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No me pegues en la boca, tengo que tocar esta noche: Miles Davis y el boxeo

La leyenda de jazz, Miles Davis, era un fan y practicante del box bastante bueno. Trazamos la historia de la fórmula con la que logró combinar sus estilos pugilísticos y musicales, al mejor estilo de Joe Louis, Sugar Ray Robinson y Jack Johnson.

Camino a casa, luego de una sesión de entrenamiento en el gimnasio de Bobby Gleason en el Bronx en 1970, Miles Davis le dijo a Dan Morgenstern, de la revista Down Beat que "el box es cómo la música. Sigues agregándole cosas".

El legendario músico y compositor no fue el único en hacer esa comparación—George Foreman también declaró que "el boxeo es como el jazz. Entre más bueno es, menos lo aprecia la gente"— pero pocos están calificados para ponderar la relación entre la música y el pugilismo como Davis. Durante el curso de su vida y carrera, la conexión del hombre con la ciencia dulce fue casi tan compleja y fascinante como lo era su música. Era una fuente de inspiración infantil, una musa, e incluso un salvavidas.

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Miles Davis creció adorando el boxeo y salió de la niñez durante un punto crucial en el deporte. Como el crítico de cultura, Gerald Early escribe en su ensayo "El boxeador como Héroe Negro" en el libro, Miles Davis: La Historia Completa Ilustrada, "Tenía once años cuando Joe Lewis se convirtió en el segundo campeón de peso completo de color e ícono estadounidense en 1937 cuando derrotó a 'Cinderella Man', James Braddock, en ocho rounds. Davis tenía veinticinco años en 1952, y era un prometedor músico de jazz, cuando el viejo Louis peleó su último combate, un nocaut de ocho rounds a manos de Rocky Marciano. En otras palabras, Davis vivió su adolescencia y entró a sus años de adultez habiendo experimentado el arco de la carrera de Louis como uno de los más prominentes, es más, eminentes hombres de color de su época, un héroe para millones de negros no sólo en Estados Unidos, sino también alrededor del mundo".

David creció aspirando a ese tipo de heroísmo. "Me gusta cuando los chicos negros dicen, '¡Oh! Hombre, ahí está Miles Davis'. Como lo hacían con Joe Louis", el músico le dijo a Down Beat en 1974. "Me gustaría que las personas de color me vieran como veían a Joe Louis".

Sin embargo, había otro boxeador prominente que tenía aún más influencia sobre Davis. Tal vez quería ser adorado como Joe Louis, pero quería ser Sugar Ray Robinson. Davis alguna vez admitió que, en 1954, Robinson era lo más importante en su vida después de la música.

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"Siempre amé el boxeo, pero en verdad amaba y respetaba a Sugar Ray, porque era un gran peleador con mucha clase y más limpio que nada", el músico escribió en su autobiografía de 1989. "Era guapo y era un casanova; tenía mucho a su favor".

"De hecho, Sugar Ray era uno de pocos ídolos que tuve alguna vez. Sugar Ray parecía un miembro de la alta sociedad cuando lo veías en los periódicos bajando de limosinas con mujeres hermosas en sus brazos, elegante".

"Pero cuando estaba entrenando a una pelea, no tenía ninguna mujer alrededor, y cuando subía al ring para pelear con alguien, nunca sonreía como lo hacía en esas fotografías que todos veían. Cuando estaba en el ring, era serio, todo negocios".

Como un yonqui que ya había intentado y fallado dejar de doparse, Davis encontró inspiración en ese nivel de dedicación y compromiso a mitad de los años cincuenta. Y decidió que trataría de cambiar su vida de nuevo.

"En verdad superé mi hábito debido al ejemplo de Sugar Ray Robinson; imaginé que si él podía será tan disciplinado como lo era, entonces yo también podría", escribió Davis.

Con Sugar Ray en su mente como la "imagen del héroe", Davis regresó a Nueva York a poner en orden su vida. Una vez que estuvo limpio, decidió dar un paso más hacia el estilo Sugar Ray con el objetivo de mantenerse bien: comenzó a boxear.

Luego de que consiguió convencer al entrenador de boxeo, Bobby McQuillen de que estaba limpio, comenzaron a trabajar juntos en el antes mencionado gimnasio de Gleason y en el gimnasio Silverman en Harlem, Nueva York.

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"Sugar Ray entrenaba allí", escribió Davis sobre el gimnasio de Silverman en su libro. "Y cuando llegaba a entrenar, todos paraban lo que estaban haciendo y lo veían".

Cuando no estaba viendo a su ídolo, Davis estaba aprendiendo las técnicas de McQuillen, aprendiendo a moverse y enfocarse como peleador. Su tiempo en el gimnasio mantuvo su mente calmada, su cuerpo sano, y su musicalidad más fuerte que nunca.

El músico llevó la ética de boxeador a su música, evitando el sexo y la comida antes de una actuación, como si estuviera preparándose para un combate. Y llevó el ritmo de la música al ring.

"Durante muchos años después, saltaba la cuerda, hacía ejercicios de piso y trabajaba en el costal de velocidad con fraseo de bebop y ritmos entrecortados, y para respiración y resistencia se lanzaba hacia el costal con explosiones de bombo", escribió John Sawed en su biografía de 2002, Y qué: La Vida de Miles Davis.

Davis escribió sobre las similitudes entre la música y el boxeo finalmente en su autobiografía, comparando las formas en que los boxeadores y músicos desarrollan la memoria muscular, su mente y su estilo.

"El boxeo tiene estilo como la música tiene estilo", musitó. "Joe Louis tenía un estilo, Ezzard Charles tenía un estilo, Henry Armstrong tenía un estilo, Johnny Bratton tenía un estilo y Sugar Ray Robinson tenía su estilo—como lo tenían Muhammad Alo, Sugar Ray Leonard, y Marvelous Marvin Hagler, Michael Sprinks y Mike Tyson luego. Pero necesitas tener estilo en lo que sea que hagas—escritura, música, pintura, moda, box, lo que sea. Algunos estilos son suaves, creativos, imaginativos e innovadores y otros no lo son".

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Davis fue capaz de combinar sus estilos pugilísticos y musicales cuando el promotor de peleas convertido en director, Bill Clayton le pidió que hiciera la música de Jack Johnson: Rompiendo Barreras, un documental que estaba realizando sobre el primer campeón mundial de boxeo de peso completo de color.

"Davis comenzó a trabajar en él de manera entusiasta, leyendo todo lo que podía sobre Johnson y la historia del boxeo, viendo filmes sobre encuentros clásicos y durmiendo con una fotografía de Johnson cerca de su cama", escribió Szwed sobre el proceso creativo del músico.

Davis aparecería en la oficina de Clayton para ver material de Johnson y se sentaba ahí por horas mientras le preguntaba al director los detalles más finos de la estrategia y éxito del revolucionario campeón.

El resultado de esa intensa investigación fue el álbum de 1971, Un Tributo a Jack Johnson, un "álbum galvanizado por el boxeo, funk, política, fuerza, rock pesado y el calor blanco de un pico creativo en el estudio de grabación que se extendió desde inicios de 1967 hasta el verano de 1970", según el escritor de The Guardian, Tim Cumming. Sigue siendo uno de sus álbumes más respetados, y marcado como un momento crucial en su evolución musical.

Las canciones eliminadas de las sesiones de grabación del Tributo fueron nombradas por boxeadores, incluyendo una canción llamada Sugar Ray Robinson.

Sin embargo, tanto como amaba Davis el boxeo y amaba combinarlo con la música, había ciertos riesgos que no podía llevar a su entrenamiento. "Miles pensaba que podía haber sido contendiente pero evitó el combate real para no lastimar su boca o manos", escribió Szwed.

El fotógrafo, Jim Marshall, a veces se refería a sus legendarias tomas de Davis en el gimnasio como "No me pegues en la Boca, Tengo que Tocar esta Noche", debido a que Davis solía decir esto a sus compañeros de entrenamiento antes de hacer sparring.

No obstante, en una ocasión se atrevió a enfrentarse por algunos rounds con el prominente boxeador de peso ligero y músico, Roberto Durán. También grabó un tributo para su compañero de sparring.

Y sí recibió golpes en la boca que sepamos. Al loco científico musical brasileño, Hermeto Pascoal, le encanta contar la historia de la ocasión en que Davis lo llevó a su casa, le dio un par de guantes y le sugirió que boxearan. Pascoal lo golpeó de frente en la cara, lastimando su mano en el proceso. Y es así como se ganó el apodo de "Albino Loco".