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Soy Leyenda: Marco Pantani

Marco Pantani es uno de los grandes nombres del ciclismo de los años 90. Su muerte sigue inmersa en una nube de secretos y incógnitas, pero sus ascensiones ya forman parte de la historia del ciclismo.
Imagen vía Reuters

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No podíamos vivir un dia más sin hacer un Soy Leyenda de otro de los más grandes ciclistas de todos los tiempos. Marco Pantani tenía que estar en VICE Sports. Tienes las entradas anteriores de la serie aquí.

Idolatrar hasta el hastío a celebridades que no conoces personalmente esconde cierto complejo de inferioridad… aunque, por qué no admitirlo, impregnarte de sus influencias, dentro de unos límites razonables, es comprensible.

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Más leyendas: Rivaldo

Luego, una vez creía que había entendido el significado de la vida, me di de bruces con Nate Fisher y Marco Pantani. Nate es un personaje de ficción de Six Feet Under y Marco falleció cuando yo tenía 11 años. Quiero pensar que son las excepciones que confirman la regla.

Los inicios de Il Pirata

Marco Pantani permanece en la nada, sí… pero después de serlo todo. Sobre el asfalto no existían reglas. Lejos de la carretera, en su mente, demasiadas. Toda biografía suele empezar con un nacimiento: la de Il Pirata debería de iniciarse con su muerte y retroceder hasta su origen, como Benjamin Button. O al menos, partir del final a modo de flashforward.

El último ciclista romántico falleció una tarde encapotada del Día de San Valentín en 2004: como metáfora sensacionalista de su existencia, da para portada del The Sun y un extra de 10 páginas en el Bild.

Pantani celebra la segunda etapa que ganó en el Tour de Francia de 1995. Foto de Jean-Paul Pelissier, Reuters

En realidad, Marco llevaba cinco años muerto en vida. Se destruyó porque lo destruyeron, pero antes dejó para la posteridad exhibiciones antológicas que lo elevan a la categoría de leyenda.

Il Pirata nació el 13 de enero del 1970 en la ciudad italiana de Cesena. Ironías de un destino que no existe, si Italia tiene forma de bota, Cesena sería la parte superior del gemelo: sí, ahí donde se notan los pinchazos cuando la carretera se empina más allá de los dos dígitos y las pulsaciones suben más allá de las 170.

22 años después, Pantani firmaba su primer contrato como profesional. El niño tímido, el joven alopécico e inseguro, solo dejaba sus dudas atrás cuando se subía a una bicicleta.

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El mito de Mortirolo

El Giro de Italia de 1994 fue un peaje gratuito hacia el éxito. Pedalada a pedalada, hizo estallar la valla por los aires: ganó su primera etapa en una gran vuelta (Kranj-Linz), pero donde realmente se descubrió a los ojos del mundo fue en el Mortirolo, uno de los puertos más temidos y emblemáticos de Italia.

Venció la etapa, pero más que el triunfo en sí, fue la manera cómo atacó. Era la rabia llevada al extremo. Los pedales le quemaban: llevaba el cuerpo muy arqueado, la mirada perdida en un punto lejano y el semblante colérico, como en contra de todo y de todos. Al final fue segundo en la general.

El momento: 1998, un doblete histórico

Entre 1995 y 1997, demasiados factores se unieron para detener la eclosión de Pantani. La muerte en carretera de su amigo Fabio Casartelli en pleno Tour de Francia; un atropello; el enamoramiento profundo con Christina, su novia, que derivó en relación tóxica; y, por supuesto, el gato negro que se cruzó en su camino en el Giro de 1997.

Eso sí, Marco subió por primera vez al podio en el Tour de ese mismo año. Tenía chispazos pero le faltaba regularidad.

1998 fue su año. Su superioridad en el Giro fue incontestable. Tras su victoria final, el periodista Guido Vergani, de Il Corriere della Sera, escribió un artículo sensacional titulado Y el corazón decidió: es como Fausto Coppi.

A pesar de su gran Giro, en el imaginario colectivo la gran hazaña de Pantani se gestó indudablemente en el Tour de 1998: la etapa que discurrió entre Grenoble y Les Deux Alpes es pura historia del ciclismo.

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Pantani se encontraba tercero en la general a 3 minutos y 1 segundo de Jan Ullrich. A falta de 50 kilómetros para llegar a meta, seis para coronar el Galibier, Il Pirata, bandana en la cabeza, destrozó el raciocinio humano: un ataque como el suyo solo puede entenderse desde las entrañas.

Bajo una lluvia torrencial en un día de perros, Pantani se distanció 3 minutos de Ullrich en los 6 kilómetros de ascensión. Al alemán le terminaron cayendo 8 minutos y 57 segundos. Marco gestionó la ventaja a la perfección hasta el final. Por fin tenía ese anhelado Tour.

Cuando le preguntaron cómo celebraría la victoria, los genes de italiano socarrón se notaron: "Me compraré una caja de Viagra y me encerraré en casa con Christina".

El principio del fin en Madonna di Campiglio

5 de junio de 1999: Pantani arrasa. Su poderío es descomunal y se encuentra en el mejor momento de su carrera. Acumula cuatro victorias parciales en el Giro y domina la general a placer.

El día anterior había levantado los brazos en Madonna di Campiglio, pero el sol que 12 horas antes bañaba la pequeña localidad de Trento ya no era nada más que un miraje despiadado. Se intuía un día gris para el resto… y negro para Pantani. El infierno se acabaría cerniendo sobre el líder del equipo Mercatone Uno.

52%. Un porcentaje terminaba con su Giro; más adelante, con su carrera. 52% de hematocrito (cantidad de glóbulos rojos en la sangre). El máximo permitido era de 50%.

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Pantani fue expulsado del Giro inmediatamente. Sus declaraciones ese día fueron más premonitorias que nunca: "Tenía la maglia rossa, en el último control tenía el hematocrito al 46% y hoy me despierto con esta terrible noticia. Hay alguna cosa que no me cuadra. Levantarme tras un revés como éste… lo he hecho muchas veces, pero esta vez no podré".

Casi sin quererlo, Marco estaba dictando su propia sentencia de muerte.

Las depresiones y la droga se retroalimentaron sin freno y el abismo se le acercó demasiado: era excesivamente tentador para no caer en él. El 14 de febrero de 2004, Marco Pantani fue hallado muerto víctima de una insuficiencia cardíaca aguda provocada por una mezcla de medicamentos y cocaína.

La versión oficial hablaba de suicidio.

La verdad detrás de la trama

Tonina Pantani, una auténtica madre coraje, se desvivió por su hijo a lo largo de toda su vida: con su muerte le arrancaron parte del alma. La mamma, no obstante, tuvo claro que quería justicia desde el primer momento. El positivo de Madonna di Campiglio no le cuadraba; su supuesto suicidio tampoco le encajaba.

Su caso fue archivado en tan solo 55 días. Después de 10 años, en agosto de 2014, Tonina, perseverante, reunió las pruebas necesarias para reabrir el misterio de su muerte. Según su teoría, Marco fue golpeado y obligado a beber cocaína diluida en agua. De este modo, se podía simular un suicidio.

A pesar de sus problemas con la sombra del dopaje, Pantani mantuvo su especial relación de amor con los aficionados. La victoria en el Mont Ventoux fue su penútlima victoria en un Tour de Francia. Imagen vía Reuters

Meses después de la reapertura de su caso, en noviembre de 2014, el laboratorio que almacenaba los restos de su cadáver aplicó "casualmente" el ordenamiento judicial italiano. Su corazón fue literalmente destruido.

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Pero su infatigable lucha está fructificando finalmente. El amor de madre todo lo puede. La Fiscalía de Forlì reveló hace dos meses que un clan mafioso convenció a un médico para alterar el test en Madonna di Campiglio. Una trama de apuestas ilegales en su contra fue la causa. El hematocrito de Pantani era del 46%. Niveles legales.

Las preguntas obligatorias que uno debe hacerse a estas alturas son: sin ese falso positivo, ¿se hubiera enganchado a la cocaína? ¿Estaría muerto? Y, la gran incógnita que queda por resolver: ¿fue un homicidio o un suicidio?

Declaración final

"Subo tan rápido para dejar de sufrir antes"

Marco Pantani

¿Marco se dopaba? Sí, como casi todos los ciclistas en los años 90. Esto no le exculpa. Pero el circo ciclista era así. Un circo en el que Pantani era el menos payaso.

Su historia es la del antihéroe. La de un corredor que prefirió arriesgar victorias, podios y gloria personal en pos del espectáculo. En 1995, tras conseguir vencer en Alpe d'Huez, Gianni Mura, periodista de La Repubblica, le preguntó: "¿Por qué subes tan rápido?".

La lucha de Marco Pantani y Jan Ullrich en los Tours del '97 y '98 fue una de las mejores de la última década del siglo XX. Imagen vía Reuters

Marco, críptico y parco, como habitualmente, fue claro como nunca en aquella ocasión: "Para dejar de sufrir antes". Aún en edad de formación, también declaró: "Disfruto creando el vacío a mi espalda".

Si el cielo existiera, Pantani habría reventado la puerta de San Pedro a golpe de pedal y estaría en lo más alto.

Si el autor hubiera conocido a Pantani le hubiera prometido amor eterno, por esto en Twitter lo demuestra: @DaniTerraa