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La muerte del drama en la Bundesliga

Se termina una era en la Bundesliga: el Borussia Dortmund-Bayern Múnich de las semifinales de la Pokal fue el perfecto símbolo del fin de época.
Witters Sport-USA TODAY Sports

El pasado martes, el Borussia Dortmund se enfrentó al Bayern de Múnich en la Pokal alemana. Como cualquier fan del fútbol del mundo, yo esperaba el partido con ilusión. Der Klassiker: los dos buques insignia de Alemania cara a cara —¡otra vez! ¿Hay alguna fecha en el calendario futbolístico que garantice un partido mejor? Con el respeto debido a los dos equipos de España que todos imagináis, no. No lo hay.

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Y sin embargo, mientras esperaba el partido sentí algo en el pecho, una especie de tirantez. ¿Era tristeza? ¿U otra cosa? Con la excitación y las ganas se mezclaba la conciencia de que un capítulo se acerca a su fin, de que estamos a punto de pasar una página, de que el telón va a caer. ¿Cliché? Por supuesto, pero no por ello menos cierto: cuando Manuel Neuer mandó el balón a la madera en su penalti y finiquitó la eliminatoria en favor del Dortmund, también se acabó una era en el fútbol alemán.

Como aficionados al deporte estamos acostumbrados a ver el final de las carreras de los jugadores. Los que habían sido grandes futbolistas bajan un escalón, y luego otro, y no te das cuenta y ya están en la MLS. Es el ciclo de la vida de un atleta. Con los entrenadores, a veces es algo más veloz (sufren una derrota contra el equipo equivocado el domingo y ya los tienes diciendo adiós el lunes), pero no siempre. A veces los entrenadores también pueden ser víctimas de una muerte lenta.

La situación en Dortmund, sin embargo, es un poco distinta. Jürgen Klopp no se retira: sólo se marcha. Su carrera en el Borussia nunca ha sido el largo camino hacia la puesta de sol al que los deportes nos tienen acostumbrados. Sí, está claro que el BVB ha tenido una mala temporada, pero al final fue más esquizofrenia que catástrofe. Detrás de la fachada que ofrecía el equipo (la defensa de mantequilla, la incapacidad de marcar) había algo peligroso. Los oponentes seguían estando asustados. Incluso en enero, cuando el Dortmund era el colista de la Bundesliga, persistía la sensación de que algo podía pasar, porque estaba Klopp y porque el equipo de algún modo había logrado seguir vivo en la Champions League. Y mirad el equipo ahora. Cinco meses más tarde, el BVB está tan lejos del descenso que aún podría lograr un billete a Europa para la próxima temporada.

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Una rara foto de Jürgen Klopp dirigiendo un partido sin gorra ni chándal. ¿Estamos seguros de que es él realmente?. Imagen vía Witters Sport, USA TODAY.

Los vientos de cambio, no obstante, no solo soplan en el valle del Ruhr. En Baviera las cosas también empiezan a parecer algo distintas, aunque la transformación es mucho más sutil. Pep Guardiola podría haber logrado acallar finalmente a sus disidentes. El Bayern podría ser finalmente el equipo de Pep.

Quizás esto os parezca una locura, dado el paso ampliamente exitoso de Guardiola por el Bayern. El catalán, no obstante, ha sufrido a la hora de imponerse totalmente entre los fans. Criticar todas sus decisiones se ha convertido en un pasatiempo de moda en los bares y cervecerías de Múnich. Las quejas han venido de todo el espectro, desde la absurdidad y la xenofobia (¡hay demasiados españoles!) a la discusión matizada y profunda sobre el efecto del entrenador sobre la imagen del club.

El reciente alboroto alrededor del antiguo y veterano doctor del equipo Hans-Wilhelm Müller-Wohlfahrt ilustra perfectamente la situación. Cuando Wohlfahrt se unió al Bayern en 1977, Guardiola solo tenía seis años. La inesperada dimisión del médico a principios de abril llegó tras una plaga de lesiones y algunas quejas al respecto del técnico de Santpedor. Era fácil ver a Guardiola como el malvado y egoísta entrenador que había expulsado al esforzado buen doctor. Cuando apareció un Vine en el que se veía a Pep aparentemente acusando al equipo médico tras una lesión (lo que confirmaría las sospechas de todo el mundo sobre la marcha de Wohlfahrt), los aficionados se preguntaron si Guardiola había llegado a entender realmente el club bávaro en algún momento.

"Tranqui Schweini, hoy habéis pringao pero lo tenéis bien en la Champions League. Bueno, quizás no tanto. Jejeje". Foto de Kai Pfaffenbach, Reuters.

Entre el 'affaire' de Wohlfahrt y la derrota por 3-1 en Oporto en la ida de los cuartos de final de la Champions, a nadie se le escapó el sentimiento de descontento que reinaba en el club. Pero si algo define a los fans es la volubilidad. Cuando el Bayern destruyó al Porto de Julen Lopetegui en el Allianz Arena, todo cambió. Sumémosle la segunda Bundesliga consecutiva de Guardiola y una declaración amable del entrenador sobre Wohlfahrt… y el catalán pasará a ser de nuevo un genio, y el episodio con el médico no será más que un desafortunado malentendido.

Sí, en el partido del martes se jugaban muchas cosas. No se trataba solo de un acto de homenaje a Klopp, ni del trámite no deseado de un Bayern que busca un premio mucho más grande con forma de orejona en Europa. No. Lo que realmente se jugaba en ese Borussia Dortmund-Bayern Múnich con Pep y Jürgen en los banquillos era el último Klassiker con auténtico significado que seguramente veremos en mucho, mucho tiempo.