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un bigote muy inglés

El Culto: David Seaman

David Seaman era conocido como una piedra frente a la portería, pero también por su bigote. Más que ser vello facial, servía como una metáfora para el hombre.
Illustration by Dan Evans

Seguimos con nuestra columna El Culto con el portero inglés David Seaman y su trayectoria.

Nivel de Culto: el bigote

Los futbolistas, estando esencialmente en el negocio del entretenimiento, a menudo pueden ser definidos por su personalidad o su apariencia igual que por su estilo de juego o su habilidad. Por cada Fabio Cannavaro, conocido por ser un defensa con habilidades de clase mundial, hay un Taribo West, conocido por ser también defensa central, pero con el cabello más raro del mundo. Por cada metrónomico Paul Scholes, hay una errático Paul Gascoigne. Por cada Andy King, ganador de la Liga Premier —que en FIFA 16 también puede ser un árbitro por lo genérico que se ve— hay un Marouane Fellaini, que tiene un peinado tan distintivo que podrías convertir a todo un equipo de FIFA 16 en un Fellaini XI, simplemente colocando un afro gigante a cada jugador.

David Seaman es como una mezcla. Por un guante, era conocido por ser un portero poco espectacular pero brillante, el mejor y más consistente que Inglaterra tuvo desde Peter Shilton. Ahora puedes dibujar la imagen irónica: El Gran Dave en Wembley usando su vestimenta de la Euro '96, que parecía como si los años 90 lo hubiesen vomitado después de un viaje de ácido. O en los trajes granito de Inglaterra, luciendo y comportándose como el equivalente futbolístico de una estatua de la Isla de Pascua.

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Pero por el otro guante, Seaman era conocido por su aspecto, su alcance y el bigote que lo acompañó a lo largo de su trayectoria. Es el tipo de bigote que cuando lo ves, te obliga a tararear el tema del anuncio Hovis. Es una especie de bigote que define a un hombre: firme, macizo como el color del roble, tan ancho y fuerte como el río Rother, en Rotherham, ciudad natal de Seaman. Es el tipo de bigoteque usa una boina, una chaqueta Barbour y de hecho lo usaba antes de que estos se convirtieran en la última tendencia de la moda hipster.

Y es el tipo de bigote típico de George Graham —el director que lo llevó al Arsenal por 1.3 millones de libras en 1990— en términos de recuperación. Pasado de moda, incluso de manera consciente, pero fiable, fuerte y siempre presente. Es el tipo de bigote que fue la piedra angular de una de las mayores defensas del club inglés que el país ha visto, posicionado semana a semana detrás de jugadores como Adams, Bould, Keown, Winterburn y Dixon. Es el tipo de bigote que dio a los aficionados del Arsenal el nervio para crear el canto: "One Nil, to the Arsenal", provocando a otros equipos por su incapacidad para anotar, haciéndolo con creencia genuina.

Es difícil imaginar en estos días, cuando el mismo canto suena en los Emirates, más como un conjuro para que un don nadie de 18 años, que marque el mejor gol de su vida, pero el Arsenal llegó a tener un jugador como David Seaman que mantuvo una meta tan impenetrable como pudiese existir. Lo que es más, es que estaba contento de ser el aburrido anti-héroe situado en el centro de la misma.

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Punto de entrada: Bajo

Lo que más recuerdo de Seaman en mi infancia —además de su bigote— es el hecho de que él siempre estaba ahí, como tronco, balanceándose suavemente en la portería del Highbury. Con la misma definición del robusto Northerner, que rara vez se ha lesionado. De hecho, en su primera temporada con el Graham, jugó cada uno de los partidos de la liga, concediendo sólo 18 goles y ganando el título de la primera división de la Liga Premier. Del mismo modo, en la primera temporada completa de Wenger, repitió la hazaña en un juego, esta vez ganando la Liga Premier y la FA Cup.

Pero entonces eso es lo que pasa con un buen bigote: incluso a veces se puede olvidar que está allí. Se convierte en parte del mobiliario. Simplemente se toma por sentado y se asume que siempre ha sido así y nunca podría haber sido diferente. Esto es lo que David Seaman fue para el Arsenal y para Inglaterra. Era tan confiable, tan firme y constante de modo que sólo cuando no pudo estar en esos equipos en sus últimos años, que todos veían las porterías conmocionados. Era como ver por primera vez una cara recién afeitada después de años de cabello: básicamente todo parecía lo mismo, pero algo se sentía insidiosamente diferente.

Cuando Seaman se fue en el 2003, el Arsenal cayó en una sucesión de porteros impredecibles (léase: malos) –Richard Wright, Manuel Almunia, Jens Lehmann –mientras que Inglaterra sólo pudo reunir a la sub-élite, como David James y Paul Robinson para llenar lo que de repente parecía un gran vacío.

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Y fue, literalmente, un gran vacío físico. Pero eso no quiere decir que (Seaman) fuera perfecto. En su propio tiempo –aunque como aficionado siempre me manifesté en contra de esto – ni siquiera era el mejor arquero que jugaba en Inglaterra. En Manchester, el más dramático Peter Schmeichel superó a Seaman en camino a convertirse en el portero número uno.

Y al igual que el vello facial es utilizado por los hombres para cubrir cicatrices, rollos de grasa en el cuello y muchas otras inseguridades, también lo hizo la veracidad del Gran Dave para esconder sus, algunas veces, evidentes deficiencias, es decir, quedándose fuera del camino en los momentos más cruciales de su carrera. Para el Arsenal, estaba siendo lanzado en la final de la Copa de Campeones por Nayim desde las 45 yardas; para Inglaterra, fue lanzado en los cuartos de final de la Copa del Mundo por Ronaldinho desde la yarda 45. En ambas ocasiones los goleadores en cuestión dijeron que habían visto a Seaman fuera de línea durante todo el partido, por lo que decidieron intentarlo, a pesar de lo mucho que se puede atribuir a una retrospectiva bravuconería del futbol en lugar de que la visión sea una incógnita.

En estos casos, el bigote de Seaman se convirtió en el análogo con el ego frágil de un inglés promedio tratando de salvar la cara, inmóvil en el exterior, orgulloso y decisivo, pero en el fondo escondiendo temblorosamente el labio superior a causa de la desesperación.

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Pero eso no quiere decir que se derrumbara bajo presión como el promedio Scott Carson. No, el gran Dave nunca estuvo más cómodo que en el calor implosivo de una tanda de penaltis. Nunca estuvo más a gusto que cuando tuvo el peso de las esperanzas de todo un equipo sobre sus hombros, haciendo frente a la situación.

Durante la nefasta actuación del Arsenal en la Winners Cup, se salvó del nocaut en penaltis durante la semifinal contra Sampodria, y salvó numerosos penaltis a lo largo de sus años como ganador en la Liga Premier. Para Inglaterra, que podría olvidar su parada de penalti de Gary McAllister que llevó al eterno gol de Gazza en el Wembley contra Escocia en la Euro del '96. En la misma competencia, ¿dónde estabas cuando el gran Dave detuvo el penalti de Miguel Ángel Nadal que puso a Inglaterra dentro de su más reciente semifinal a la fecha?

Yo estaba ahí, delante de la televisión, con la réplica de mi playera de portero de la Euro del 96, que parecía como si los 90 me hubieran vomitado después de un viaje de ácido particularmente malo, saltando y gritando de alegría. Y todo por culpa de un consolidado y confiable David Seaman.

El Momento: la final de la FA Cup, vs. Sheffield United

Para todo mi discurso sobre qué tan confiable y poco inspirador era Seaman, el momento que mejor lo define es una de las piezas más inspiradoras en la portería que probablemente alguna vez haya sido testigo. Su gran rival y colega Schmeichel incluso en ese momento dijo que era "la mejor parada de balón que había visto".

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En la semifinal de la FA Cup de 2003 contra el Scheffield United, Arsenal terminó 1-0 a sólo 10 minutos del final. Seaman tuvo que cambiar de dirección no una, sino dos veces para luego reaccionar con un rápido salto hacia atrás, empujando el balón lejos de la línea. Era una respuesta masiva a las críticas abrumadoras que había tenido que hacer frente por su pérdida de movilidad, y mantuvo al Arsenal en una competencia que iba a ganar. Oportunamente, Seaman levantó la FA Cup, su última actuación como jugador y capitán del Arsenal.

Palabras finales

"Cuando llegas al club y ves a Seaman en la portería, te sientes aliviado y agradecido".

Incluso alguien de vocación ofensiva como Arsene Wenger disfrutó la presencia tranquilizadora de tener la grandioso defensa de Seaman y su bigote en el travesaño.

Texto por @williamwasteman / Ilustración por @Dan_Draws