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Isaiah Thomas

No podemos dejar de ver el espectáculo de Isaiah Thomas

Los Celtics pueden vencer (casi) a cualquier equipo de la liga con Thomas en la duela.

El Jazz de Utah visitó Boston la noche del martes para medirse ante los Celtics en lo que se supone sería un encuentro entre dos de los conjuntos con menos estrellas en la NBA. El Jazz, aferrado con uñas y dientes en el quinto lugar de la Conferencia Oeste, sobrevive gracias a Gordon Hayward, Rudy Gobert, Rodney Hood y a algunos veteranos como Boris Diaw y Joe Johnson. En años recientes, los Celtics han llegado a postemporada jugando astutamente y por su defensiva aérea bien cubierta. El partido del martes por la noche pudo haber sido una sinfonía de minucias sobre el aro, marcajes y rotaciones inmaculadas, quizá un tanto matemático el asunto pero un deleite para los conocedores.

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Pero no fue así. El encuentro se convirtió en el espectáculo de Isaiah Thomas, como suele ser, de un tiempo para acá, para los Celtics. Cuatro noches después de anotar 52 puntos, cifra récord personal, ante el Heat de Miami, Thomas volvió a encestar 29 puntos y 15 asistencias para un victoria de 11 puntos. Hizo de todo: metió triples, layups, coló pases imposibles, y burló a diestra y siniestra. De paso, incrementó su promedio de puntos a 27.8, quinto en la liga y cinco puntos por encima de su mejor marca anterior. Desde las gradas se escuchó bajar el grito "¡MVP!".

Por su estatura —totalmente irrelevante— de 1.76m, Thomas pasó mucho tiempo en la NBA catalogado como una incertidumbre. Después de tres temporadas prometedoras pero con pocas victorias en Sacramento, fue trasladado a Phoenix, lugar que lo sacó de la banca para colocarlo en un papel de "ofensiva instantánea". Cuando los Suns lo mandaron a Boston, Brad Stevens lo utilizó en la misma posición en un principio. El año pasado, luego de recibir la oportunidad de ser titular, Thomas demostró ser capaz de dirigir una ofensiva constante. Esta temporada ha demostrado que puede aportar a una ofensiva emocionante.

El show de Thomas ante Utah demostró el alcance de sus habilidades. Hubo jugadas y bravatas de todo tipo —escoge la que mejor te parezca; en lo personal me quedo con la jugada sobre Gordon Hayward para ganarle al reloj en el primer cuarto—, pero también algunos placeres sutiles. Thomas posee un sentido supremo de los ángulos de la duela que le permite crear espacios para sus tiros y oportunidades para sus compañeros. Anoche, Thomas no sólo fue el máximo exponente de la ofensiva de Boston, sino también su motor.

Por más triste que sea reconocerlo, el gran juego de los Celtics con Thomas en la duela tiene un tope. El mismo jugador ha aceptado las limitaciones de su equipo y el método que utiliza. La narrativa de la NBA de nuestros días trata de dos equipos divinos que se erigen sobre todos los mortales, pero en el siguiente grupo los Celtics pueden vencer a cualquiera. Su pequeño base, ahora alejado de las sombras, es la razón principal.