Por qué el Premio Puskás de este año es una bonita historia —y una estafa a la vez
Foto de Ruben Sprich, Reuters

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tan emocionante como injusto

Por qué el Premio Puskás de este año es una bonita historia —y una estafa a la vez

El premio Puskás de 2015 esconde detrás la inspiradora historia de Wendell Lira, un brasileño que estuvo a un paso de dejar el fútbol. Y quizás por eso precisamente sea un gran timo.

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No negaremos que las historias románticas nos gustan a todos. Vale, tal vez no seamos grandes fans de El Diario de Noah ni de Diez Razones para Odiarte (siendo realistas, ambas películas suelen provocar hiperglucemia de lo pastelosas que son), pero… ¿a quién no le gusta escuchar historias de deportistas de orígenes extremadamente humildes que superan a sus ricos y odiosos competidores y logran triunfar?

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El relato del futbolista brasileño Wendell Lira, el actual ganador del Premio Puskás al mejor gol del año, encaja precisamente en este marco: es la historia de un jugador extremadamente humilde que logró colarse entre los grandes gracias a una acción maravillosa.

Es muy bonito, sí. Y también es una estafa mayúscula.

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Permitidme, antes de saltar a mi cuello y arrancarme la yugular para tirarla al contenedor de basura orgánica más próximo, que justifique mi posición. Lo haré empezando con un par de vídeos.

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Seguramente ya lo habréis reconocido, pero este de aquí arriba es el tanto de la jugadora estadounidense Carli Lloyd, un gol que también optó al premio Puskás. Lloyd lo marcó en la final de la Copa del Mundo femenina ni más ni menos que frente a Japón, uno de los claros favoritos al torneo: cabe recordar que las 'nadeshiko' habían ganado el título en la edición anterior, que se disputó en Alemania en 2011.

La selección de EEUU terminó imponiéndose por 5-2, con tres tantos de la propia Carli.

Permitidme ahora que os muestre otro vídeo.

Este probablemente aún lo conozcáis mejor: es el gol de Leo Messi en la final de la Copa del Rey de 2015 entre el FC Barcelona y el Athletic Club de Bilbao. Messi recibió cerca del círculo central cuando el partido aún iba 0-0 y regateó literalmente a medio equipo 'athleticzale' antes de superar a Gorka Iraizoz con un chut raso pegado al poste.

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El FC Barcelona terminó imponiéndose por 3-1.

El tanto de Wendell Lira que terminó ganando el premio Puskás (un bonito gol de media chilena tras una gran jugada colectiva al primer toque) fue marcado en un partido del Campeonato Goiano brasileño, un torneo estatal equivalente a la 2ª B brasileña. Cabe mencionar que el sistema de competición brasileño es extremadamente complejo, razón por la cual es difícil de comparar con su homólogo español; pero podemos trazar el camino si tenemos en cuenta que el partido en el que Lira marcó su gol enfrentaba al Goianésia Esporte Clube con el Atlético Goianense, club este último que la pasada temporada logró el ascenso a la Série B.

Por decirlo con otras palabras: en el ranking que cada temporada elabora la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), el Atlético Goianense ocupa la 22ª posición; el Goianésia, el antiguo equipo de Lira, está en la posición… 86.

Wendell Lira no puede contener las lágrimas al recibir el premio Puskás al mejor gol del año en la gala de la FIFA en Zúrich. Foto de Arnd Wiegmann, Reuters.

Es cierto que la historia de Wendell Lira, como decíamos al principio, es muy romántica. Casi lacrimógena, me atrevería a decir. El brasileño empezó su andadura en la asociación deportiva Ovel de Goiás y pronto destacó hasta el punto de ir convocado con la selección brasileña sub-20 a la Copa Sendai de 2006, un torneo del que Alexandre Pato saldría escogido mejor jugador. Tras el campeonato, el mismo AC Milan que después tendría a Pato en sus filas hizo una oferta por Wendell a su club, el Goiás Esporte Clube, pero el equipo brasileño declinó.

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A partir de ahí, sin embargo, la carrera de Lira se truncó. Las lesiones se cebaron con él y le impidieron jugar con regularidad; el Goiás empezó a cederlo a clubes modestos hasta que finalmente lo traspasó. Wendell lo pasó tan mal desde el punto de vista económico que incluso tuvo que trabajar en la cafetería de su madre para sacarse unos ingresos extra. De hecho, cuando le llegó el anuncio de que su gol competiría por el Premio Puskás, Lira se encontraba sin equipo tras salir por la puerta de atrás del Tombense FC de la Série C brasileña: tras hacerse pública su candidatura, sin embargo, le contratóel Vila Nova FC —también de la Série C—.

Las lágrimas de Lira tras el atril en Zúrich, pues, estaban ciertamente justificadas: el pobre Wendell, que estuvo a un paso de dejar el fútbol porque no le daba para vivir, se encontró de repente rodeado de los mejores futbolistas del mundo en una gala televisada por todo el planeta.

Y precisamente por eso es una estafa.

Carli Lloyd celebra tras anotar uno de sus tres goles a la selección de Japón en la final de la Copa del Mundo femenina de Canadá. Foto de Anne-Marie Sorvin, Reuters.

Es cierto que el gol de Wendell Lira es hermoso, especialmente por la combinación al primer toque entre los jugadores de su equipo: es un tanto colectivo que no se entiende sin la participación de sus compañeros.

Un tanto colectivo que, además, fue marcado en un partido cualquiera de la 2ª B brasileña.

Algo falla.

Por mucho que la historia de Lira sea inspiradora, por mucho que llene de ternura y alegría nuestros corazones, es brutalmente injusto comparar el tanto de un futbolista que roza la semiprofesionalidad con los goles de dos estrellas de primerísimo orden en partidos de máxima exigencia. Cualquiera de nosotros puede tener suerte un día; además, si repasamos los tantos que se marcan en las categorías inferiores del fútbol español (¡no digamos ya si tenemos en cuenta tooodos los países del mundo!) encontraremos infinidad de golazos espectaculares que muy injustamente no estaban presentes en la gala del Puskás.

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¿Por qué, pues, el gol de Lira en el Goianésia es el mejor del año y no uno marcado en un partido de, qué sé yo, el Oviedo o el Sant Andreu?

Diego Armando Maradona celebra uno de sus dos famosos goles a Inglaterra en el Mundial de México 1986. Imagen vía WikiMedia Commons.

La gracia de goles como la maravilla de Zinedine Zidane al Bayer Leverkusen en 2002 o la inolvidable gesta del 'barrilete cósmico' en México'86 era que solo genios como ellos podían inventarlos, y que además lo hicieron en los escenarios más complicados. Por eso los recordaremos eternamente. El gol de Wendell Lira, en cambio… bueno, está bastante bien.

Así pues, es cierto, queridos votantes que elegisteis el tanto de Lira como mejor gol del año: el brasileño tiene una bonita historia detrás.

Pero a Carli Lloyd y a Leo Messi les habéis tangado un premio, que lo sepáis.

Sigue al autor en Twitter: @kj_mestre