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La previa del City-Tottenham: El síndrome de Múnich invade a Guardiola

Guardiola y el City remarán contra corriente en casa después de la humillación en el Goodison Park.
Foto por NIGEL RODDIS/EPA

El Goodison Park recibió a los hombres de Guardiola con un verdadero baile. El City se había recuperado de su derrota en Anfield venciendo dos goles a uno al Burnley en casa, pero la suerte y el juego en conjunto los dejaría a su suerte en la siguiente jornada. Era previsible que el Everton, el ahora séptimo de la tabla general, le diera batalla a un equipo plagado de estrellas, aún no consagradas, pero estrellas al fin.

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Después del recital del que el City salió con más que un dolor de pies, nos resultó inevitable preguntarnos si el aclamado y venerado Pep Guardiola no es más que un entrenador ligeramente por encima del promedio con suerte. Su era en Barcelona fue brillante, grandiosa, (casi) inigualable, pero no hay que perder de vista que Pep se benefició de la filosofía de un club que contó con una de las mejores generaciones de La Masía encabezada por Xavi, Iniesta, Puyol, Messi, Busquets, y otros cuantos jugadores con la marca de la casa que encajaron a la perfección.

En el Alemania, Guardiola ganó tres Bundesligas consecutivas y dos Copas alemanas con el Bayern Múnich durante sus tres años como entrenador, pero su coco fue el torneo soñado de Europa, la Champions League, el cual nunca pudo conquistar con el conjunto bávaro. La grada no perdonó que un club con la historia y prestigio del Bayern se quedara a medias de una competición, hasta cierto punto, familiar. Los recuerdos del triplete de Jupp Heynckes resurgieron cuando el catalán sentía más presión en el banquillo, hasta que no pudo más y decidió empacar sus maletas rumbo a Manchester.

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El anuncio de Pep en 2016 como nuevo entrenador de los Citizens ilusionó —todavía hay uno que otro que cree que los guiará a su primera orejona— a toda la fanaticada del City, y sus inminentes enfrentamientos en el derbi de Manchester ante José Mourinho, el viejo rival, hacían aún más atractiva su contratación. Creímos que la fórmula aplicada en España sería la misma en un entorno donde simplemente no se puede vivir sin futbol. Pero nos equivocamos. Con todo respeto, el City y el United no son el Barcelona y Real Madrid; los entrenadores tampoco son los mismos. El clima húmedo y lluvioso del noroeste de Inglaterra mojó la pólvora de la rivalidad.

El rostro de Guardiola después del segundo gol del Everton nos da una idea de cómo se siente respecto a su equipo. Mañana tendrá un desafío mucho más difícil que el de la semana pasada. Recibirá al Tottenham, el segundo de la general y con seis victorias al hilo en liga; dato curioso, los Spurs jamás en su historia han ligado más de seis triunfos en la Premier League. Tal vez sea momento que Guardiola y sus súbditos se aprovechen de las estadísticas de este tipo que, muchas veces, dan pie a supersticiones de toda índole. La historia es una herramienta útil cuando el futbol no es suficiente.