Henry Cejudo: El Chilaquil Olímpico

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Henry Cejudo: El Chilaquil Olímpico

Antes de su pelea de título en UFC 197, recordamos la victoria de Henry Cejudo en Monterrey y su camino a convertirse en el contendiente número uno.

"Lo de 'mijo' se lo digo así de puro cariño", me cuenta Abel Cortés mientras esperamos en el lobby del lujoso hotel de San Pedro donde el UFC ha hospedado a los peleadores que competirán en el primer evento de la organización en Monterrey. "Pero también porque yo lo he visto crecer en este deporte, y en ese sentido pues también soy como su padre, ¿no?"

De tez morena, boina española y una barba de candado sospechosamente oscura para su edad, el entrenador de box de Henry Cejudo espera a que su pupilo baje de la habitación para partir rumbo al Parque Fundidora, donde se llevará a cabo el pesaje. Yo también espero, aunque a alguien menos ilustre. Don Cesáreo, el chofer asignado, lleva veinte minutos de retraso y me preocupa que no alcancemos a completar el registro de prensa. El timbre del elevador nos avisa que está aterrizando en la Planta Baja, y detrás de sus puertas metálicas aparece Henry Cejudo, el medallista olímpico, el peleador invicto, el mexico-americano. Lleva una enorme maleta deportiva al hombro, tan grande que parece de su tamaño, y presume esa sonrisa de oreja a oreja con la que siempre recibe a todo el mundo.

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"¿Qué pasó, mi chilaquil?", me pregunta efusivo mientras extiende su mano en señal de saludo. Conocí a Henry la primera vez que vino con UFC a la Ciudad de México. Desde entonces lo he topado varias veces en diferentes latitudes, pero como se quedó con la idea de que soy chilango decidió que su apodo para mí y mi equipo sería el de "chilaquiles". Alguna vez quise explicarle que en realidad soy de San Luis, del desierto, pero como ya hasta le agarré cariño al apodo prefiero no romper la ilusión.

Henry se bien. Obviamente ya se encuentra en pleno corte de peso. Tiene un semblante levemente pálido y los cachetes ya se le empiezan a pegar a los huesos de los pómulos. Nos damos la mano y yo, insensible como soy, lo asalto inmediatamente con una pregunta.

-¿Qué onda, Henry? ¿Cómo te sientes?"

-Ahorita mismo, a todo dar. Ya viene lo difícil, pero por lo menos doy gracias de que la pelea no sea en la Ciudad de México.

Henry Cejudo y Efraín Escudero entrándole a los dulces de tamarindo durante una visita a la Ciudad de México.

Es cierto. La altura de la capital mexicana representa un reto para cualquier atleta, desde el fútbol hasta la natación, y en los dos eventos que el UFC ha realizado en esa ciudad la altura fue uno de los temas principales entre peleadores. Además, recordemos que el día de su pelea con Chico Camus en la Ciudad de México, Henry Cejudo sufría los estragos que dejaron en su estómago unos desafortunados tacos de pescado. Con todo y todo, se ve feliz de tomar un respiro y pelear en una ciudad que le permita una preparación física menos extenuante.

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Don Abel Cortés comenta sobre la urgencia de llegar al pesaje y abandona el hotel junto a su alumno predilecto. Instantes después, don Cesáreo arriba con la camioneta y luego de cargar el equipo salimos también rumbo al Parque Fundidora.

Durante el pesaje somos testigos de un pequeño incidente entre Cejudo y su oponente, el brasileño Jussier Formiga. Al momento de encararse frente a frente, Formiga estira su brazo izquierdo y coloca el puño cerrado en la barbilla de Henry. Para sorpresa de todos, Henry esconde su sonrisa y reacciona ante la estrategia psicológica del carioca dando un paso al frente. Se empujan. Se amenazan. Afilan la mirada. Todo esto en sólo unos segundos hasta que Joe Silva —no nos quisieron prestar a Dana White para este evento— se interpone entre ellos para separarlos. Curiosa la cosa. No parece algo característico de Cejudo.

"Yo sé que Formiga no es ninguna broma", me dice Henry en el backstage del pesaje. "Cinta negra en jiu-jitsu, seis peleas en UFC, mucha experiencia, todo eso que dicen. Pero la verdad creo que está nervioso. Su especialidad es la pelea de piso, ¿y tú crees que va a querer ir al piso conmigo?

A pesar del incidente, Henry ya no está acalorado. Al contrario, se le tranquilísimo.

"¿Nervioso yo? No me vas a creer, pero yo nunca me pongo nervioso. Nunca siento presión. Yo creo que fueron todos esos años de competencia en lucha que me quitaron los nervios". Después de pensarlo un instante, añade: "O igual hay algo malo conmigo, ¿no? Igual y estoy descompuesto." Henry se ríe como su supiera que esta última teoría podría ser verdad.

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El campeón olímpico abandona la arena para regresar al hotel. Por supuesto, el resto es historia. Al día siguiente, el UFC celebró su primer evento en Monterrey —el tercero en la República Mexicana—, donde Herny Cejudo derrotaría a Formiga por decisión dividida. No fue una pelea bonita, pero sí muy intensa. Al verlo cojear en el backstage, con la espinilla derecha envuelta en vendas y soportes, le pregunto a Cejudo sobre la decisión de los jueces.

Henry Cejudo momentos después de derrotar a Jussier Formiga en Monterrey.

"Pues no sé qué juez pudo haber visto que yo perdí dos rounds, Ése es el peligro de las decisiones. Tú la viste. Yo gané cada minuto de esa pelea", dice Henry.

"Es que para evitar riesgos hay que finalizarlos", digo yo, arrepintiódome después de ver la mirada que me lanza Cejudo. Después de todo, ¿qué le puede decir alguien que nunca se ha subido a la jaula a un peleador profesional?

"No es tan fácil", dice tranquilo. "Yo sé cómo dominar una pelea. Pero en UFC es difícil finalizar oponentes. Aquí nadie quiere perder."

"¿Y ahora qué? ¿Ya eres el contendiente número uno?"

"No manches, tengo que serlo. Llevo cuatro victorias al hilo en UFC en dos divisiones diferentes. Acabo de derrotar al número tres. ¿Qué más quieren que haga?"

Se acaba el evento. Henry y su equipo se preparan para abandonar la arena junto al resto de los peleadores. Como despedida, don Abel Cortés me cuenta un chiste vulgar que no alcanzo a entender, seguro más culpa mía que suya, y Henry me extiende la mano con su habitual sonrisa.

"Nos vemos en la Ciudad de México, mi chilaquil".

"Namás no te olvides de nosotros cuando tengas el cinturón", le respondo.

"Nunca. Mis papás son chilangos. Mi herencia también es de chilaquil."

Cejudo regresa a casa con la etiqueta de contendiente número uno de peso mosca. Ahora con justicia ha recibido la oportunidad para pelear por el título en el evento co-estelar de UFC 197 el próximo 23 de abril. La tarea parece monumental: pasar sobre el actual campeón, Demetrious "Mighty Mouse" Johnson, actualmente considerado como el segundo mejor peleador libra por libra del mundo. Pero para un hijo de inmigrantes mexicanos que se convirtió en el medallista de lucha más joven en la historia de Estados Unidos, las tareas monumentales han sido su pan de cada día.