Tacos, cervezas y la chilena de Cristiano Ronaldo

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Me chingué la rodilla

Tacos, cervezas y la chilena de Cristiano Ronaldo

Casi me atraganto con el taco campechano que comía en el puesto de la esquina cuando vi ese gol

"Me chingué la rodilla" es una frase que usamos como excusa en México todos los que no llegamos a debutar en primera división. En esta columna semanal, titulada así, hablaré de la liga mexicana, lo más importante del futbol a nivel mundial y algunas curiosidades que nos regale el deporte más popular del planeta. Justo cuando la iba a armar me chingué la rodilla. Por eso ahora escribo, hago TV y radio, para sacar mis frustraciones de no ser un futbolista profesional rico y famoso.

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Los casi 50 mil aficionados que se encontraban en el Juventus Stadium se levantaron de sus asientos. Cristiano Ronaldo, delantero del Real Madrid, había metido un gol de chilena contra la Juventus en Turín. El marcador final fue de tres goles a cero a favor de los merengues.

Siempre he pensado que el futbol es el deporte más hermoso del mundo. Cuando creemos que ya lo vimos todo, aparece otra jugada inédita. Poemas…o díganle como quieran. En este caso, durante una jugada que parecía perdida, el balón llegó a Carvajal, quien se ubicaba por la banda derecha y mandó un centró que le cayó a Cristiano Ronaldo. Casi me atraganto con el taco campechano que comía cuando vi el gol. Ahí, en el puesto de la esquina que acostumbro visitar, junto a otros comensales, observaba el partido en una pequeña pantalla de antena de conejo que no me permitió ver con claridad lo que había hecho el lusitano.

El grito y la emoción de la gente fue tan grande que pagué mi cuenta —60 pesos con todo y refresco— y me acerqué a un restaurante de cortes de carne que contaba con una imagen en HD. Decidí sentarme en ese lugar, pedí una cerveza y pausé mi trabajo. No podía perderme lo que había sucedido en ese minuto 64: historia pura. Un gol para enmarcar.

Tal vez como mexicanos podemos presumir que un gol de chilena es normal y común para nosotros gracias a Hugo Sánchez, el futbolista que mejor las ejecutaba y quién más goles ha pintado con tremendas acrobacias. El gol de Sánchez frente al Logroñes —leído al revés dice "Señorgol"— cumple 30 años esta semana y qué mejor que festejarlo con una copia. Mejor o peor, no sé, yo me quedo con las dos.

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En el año 2011, durante una entrevista a Cristiano Ronaldo y Hugo Sánchez, el portugués mencionó que en su carrera le hacía falta un gol de "chalaca", como le dicen en Perú a las chilenas, el único rincón en el mundo que cambia el título a tan maravillosa jugada.

Siete años después, el escenario fue el mejor. El juego fue en Italia, contra la Juventus y en la Liga de Campeones. Bajo los tres palos se encontraba el que para muchos es el mejor arquero de la historia: Gigi Buffon. Carvajal, por su parte, mandó el "peor" centro de su carrera, porque lo que puso en el área fue un pelotazo sin dirección, y el "mejor" porque terminó dando pie a este gol.

Cristiano se levantó 2 metros con 23 centímetros, es decir, un centímetro menos que Dick Fosbury, así se llama, no es mi culpa, fue un atleta ganador de la medalla de oro por salto de altura y poseedor del récord olímpico por brincar 2 metros con 24 centímetros en los Juegos Olímpicos en México 1968. Así de especial es lo que logró Cristiano.

Hugo Sánchez tenía 29 años cuando hizo ese señor gol, Fosbury logró su hazaña con 21 años y Cristiano Ronaldo anotó esta obra de arte con 33 años. Los tres quedarán grabados en la historia del deporte.

Lo que hizo Cristiano Ronaldo está en un rincón especial junto al gol de volea de Zinedine Zidane, su actual entrenador, quien llevó sus manos a la cabeza al ver lo que sucedió, seguro pensando: “lo que acaba de hacer este chico, madre santa.” Si el francés Zidane se sorprendió, nosotros los mortales, desde un puesto de tacos a más de 10 mil kilómetros de distancia, no podíamos creer lo que había pasado. Aunque le voy al Barcelona, incluso estuve a punto de pedir un mezcal para festejar ese gol, pero pagué mis dos cervezas y regresé a terminar mis labores, sabiendo que no nos queda otra cosa más que rendirnos a esos pies que se elevaron a la eternidad y que jamás olvidaremos.

Enorme, Cristiano.

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