El denigrado beisbol mexicano en los ojos de un aficionado cubano
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El denigrado beisbol mexicano en los ojos de un aficionado cubano

Hace 47 años, Pablo Hernández llegó de Cuba a México, un aficionado de cepa al beisbol con un montón de historias que contar. Esta es su historia.

En 1969 llegó de Cuba al otrora Distrito Federal y a los dos días ya estaba en el Parque del Seguro Social viendo beisbol. Su equipo favorito de la Isla son los Alacranes del Almendares, en México eligió a los Leones de Yucatán, por ser de la tierra de su mujer y por su compatriota Roberto "Musulungo" Herrera.

Pablo Hernández, 'Pablito' como le dicen sus amigos, nació en Majagua, pequeño municipio dentro de la provincia de Ciego de Ávila, y desde que recuerda ha sido apasionado por el Rey de los Deportes.

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Dentro de su departamento enclavado en la segunda sección de Tlatelolco, Don Pablo me recibe enfundado en una camisola de los Yankees y una carpeta repleta de historias beisboleras. Se sienta en una silla y apaga la televisión en la que sintonizaba el juego de Detroit en contra de Kansas City.

No es necesario hacerle preguntas sobre beisbol, la pelota es su lenguaje cotidiano. Detrás de nosotros, en una vitrina una base sostiene pelotas tapizadas de firmas, a pesar de los años la tinta se sigue conservando y se aprecian perfectamente las dedicatorias.

"Las pelotas tienen que agarrarse de las costuras, para que no se desgaste la tinta"

Don Pablo me da ese consejo mientras se coloca sus lentes y busca la que tiene la firma de Alberto "Beto" Ávila, primer latinoamericano en obtener un título de bateo en las Grandes Ligas, lo hizo con los Indios de Cleveland. Precursor y figura histórica del beisbol en nuestro país.

"A Beto era muy difícil sacarle una firma, nunca daba entrevistas ni daba autógrafos, siempre fue muy extraño. Yo lo encontré desayunando en La Parroquia de Veracruz. Pasé a lado de él y lo saludé `buenos días don Alberto', me seguí sin darle tiempo a que respondiera. Cuando regresé le dije que yo lo había visto en un lugar que no se imaginaba, en La Habana".

Don Pablo sonríe con la pelota firmada entre sus manos, cada una de sus anécdotas tiene un sustento y él, como el beisbol, es frío y duro. Cada palabra que sale de su boca es ratificada con un boleto, una foto o una pelota como prueba irrefutable.

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"Le llegué a Ávila por otro lado, a él le molestaba que le hablaran de su paso por las Grandes Ligas y las marcas que había dejado, yo le recordé sus inicios y después de una breve charla le pregunté si mañana podía traer una bola para que me la firmará y accedió."

Al otro día, Pablito regresó con la pelota, que un amigo suyo le consiguió en el puerto, saludó al "Beto" y le recordó la promesa que le había hecho la mañana anterior.

La carpeta blanca es testigo de las andanzas de Pablito en el beisbol. La primera imagen que se desprende es una foto de él a los cinco años con un quepi de los Alacranes: el equipo de sus amores. De ahí en adelante la carpeta funciona como una línea del tiempo que avala cada una de las palabras del hoy nacionalizado mexicano.

Llegamos una de las partes principales, una foto de Pablo Hernández y Fernando "El Toro" Valenzuela.

Don Pablo, recuerda que en una ocasión Valenzuela regresó a tirar un par de juegos a México y en esos juegos fue vapuleado, al siguiente día apareció un titular en La Afición: "Un toro para el arrastre".

"Me molestó mucho el título de la publicación, Fernando venía lastimado y aun así accedió a lanzar, fui duro contra el periódico y me entrevistaron para conocer mi sentir".

Naturalmente la historia fue sustentada con un recorte de periódico en la que aparece siendo entrevistado. Las letras están subrayadas con marcatextos y en él aparecen las declaraciones en las que el oriundo de Majagua defiende al Toro.

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"Me dolió que hayan hablado así de él, alguien que dio a conocer el beisbol mexicano a nivel mundial, y que por un par de malos juegos lo exhiban así no se me hacía justo."

Se coloca de nuevo los lentes y me muestra una pelota rotulada con el logo de la Afición, acompañado de una dedicatoria y felicitación por su cumpleaños número 50. Don Pablo fue y es respetado en el mundo beisbolero.

Luis "Chito" García, Basilio "Brujo" Rosel, Mike Brito, Cananea Reyes, Alejo Peralta —por mencionar algunos— forran las páginas de la carpeta que cuenta una vida llena historias que giran alrededor del deporte más popular en Cuba.

Al preguntarle sobre el beisbol en México, me contesta tajante y sube el tono de voz:

"El beisbol en México está denigrado, no se puede hablar de otra cosa que no sea futbol. Hoy los periódicos deportivos tienen ocho páginas, seis hablan de futbol, una y media de otros deportes y lo que sobra de beisbol. Algún día tiene que ser valorado".

Y sobre el mismo deporte en la Isla responde con más fuerza y golpea el costado de la silla en la que se encuentra sentado. Acerca una libreta donde tiene una lista de 22 peloteros cubanos que militan actualmente en la Gran Carpa y reflexiona sobre la cantidad de dinero que esos compatriotas podrían invertir en su país si se les permitiera regresar. Porque asegura todos los cubanos quisieran regresar algún día a su patria. Espera que con la apertura de su país eso pueda suceder.

Así como los cubanos quisieran regresar a su país yo quisiera regresar a platicar con Pablito, me tomo el atrevimiento de llamarlo así, como lo llaman sus amigos, porque alguien que cuenta tantas anécdotas personales no puede llamarse de otro forma más que amigo.