. UU. cuando mi familia se mudó a Rajkot, en la India, pero no me responden muy a menudo. Puedo acceder a mi email una vez a la semana en el cibercafé que hay cerca de nuestro apartamento por 20 rupias a la hora.

Nunca tengo más de 20 rupias, así que esa hora es crucial, pero internet va muy lento. Cuando llego al café, algunos hombres dejan "accidentalmente" porno abierto en la pantalla para que yo lo vea. Escribo largos correos desnudando mi alma ante la gente: familiares, amigos reales y amigos virtuales.

16/F/USA, 2004

Ahora todo el mundo quiere saber tu edad/sexo/ubicación, así que desperdicio mis preciosas horas en el cibercafé trolleando a los pedófilos. Finjo ser 16/M/EE. UU. a pesar de ser 12/M/India y finjo ser un cebo fácil e impresionable en los chats de AOL. Cuando hombres como 38/H/California se autoincriminen con asquerosos contenidos extremadamente sexuales en chats privados, les digo que soy una niña. Quizá sea curiosidad. Quizá sea deseo de hacer justicia. Ellos flipan y yo les denuncio. ¿Se trataba realmente de hombres de 38 años, o simplemente se presentaban como cebo los unos de los otros?

COOLCARDUDE, 2005

Internet va ahora más rápido en el café y pronto tendremos banda ancha en casa. Todo el mundo está en Yahoo! Messenger o en AIM. Cambio mi estado todas las semanas con mis canciones favoritas de Nickelback. Empiezo a crear más cuentas falsas de messenger, algunas con nombres de chico. Es la época inocente de las mentiras de internet. Me hago amiga de quienes me hacen bullying en la vida real para despreciarles e insultarles a través del chat. Alguien de mi colegio finge ser otra persona y trata de convencerme para hacer un chat de vídeo. El tío aparece haciéndose una paja. Soy demasiado joven para esto, pero nada me sorprende porque soy la impostora suprema. Sé quién es pero jamás me enfrento a él, aunque difundo encantada cotilleos sobre él cada vez que puedo y finalmente le bloqueo. Subtuiteo a gente en Orkut antes de que el término se haya inventado todavía y me enzarzo en peleas en los muros de los demás. En Facebook, hago y comparto innumerables tests para demostrar lo alto que es mi CI.

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ADEETEE, 2008

Me mudo a Nueva York, demasiado joven para empezar la universidad. De pronto recuerdo lo oscura que me parecía mi piel en Missouri. Pronuncian mi nombre como "Adeetee". Me llaman inmigrante. Me dicen que estoy loca. Que soy rara. Cosas que más tarde interiorizaré y convertiré en fuente de poder. Empiezo a ver televisión en streaming. Me compro diez pares de zapatos de tacón online en un sitio web que vende "zapatos de 50 dólares por solo 10 dólares" Me imagino estando súper a la moda. Cuando llegan, no puedo caminar con ellos puestos y los tiro todos.

Publico estados de Facebook tristes sobre lo mierdosa que es la universidad. “Aditi está en modo hater”. “Aditi es Britney, bitch”. “Aditi está intentando escribir!!!!”. Entonces eliminan el formato “es/está…” y ya no puedo usar gerundios. Después añaden los "me gusta" y me doy cuenta de la poca gente a la que le importa lo que digo. Publico cosas en FML. Stumbleupon ocupa mi tiempo cuando no estoy haciendo trabajos para clase. Hablo con mis amigos de la India por Skype siempre que la diferencia horaria lo permite. Paso las vacaciones de invierno sola en mi habitación de la residencia, hablando por Skype toda la noche, manteniéndome despierta para coincidir con el horario de la India durante la época más fría y oscura del año.

NATASHA, 2015

Empiezo a trabajar en Middletown, Connecticut. Tengo la sensación de que me he roto pero me he reconstruido de la peor manera posible. Pido a mis compañeros de trabajo que me llamen por mi segundo nombre. No me estoy integrando: me estoy ocultando. Paso muchas horas en Facebook Messenger con amigos que no viven en el mismo estado y a menudo ni siquiera en el mismo país. Me deniegan una beca Fulbright para traducir los diarios de alguien que podría haber sufrido abusos a manos de Gandhi. Meses más tarde, me enzarzo en una pelea con alguien en Facebook que llama fascista, racista y violador a Gandhi. Le digo que al menos dos de esos calificativos son falsos y me llama chalada obsesa.

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ADITI NATASHA KINI, 2017

He vuelto a mudarme a Nueva York y ahora vivo cerca de mis amigos. En internet, la "política de identidad" es una frase pegadiza que se emplea sobre todo como arma contra la izquierda, así que empiezo a darme cuenta de que mi intersección de identidades parece importar más en las redes sociales que en la vida real. Después de darle muchas vueltas, empiezo a escribir artículos con mi nombre "auténtico". Paso por el ciclo de rabia online que me anima a decir algo cada vez que pasa cualquier cosa en las noticias relacionada con alguna de mis identidades.

Son comentarios de las noticias realizados a través de la lente de la experiencia: ¿qué pienso sobre la condescendencia colonial que hay tras La reina Victoria y Abdul? No gran cosa, la verdad, pero internet me ha dado mucho más que mi propia experiencia vivida. He encontrado a otros frikis como yo en Instagram, Twitter y Facebook. Tengo amigos en toda clase de grupos de Facebook donde nos ponemos a prueba a nosotros mismos y a los demás en los foros públicos. No uses esa palabra, no seas frívolo, no seas poco riguroso.

Es praxis a la inversa. ¿A quién le importa lo que haga la gente en la vida real siempre y cuando ofrezca su frente más puro online? ¿Qué es lo contrario de mentir en la red? Pierdo el tiempo en internet, pero lo justifico llamándolo investigación. Así es como acabo escribiendo sobre foros de defensa de los derechos de los hombres. Alguien desvela mi identidad y no tardo en recibir llamadas de personas que dicen estar en la puerta de mi casa. Me llaman feminazi. Escribo un popular artículo de opinión sobre los hombres de color que se enamoran de mujeres blancas en la televisión y las películas y entonces alguien escribe una pieza difamatoria de fan fiction sobre el poco caso que me hacían en la universidad. Cada identidad que se desvela es diseccionada y atacada.

Alguien parece enfadarse conmigo en Twitter después de malinterpretar uno de mis tuits. Tengo miedo porque he solicitado empleo en el programa que ella dirige. Una vez yo fui la que engañaba e insultaba en internet, pero ahora debo comportarme bien, mejor de lo que me he comportado en toda mi vida.

NAN, PRESENTE

Nan, o nanu, que significa "pequeña" en guyaratí, es como me llamo a mí misma después de que mi hermano pequeño perdiera un peluche que se llamaba así. Tengo 18 años, pero me da la sensación de haber sido nan toda mi vida, porque siempre me he sentido pequeña. Mis amigos me llaman nan, charlo con mis amigos online y hago amigos nuevos todos los meses como nan. Soy nan en la vida real y nan en internet. Manifestando infantilismo y pequeñez, puedo seguir aferrándome a los últimos coletazos de mi infancia, un tiempo en que no conocía mi propio nombre.