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Semana del Crimen

Tuve que quemar: diez historias del hampa popular argentino

Millones saqueados de arcas bancarias, fantasmas camperos sólo visibles a la luz de la luna chaqueña y mitos conurbanos para dejar suelto el perro a la noche. Si yo fuera el Gordo Valor, viviría como él
Fotos por Matias Quintana

Artículo publicado por VICE Argentina

"Los argentinos son una manga de ladrones del primero al último", supo sentenciar hace unos años el expresidente uruguayo Jorge Batlle. No seas malo. Este es un portal internacional: ¿cuántos de los que ahora están scrolleando esto no pensaron en robar algo en los últimos dos días? Bueno, entonces… El buen Jorge, quien después hizo historia como el tercer uruguayo en ganar una medalla olímpica de oro —disculpa televisiva sin garrocha— no quiso ofender a nadie. Sólo estuvo en el lugar equivocado, en el momento equivocado y ante el conglomerado de medios equivocado. Eso sí, el desagravio posterior no corrió para los siguientes atletas, que orondos encabezan la delegación albiceleste de la más antigua de las disciplinas.

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La Mario Vittete Experience en vivo en el banco Río de Acassuso (2006)

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CLARIN 14 de Enero 2006

Mejor suerte la próxima, Lucas Llach. Quienes idearon la bomba de Lebacs que deja insignificante al agujero negro más grande conocido por la humanidad no le rozan los talones a los cinco amigos chorros de profesión que pusieron el pecho y la luz para entrar a la bóveda del banco Rio de Acassuso. Y con "entrar" decimos sacar la tarasca vía boquete hasta un gomón fondeado en la alcantarilla lindera al subsuelo de la entidad financiera. Si uno cruza los campos semánticos del mundo y se viene con "entidad financiera", "subsuelo", "boquete", "alcantarilla" y "gomón" adheridas en la ropa nada puede salir mal. Lamentablemente para la banda conducida por Sergio Araujo y estelarizada por Mario Vittete Sellanes, la exesposa de un socio lo delató a la policía y todos pasaron varias navidades en la tumba. No obstante, y como debe ser, los billetes nunca aparecieron y más duró la fama de los muchachos que la del propio Banco, que fue adquirido por una firma de mayor renombre. Y prontuario.

Especial sobre el robo al banco Río

Ejército Revolucionario del Pueblo en el Banco Nacional de Desarrollo (1972)

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LA PRENSA 31 de Enero de 1973

Ah, tiempos en los que la juventud argentina sólo scrolleaba sobre la rueda dentada de su cotidiano revólver. No los extrañamos en absoluto… —aunque Twitter no haya servido más que para soterrar las costumbres barrio-terriotriales de buena parte de una generación y, si me apuran, más vale darle al pulgar talento que invento. La cuestión es que en aquellos años en los que se soñaba con expropiar el Sheraton Hotel para hacerlo hospital de niños era común que alguna de las fuerzas armadas populares que surgieron en el país diera algún golpe para financiarse. En eso consistió el asalto al Banco Nacional de Desarrollo el 29 de enero de 1972, noche en que un grupo de militantes se llevó —o expropió, según la visión— 450 millones de pesos. Fue el golpe más grande de una agrupación guerrillera que se haya dado el país. Y no sólo se llevaron el equivalente a 10 millones de dólares actuales. Lo hicieron a metros de la SIDE y de la comisaría más cercana. Fenómenos.

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La estafa a la Casa de la Moneda de Buenos Aires (1851)

Porque Jorgito Batlle tenía razón nos remontamos a los albores de esta nación para encontrarnos con la historia de Andres Villegas, que 150 años antes de que el sistema financiero argentino perpetrara una de las más grandes estafas realizadas desde que amarró Colón y dijo "América necesita un cambio", hizo justicia por mano propia y de puño y letra. Al tanto de que José falsificó una nota con la mismísima firma del mismísimo Juan Manuel de Rosas. El que habrá recibido después la atención de la mazorca rosista habrá sido el presidente de la entidad, Bernabé Escalada, que dijo a ver, sí cómo no y ahí nomás le entregó dos millones de pesos de entonces que ahora equivalen a una Vaca Muerta encima de otra. Lamentablemente para Villegas y felizmente para el gobierno rosista ya próximo a caer manos del gran ejército argentino de Urquiza y asociados, el estafador terminaría emplomado contra un paredón. Apenas completó medio día como el cristiano más rico abajo del Ecuador, pero qué 12 horas, hermano.

Luis “El Gordo” Valor y su banda (1980-1995)

Antes de colgar la funda, el rufián contemporáneo más famoso de Argentina fue la saeta rubia de los bancos metropolitanos. Para los que lo vieron jugar, Luis "el Gordo" valor lo tenía todo. Velocidad, astucia, juego asociado, constancia, olfato, efectividad y puntería, claro. Si hasta protagonizó junto a algunos compañeros una fuga histórica de la cárcel de Devoto para dejar en el camino a tanto cobani. Cosa del destino, la jugada fue capturada en cámara. Y miren que había que tener una filmadora en 1994 en ese barrio, eh. Pero la pelota siempre va al jugador.

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La Banda del Gordo Valor dejo una plusmarca mundial de 60 trabajos contra bancos y blindados y mitos como aquella vez que los peritos contaron más de 200 balazos disparados Valor mientras estaba parapetado tras un auto y un árbol. Doscientos tiros de los cuales le impactaron cero. Cero. ¿De qué planeta viviste?

La banda de la cheta (2011-2012)

Más acá en el tiempo y sin la mística de la era dorada del hampa criollo, alguien adentro de una empresa de medios se cansó de escribir para un auditorio que no existe más que en su digresión y tiró un buen rótulo a esta guerra medieval con Rappi que es la agenda de noticias diarias en Argentina. Resulta que una banda de ladrones asolaba el suroeste bonaerense y sus víctimas predilectas eran abuelos que vivían solos por esos barrios casitas bajas. Al frente de esos malnacidos estaba una joven estudiante de la Universidad Argentina de la Empresa. Nació entonces "La Banda de la Cheta", que tuvo su auge por 2011 hasta que un buen día les tocó perder. Y cómo: 590 horas de escuchas de la Unidad Fiscal de Instrucción 2 de Berazategui comprometían a La Cheta y sus secuaces como partícipes de una asociación ilícita dedica al robo de ancianos que en uno de sus asaltas terminó por matar a golpes a una mujer de 70 años. Por supuesto que terminaron todos adentro y si la señora no leía a Paulo Freire en la UADE, ahora lo iba a aprender sin leer un solo capítulo.

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Mate Cocido en vivo en la Forestal ft. Juan Bautista Bairoletto (1938)

Blanco redondel centinela de la selva, la luna norteña a la que le cantó Atahualpa Yupanqui plateaba las enramadas que cubrían, como siempre cubrían, a las dos sombras más buscadas de la década del 30 por la policía argentina. Segundo David Peralta y Juan Bautista Bairoletto, ahora en el Chaco, tenían tras de sí sendas trayectorias que abrían su arco de alambre entre el delito y la leyenda con perfecto equilibrio. El primero, tucumano, ya era Mate Cosido, ya era el fantasma rural más famoso del país y ya sabía lo que iba a hacer: entrar a robar en La Forestal, el monstruo de capitales ingleses que hacía del bosque Impenetrable chaqueño su emirato preferencial. El segundo, santafesino, también sabía lo que iba hacer y también era un fantasma campero, pero tenía otra manera, quizás más impulsiva, quizás menos mental, de proceder. Eso le costaría caro más adelante, pero no en el hecho puntual que aquí se relata. El hecho puntal es el robo de 13 mil pesos de entonces en una emboscada tendida a un vehículo subsidiario de La Forestal recién venido del banco. La comparación David y Goliat se queda corta para la emboscada tramada por los máximos bandidos rurales argentinos. El poder, la dependencia y el abuso que ostentaba La Forestal sobre el pueblo e incluso el Estado chaqueño era medieval casi. Pero Bairoletto y Peralta, al menos por un rato, iluminaron la selva

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Margarita Di Tullio alias Pepita La Pistolera contra tres hombres (1985)

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CLARIN, 21 de agosto de 1985

¿Cuenta la historia de un mago que un día en su bosque encantado lloró? Habrá sido el Bosque Peralta Ramos, Mar del Plata, cerquita de donde Margarita Di Tulllio plasmó su ópera prima al pasar para al otro lado a tres (3) hombres que intentaron violarla a modo de ajuste de cuentas. Tigresa del pasto ralo del Atlántico sur, Margarita lleva ya un tiempo habitando diversos espacios edificados alrededor de mesas de pool. Estaba en la conga desde gurisa, decimos. Pero el día que tuvo que pelar fierro para defenderse selló su pase a la Champions League del hampa argentino. Como siempre, el pueblo pedía héroes fáciles de recordar y de alguna redacción habrá salido el alias a medida que el hilo delictivo de la señora iba siendo tirado y aparecían causas que la tenían como traficanta, madama o rufiana. Hasta llegó a ser acusada, como perejila, del asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas. En una síntesis de su carrera, la marplatense supo decir en 2009: “Si hubiese sido lesbiana andaría con mi novia por la calle, pero acá todo se oculta. Acá la mayoría agacha la cabeza. Yo fui rufiana por eso, no quise nunca ser asalariada, sometida. A mi manera, siempre fui libre”.

La Banda del Diablo (1990)

“¿Qué le puede faltar al Gran Buenos Aires?”, nos preguntamos para responderle a la volanta de este título. Nada, comadres. Escrito desde acá, donde los pájaros se pasan la noche cajeteando, donde la luna te deja leer el Deportivo en el patio cuando sale llenita y donde cada bendita mañana los mismos perros sin ganas de hacerse un perfil en Zonajobs esperan que pases de la panadería y les tires el mismo bendito pedazo de pan podemos decir que no falta nada. En el mal y en el buen sentido, claro. Por listar algunos de los problemas que sobraban en los tiempos de La Banda del Diablo, para 1990 faltaban cloacas, redes de agua, pavimentos, universidades y bastantes cositas más. Lo que no le faltaba eran revistas. Era los días del uno a uno, hasta el paddle senior tenía su revista y Crónica no iba a ser la excepción. La tapa de “Esto” es un clásico del viejo amarillismo para leer en el tren después de cobrar la quincena: unos pibes asaltan y matan a un muchacho que resultó ser catequista. Sólo era “ecualizar” un poquito la cosa, ponerle Gran Buenos Aires en la volanta y chau, banda satánica asolando el GBA.

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La Secta de Los Travestis (1990)

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REVISTA ESTO, ultimo trimestre 1990

Otra de la siempre chorreante “Esto” de principios de los ’90. Lectura fosilizada: la prueba del carbono 14 la fecha en el pleistoceno, cuando la le decíamos “marcha” a la música electrónica. Homofobia, ignorancia, mentiras y violencia. Eso sí: le faltó un poco más de Gran Buenos Aires.

Robo al Banco Mercantil (1992)

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LA NACION, 14 de octubre de 1992

Aunque los ilustradores de La Nación se hayan imaginado simpáticas bolsas con el signo peso bordado a los lados lo más probable es que la banda que boqueteó el ya extinto Banco Mercantil la noche del 12 de octubre de 1992 haya utilizado algo así como un camión cisterna de 40 metros para meter la zanguanga cantidad de 20 millones de pesos/dólares que se laburaron. Más de 300 cajas de seguridad fueron aspiradas por el mejor equipo de los últimos 50 años, una banda que nunca fue capturada más que por el suspiro dionisiaco de todo aquel que un mediodía de verano no se haya ensoñado entrando con una Ithaca al hombro a la entidad que le ensartó un crédito UVA. “Según los responsables del Banco Mercantil, esa sucursal no cuenta con personal de vigilancia durante los fines de semana en razón de que está dotada de un sistema electrónico de seguridad”, consignó la crónica posterior a la gesta. Defender un banco entero sólo con un sistema electrónico de 1992. Unas luces de navidad de hoy consumen el doble de electricidad.

Intento de soborno a jugador de Temperley (1971)

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REVISTA ASI, AGOSTO DE 1971

Si ahora es difícil ser jugador del ascenso argentino imagínense 50 años atrás. Si La Bombonera a la noche era el espacio más oscuro de la Argentina visto desde el espacio, qué quedaba para clubes semiprofesionales como entonces eran Temperley y Nueva Chicago. Dos trabajos tenían que tener la mayoría de los players del ascenso y ese era el caso de Juan Carlos Yuliano, lateral del Celeste que un buen día, antes de jugar contra el equipo verdinegro, recibió un llamado anónimo de alguien que le ofrecía 200 mil pesos por jugar a desgano el inminente match. Honesto como él solito, Yuliano simuló aceptar el pedido, arregló un encuentro y emboscó al coimeador, que resultó ser un vocal de Chicago, con la policía. Dieciocho puntos le descontaron al club de Mataderos por la ventaja malograda y la cometa fue la sensación de las tribunas en el inicio de esa década. Ah, ¿el presidente de Chicago? Paulino Niembro, padre de Fernando. El remate queda a conciencia del lector.

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Fuga de Tupamaras de la cárcel de Cabildo, Uruguay (1971)

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REVISTA ASI AGOSTO de 1971

Aunque no se haya dado de este lado del Río de la Plata, laudamos a las protagonistas de la fuga carcelaria de mujeres más grande de la historia mundial. También vale pensar cómo estaba el umbral de lo cotidiano en los ‘70, cuando dabas vuelta a la página de una revista como Así y te encontrabas con semejante historia. Treinta y ocho miltantes tupamaras se escaparon de la cárcel de Cabildo y concretaron uno de los escapes más importantes para la resistencia uruguaya de aquellos años. Al mando de la secuencia, la increíble Lucía Topolanksi, más conocida varias décadas después por compartir con José “Pepe” Mujica una carrera política que, como hicieron varios de los antes mencionados, se basa en sacar de los ricos y repartir entre los pobres.

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