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deporte y feminismo

Ley islámica, feminismo y raquetas: la vida de la tenista india Sania Mirza

La superestrella india del tenis Sania Mirza no solo es una de las atletas más populares del mundo: también es una de las más comprometidas.
Foto de Kyle Terada, USA Today

Sania Mirza había ofendido al Islam: ese fue el veredicto de un grupo de clérigos musulmanes. Corría septiembre de 2005, y Mirza —que entonces tenía 18 años y era la número 34 del ranking de la WTA— iba de camino a Calcuta, en la India, para participar en el Sunfeast Open.

Luego vino la 'fatua', o sentencia de la ley islámica. Iba a ser el primer roce de Mirza con el Islam radical —y no el último.

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Lanzada por el clérigo suní Haseeb-ul-hasan Siddiqui, la 'fatua' exigía que Mirza, una musulmana practicante, dejase de vestir prendas "indecentes" para jugar a tenis.

En lugar del conjunto estándar de camiseta y falda, el religioso reclamaba a Mirza que vistiera túnicas y velos largos, como el equipo femenino de bádminton de Irán.

"Si no obedece la sentencia, le quitaremos la posibilidad de jugar", aseguró a Reuters el clérigo Siddiqullah Chowdhry, del grupo musulmán Jamiat-e-Ulema-e-Hind con sede en Kolkata. La amenaza era vaga, pero igualmente alarmante.

Foto de Kyle Terada, USA Today.

A principios de 2005, Mirza irrumpió en la escena internacional con el Open de Australia al convertirse en la primera tenista india en ganar dos rondas del prestigioso torneo. Sania cayó frente a Serena Williams; la estrella estadounidense se quedó impresionada por las prestaciones de la tenista de Bombay.

"Me emocionó ver a alguien procedente de la India jugando tan bien y por eso le dije que siguiera luchando", reveló Williams a la prensa después del partido. "Creo que su juego es muy sólido a pesar de ser tan joven. Le veo un futuro muy brillante por delante".

Inmediatamente después del Open de Australia, Mirza se convirtió en la primera mujer india en ganar un título de la WTA al imponerse en el Open de Hyderabad en su país natal. Posteriormente, Sania consiguió en Dubái su primera victoria frente a una tenista del Top-10 al vencer a Svetlana Kuznetsova, que en ese momento era la campeona del US Open. Ese mismo verano, y en el propio US Open, Mirza logró avanzar hasta la cuarta ronda del torneo.

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Con un poderoso golpe de derecha y una personalidad efervescente, la tenista india era noticia allá adonde iba. Mirza nunca desaprovechaba una ocasión de mostrar su personalidad con camisetas con lemas como "Yo molo", "Se puede estar de acuerdo conmigo o estar equivocado" y "Las niñas bien educadas raras veces hacen historia".

A pesar de las amenazas de los islamistas, Mirza aterrizó en Calcuta para disputar el torneo, aunque tuvo que hacerlo con medidas especiales para garantizar su seguridad.

"Recuerdo haber tenido alrededor a un millar de personas que cuidaban de mi seguridad", dijo al periódico estadounidense The New York Times en 2013. "No podía salir de la habitación del hotel sin informar a cinco personas diferentes: e incluso cuando lo hacía, tenía un coche en frente de mí y uno detrás, y un tío sentado al lado".

No pasó nada en Calcuta, pero esa no fue la última vez que Mirza estuvo en el centro de una tormenta mediática. Su determinación de jugar en pantalones cortos, por ejemplo, fue la primera de una serie de decisiones feministas audaces. Desde entonces, el "Las niñas bien educadas raramente hacen historia" ha sido más que un lema en una camiseta para Sania: se ha convertido en una forma de vida.

Sania Mirza (derecha) posa junto a la suiza Martina Hingis con el trofeo de dobles de Indian Wells el pasado mes de marzo. Foto de Jayne Kamin-Oncea, USA Today.

Las palabras "pionero" e "ídolo" se utilizan mucho hablando de atletas, pero raramente lo merecen de verdad. La mayoría de los atletas ejercen influencia únicamente dentro de sus deportes, y solamente intervienen en otros campos cuando ello les reporta un retorno financiero. Eso es comprensible: los atletas profesionales tienen carreras muy cortas, por lo que expresar abiertamente sus ideas políticas y sociales puede ser arriesgado. Por desgracia, es raro que un atleta tome una posición tan fuerte en sus inicios de carrera.

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Mirza, que ahora tiene 28 años, se ha convertido en una de las mayores excepciones a esta regla. A pesar de tener mucho que perder —ya que es, al fin y al cabo, la mujer india más exitosa de tenis de la historia de su país y una de las atletas más populares del mundo—, Mirza nunca ha rechazado hablar sobre temas polémicos como la política, el nacionalismo o la fe musulmana. Ello, lejos de coartar su carrera, ha ayudado a lanzarla: a medida que suma éxitos, Sania muestra cada vez más fuerza y entusiasmo para luchar por lo que ella cree que es correcto luchar.

A finales de octubre de 2014, Mirza ganó el mayor título de dobles de su carrera. Junto a Cara Black, Mirza se impuso en las Finales de la WTA, el campeonato de fin de temporada que disputan únicamente los ocho mejores equipos del año. Sania, además, también ganó su tercer Grand Slam de dobles mixtos en el US Open y una medalla de oro en los Juegos Asiáticos.

Apenas un mes más tarde, la temporada de Mirza mejoró aún si cabe cuando fue nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la ONU para el sur de Asia. Era la primera mujer de la región que recibía este honor en toda la historia de las Naciones Unidas.

Al aceptar el cargo, sin embargo, Mirza realizó unas declaraciones que la prensa malinterpretó. Muchos periódicos abrieron con el siguiente titular: "Según Sania Mirza, no hay respeto para las mujeres en la India".

Como resultado, Sania fue atacada sin piedad tanto en los medios más importantes de su país como en las redes sociales. Una vez más, Mirza tuvo que enfrentarse a críticas implacables durante un período de su vida que tendría que haber pasado celebrando sus éxitos personales y profesionales.

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Mirza no ignoró las críticas, pero ni se disculpó ni se desmoralizó a pesar de la burda manipulación. Sania, en cambio, utilizó la oportunidad para hablar por sí misma y mandó el siguiente mensaje en una larga serie de tweets (aquí editados para una mayor claridad):

Sólo para poner un par de cosas en claro: yo NUNCA he dicho que no haya respeto para las mujeres en la India. Soy la embajadora de la región y nunca estaría donde estoy si el país no me hubiera dado todo el amor que me ha dado. De hecho me siento afortunada, muy afortunada. Hay millones de mujeres que han sido menos afortunadas en esta parte del mundo y que por ejemplo han sido víctimas de abusos físicos o sexuales, ¡a las cuales no les se ha permitido seguir en sus sueños porque eran niñas! Así que, queráis aceptarlo o no, esta es la verdad. Y sí, creo que si hubiera sido un hombre, no habría tenido que enfrentarme a ciertas controversias innecesarias. Y también creo que aquí en Twitter ha habido declaraciones poco respetuosas hacia mí, así que aquí os digo que algunos de vosotros deberían limpiarse la boca antes de decir que respetan a las mujeres y a las personas en general. Además, hay que leer el artículo completo —no sólo un titular sensacionalista— antes de comentar, ya que el título es exactamente lo que utilizan determinados medios de comunicación para llamar la atención. He sido muy clara, y voy a defender lo que creo y abordar la cuestión de la desigualdad de género.

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Foto de Susan Mullane, USA Today.

Tres años después de la 'fatua' en Calcuta, una foto suya donde casualmente ponía los pies cerca de una bandera de la India durante una competición de la Copa Hopman causó tanta indignación pública que Mirza se planteó dejar el tenis para siempre. No lo hizo. Y al final volvió con más fuerza.

La relación de Mirza con el famoso jugador de cricket paquistaní Shoaib Malik generó niveles de controversia jamás vistos hasta ahora. Las facciones islamistas más radicales pensaron en dos 'fatuas' adicionales: una para una posible relación sexual antes del matrimonio y otra por vivir juntos antes de la boda. La unión —contando que los dos se casaron en 2010— causó un enorme revuelo: algunos indios temían que Mirza se convirtiera en una paquistaní.

A pesar de todo, el estatus de celebridad de Mirza se ha disparado. La tenista tiene 2,27 millones de seguidores en Twitter, casi un millón más que la rusa Maria Sharapova, y es miembro perenne de la India Forbes Celebrity 100. En un país donde las mujeres atletas son muy pocas y distantes entre ellas —y donde el críquet y Bollywood ocupan casi enteramente el horizonte cultural—, Mirza se ha convertido en un icono por derecho propio. De hecho, el año en que se casó se convirtió en la atleta femenina más buscada en Google del mundo.

En la pista, Mirza alcanzó el número 27 del mundo en 'singles', pero una lesión en la muñeca la obligó a renunciar a su carrera individual y a concentrarse en los dobles. Sania ha florecido en esa disciplina, ganando tres Slams en dobles mixtos y llegando a otras tres finales de Grand Slam, dos en categoría mixta y una en dobles femeninos. Una década después de su debut, Mirza aún lleva la antorcha del tenis femenino en la India: no hay ninguna otra mujer india clasificada en el top-200, ni en 'singles' ni en dobles.

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Y aún así, después de todo esto, parece que a ojos de muchos de sus compatriotas nada de lo que haya hecho es suficientemente bueno. A mediados de 2014, Mirza fue nombrada embajadora del estado indio de Telangana; algunos políticos la criticaron por "no ser suficientemente india" y le dieron el sobrenombre de "hija adoptiva" de Pakistán —lo cual en la India tiene una connotación especialmente mala. Las observaciones que con tanta ligereza se hacían hacia Mirza incluso llegaron a hacerle derramar lágrimas en la televisión mientras intentaba defenderse de las injustas acusaciones.

Si bien la capacidad de Mirza para resistir los ataques constantes ha sido necesaria dado su activismo, lo que la ha apartado de los otros atletas de alto perfil ha sido su predisposición a hablar sobre cuestiones de igualdad de género.

Entre otras acciones, Mirza censuró a la federación de tenis de su país cuando la trataron como a un peón para pacificar a los atletas masculinos durante los Juegos Olímpicos; condenó públicamente a los altos funcionarios de su país por su gestión de los casos de violación; y se posicionó claramente en contra de los abortos selectivos según el sexo del feto que se llevaban a cabo en la India.

En 2012, la India ocupaba el número 84 de los 113 países con más oportunidades para las mujeres en el ranking del medio estadounidenseThe Economist. El índice de violencia contra las mujeres del país, no obstante, subió un 7,1 por ciento entre 2010 y 2014. Según el Consejo de Relaciones Exteriores, la violencia contra las mujeres es una parte tan importante de la cultura en la India que en los últimos cinco años hasta 260 candidatos políticos del país tuvieron que hacer frente a acusaciones de delitos contra las mujeres.

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No hay una razón única para estas estadísticas: se trata de un problema cultural que, igual que en la mayoría de otras partes del mundo, gira en torno a una fijación masculina sobre lo que las mujeres deben ser y parecer.

"En el subcontinente, ser una chica y tener la piel clara es bueno", dijo Mirza hace unos años al programa Sportshour de la cadena británica BBC. "Así que mis tías, mis tíos y mis primos estaban preocupados porque si me ponía morena quizás no encontraría a nadie que quisiera casarse conmigo. Así es la cultura que impera allí".

"En la India, hay normas que dicen lo que una mujer debe y no debe hacer. Esa es una de las razones por las que no tenemos demasiadas mujeres profesionales atletas en los altos niveles. Esto se nota sobre todo en los deportes globales como el tenis y el golf, en los que realmente tienes que viajar por el mundo y sacrificar un montón de otras cosas".

Mirza no es la única atleta famosa de la India —la boxeadora MC Mary Kom y la superestrella del bádminton Saina Nehwal también aparecen año tras año en la lista India Celebrity 100 de la revista Forbes—, pero las deportistas famosas aún siguen siendo raras en el país. Además de predicar con el ejemplo y alentar a las mujeres a practicar deportes, Sania ha abierto su propia academia de tenis, en la que espera formar a sus futuras sucesoras en la cúspide del tenis indio.

Sin embargo, aunque el impacto de su academia pueda ser notable, nada tendrá más fuerza y hará una mayor diferencia que la férrea voluntad de Mirza de rebelarse frente al statu quo.

"La igualdad de género es algo que todos defendemos", aseguró Mirza cuando fue nombrada embajadora de las Naciones Unidas. "Algunos hablan de ello, algunos no. Yo he elegido hablar. Espero que algún día todo el mundo diga que somos iguales y que las mujeres no sean tratadas como objetos. Intentaré hacer todo lo que esté en mi mano para ayudar al cambio".

Sigue a Lindsay Gibbs en Twitter: @linzsports