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NFL

Mauricio Ortega, el jersey de Tom Brady y el oscuro negocio de la memorabilia deportiva

¿Puede un objeto robado vender asi nada más? Así son los procesos de autenticación de la memorabilida deportiva

Es que neta, somos surrealistas por definición los mexicanos… los invito a leer esta "triste" historia.

Casi absolutamente todos quienes leímos con sorpresa y vergüenza sobre el robo del jersey que usó Tom Brady, el mariscal de campo de los Patriotas de Nueva Inglaterra en el Súper Bowl LI (del cual fue MVP indiscutible), relacionamos la noticia con que tenía un valor de alrededor de 500,000 dólares estadounidenses: estamos hablando de alrededor de diez millones de pesos.

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Esa referencia numérica evidentemente no sale de un cálculo al vapor, o de una ocurrencia desde alguna agencia de información. Surge a partir de una valuación desde un mundo paralelo al deporte: el de la memorabilia. Una definición adecuada para este rubro, bien puede ser: (serie de) objetos coleccionados debido a su valor histórico, especialmente aquellos asociados con personajes célebres o con eventos memorables.

Bueno, pues es de esa manera como esa noticia que llegó como relámpago a nuestras mentes para llamarnos casi casi a vergüenza nacional, y hasta para usar el nada sublime fraseo de "súbale otro metro al muro Sr Trump", se convirtió en tema aún mayor de agenda mediática cuando se supo que la indignación de Brady tuvo una especie de final feliz al recuperarse la valiosa prenda de MVP de Súper Bowl.

Pero esta nada festejable historia, tenía algo parecido a Star Wars: precuelas.

Realmente dramático y hasta molesto, fue el saber que el personaje en cuestión, quien cometió el acto reprobable, era nada menos que Mauricio Ortega, el Director de La Prensa (Organización Editorial Mexicana).

Si ya tenía mucho 'punch' el hecho de que el directivo del diario nacional con mayor tiraje en México fue quien se atrevió a sustraer (como lo demuestran variadas cámaras de seguridad) la que quizás fue la prenda más buscada en la historia reciente del deporte, tomaría aún más relevancia la nota por lo suecedido en ediciones anteriores del "súper domingo".

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Resulta que este personaje aprovechaba su solicitud de vacaciones para acreditarse e ir a los juegos de Súper Bowl como parte de la prensa y era algo que hacía desde 2001 sin tener que desgastarse en hacer algún trabajo, pues para eso, según versiones presenciales, este personaje mencionaba que tenía quien hiciera eso, claro, refiriéndose a sus reporteros.

En ese lapso de sus acreditaciones, quizá ya sea leyenda, pero se sabe a ciencia cierta que también sustrajo ilegalmente el jersey de juego del mismo Brady hace dos años y el casco de Von Miller (Broncos de Denver) el año anterior.

Se especula que también se llevó los zapatos de juego de Miller, siendo lo que genera más sopresa, la pregunta: ¿cómo diantres pudo sacar del Levi's Stadium el casco del jugador MVP del evento, sin ser sorprendido por los elementos de seguridad?

El próximo paso en la mente de medio mundo era preguntarse: ok, ya se robó algo que está cañón llevarse nada más así, ¿lo puede vender en un dineral?

Y es aquí donde nos tuvimos que adentrar en las tripas de ese mundo, del conocimiento para los die hard fans de la memorabilia, los hard core de todo lo que toma valor desde una hazaña reciente o ancestral en los emparrillados, los diamantes, las duelas, las pistas, albercas, el hielo… o en cualquier competencia donde surja un ídolo quien, con su dominancia, nos recuerde aquel slogan bancario: por el poder de su firma.

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Efectivamente, un simple balón de futbol americano o una simple pelota de beisbol pueden exponenciar su valor al ser firmados por Joe Montana o por un Derek Jeter, respectivamente, entre otros.

A este autor le consta, por ejemplo, como Roger Clemens (pitcher multi premiado Cy Young) se negó a firmar pelotas a aficionados, dando a entender con el movimiento de las manos cómo no podría firmar sin afectar el valor de su memorabilia pre existente.

Adentrándose en ese mundo, del cual se menciona como conocedor a Mauricio Ortega, se sabe que platicó con Brian Drent (Director de la empresa Mile High Card) y le reveló que tenía el mencionado casco de Von Miller y que lo planeaba vender, era obvio que iba a evadir la pregunta de cómo obtuvo un objeto de esa valía.

El problema para Ortega, según expertos, es que no iba a poder vender ni los jerseys de Tom Brady ni lo demás conseguido en los hurtos, pues los objetos se deben certificar en un proceso meticuloso el cual da confianza. Vaya, hasta tenemos una especie de reality show donde a los empleados de la tienda les llevan objetos que bien pueden ser fake y esa es la clave: estamos en una era donde los copycats, las falsificaciones son un caso recurrente.

Empresas de autenticación como PSA/DNA (quienes anuncian más de 28 millones de certificaciones) ofrecen sus servicios con un holograma y un número de certificación en una etiqueta, lo mismo para balones, bates, tarjetas coleccionables y por supuesto para firmas. Justo por el tema de la caligrafoscopía (firmas o rúbricas), esta certificación es parecida incluso a un peritaje legal, pues es un mercado donde lo mismo se da fe de que el pasto (artificial o natural) fue parte de una superficie dentro de un estadio, un balón es verídico que fue usado, un bat realmente lo usó tal o cual leyenda.

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Así que, si el hurto del hoy ex director de La Prensa buscaba un beneficio económico, lo más seguro es que lo iba a conducir derechito a la pijama de rayas el hacer del conocimiento de una casa de certificaciones su intención de poner en el mercado algo obtenido de manera ilegal. He ahí la responsabilidad de los certificadores en el mercado: si te llega algo robado, debes darle vista a las autoridades.

Los casos históricos más sonados de robos de memorabilia, quizás los recuerden, con el caso de la Copa Jules Rimet y su desaparición en dos ocasiones, la segunda fue quizá para siempre. Además, no aparecen las cintas del primer Súper Bowl, además del trofeo del primer Campeonato de la NFL (1920), la Copa Brunswick-Balke Collender que ganaron los Akron Pros, o el balón de los 100 puntos de Wilt Chamberlain (NY Knicks) como récord de la NBA, de 1962.

Se escribe aparte la historia de OJ Simpson, el famoso "Juice" quien parecía pisaría la cárcel por el doble homicidio de su ex esposa Nicole en 1995 pero la libró. Al final, terminaría yendo a la cárcel en 2008 con una pena de 33 años luego de que, la noche del 13 de septiembre de 2007, un grupo de hombres liderados por Simpson irrumpieron en la habitación de un comerciante de memorabilia deportiva para robarle varios objetos relacionados con Simpson, y con valor en dicho mercado, a punta de pistola, argumentando el ex corredor que le habían sido robados. Lo cierto es que Simpson puede salir en octubre de este año bajo libertad condicional, a ver qué tal se pone el caso más sonado de un personaje relacionado -en más de una vía- con la memorabilia.

Conclusión: amigos, el mundo apasionante de la memorabilia se puede considerar una inversión apasionante, que puede traer incluso jugo$o$ dividendos sabiéndole invertir (eso da para otra entrega), pero, no se dejen llevar por el "lado oscuro" del robo, donde seguramente les va a caer Doña Justina.

Agradeciendo enormemente a Alfonso Huerta Romo su aporte para esta entrega y con información de una nota de Hugo Santos G. para El Universal.