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Los 'fast food' cada vez tienen más problemas para contratar a jóvenes que acepten sus condiciones

Los estadounidenses están cada vez mejor formados académicamente, una circunstancia que se ha convertido en un inesperado hándicap para los innumerables establecimientos de comida basura que surcan el país.

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Este artículo fue publicado originalmente en Munchies.

Los estadounidenses están cada vez más y mejor educados — y eso ha provocado que cada vez haya menos jóvenes dispuestos a freír patatas o hamburguesas en antros de comida basura.

Según las cifras recién presentadas por el departamento de Investigación Global Merril Lynch, un organismo perteneciente al Bank of America, el número de matriculados y de licenciados universitarios de Estados Unidos no para de crecer. Y, a consecuencia de ello, el número de personas que se retiran de la educación después de conseguir su graduado escolar, es cada vez menor.

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En 2014, un total de 5,55 millones de estudiantes se inscribieron en facultades privadas para cursar estudios superiores, mientras que 14,66 millones lo hicieron en universidades públicas. Y cuanto mayor es la educación menos son las ganas de trabajar en agujeros miserables de comida rápida.

Según un informe al que se refiere la publicación Business Insider, la población de jóvenes de edades comprendidas entre los 18 y los 24 años desprovistos de educación universitaria "lleva disminuyendo desde el principio de la recuperación económica — alrededor de 2011 —, lo cual es un reflejo de que cada vez más los intereses de la juventud están puestos en conseguir una educación superior.

Igualmente, el crecimiento demográfico ha demostrado que cada vez son menos los jóvenes dispuestos a vender hamburguesas, por mucho que esos ahorros les permitan pagarse la matrícula universitaria".

En imágenes: cocinando falafels en el campo de refugiados sirios de Zaatari. Leer más aquí.

Lo cierto es que la tendencia de hoy apunta claramente hacia una formación académica cada vez más completa. Según el informe de censo de 2015, al menos el 88 por ciento de los estadounidenses se habría sacado el graduado escolar, mientas que el 32 por ciento de los hombres y el 33 por ciento de las mujeres han finalizado el bachillerato y/o tienen educación superior.

El aumento de la formación académica entre los estadounidenses — y el declive de aquellos dispuestos a fregar suelos de antros de comida basura — ha provocado un aumento de los salarios de los trabajos proverbialmente peor pagados. De manera que ahora, quienes ocupan el escalafón más bajo de la cadena laboral disponen, al menos, de mejores condiciones. Los empleadores se han encontrado con que la única manera de copar sus miserables puestos de trabajo es pagándolos más dignamente.

Todo lo cual ha redundado en que se necesite más que nunca la mano de obra de los migrantes — quienes, tradicionalmente, se han mostrado dispuestos a hacer los trabajos que los estadounidenses no quieren hacer. Es posible que este nuevo hallazgo ayude a esclarecer las cuestiones que están realmente en juego en el actual y estrepitoso debate sobre la migración que se está librando en Estados Unidos. Al final, como siempre, lo que está en juego, es la subsistencia de un país y la de sus habitantes.

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