A casi 50 años de la Guerra del Futbol, ¿a dónde va el futbol de El Salvador?
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Copa Oro 2017

A casi 50 años de la Guerra del Futbol, ¿a dónde va el futbol de El Salvador?

A menudo se refiere que la eliminatoria mundialista entre El Salvador y Honduras, rumbo a México 70, desencadenó una guerra entre ambos países. ¿Realmente fue así?

El Salvador no estará en Rusia 2018, México los eliminó en septiembre con un 3-1 en el Cuscatlán. Ese día, el peso del fracaso llegó de golpe porque era la tercera oportunidad para un técnico durante la eliminatoria, la experiencia de Ramón Maradiaga que él mismo vendió como la adecuada para clasificar incluso a Qatar 2022 y vencer a México se quedó corta: 11 derrotas y la cada vez más lejana promesa de la participación en un Mundial.

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Una de las mejores memorias futbolísticas de los salvadoreños está ambientada entre la tragedia. En 1969 fueron el primer país centroamericano en clasificar a una Copa del Mundo. Lo consiguieron en buena parte gracias al triunfo sobre Honduras, una serie de partidos que desde entonces ha sido vinculada con el conflicto armado que ocurrió entre ambos países en días posteriores. "La guerra del futbol", le llamó el periodista polaco Ryszard Kapuściński, sin embargo, las opiniones en ambas naciones insisten en desconocer el término porque no hay relación entre los hechos.

El conflicto armado tuvo origen en la decisión de Honduras para contener los problemas migratorios que, a decir de los trabajadores locales, comenzaba a impactar en sus condiciones de vida y las oportunidades de empleo. Y es que se calculaba que más de 300,000 salvadoreños habían emigrado a Honduras ante la terrible desigualdad que se vivía en su país, y a que las tierras, en un país tan pequeño, habían sido acaparadas y encarecidas por unos cuantos. El decreto de una ley agraria en Honduras para expropiar las tierras a los propietarios que no fueran nacionales y la expulsión de miles de salvadoreños fue aumentando la tensión. En la radio hondureña se escuchaban frases como "Hondureño, toma un palo y mata un salvadoreño".

En el punto más alto de la tensión binacional, llegó la eliminatoria para el Mundial de México 70 que enfrentó a Honduras y El Salvador. El 8 de junio de 1969 disputaron el primer partido en Tegucigalpa, un solo gol le dio la victoria a los hondureños. Toda la noche anterior aficionados hondureños habían hecho fiesta afuera del hotel donde se hospedaban los salvadoreños apra no dejarlos dormir. Y el mismo día del partido, coincidencia o no, 63 salvadoreños deportados llegaban a la frontera para ser repatriados.

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La hostilidad creciente de Honduras hacia los ciudadanos salvadoreños había convertido a la eliminatoria en una esperanza nacional para un desquite que no llegó en el primer partido. La derrota salvadoreña en Tegucigalpa y las humillaciones que la acompañaron, provocaron un dolor aún más grande en El Salvador. Amelia Bolaños, una joven salvadoreña de 18 años, decidió quitarse la vida disparándose en el corazón con la pistola de su padre. Su funeral generó atención a nivel nacional, y su nombre se convirtió en una bandera de lucha para los salvadoreños que ansiaban venganza.

El juego de vuelta, celebrado el 16 de junio, en el Estadio Flor Blanca de El Salvador era la oportunidad perfecta para el desquite. Los aficionados salvadoreños, enardecidos, se congregaron afuera del hotel d donde se concentraban los jugadores hondureños la noche previa al partido para devolver, por partida doble, el favor de lo que sus jugadores habían padecido en Tegucigalpa. Rompieron los cristales del hotel, lanzaron huevos podridos, ratas muertas y trapos pestilentes para hostilizar a los rivales.

El día del partido, los jugadores hondureños tuvieron que ser trasladados al estadio en vehículos blindados, mientras que durante el recorrido los aficionados salvadoreños se alineaban portando fotografías de Amelia Bolaños. Soldados de la Guardia Nacional salvadoreña acordonaron el campo con ametralladoras en mano. La hostilidad escaló en una afrenta nacional: el himno de Honduras no alcanzó a escucharse en medio de la rechifla; al bandera hondureña fue quemada en medio de la euforia de los aficionados y en su lugar se izó un trapo deshilachado y sucio.

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El Salvador obtuvo su venganza y venció 3-0 a Honduras. Los aficionados hondureños eran atacados con globos llenos de orina, y la reyerta escaló a otros terrenos. Los consulados hondureños en El Salvador también fueron atacados, lo que desencadenó más represalias contra los migrantes salvadoreños en Honduras, lo que ocasionó un éxodo en la frontera ocasionado principalmente por la persecución que había iniciado un grupo paramilitar llamado "La Mancha Brava".

Las circunstancias políticas obligaron a un encuentro de desempate que, ante el desacuerdo y el temor, se disputó en México el 26 de junio de 1969 y terminó en un 3-2 en favor de los salvadoreños, resultado que les permitió avanzar hasta la histórica clasificación mundialista, y la eliminación hondureña.

Las afrentas mutuas que se habían dado durante los días de la eliminatoria mundialista, y la persecución que se había desencadenado contra los salvadoreños en Honduras, hicieron que se rompieran las relaciones diplomáticas entre ambos países, y tres semanas después inició lo que para unos es la "Guerra del Futbol" y para otros es la "Guerra de las 100 horas".

El 16 de julio, la fuera aérea salvadoreña inició una incursión aérea en territorio hondureño en un ataque que era el preludio para la entrada de las fuerzas terresters que pretendían tomar Tegucigalpa en 72 horas. Pero la falta de munición y de combustible frenaron el impetu bélico. La guerra duró del 14 de julio al 18 de julio debido a la intervención de la OEA para lograr un cese al fuego que, a pesar del corto tiempo, costó la vida de entre 4 mil y 6 mil personas.

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"La Guerra del Futbol" no fue ocasionada por el futbol, sino por una añeja olla de presión que fue tensando la relación entre ambos países. Sin embargo, el futbol, que lo magnifica todo y a quien se le suele cargar con el peso de la integridad nacional en casi cualquier país, representó la cadena de agravios que hizo estallar aquella olla de presión.

El cese de los ataques no puso fin a la hostilidad de las relaciones, que fueron suspendidas diplomáticamente; el resentimiento por los agravios permaneció durante varios años y se restablecieron hasta 1992 con ayuda internacional.

El Salvador disputó su primera Copa del Mundo y el resultado hizo historia por ser el primer equipo que participó sin conseguir una sola anotación. Perdieron los tres, recibieron nueve goles y sólo volverían a la máxima competencia hasta 1982. El resultado en España fue el mismo, aunque esa vez consiguieron el único gol de su trayectoria en Mundiales, perdieron los tres enfrentamientos y recibieron 13 anotaciones.

A casi 50 años de esa llamada Guerra del Futbol y su primer Mundial, La Selecta está eliminada de Rusia 2018 y su máxima aspiración, por ahora, es superarse en la Copa Oro, competencia de la que ha sido subcampeona en 1963 y 1981. El futbol de El Salvador se ha estancado, mientras otras regiones del continente progresan en sus conquistas de un sitio, como lo hizo Costa Rica en la pasada Copa del Mundo, su situación actual cuenta problemas económicos, corrupción, violencia y entonces, un bajo nivel de competencia que les impide crecer a la par de otros.

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Durante su gestión en la eliminatoria, Ramón Madariaga falló en la ejecución de su proyecto porque no concretó la clasificación, sin embargo, fue un periodo que también padeció por la falta de recursos. El técnico reclamó adeudos y la escasez de viáticos para transportarse a partidos y realizar las visorías necesarias en la conformación de un equipo. El reclamo podría tomarse como un pretexto ante los malos resultados, pero cuando recién tomó al equipo, los jugadores rompieron la concentración previo a un partido contra México para reclamar una adecuada paga por la efectividad de su trabajo, mejores hoteles y conexiones entre sus vueltos para cumplir con los compromisos con menor desgaste físico.

En ese entonces, el defensa Milton Molina explicó la inconformidad: "Las condiciones que te dan son mínimas y al final el peso cae sobre uno. Si no te dan las condiciones, no rendirás lo que tienes que rendir". Las peticiones fueron cumplidas parcialmente y el camino a Rusia continuó hasta el fracaso definitivo en septiembre pasado.

La selección sufre porque la competencia exige una mejor preparación que se traduce en altos costos imposibles de asumir, pero no solo ocurre en este equipo. Cada torneo, varios clubes salvadoreños luchan contra los problemas de solvencia. A principios de este año, los elementos del Chalatenango se pusieron en huelga para exigir lo básico: bebidas hidratantes, transporte y el sueldo que les corresponde para pagar la renta de sus casas; varios de ellos ya habían recibido amenazas de desalojo.

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Las dificultades para conformar un representativo nacional que sea digno rival pasa incluso por el descuido de su alimentación y forma física en los respectivos clubes. Bladimir Díaz, delantero del Chalatenango, relató para La Prensa sus experiencias: "Pasamos al Pollo Campestre, comimos pollo con papas fritas, pero la hidratación es lo que costó, nos dieron un Powerade, bien poquito. Incluso, el agua está escasa en los entrenamientos, pero está difícil la situación. Así como se ven las cosas le tememos al descenso, no porque no se pueda salvar la categoría, si no porque algunos jugadores no están llegando a entrenar porque no tienen dinero para la gasolina, no hay dinero".

El Club Deportivo Águila estuvo en huelga por las mismas fechas, luego de un mes y 14 días sin recibir lo correspondiente. el Club Universidad de El Salvador perdió la categoría por la vía deportiva, pero entre problemas por adeudos de más de dos meses; los reclamos de los jugadores fueron ignorados durante un buen tiempo por las autoridades del equipo.

En El Salvador, los futbolistas son parte del pueblo que carece. Las cifras oficiales del Ministerio de Economía indicaron que el 40.6% de la población vive en pobreza y el departamento de Cuscatlán, el hogar de La Selecta, es el que más la padece. Así se explica que las asistencias a sus estadios sean de las más bajas en la región, ir a un partido puede costar entre 3 y 18 dólares en fases regulares y entre 35 y 40 en las definitivas.

A pesar de ello, como reveló una investigación del diario El Gráfico, al menos 23 alcaldías aportaron, durante un lustro y hasta 2015: 774,321 dólares para financiar equipos de futbol. La asignación de esos recursos viola un artículo constitucional al no ser utilizados en beneficio de los municipios.

Su futbol ha estado involucrado en polémicas por corrupción, en 2013, más de 20 jugadores fueron suspendidos, algunos temporalmente y otros definitivamente, al ser culpables del amaño de cuatro partidos de selección, entre ellos el que perdieron 5-0 contra México en la Copa Oro. Pero esa no era la primera vez que ocurría, clubes como FAS y Águila ya habían sido señalados por vender partidos de Concachampions, a cambio de 17 mil dólares por jugador.

A El Salvador lo aqueja la pobreza y la violencia, problemáticas estrechamente relacionadas. Sus habitantes viven bajo el asedio de la Mara Salvatrucha, la Barra 18 y otras más que mantienen 600 células regadas a lo largo del territorio. En los primeros meses de este año, el país superó las tasas de asesinatos registradas en México y otros países centroamericanos en los doce meses del 2016. Esa violencia llega a los estadios y aleja a los aficionados que ya prefieren verlo por televisión, el futbol pertenece a ese contexto, está estancado, vacío de ilusiones mundialistas y con un recuerdo lejano manchado por la guerra.