Prótesis, tailandeses y orgías racistas: la increíble historia del líder de la Premier
Foto de Carl Recine, Reuters

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bajo los efectos de la seta de mario

Prótesis, tailandeses y orgías racistas: la increíble historia del líder de la Premier

Un equipo de provincias propiedad de una empresa tailandesa, con un goleador sin currículum y un reposado entrenador italiano, ha escalado hasta lo más alto de la Premier League. ¿Cuál es el secreto de este éxito?

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Creíamos saberlo todo de la Premier League. Pensábamos que conocíamos todos sus entresijos, que nada escapaba a nuestra amplia experiencia, que nada ni nadie lograría sorprendernos nunca más.

Por suerte, nos equivocábamos.

Citando a Forrest Gump, la caja de bombones es una vida y nunca te vas a encontrar lo que sabes. O algo así era, ahora no estoy muy seguro. Bueno, no importa. El caso es que si todo fuese como debería ser, el mundo —y especialmente el fútbol— sería muy aburrido: no valdría la pena ver ningún partido, porque el más fuerte ganaría siempre y el más débil perdería siempre. Por suerte, el Universo no funciona así.

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El caso de Leicester City en la Premier League es paradigmático. Los 'foxes', una escuadra de provincias que en agosto estaba en la terna de candidatos a descender, resulta que lideran la clasificación del campeonato inglés… y además, con estilo. El Leicester City es primero gracias a sus cifras goleadoras —las mayores del campeonato, por delante del Manchester City o el Arsenal— y a pesar de su récord defensivo —ha encajado más goles que el Watford y el Swansea, que ocupan respectivamente las plazas 13 y 14—. ¿No es maravilloso?

¿De dónde ha sacado el Leicester la seta mágica de Mario que le ha dado una fuerza sin precedentes? Literalmente sin precedentes, por cierto: desde su fundación en 1884, los 'foxes' jamás habían estado tan arriba. Ni ellos ni su entrenador, un hombre que seguramente encarne mejor que nadie el concepto de 'eterno segundo': Claudio Ranieri.

"Jugamos como un equipo, y eso es muy importante para mí", asegura Ranieri con su bonito inglés italianizado. Ah, me encanta el olor a topicazo fresco por la mañana.

La frase de Ranieri en la entrevista que podéis ver sobre estas líneas es un tópico más viejo y gastado que la Vespino de Matusalén, no nos vamos a engañar. Es la forma de Ranieri, sin embargo, de decir algo como "no sé qué coño esta pasando, tengo a un chaval que hace 4 años trabajaba en una fábrica moviendo cachos de metal y que ahora me marca un gol por partido" —que es lo que cualquier técnico honesto debería decir en su caso. Vale, ningún entrenador puede confesar algo así, pero no por ello es menos verdad.

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La cuestión es que, se mire como se mire, una parte importante del sonado éxito del Leicester City corresponde al antiguo trabajador del sector metalúrgico. El nombre del currante en cuestión es Jamie Vardy.

What's your reward when you equal an #EPL goalscoring record? Beer and lasagne, if you're Jamie Vardy… #LCFChttps://t.co/n609gc7oHn
— Boylesports (@BoyleSports) 22 Novembre 2015

"¿Cuál es tu recompensa cuando igualas un récord goleador en la Premier League? Cerveza y lasaña, si eres Jamie Vardy…

James Richard Vardy procede de una ciudad vulgar del centro del Reino Unido, llamada Sheffield, que aún hoy no logra desprenderse del aspecto gris e industrial que arrastra desde el siglo XIX. Imaginad si es un lugar atrayente que George Orwell la definió en su libro El Camino a Wigan Pier como "la ciudad más fea del mundo".

El pasado de Vardy es similar al de cualquier chaval con el sueño de jugar al fútbol a nivel profesional que sin embargo nunca ha tenido las posibilidades ni el talento necesarios para conseguirlo. A los 16 años, el Sheffield Wednesday le descartó por ser demasiado bajito, así que pocos años después decidió abandonar su idea de vivir del deporte y giró su atención hacia los estudios… con escaso éxito.

En el mundo académico, a Vardy no le fue demasiado bien. Estar sentado delante de un pupitre durante horas no parecía la mejor solución para un alma rebelde como la suya, así que el joven Jamie terminó buscándose un trabajo para sobrevivir… y lo encontró en una fábrica de fibras de carbono destinada a la producción de, bueno, prótesis ortopédicas. Este ¿apasionante? trabajo le destrozaba la espalda, pero le permitía ganarse modestamente la vida.

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Aunque su trabajo fuera agotador, Vardy siguió jugando al fútbol de forma amateur. Poco a poco, Jamie empezó a desplegar sus cualidades: el delantero metió 66 goles en 107 partidos con el modesto Stocksbridge Park Steels, un equipo propiedad de la poderosa empresa metalúrgica British Steel que milita en la octava división del fútbol inglés. A pesar de mantener una vida entre frugal y directamente cutre —el pobre Jamie solía vivr con 30 libras a la semana y prácticamente solo comía en restaurantes 'fast food'—, el actual máximo goleador de la Premier League comenzó a destaparse como un crack frente a la portería.

Jamie Vardy con el premio al mejor jugador del mes en la Premier League. Foto de Alex Morton, Reuters.

A 23 años, Vardy se mudó a Halifax, una ciudad cerca de Leeds. Allí ayudó al Halifax Town, de la sexta división, a ganar el campeonato de la Conference North; Jamie, además, se convirtió en el máximo goleador del torneo y fue elegido mejor jugador del año. Seguidamente fichó por el Fleetwood Town a cambio de 150.000 libras esterlinas. Marcó 31 goles. Finalmente, en 2013 Vardy aterrizó en el Leicester City… y en dos años alcanzaron la Premier League. Es un sueño cumplido, todo es genial, alegría y zapatetas, ¿no?

Pues no es tan fácil.

El 'momentum' actual del Leicester City probablemente empezó en 2010, cuando el club fue comprado por la empresa tailandesa King Group —una cadena de tiendas 'duty free' de aeropuertos. El inversor asiático puso una buena cantidad de dinero para que el equipo ascendiera. Así llegaron jugadores como Shinji Okazaki, el ex del Mainz; Gökhan Inler, del Nápoles; Robert Huth, del Stoke City; y Yohan Benalouane, del Atalanta.

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Sin embargo, probablemente el mejor fichaje fue el entrenador Nigel Pearson, que aterrizó en el club en 2011. El técnico de Nottingham —que de hecho ya había entrenado al Leicester antes de la llegada de los tailandeses— fue capaz de ensamblar un grupo potente y competitivo y generó las bases del equipo ganador de hoy.

"¿El baño dónde dices que está, ahí en las escaleras?" "¡Que no, hombre, que te estoy diciendo que está saliendo a mano izquierda!". Foto de Alex Morton, Reuters.

La historia, sin embargo, no termina en un "fueron felices y comieron perdices" como los cuentos de los hermanos Grimm. Resulta que poco antes del inicio de la campaña 2015-16 se desató una enorme polémica alrededor del club. El hijo de 22 años de Nigel Pearson, James, solía jugar en el Leicester… hasta que le despidieron cuando se hizo público un vídeo suyo en el que aparecía en una orgía con una prostituta. La cosa habría sido un escandalillo sin más si no hubiese sido por dos razones: primera, que el contenido del vídeo era extremadamente racista; y segunda, que la prostituta resultó ser ni más ni menos que tailandesa.

La directiva del Leicester, con su mayor inversor en el centro, arguyó que James Pearson no podía continuar en el club; su padre, el entrenador, no estuvo de acuerdo… y la polémica terminó con ambos fuera de la entidad. Claudio Ranieri se hizo cargo del equipo.

En realidad, Ranieri resultó ser el hombre perfecto para este Leicester City. El italiano viene de una familia muy pobre de Roma; su juventud fue probablemente bastante difícil. En eso se parece al goleador del equipo, Vardy. El inglés tenía que demostrar que sus goles en divisiones inferiores podían tener continuidad en la Premier League; el italiano tenía que demostrar —siempre tiene que hacerlo— que es mejor técnico de lo que todo el mundo cree. Un romano y un británico necesitándose el uno al otro: parece un chiste de clichés nacionales.

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"Venga chavalotes, unas palmaditas en la espalda, una duchita, y a comer todos un buen plato de pasta". Imagen vía Reuters.

El 'Thinkerman' —como los ingleses llaman a Ranieri desde su experiencia en el Chelsea— revolucionó la estrategia del Leicester: movió a Vardy hacia el centro y le dio toda la responsabilidad del reparto de ataque, pasó de una defensa de tres a un 4-4-2 y llenó el equipo de jugadores rápidos, como el laterales Jeff Schlupp y el extremo Marc Albrighton. La velocidad pasó a ser una prioridad para los 'foxes'.

A sus 64 años, Ranieri parecía un entrenador al final de su carrera: el trabajo en Leicester parecía principalmente una forma de terminar con honra y sin demasiada presión. Claudio, en cambio, ha tomado la oportunidad y ha logrado darle una dimensión totalmente inesperada. Durante su carrera, el romano ha llevado a varios equipos a la parte alta de la clasificación —como en el caso del Mónaco, el Chelsea o el Inter—, pero siempre terminó de patitas en la calle por una especie de 'maldición del eterno segundo'.

Claudio, consciente de que debía modernizar sus entrenamientos, se fue a estudiar los entrenamientos del Bayer Leverkusen de Roger Schmidt… y parece que las tesis del técnico alemán han influido decisivamente en este Leicester City. El equipo azul es uno de los conjuntos más veloces de la Premier League; Vardy es la punta de lanza de un conjunto que mueve el balón mucho y muy deprisa y que confía en sus altas cifras goleadoras —28 tantos marcados—. El tema defensivo ya es harina de otro costal.

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Claudio promised pizza. But he didn't say they'd be making it! https://t.co/rRO5tHVf6r #lcfc @PeterPizzeria pic.twitter.com/80LIpOJGKP
— Leicester City (@LCFC) 29 Ottobre 2015

Ranieri prometió pizza…¡pero no dijo que la harían ellos mismos!

En el frente de ataque, Jamie Vardy —un jugador en estado de gracia que acaba de lograr un récord: 13 goles en 13 partidos, superando el '10 de 10' de Ruud van Nistelrooy en 2003— cuenta también con el valioso soporte del extremo Riyad Mahrez. El argelino, llegado directamente de las categorías inferiores del Le Havre francés, ya ha metido 7 goles y dado 6 asistencias; inevitablemente, ya ha aparecido un presunto interés del Chelsea.

El Leicester City, pues, es un club que vive en las contradicciones y que paradójicamente se alimenta de ellas. Un técnico tranquilo y calmado como Claudio Ranieri impone ideas de velocidad y dinamismo; un delantero teóricamente mediocre como Jamie Vardy resulta ser el máximo goleador de Inglaterra; un club de provincias candidato al descenso se termina convirtiendo en el escenario de múltiples escándalos racistas… y en el líder de la Premier League.

Fútbol.

No querríamos pasarnos de soñadores: siendo realistas, es altamente improbable que el Leicester City aguante toda la temporada a este ritmo. Sin embargo, en los últimos veinte años solo han sido capaces de ganar la Premier League cuatro clubes —Arsenal, Chelsea, Manchester United y Manchester City—… y bueno, ya sería hora de ver caras nuevas levantando el trofeo. Quién sabe, quizás por una vez los efectos de la seta de Mario no sean solo temporales. Quizás en esta ocasión duren una campaña entera.

¡Ojalá!

Sigue al autor en Twitter: @nicolerebo