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Rio 2016

Los Juegos Olímpicos de Río podrían ser los peores de la historia

Desalojos, corrupción, homofobia, protestas, drogas, homicidios, virus, contaminación, secuestros, y pobreza son algunos de los atractivos de los Juegos Olímpicos de Río.
Image courtesy of pixabay.com

El partido inaugural de futbol de las Olimpiadas de Río está en curso y la multitud intenta hacerse escuchar. Cada vez que la guardameta australiana, Lydia Williams, despeja, las gradas resuenan con el grito:

"BIIIIIIIICHAAAAA"; una ofensa homofóbica en portugués.

El grito no fue dirigido precisamente a la portera y no es claro porqué los fans lo hicieron. Sin embargo, las ofensas homofóbicas siguen siendo cosa de todos los días en los partidos de futbol en Brasil, al mismo tiempo que el país atraviesa una etapa alarmante en los índices de crímenes de odio y ataques contra homosexuales. Alrededor de 1,600 personas han muerto en actos violentos de homofobia en Brasil en los últimos cuatro años, promediando casi un homicidio por día en una nación de 200 millones de habitantes.

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Para un país con millones de personas viviendo en barrios marginados y hundidos en la pobreza, siempre ha sido de gran importancia mantener una pulcra imagen. Conforme los atletas del mundo y los medios hacen acto de presencia en Río en esta, la era de la transparencia y del libre flujo de información, no hay hora que transcurra sin un nuevo escándalo.

Al mismo tiempo que la antorcha olímpica hacía su recorrido a lo largo y ancho de Río, la policía entró en acción para calmar las protestas que bloqueaban la ruta. Utilizaron gas lacrimógeno y balas de hule para dispersar a la multitud que se había congregado para expresar su descontento en contra de la vasta organización olímpica, mientras el 21.4 por ciento del país continúa viviendo en la pobreza.

Desde que los JJ.OO. fueron anunciados en 2009, el gobierno brasileño hundió aún más a su población empobrecida al derribar muermosas favelas de cara a la Copa del Mundo de 2014 y a las Olimpiadas de 2016. Las casas fueron derribas para dar paso a recintos y alojamiento para los atletas, o simplemente para ocultar el lastimoso paisaje ante los ojos del mundo.

A Brasil le gusta verse como un país de primer mundo y como una potencia económica emergente. A juzgar por los 40 mil millones de habitantes, de sus 200 millones, que viven en la miseria —de los cuales muchos son descendientes de esclavos africanos— podría argumentarse que no son ni lo uno, ni lo otro. Da la casualidad que Río fue alguna vez uno de los puertos de esclavos más grandes del mundo.

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La desesperación y la pobreza son los cómplices del crimen y los homicidios; no hay día que Río de Janeiro no presente algún suceso violento. En las primeras horas de hoy se dio a conocer que un ciudadano ruso mató de un disparo a un brasileño que intentó robarle su auto; el incidente sucedió en la vía pública principal entre el parque olímpico y el centro de la ciudad.

También se dio a conocer el secuestro exprés del peleador neozelandés de jiu-jitsu, Jason Lee, a manos de militares brasileños, quienes lo obligaron a retirar del cajero el equivalente a 800 dólares. Después, la policía dio con su apartamento a pesar de que en ningún momento les proveyó su dirección. Desde entonces huyó del país con su esposa.

A este incidente le siguió el robo a mano armada de la atleta paralímpica australiana Liesl Tesch, de cara a los Juegos. Al mismo tiempo, las delegación danesa y australiana sufrieron robos de computadoras, ropa y teléfonos celulares a manos de las personas que trabajan en las villas para los atletas, de los cuales muchos tiene acceso libre sin acreditación alguna, lo que ha generado preocupación en torno a la seguridad.

Por otra parte, la policía brasileña arrestó a doce miembros de un supuesto grupo terrorista vinculado al Estado Islámico a unas semanas de la inauguración. El grupo terrorista dio a conocer un mensaje en portugués donde amenaza con atacar el evento olímpico. Estados Unidos ha estado entrenando a las unidades antiterroristas brasileñas ante la posibilidad de ataques químico-biológicos en los recintos.

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La vulnerabilidad de las Olimpiadas ante un ataque terrorista fue resaltada por una serie de intentos de protesta para arruinar el relevo de la antorcha. En una ocasión, un activista fue capaz de acercarse lo suficiente con un extintor como para apagar la flama de la antorcha pero falló en su intento.

Sin embargo, la amenaza que podría afectar la salud de los atletas de forma más certera es la toxicidad del agua de mar ocasionada por la pésima infraestructura de aguas negras y alcantarillado. Las pruebas de agua en los recintos de vela no han mostrado mejora alguna en la calidad de la misma. Existen quejas que hablan de corrupción en el manejo de los fondos destinados para la purificación del agua.

La cabeza de la delegación australiana, Kitty Chiller, recomendó a los competidores de vela: "1) intentar no caerse de la embarcación, 2) si llegaran a hacerlo, mantengan sus bocas cerradas".

Más de una docena de atletas de alto perfil han optado por retirarse de la competición por miedo a adquirir el virus del Zika. El golfista australiano, Jason Day, fue uno de los atletas que decidieron retirarse, al igual que un puñado de tenistas, y el ciclista estadounidense Tejay Van Garderen.

Los funcionarios australianos también se quejaron del alojamiento para los atletas, luego de que las instalaciones no aprobaran "la prueba del estrés" que consiste "en abrir las llaves de los lavabos y descargar los sanitarios para ver si los apartamentos pueden lidiar con todos los atletas una vez que hayan ocupado todas las habitaciones", expresó Kitty Chiller en un comunicado publicado por el Sydney Morning Herald. "El sistema de tuberías falló. El agua caía de las paredes, había un fuerte olor a gas en algunas habitaciones y algunas carecían de cableado eléctrico".

Entre la lista interminable de problemas listados por la delegación australiana destacan los "baños tapados, goteras, cables mal colocados, escaleras a oscuras y suciedad en los pisos". Andrew Bogut, basquetbolista de la NBA, salió en los encabezados esta semana luego de que también criticara el alojamiento de los atletas. Por su parte, el "Dream Team" prefirió dormir en un crucero de lujo sobre la costa de Río.

Las inconformidades y quejas de corrupción siguen circulando por todas partes en torno a la distribución de fondos federales destinados para la construcción y mantenimiento de los recintos: todo ante un telón de fondo donde la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, enfrenta un juicio en su contra y el país enfrenta su peor recesión económica desde la década de los 30.