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historias de un taxi

No tienes varo para pagarle al taxi… pues dale tu medalla de oro | ES | Translation

Casual. Naces, creces, te vuelves deportista de elite, ganas una medalla de oro, la usas para pagar un taxi, chillas para que te la regresen y mueres. Bendita vida.
Foto: Alexander Hassenstein / Getty

El pasado domingo, el polaco Pawel Fajdek compitió, imaginamos con muchísima ilusión después de arduos años de trabajo, en el Mundial de Atletismo para conseguir el primer lugar de su disciplina, el lanzamiento de martillo.

Después de superar y superar adversarios, Fajdek acabó ganando el primer lugar con un lanzamiento de 80,88 metros para colgarse la medalla de oro en el pecho, y con lagrimita remy, entonar las letras del himno de Polonia.

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Hasta ahí, nada que no hayamos visto o que no nos sepamos. Pero, después del cansado esfuerzo, llega el momento del relax, y bueno, sabemos lo que eso conlleva. Una cerveza, dos cervezas, tres cervezas, diez cervezas, 20 cervezas… suelo. Al buen Pawel (pa' la banda) se le pasó un poquito la mano con el trago.

Bien nos dice nuestra mamá antes de salir de pachanga. "Hijo, cena algo", "Hijo, no tomes mucho", "Hijo, ¿llevas dinero para el taxi?". Y como Fajdek no peló jamás estos consejos y seguramente en el sitio de la celebración no había Uber, terminó pasando lo que pasó.

La historia se desarrolló en Pekin. En resumidas cuentas de esta manera: el polaco se emborrachó durísimo, se trepó a un taxi para que lo regresaran a su hotel, no tenía dinero y como no le entendía ni un carajo al conductor, pues pagó con lo que pudo, o sea, con su presea deportiva.

Obviamente imaginen al siguiente día la resaca nivel: 'Pagué el taxi con mi medalla de oro'. Fajdek le debe haber dolido la cabeza y el corazón como a pocos cuando se dio cuenta de su tremenda cagada, por lo que inmediatamente entró en razón, corrió al teléfono más cercano para hablarle a la policía y contar lo que le sucedió.

Inmediatamente, y de manera efectiva, la policía china encontró al taxista que imaginamos, ya tenía colgada la medalla en el parabrisas de su carro a un lado de un anime desnudo.

El taxista, obvio, no estaba en la labor de regresarle nada a un destrozado Pawel Fajdek quien le pidió que le devolviera su medalla. El conductor chino señaló, primero, que le habían regalado la presea, y cuando las cosas ya se estaban poniendo medio feas para él, que el atleta no llevaba dinero y con eso le había pagado el viaje.

Tras negociaciones entre ambos, el taxista accedió a darle su medalla al pobre Fajdek, quien con todo y sus grandes músculos, tenía un gran temblor en sus poderosas rodillas.

Al final, Pawel Fajdek se regresó a Polonia con su medalla bien puesta en el cuello, pero con la gran vergüenza de haberla perdido por culpa de su borrachera.

El atleta polaco, gran figura del atletismo, buscará incrementar su nombre y sus reconocimientos en los próximos Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Ojalá que si gana, no se pase de 'cubas', y si lo hace, se trepe a un maldito Uber o alguien le preste unos reales para no volverla a cagar de esa manera.