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El éxito de Roberto Osuna va más allá de su potente brazo derecho

La familia es lo más importante para el joven cerrador estrella de los Blue Jays de Toronto, Roberto Osuna.
Photo by John Lott

La noche del 19 de agosto en Cleveland, Roberto Osuna dejó el montículo claramente desconcertado.

Había experimentado los peores minutos de la que habría sido una extraordinaria temporada. Dos bateadores consecutivos conectaron cuadrangulares después de emboscar un par de lanzamientos flojos, ambos con cuenta de dos strikes, lo que provocó que los Blue Jays perdieran 3-2.

Cuando Osuna y sus compañeros regresaron a Toronto la noche siguiente, su padre lo aguardaba. Su papá siempre ha estado ahí para aconsejarle e instruirle desde que su primogénito cogió la primera pelota de beisbol cuando era niño en México. Las cosas no han cambiado ahora que su hijo es uno de los píchers cerradores más prometedores de las mayores a sus 21 años.

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El padre de Osuna, también bautizado Roberto, fue un buen lanzador durante más de dos décadas en México. Cuando su hijo lanza bien, lo deja en paz. Cuando los problemas surgen, como aquella noche en Cleveland, su padre se convierte de nuevo en entrenador. Cuando describe las conversaciones con su hijo, utiliza el "nosotros" en repetidas ocasiones como si él también hubiese estado en el montículo.

"Lo que por lo general hacemos es reunirnos, cuando regresa del viaje, para desayunar o cenar, a veces en la noche, y hablamos", Roberto padre explica por medio del traductor del equipo Josué Peley. "Siempre hablamos sobre el lanzamiento que usamos o no usamos. En Cleveland le faltó agresividad tomando en cuenta que tenían dos strikes. Dejó sus lanzamientos ligeramente elevados de la zona. No fue lo suficientemente agresivo. Por eso de lo único que hablamos cuando algo así se vuelva a repetir es que necesita ser más agresivo y retar a los bateadores".

Con una cuenta de dos strikes, dijo su padre, debemos salirnos de la base. Opta por una bola rápida que se abra o, a lo mejor, un lanzamiento menos rápido hacia el piso.

"Tenemos que escoger algo que no van a poder conectar", explicó su padre.

La familia Osuna: Pedro, Roberto padre, Moni, su madre Guadalupe, Roberto y Alejandro. Foto cortesía Toronto Blue Jays

En el primer cuadrangular a manos de José Ramírez, Osuna realizó un lanzamiento con cambio de velocidad sobre la parte central del home con dos strikes en la cuenta. El siguiente bateador, Tyler Naquin, había acumulado una bola y dos strikes, y conectó un slider sobre la parte alta de jardín derecho para lograr un cuadrangular dentro del estadio. Tanto Ramírez como Naquin habían bateado con perfil zurdo.

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"Hablamos de cómo debí haber realizado un lanzamiento diferente y optar por una bola rápida", comentó Osuna un día después de haber conversado con su papá. "Intento aprender tanto como puedo. Todos los días intento aprender algo nuevo y es justo lo que aprendí anoche".

Osuna reconoce la validez de las diferentes estrategias. Había logrado dos strikes en cada bateador con bolas de poco más de 90 mph. Tal vez se dieron cuenta que recibirían una bola similar. Tal vez habría sido mejor cambiarles la estrategia.

Pero de todos sus entrenadores, al que más ama y conoce es de quien valora más sus consejos.

"Ese es mi papá", dice, "y creo que es el único que de verdad desea lo mejor para mí. Es el único en que puedo confiar. Amo a mis entrenadores, pero le tengo tanto respeto a mi papá. Sé lo que hizo en su carrera. Es mi héroe y por eso le obedezco".

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A los 12 años, Osuna siguió a su padre hasta los campos de México para recoger vegetales. Se había dado de baja de la escuela (no le agradaba mucho de todas formas) para ayudar a su familia con los gastos. Su padre se había sometido a una cirugía de brazo que terminaría con su carrera y los Osuna pasaban penurias y seis personas dormían en un cuarto de una casa maltrecha.

Pero incluso a sus 12 años, Osuna era un pícher prometedor. Cuando fue invitado a Japón para jugar a esa edad, y después a Italia, comenzó a fluir un poco más de dinero a casa, y sus padres empezaron a soñar en lo improbable: a lo mejor el poderoso brazo derecho de su hijo podría cambiar sus vidas.

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"Nos obligó a trabajar más duro", dice su padre, "porque vimos que había una oportunidad".

A los 16, el joven Roberto se convirtió en profesional jugando en la vieja liga de su padre. Poco tiempo después, los Blue Jays lo ficharon por 1.5 millones de dólares. De una día a otro la vida les cambio a los Osuna, empezando por la casa nueva que Roberto le compró a su familia.

Dos años después, el sueño tomó una desviación. Era un prospecto que ganaba reconocimiento rápidamente cuando sintió algo raro en su codo. A los 18 años se tuvo que someter a cirugía reconstructiva de su codo.

Osuna practica su lanzamiento antes de un partido. Foto por John Lott

"Fue difícil al principio después de firmar el contrato porque se había sometido a la cirugía Tommy John", su padre comenta. "Era joven, y por eso se deprimía porque pensaba que no sería alguien en la vida. No creía en sí mismo.

"Así que mi esposa y yo nos juntamos para ayudarlo. Estuvimos ahí cuando se operó. Siempre le enseñamos a trabajar duro y se le quedó grabado. Ahora lo hace solo pero sigo aquí siempre que me necesita para darle esa motivación".

La cirugía Tommy John fue un punto de inflexión para la carrera de Osuna como beisbolista y para la manera en que veía el mundo. Era la clásica moraleja: cuando estás en el hoyo te das cuenta quiénes son tus amigos.

"Cuando era uno de los mejores jugadores prospecto antes de la cirugía, todo mundo estaba conmigo", dice Roberto. "Tenía muchos amigos y familiares, primos, tíos, todo. Pero cuando se dio mi operación, todos me abandonaron, nadie creía ni confiaba en mí. Un par de personas me dijo que se había acabado mi carrera. Mis padres y hermanos fueron los únicos que se quedaron a mi lado".

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En la actualidad, Osuna es uno de los peloteros de los Blue Jays más populares y el jugador más exitoso de 21 años en la historia —el primero en registrar 30 juegos salvados en una temporada—. Cuando cruza la puerta del bullpen, brinca cuatro veces sobre su pierna derecha y comienza a trotar hacia el montículo; el público en el Rogers Centre los recibe con un alarido. Pronuncia una breve oración y se persigna antes de su primer lanzamiento, alza su brazo derecho y apunta al cielo después de salvar un juego más. El mantra de la familia es "Primero Dios".

Después de registrar 20 juegos salvados el año pasado, Osuna tiene 30 más y un ERA de 2.50 esta temporada. Entre los cerradores de la Liga Americana con 30 o más juegos salvados, su WHIP de 0.88 es el segundo tan sólo detrás de Zach Britton de Baltimore (0.80).

Osuna señala al cielo después de asegurar un juego más. Foto por Nick Turchiaro-USA TODAY Sports

Dentro del clubhouse, nadie puede creer que tenga tan sólo 21 años.

"Es muy maduro para su edad", dice su compañero relevista Joaquin Benoit de 39 años. "Su ética de trabajo es grandiosa. Hará grandes cosas en el futuro".

Lo mismo opina Jason Grilli: "Se nota que es un joven con mucho talento, además viene de una familia beisbolera. Su nivel de madurez habla mucho del porqué mejorará en el futuro".

Grilli entiende la importancia del padre de Osuna en su crecimiento más que nadie. El padre de Grilli, Steve, es un ex lanzador de grandes ligas que vive en Siracusa después de que los Blue Jays lo mandaran a ese lugar al final de su carrera. Steve es dueño de un bar en esa ciudad y transmite los partidos de los Chiefs de Siracusa.

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"Roberto proviene de una familia beisbolera como yo, y sé que siempre es de gran ayuda", Grilli comenta. "Cuentas con una fuente extra de personas que entienden, que han estado ahí antes que tú. En ocasiones hablo con mi padre sobre la selección de lanzamientos y cómo atacar a ciertos bateadores. Él conoce el juego, lo ha practicado y analizado. Siempre está al pendiente de lo que hago y siempre tiene consejos cuando los necesito".

Grilli estuvo ahí para el joven cerrador después del colapso en Cleveland. Osuna reconoce la madurez que ha obtenido en su temporada como novato, pero también dice que aprecia la oportunidad de aprender de los mayores.

Grilli: "Sólo le dije, 'Sólo quiero asegurarme que estés bien. No voy a decirte qué tipo de lanzamiento debiste lanzar o algo parecido. Eres tú allá afuera, tu estás al mando y puedes hacer lo que quieras'.

"Nadie quiere estar parado allá afuera y hacerle perder un partido al equipo", Grilli añade. "El chiste de ser relevista es que podemos salir a jugar y hacer nuestro trabajo 50 veces; echamos a perder un juego y salimos en los encabezados. Sólo quería asegurarme de que pudiera recuperarse, y lo hizo".

Al día siguiente, Osuna lanzó una novena entrada perfecta para asegurar una victoria de 6-5. Ramírez y Naquin fueron los primeros y últimos bateadores que retiró.

"Creo que se dio cuenta de muchas cosas", Benoit dice. "Es un ser humano, cometerá errores. Si necesita ayuda sabe que lo ayudaremos".

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Mientras tanto, la familia Osuna pasará gran parte de la temporada en Toronto. No hace mucho regresaron a México por razones de negocios, pero se espera que regresen a tiempo para la serie crucial de los Blue Jays ante Boston este fin de semana.

"Puede que se queden aquí [en Toronto] para el resto de la temporada", Osuna comenta. "No quieren regresar a casa. Aman la ciudad y vernos jugar".

Todos los días cuando la familia se encuentra en la ciudad, el padre de Osuna se convierte en entrenador de su hijo de 13 años. En lugar de trabajar en los campos áridos de México, practican en un estadio de ligas mayores al mediodía antes de que los peloteros lleguen.

Alejandro (Alex) es un pícher zurdo que ha conectado uno que otro cuadrangular en las prácticas de bateo en el Rogers Centre. Pedro, de perfil diestro, es un bateador que promete mucho, dice su padre.

"Me recuerda a Roberto", dice su padre. "Roberto también era un gran bateador. Era parte del equipo junior de México. Lo mismo pasa con mis hijos gemelos. Uno de ellos es zurdo y llega a lanzar hasta 81 mph. Pero también es muy bueno bateando, así que practico un poco de todo con él.

"El diestro juega en la tercera base. También es bateador de poder. Tiene una pequeña lesión en su codo derecho por eso tomamos los entrenamientos con calma. Me recuerda mucho a Roberto cuando era más joven".

El padre de Roberto Osuna prepara a su hijo gemelo para que siga los pasos de su hermano en el beisbol profesional. Foto por John Lott

El padre de Roberto suele presentarse a los partidos con una playera de México y después de las victorias presume la bandera mexicana mientras espera afuera del clubhouse a su hijo mayor.

"Me dice lo orgulloso que se siente de mí", comenta Osuna Jr. "Todo lo que tengo se lo debo a él".

Siempre que su hijo termina su labor como pícher, Guadalupe Osuna no puede evitar conmoverse. Es la muestra del orgullo de una madre, pero también el reflejo de los obstáculos que la familia a burlado, de su unión a pesar de todo, y la forma de apreciar el éxito de su hijo que los sacó de la pobreza.

"Siempre que terminó de lanzar puedo ver en los ojos de mi madre que está a punto de llorar", Osuna dice. "Significa mucho porque siempre hemos hecho las cosas juntos, en especial cuando tuve mi cirugía. Todos me abandonaron —mis amigos y familiares— pero mis papás fueron los únicos que se quedaron a mi lado".