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Comida

Dime qué snacks salados comes y te diré qué clase de persona eres

Risketos, Papa Delta, Pelotazos o Doritos, tu elección nunca ha sido casual.

Hay algo que me inquieta. Mirad, yo soy de esos que les gusta comer mierda, de esos que van por la calle y, de repente, piensan “joder, pues ahora me metería unos buenos Doritos Chilli”, e inmediatamente entran en un súper de esos que están abiertos las 24 horas del día y acompañan el camino de vuelta a casa con ese sabor inconfundible, entre picante y dulce, entre peligroso y placentero; como la droga, como el amor, como abrazar a un anciano que hace cinco días que no se ducha. En fin, os estoy hablando de los snacks salados, esos productos que añaden felicidad a las horas y a los días, consumirlos es, sin duda, la experiencia más gratificante de la jornada, incluso del mes, incluso de la historia del cosmos.

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Pero hay algo raro ahí; miro a mi alrededor y escasamente veo a algún adulto como yo —menudo exceso considerarme “adulto”, cuando antepongo la compra de discos y cómics a la de comida y papel de váter— ingiriendo Pelotazos o Monchitos por la calle, como si el consumo de estos aperitivos digestivos estuviera limitado a la juventud más pueril, al preadolescente irresponsable que eyacula sobre su propia ropa interior, a ese ser que no es consciente que, en unos pocos años, toda esta basura salada que está zampando logrará expulsarlo fuera de la esfera de los cuerpos normativos, proporcionándole incontables noches de depresión y pérdida de autoestima delante del espejo.

En fin, tengo la teoría que los adultos no comen estas cosas en público porque —más que por ser algo poco saludable— sienten que estarán dando pena, una pena muy fuerte, fruto de una desubicación, pues comer esto ya no toca. Un adulto ahí en el metro con una bolsa de Gublins en la mano, ensuciándose los dedos de glutamato bajo la atenta mirada de los pasajeros de las 07:30 de la mañana —esa opinión del proletariado que tanto importa e influye en las personas— es un adulto que no paga sus facturas del teléfono y que tiene tres o cuatro bolsas de basura al lado de la puerta aún por bajar al contenedor; en fin, es un adulto del que no se puede esperar nada.

Aun así, pese a este rechazo social, todo el mundo sabe de lo que hablas cuando pronuncias las palabras “Papa” y “Delta” seguidas. En la soledad del hogar o durante el jolgorio desmedido de un cumpleaños o de una celebración municipal todo el mundo se permite un capricho salado, y todos tenemos nuestro favorito, pues estos productos son el único camino de vuelta hacia la infancia, el puente de guirnaldas que nos llevará hacia los momentos más felices de nuestras vidas.

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GUSANITOS

Este es quizás la casilla de inicio en todo lo relativo a los snacks salados, el mito fundacional. Un producto con sabor a nada, puro polvo de maíz compactado en una suerte de pequeña e humilde forma fálica. Es el producto de la gente que va a las piscinas municipales o que hace la compra de la semana en grandes supermercados de extrarradio, gente que asume que ya ha perdido en la vida y que todo le da igual. Es como en esa escena de Toy Story 3 en la que los bichos —el redactor no entiende que eran juguetes— se precipitan hacia el fuego y asumen su muerte. La diferencia es que esta gente, al final, sí que muere.

GANCHITOS

En el colegio estaba ese colega que se sacaba la polla en clase, que se comía las tizas y que te animaba a dar patadas a los retrovisores de los coches —“putos coches”, decía—. Ese amigo que se desvía hacia los senderos más oscuros de la existencia. Pues ese amigo son los ganchitos, una llamada constante hacia el error.

RISKETOS

El gourmet de la basura insistirá en que el mejor producto son los Risketos. Según sus propias palabras: “concentra un gran sabor en poco espacio, por lo que es económico y sacia sin igual; uno incluso podría llegar a considerarlo una comida entera”. Los Risketos son de persona tremendamente práctica, de esa gente que solo busca los resultados y está a las antípodas del sentimentalismo. Dicen que no asistió al nacimiento de su primera hija porque ya había visto muchos partos en documentales de animales.

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MONCHITOS

Siempre viene bien una bolsa de Monchitos justo después de inyectarse heroína en un narcopiso del Raval.

GUBLINS

Gente que utiliza Blue Tag para colgar pósteres. Gente que lleva bermudas con bolsillos laterales. Gente que le gusta el chocolate con coco. Gente que aprieta muy poco la mano al saludar. Gente que si te recomiendo una película sabes perfectamente que no la vas a ir a ver. En fin, gente que no quieres tener cerca.

PAPA DELTA

A lo largo de la historia ha habido mentes brillantes. Cerebros capaces de desarrollar grandes ideas como la penicilina, las metralletas o Windows 95 (segunda edición). Pero, ¿qué pasaría si una de estas grandes mentes se hubiera educado en un entorno hostil que no propiciara su genialidad? Papa Delta. Exacto. La válvula de escape creativa de un genio reprimido.

RUEDAS, CORTEZAS DE MAÍZ, MATERIAL CHURRERO DE PRIMERA

Cuando después de cagar se da cuenta de que no hay papel de váter, coge el rollo de cartón, lo corta en varias láminas y se limpia con eso. La gente que come ruedas y todo esto es peña todoterreno, gente sin complejos.

ASPITOS

Este podría ser el producto más jodido de todos, comer esta mierda es como decirle al mundo que la vida te da igual. Los Aspitos son dos palos con sabores y ningún ser mayor de tres años debería comer esto en público a menos que quisiera ser humillado públicamente. Aun así, los Aspitos con aroma de jamón ocultan el sabor más placentero del mundo, una experiencia que resulta mejor que follar, incluso mejor que amar.

FRUTOS SECOS

Joder, qué pereza.

VEGETALES (ZANAHORIA, REMOLACHA, YUCA, BATATA)

Supongo que la primera vez que alguien frió una patata y la metió dentro de una bolsa la gente reaccionó con la misma extrañeza con la que reaccionas ahora ante una bolsa con remolacha y yuca seca. En fin, son el tipo de aperitivos “sofisticados” que siempre sirven en las bodas de gente joven que se dedican al sector terciario, como para que la gente piense “mira qué pareja más moderna, en vez de patatas normales ponen cosas raras típicas de países lejanos y más pobres que España a los que respetan”.

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SECCIÓN PATATAS

PATATAS GOURMET

Gente que relaciona la calidad con las bolsas de color negro, incluso con lo mate. Personas que a principios de mes de gastan la pasta en productos premium y a final de mes están sin un duro y tienen que pedirle dinero a la exmujer para que no les corten la línea del móvil.

PATATAS ESTILO “CHURRERÍA”

Hay gente que piensa que las patatas de churrería son demasiado “guarras” y “cutres” —“además a ese tipo de la churrería le falta un dedo, a saber qué le habrá pasado”— pero aun así adquieren el sucedáneo industrializado. Salieron a la calle durante el 15-M y apoyaron la pasada huelga de los trabajadores de Amazon pero luego le dicen a un camarero que sea más educado porque “ahora mismo estás trabajando para mí, tráeme la hoja de reclamaciones”.

PATATAS HIPSTER

Sabor “vegggie experience”, “vinagre balsámico de Módena” o “sal marina de Mallorca”, ya sabéis de lo que os hablo. Esa gentuza que dice “Normalmente no compro patatas de bolsa pero estas aún están buenas”. Joder, cretinos, claro que están buenas, 150 gramos cuestan casi dos euros.

ONDULADAS

Nunca he entendido qué es lo que hace que a la gente le atraigan las patatas onduladas. ¿Hay más patata por centímetro cuadrado? ¿Acumulan más sabor? ¿Qué diablos? Intuyo que pretenden dirigirse a un público joven (esos anuncios de surferos) pero realmente las compran padres de familia obesos para ir de picnic y dejar media bolsa tirada en el campo.

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PATATAS PAJA EN LATA

Bienvenidos al siglo XIX.

PRINGLES Y SIMILARES

Invertir mucho dinero en construir un sistema compuesto por una maquinaria muy compleja y variada que manipula una materia prima de mil formas para, finalmente, obtener un producto que intenta emular a toda costa esa misma materia prima. El sueño de un loco.

PATATAS LIGERAS

El típico comentario de “pues, joder, no están nada mal” de una persona que no las ha probado nunca por tener ciertos prejuicios contra los que no puede luchar (“son de señoras que quieren adelgazar”). Aun así, pese a que “no están nada mal”, nunca más las volverá a probar, porque los prejuicios SIEMPRE ganan.

PAPRIKA

El sabor de las patatas paprika —nombre que suena a club de alterne de precios muy asequibles— es ideal para todas aquellas personas a las que les encanta ir a clubes de alterne de precios muy asequibles.

SALT & VINEGAR

Lo que parece un sabor, a priori, extraño, es realmente la cosa MÁS NORMAL DEL MUNDO. Siempre has justificado tu aprecio por este sabor diciendo que “de toda la vida que se le echa sal y vinagre a las ensaladas, a las verduras hervidas y a los bebés horneados”.

POLLO ASADO

No sé cómo lo han logrado pero este sabor está clavado. Siempre llevo una bolsa de estas en la mochila por si alguien me atropella o me cae un tiesto en la cabeza o alguien me apuñala, necesito saber que tengo a mano una de estas patatas para acompañarme durante mi última cena. Quiero abandonar el mundo de los vivos dejando un buen reguero de aceite con olor a pollo asado detrás de mí.

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CHEESE & ONION

Estas patatas son para gente que no tiene amigos. ¿Recuerdas cuando llega el fin de semana y te quedas dos días encerrado en casa? Bien, no pasa nada, con las patatas Cheese & Onion ya no estarás solo nunca más. A partir de ahora estarás con Cheese. Y con Onion. Buena peña. Tú y ellos, los tres colegas.

MEDITERRÁNEO/CAMPESINAS

Creo que las Lay’s Campesinas fueron de las primeras Lay’s con sabor que llegaron a España. De eso hace como 20 años. Aun así, hay gente que le gustaron tanto que ya ni les interesó probar otro sabor y se quedaron estancados en las Campesinas. Se trata de gente muy conformista, gente que se casa con la primera pareja que tiene, que se queda con la primera marca de dentífrico que descubre y que nunca, pero nunca, se ha cambiado de ropa.

PRAWN COCKTAIL

¿Sabéis esas mierdas que dan gratis en los restaurantes chinos, antes de que sirvan los platos? Incluso antes de pedir la comida. ¿Sabéis? Pero no me refiero a los restaurantes chinos a los que ahora va la gente, esos de “comida china de verdad”, me refiero a los restaurantes chinos de toda la vida, los que están decorados como si fueran un parque de atracciones temático ambientado en una China remota. En fin, pues esas patatas que dan gratis también se pueden comprar, hay gente que las compra, incluso siendo gratuitas. Gente comprando cosas gratis. En fin.

KÉTCHUP

Patatas con kétchup, JODER QUÉ ORIGINAL. (También existe en otros formatos, pero no deja de significar lo mismo).

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APERITIVO (ESPINALER)

Con la nueva —bueno, no tan nueva— tendencia del “vermuteo de fin de semana de clase media alta en locales caros con paredes de ladrillo, bombillas a la vista y mesas de mármol con contorno metálico” ha llegado este invento de las patatas con sabor “aperitivo” que, si bien son sabrosas y agradables al paladar, generan una rabia imparable. Es como coger un producto baratísimo e intentar dotarlo de cierto pedigrí a base de seguir una tendencia ya estancada.

SALADAS

Toda la diversión que ofrecen las patatas (los sabores) queda anulada en estas bolsas de gente triste. La misma gente a la que le gusta el Magnum Frac o que regala “Packs de Experiencia” a sus amigos para su cumpleaños.

SIN SAL (AÑADIDA)

Hay gente ahí fuera que si toma sal se muere, en serio. Ancianas, niños, periquitos, este producto está diseñado especialmente para ellos. Además, la sal es jodida y a la larga hará que vuestro corazón estalle, por lo que sería bueno que dejarais de comer sal; sería bueno que dejarais de hacer esas cosas que hacen que la vida sea divertida y no aburrida e insulsa.

PATATAS BARATAS MARCA BLANCA

Esas patatas saladas que venden en los supermercados que son de la misma marca del supermercado y que vienen en bolsas enormes y que son de corte muy fino y que es casi como comer un sobre de esos de puré de patatas directamente del sobre. Son las mejores, las de los chavales de 12 años que han conseguido acumular un euro y medio con sus colegas y van al súper y compran el producto que más bocas podrá alimentar durante la mayor cantidad de tiempo. Esto es la amistad. Estas bolsas somos todos.

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YORK’ESO

Vale, realmente es raro que las patatas puedan tener tantos sabores. ¿Qué sentido tiene esto? Es como pedir que una gamba tenga sabor a cachopo. Si bien es cierto que hay combinaciones que tienen cierta lógica, no sé por qué, hay una que destaca por su absurdidad, la de las patatas con sabor a jamón york y queso. En este caso, el sabor pasa a ser algo demasiado concreto, algo que no funciona como un complemento al sabor de la patata, sino como un sustituto, como un parásito que convierte a la patata frita en un mero soporte. Imaginaros unas patatas con sabor a hamburguesa de ternera, con guacamole, cebolla caramelizada, salsa de mango y queso azul, ¿a qué oscura esquina quedaría relegado el sabor de la patata?

JAMÓN

Esta es la estrella, un producto que no emula para nada el sabor del jamón pero que ya forma parte del imaginario gustativo de los españoles y que aprueban su etiquetaje como “sabor jamón”. Un absurdo que muy bien podría definir a nuestro país, cuna de corruptelas infinitas por parte de gobiernos socialistas y democracias levantadas encima de dictaduras.

ESTÁ USTED ABANDONANDO LA RONDETA DE PATATAS

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PELOTAZOS

Esta es quizás la bolsa que más LLENA está de toda la oferta de patatas de marca. Llegan hasta el mismísimo sello de la bolsa. La balanza se decanta por la cantidad y no la calidad, cosa que la hace perfecta para todos aquellos seres que tengan poco dinero para salir de fiesta pero que no quieren renunciar a beber ni a “cenar”. ¡Cuántas noches habré salido de casa con cinco euros y habré cenado una de pelotazos y me habré gastado el resto en latas de cerveza! Esto es exprimir la vida, rozar con la punta de los dedos la columna vertebral de la existencia.

PANDILLA

Me flipa que los llamen “pandilla” cuando solamente son un par de colegas, el fantasma y el murciélago. Aunque ahora que lo pienso, quizás es una de esas parejas que en vez de decir “novios” dicen que son “compañeros”, esa búsqueda del eufemismo para no comprometerse. El murciélago y el fantasma han decidido llamar a su relación “pandilla”, no deja de ser entrañable, ¿verdad?

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3D

Es jodido cuando, por primera vez, te das cuenta de que todas los otros snacks tienen en realidad dos dimensiones.

FRITOS

Pese a estar en decadencia, siguen aguantando. Hubo una época en la que había Fritos con sabor a chilli, o algo parecido, sin duda tremendamente deliciosos. Esta es la patata del luchador, del que no se rinde, del que persiste y aguanta en un mundo que le rechaza pero sigue teniendo esperanza en un futuro mejor.

BOCABITS

Cuando me pasaba más de 10 horas jugando al Counter Strike esto era lo único que comía. Leí en una página que estas patatas contienen todos los nutrientes que necesita el ser humano para sobrevivir, para sobrevivir un par de días. Un par de días está bien si me los puedo pasar enteros jugando al Counter Strike.

CORTEZAS DE CERDO

El hermano real de los Bocabits. Quizás me equivoco pero siempre he pensado que las cortezas de maíz estilo Bocabits son la versión vegetariana (y barata) de las cortezas de cerdo de toda la vida. Es de los pocos aperitivos embolsados que contienen carne frita, por lo que mucha gente siente un rechazo fuerte al imaginar una digestión no del todo cómoda. Los torreznos gustan a las madres de más de 50 años que cada tarde se toman su cervecita con sus torreznitos en el balcón de su casa y piensan “¡ay!, ¿si no me doy yo estos homenajes quién me los dará?”.

DORITOS

Si, después de 9 meses de embarazo, saliera de mi interior un Dorito Chilli, sería la persona más feliz del mundo. “Señora, su bebé no está. No lo entendemos pero en vez de su hijo tiene un enorme Dorito en el útero”. ¡Qué felicidad!

COMBO

Las bolsas de combinados de patatas (normalmente ruedas, bolas de queso y mierdas así) son el equivalente gastronómico a un grupo de superestrellas o como ver el We’re the world en directo, con Michael Jackson, Tina Turner, Stevie Wonder, Bruce Springsteen, Diana Ross, Cindy Lauper, Ray Charles, Kenny Rogers, Bob Dylan y toda la peña. Sí, abrumador y aun así profundamente hortera.

BITS

A veces, en las fábricas donde se hacen estos aperitivos, los snakcs se rompen. Todas esas migajas, en vez de tirarlas o enviarlas a países con problemas serios de desnutrición, son recogidas y convertidas en nuevos productos, se le llama “dinamizar el error”. Es entonces cuando aparecen los Bits. Sí, hay gente por ahí que se alimenta de las sobras y de los restos defectuosos de un producto, como cuando una chica joven se enamora de un hombre mayor divorciado que paga un dineral por la manutención de su hijo.

PALOMITAS

En serio, tenéis que probar las palomitas Frit Ravich. Todo este artículo es solo una enorme excusa (de más de 3.000 palabras) para deciros que las probéis, por favor. Me lo agradeceréis. Hay personas cuya vida vale mucho menos que estas palomitas. No me refiero a un valor económico, sino existencial, claro. (El redactor logra que parezca que todo este artículo sea un post patrocinado por Frit Ravich, quizás lo es. ¿Quién sabe?).

PALOMITAS DULCES DE COLORES

Esto sería como poner un solo de gaita muy acelerado en mitad del Becalmed de Brian Eno o como pintar un “<3” en el pómulo de David de Michelangelo. Coger la gloria y desgarrarla.

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FAKE PALOMITAS

Esto son esa especie de gusanitos reensamblados en un intento de forma de palomita que no tienen, para nada, sabor a palomitas. A estas cosas se les insufla sabores tales como de mantequilla, kétchup o mostaza. Son el primer eslabón en la cadena evolutiva de las palomitas, aún no han descubierto el fuego, aún van en pelotas por los bosques y aún se abrazan y expresan sus sentimientos.

PALITOS CON PIPAS O QUESO

La gente que SIEMPRE tiene que estar comiendo algo durante el día al final termina optando por estos productos menos dañinos para el cuerpo. Puede que logren arreglar su organismo pero nunca podrán conseguir que, una vez muertos, la gente solo los recuerde engullendo comida y metiéndose cosas por la boca.

CON CHOCOLATE

Coches y alcohol. Políticos y Twitter. Nicolas Cage y John Travolta. Snacks salados y chocolate. Hay cosas que nunca hay que mezclar.

NUEVOS SABORES EXÓTICOS

Intentar convertir un plátano en algo divertido. Pero bueno, es su cultura y hay que respetarla.

EMBUTIDOS

Me refiero a eso de los choricitos o fuets que se supone que hay que ir comiendo por la calle. Nunca he visto a nadie —exceptuando cuando me los como yo delante del espejo mientras lloro— comiendo estas mierdas. ¿Realmente es un producto que funciona? Silencio. Nadie puede responder a esto. Deduzco que, como yo, la gente los adquiere a hurtadillas, ocultándolos en el bolso rápidamente justo después de pagar y antes de salir del supermercado; al llegar a casa cierran la puerta de golpe, tiran las llaves y toda la ropa que llevan al suelo y, en posición fetal, se los comen totalmente desnudos y acurrucados en el suelo de la cocina, temblando, recordando que ahí fuera hay todo un mundo hostil capaz de humillarlos e insultarlos por el mero hecho de consumir este tipo de productos.

TAKIS

Vas por la calle y de repente escuchas unos golpes muy fuertes PLAM, PLAM y al girar la esquina ves a unos chavales de 14 años golpeando varios muebles que están al lado de un contenedor y recuerdas que hoy es el día en el que los vecinos bajan los muebles que no quieren a la calle y a veces hay gente que los recoge para reciclarlos y tener un sitio donde poner la tele o donde comer decentemente y ahí están esos chavales dando patadas a todos esos trastos y riendo exageradamente y bebiendo Monsters y al lado hay un señor de unos 50 años mirando los muebles que hay cerca del contenedor de al lado y mirando de reojo una estantería y parece que le gusta pero los chavales ahora empiezan a darle patadas y a destruirla PLASCA, PLASCA y el señor se acerca y les dice que paren que quizás quiere esa estantería y los niños se parten y uno de ellos se baja la bragueta y empieza a mearse encima del mueble y todos se ríen y otro empieza a grabar la escena con el móvil mientras lo siguen reventando ante el señor que está ahí de pie mirando ese trasto que podría haber terminado en su casa guardando sus álbumes de fotos con instantáneas de su mujer ya fallecida en los viajes que hicieron por Santiago, Valencia o Madrid y cuando la estantería ya está totalmente rota los chavales se largan pero justo antes de desaparecer uno de ellos se gira y masticando unos Takis le grita al señor “¡si quieres un mueble cómpratelo, plebeyo!” y el señor titubea y se queda parado y no sabe si seguir mirando muebles de estos que la gente deja en la calle o irse a casa y luego mira a su alrededor y cuando ve que nadie ha visto la escena se gira y se va a casa.

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