La última frontera del beisbol: La odisea de los peloteros mexicanos en la liga de Japón
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el código samurai

La última frontera del beisbol: La odisea de los peloteros mexicanos en la liga de Japón

Un puñado de peloteros mexicanos vive la experiencia de jugar en el beisbol japonés. Así se adaptan a la comida diferente, la cultura, la afición y el modo de vida.

Al ingresar al sitio web del Clásico Mundial de Beisbol, y al de Major League Baseball, en la parte superior del front page aparecen las opciones de idioma, para que a uno se le facilite entender al contenido. Está la opción del inglés, la del español y la del japonés. Pero debajo de esas alternativas de lenguaje aparece una leyenda que le da sentido a todo: aquí se habla beisbol.

En ocasiones el único idioma que se puede hablar con alguien que nació a miles de kilómetros de distancia, pero que tienes a unos cuantos metros bajo una misma causa, termina siendo el beisbol. Un ponche, un jonrón, una espectacular atrapada o un oportuno doble play, se entienden donde sea, y ése ha sido el trampolín para un puñado de peloteros mexicanos que han ido descubriendo que no sólo se puede prosperar en las Ligas Mayores.

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Luis Alfonso "Cochito" Cruz y Luis Alonso Mendoza fueron los primeros peloteros mexicanos en probar suerte de manera más consistente en el beisbol de Japón. Han sido poco más de una docena de peloteros mexicanos los que han ido a probar suerte al beisbol japonés, el primero de ellos, José Tolentino, con los Leones de Seibu en 1993.

"Cuando fuimos Mendoza y yo para allá, éramos los únicos, y hemos tenido buenas temporadas, y eso le ha abierto las puertas a otros mexicanos, como Japhet Amador y Ramiro Peña, y ojalá que sigan haciendo un buen trabajo para que sigan llevando paisanos", comentó Cruz, pelotero de los Yomiuri Giants y participante con México en el Clásico Mundial de Beisbol 2017.

Luis Alonso Mendoza lanzando para los Hokkaido Nippon Ham Fighters. Foto: Japan Times

Las puertas se pueden abrir un buen día en las Grandes Ligas, pero también un buen día pueden cerrarse, y es por ellos que la Nippon Professional Baseball (NPB) ha sido un extraordinario sitio para que los peloteros mexicanos, que terminan sus carreras en Grandes Ligas, puedan seguir jugndo en un beisbol que también ha probado tener mucha calidad, además de ofrecer los mejores salarios en el mundo después de Grandes Ligas.

Pero a pesar de las diferencias culturales entre México o Estados Unidos con el entorno japonés, los beisbolistas nacionales aseguran que no han sufrido más de la cuenta para adaptarse al país donde la gente suele hacer reverencias agachándose en un ángulo de 45 grados en lugar de estrechar las manos, donde no suele dejarse propina y hasta es considerada como un insulto, o donde el metro cuadrado de espacio para una casa es extremadamente caro. Y donde todo es más formal.

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"Yo creo que a donde quiera que tú vayas te debes acostumbrar. Allá es una cultura diferente, hacen las cosas de manera diferente, la comida es diferente y todo eso, pero si eres de mentalidad abierta y te adaptas, y no tienes miedo a las cosas nuevas, y salir, entonces tratas de aprender de esa nueva cultura y se hace más fácil", declaró el actual tercera base de los Hokkaido Nippon-Ham Fighters, Brandon Laird, quien jugó por México en Guadalajara, en la primera ronda del CMB. "Definitivamente la experiencia ha sido muy grata. Cada vez que tengo la oportunidad de jugar beisbol en otro país, experimento con la cultura y la comida de ese lugar y lo he disfrutado, me he divertido".

El Cochito Cruz, sonorense y expelotero de Pittsburgh, Milwaukee, Dodgers y Yanquis, comenta que la transición al estilo de vida nipón no le resultó un calvario.

"El primer año sí fue complicado, pero ya me acostumbré y me siento como en casa. Me gusta mucho", comenta el de Navojoa, quien inició con los Chiba Lotte Marines en la NPB.

Uno de los recién llegados, el sudcaliforniano, Japhet Amador, también, al igual que sus colegas connacionales, afirma que no experimentó un shock cultural a la hora de interactuar con la cultura y el entorno del país del sol naciente.

"La verdad es que para mí ha sido fácil, sobre todo teniendo un compañero que ya conoces, te ayuda mucho a adaptarte, te da mucha motivación, porque te ayuda, te enseña, me siento como en casa, estoy muy bien adaptado, estoy muy feliz de estar allá y sobre todo orgulloso de representar a México", mencionó el nacido en Mulegé, Baja California Sur. "Gracias a Dios no me ha tocado hacer muchos sacrificios para acostumbrarme a la comida de allá. Uno tiene que adaptarse rápido a los horarios, a la manera de entrenar, si te gusta el beisbol, no debes tener problema".

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Japhet Amador con los Tohoku Rakuten Golden Eagles. Foto: Puro Beisbol

Una sociedad que opera como el mecanismo de un portentoso reloj suizo, donde la precisión juega un rol preponderante, ha servido como un buen comité receptor para los peloteros nacionales, quienes se han adaptado fácilmente a su nuevo medio ambiente, incluso a aquellos sabores y platillos para los que sus papilas gustativas no están lo suficientemente bien entrenadas.

"No se me ha dificultado nada, yo como lo que sea, no se me atora nada (risas), como arroz con aguacate y listo. Mi familia, mi esposa y mis hijos sí batallaron un poco al principio, a la hora de comer el pescado crudo, las sopas, las algas, pero yo me he ajustado", confiesa el exjugador de los Diablos Rojos del México.

Es importante hacer ver que si alguien arriba a un lugar distinto en el que nace, a vivir o trabajar, el sentido de rápida adaptación se vuelve indispensable, máxime cuando las diferencias en todos sentidos, no sólo las culturales, están a la orden del día. Para algunos, es importantísimo llegar con la mente abierta y tratándose de comida, lo es aún más.

"Sí, es decir, puedo sobrevivir con lo que sea, carne, pollo o pescado, pero hay otras cosas a las que no me acostumbro, como a las especias o ingredientes muy peculiares, pero no tengo miedo de probar de todo, lo pruebo, y si algo no me gusta, entonces no repito, no lo vuelvo a comprar y así es como aprendes", menciona Brandon Laird, de 29 años de edad.

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Brandon Laird, mexicano nacido en Estados Unidos, juega para los Hokkaido Nippon Ham Fighters. Foto: Japan Times

Los sacrificios y la adaptación son virtudes ampliamente valoradas en la cultura del beisbol japonés, que se basa en el código bushido, o código samurai. El espíritu de lucha del beisbol nipón consiste en que la mente siempre dominará al cuerpo. La fuerza mental hará que sanen las debilidades físicas. Y así, los lanzadores entran en maratónicas sesiones de bullpen en que llegan a lanzar más de 400 lanzamientos. Durante una lesión, el pelotero japonés debe ser fuerte mentalmente y bloquear el dolor. Jugar como un samurai.

Algunas de las diferencias culturales, sin embargo, se han vuelto en aspectos que han embelesado a los peloteros mexicanos, como la peculiar, pero leal y fiel, manera de apoyar de los fanáticos a sus equipos de beisbol y el cómo viven el rey de los deportes.

"La afición allá es muy disciplinada, siempre están al 100 por ciento apoyando a su equipo, ganen o pierdan, creo que eso es lo que le hace falta, en cuanto a cultura, al aficionado de otras partes. Es algo que respeto mucho, a los aficionados de allá", comenta el Gigante de Mulegé y miembro de Rakuten Golden Eagles.

El aficionado japonés es único, en eso está de acuerdo el Cochito Cruz.

"La cultura, el cómo se comporta la gente en el estadio, las costumbres que tienen, pero yo creo que nos adaptamos y que si puedes adaptarte a lo que sea, yo creo que te gusta, pero si eres muy quisquilloso, vas a batallar", asegura Cruz. "El primer año traté de aprender cosas nuevas, especialmente en una cultura tan buena como la de Japón, ya estoy en mi cuarto año allá".

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El Cochito Cruz con los Yomiuri Giants. Foto: Japan Times

En MLB o Liga Mexicana un partido puede estar 10-1 en la sexta o séptima entrada y un estadio se va vaciando más rápido de lo que se llenó, pero no en la NPB, la afición concibe de manera distinta el juego. En las tribunas, las porras y los cánticos son coreados por miles al mismo tiempo, liderados por un capitán de la porra. Agitan implementos de plástico de forma coordinada, en cada pitcheo, en cada out. Hay, incluso coreografías sincronizadas con los jugadores.

"También allá son muy apasionados, están apoyando durante todo el partido. Podríamos estar perdiendo 15-0 en la novena entrada y toda la afición seguiría apoyando igual, y creo que esa es una de las mejores cosas de esa fanaticada", menciona Laird.

El shock cultural ya es de por sí un tema que requiere asimilación y adaptación, pero quizás algo a lo que ningún ser humano va a habituarse, son los extraños e inesperados modos de comportarse de la madre naturaleza. Japón se ha distinguido por ser una de las zonas más sísmicas de todo el orbe, es por ello que la cultura de prevención de desastres con respecto a los terremotos es de lo mejor en el mundo, no sólo con la edificación de estructuras que sean capaces de resistir las arremetidas de la tierra sino en cómo la población encara estas eventualidades. Aún así, el miedo no deja de circundar.

"En cuatro años me han tocado como seis sismos, el primero sí me asustó mucho, porque me tocó en el piso 21 de un edificio, pero no ha pasado nada", relata Luis Cruz su experiencia con un movimiento telúrico al estilo nipón.

"Me han tocado un par, no han sido la gran cosa pero siempre es aterrador porque no tienes control sobre eso y sólo esperas que estés bien y que nada malo pase", comenta Laird sobre los sismos en el país del sol naciente.

Estando tan lejos de casa, sólo queda hacer nexos sólidos con los coterráneos para hacer más llevadera la distancia. Al menos eso es lo que han hecho los beisbolistas mexicanos en el lejano oriente.

"Sí tengo contacto con otros jugadores mexicanos, sobre todo cuando jugamos en contra, (Luis Alonso) Mendoza está en mi equipo, salimos y cenamos y convivimos. Cochito es un buen amigo mío, también vamos a comer y la pasamos bien", revela Laird. "A Luis le va bien, se ha sabido adaptar, es muy extrovertido, divertido, se la pasa bien, ha encajado bien en esa atmósfera y se ve que lo está disfrutando".