El exorcismo a los fantasmas: Cruz Azul no cede ante la calamidad

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El exorcismo a los fantasmas: Cruz Azul no cede ante la calamidad

El equipo capitalino se siente víctima en el futbol mexicano, su sequía de títulos y su condición de grandeza lo hacen blanco fácil de las burlas

"Me da la sensación que Cruz Azul es un equipo muy maltratado de puertas para afuera, se dicen demasiadas barbaridades, demasiadas mentiras. Tanto caricaturizar un club, tanto mofarse de un club por sus resultados deportivos, no pasa con ningún club o no veo que pase con ningún club". No hay forma de corregir a Paco Jémez, el entrenador de Cruz Azul, en esa declaración que dio a ESPN.

Las burlas han hecho de su nombre un verbo que describe el infortunio de caer desde lo más alto en pocos minutos: cruzazulear. La manera más sencilla de vender la burla en el futbol es recurrir a otra de sus derrotas porque sobre ellos pesa una sequía de 19 años sin título de Liga, una carga que el campeonato en Copa MX, el fin de una racha de 15 años sin celebraciones oficiales, no alivianó, como tampoco sirvió para ese objetivo ganar la Liga de Campeones de la Concacaf en 2014 ni la participación en el Mundial de Clubes. Y es que no solo es la sequía de 19 años, sino las cinco finales de Liga perdidas durante ella. Derrotas catastróficas, inverosímiles, como si sobre la cruz pesara una maldición.

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El calificativo grande juega en su contra, en los últimos años, medios y rivales han buscado ridiculizar su historia: ocho títulos nacionales, seis de Liga de Campeones y una larga lista de figuras, -entre los que marcaron época a finales de los años 60 y en la década de los 70, de donde provienen casi todos sus títulos-, Miguel Marín, el más emblemático, Javier "Kalimán" Guzmán, Alberto Quintano, Carlos Jara; años más tarde, Carlos Hermosillo, Francisco Palencia y los más recientes, Christian Giménez y José de Jesús Corona.

Los malos resultados, responsabilidad del club, no definen su estatus de "perdedor", lo hace su condición de grandeza, colocado entre América, Chivas y Pumas. Una condición atribuida, más allá de los triunfos en la cancha, al poder de la identidad para mantener y sumar seguidores. En ese sector, Cruz Azul, sin títulos para convencer, sigue entre las principales preferencias de los aficionados mexicanos. ¿Por qué? La respuesta no está definida, al ser cuestionados, sus seguidores argumentan: herencia y tradición. Los aficionados jóvenes han visto los títulos a través de los viejos diarios, las anécdotas de los mayores y los videos de YouTube, les ilusiona lo que han experimentado desde los ojos de otros.

Quizás sea ese el motivo de aferrarse, imaginan el momento: "Me vuelvo loco. Sí lo he pensado, sobra decir lo que planeaba cuando le estábamos ganando al América; pero todas estas ganas se van a liberar en algún momento y será tan grande como nunca se ha visto. Vas a ver", confiesa uno de ellos en tono confiado, no se atreve a ponerle fecha.

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Veracruz y Atlas llevan más de 60 años sin ser campeones, nadie los supera en el futbol mexicano, pero sus clubes no tienen el impacto que sí tiene Cruz Azul en convocatoria e historia. Las burlas para el Atlas son locales por la rivalidad con Chivas, el segundo más ganador, y también porque desde su título en 1951, solo han alcanzado la final en dos ocasiones: 1966 y 1999. Mientras que Cruz Azul ha caído cinco veces en la instancia definitiva: Invierno 1999, Clausura 2008, Apertura 2008, Apertura 2009 y Clausura 2013, la historia repetida es motivo del mote de "Subcampeonísimo". El último cuenta una voltereta memorable del rival detestado, América, en el Estadio Azteca, con la corona a un minuto de distancia.

Al torneo le quedan cinco jornadas, Cruz Azul está en la posición 14, con diez puntos de 33 disputados y sumó la preocupación más grande de un club de Primera División: la pelea por no descender. El torneo está terminado para un sector de la afición que prefiere exigir, de nuevo, una limpia de jugadores que no aportan, pero esta vez de raíz. Aunque duela desprenderse de las huellas de la frustración y reiniciar. Si eso implica dejar ir a Christian Giménez, lo aceptará, dice uno de ellos: "A veces pienso que ya no tiene la mentalidad para cambiar las cosas. Sé que ama al equipo, pero también tiene parte de sus fantasmas".

El español Paco Jémez dejó al Granada y tomó a un equipo sin posibilidades de título desde cinco torneos atrás, pero siempre exigido. Cruz Azul eligió a un técnico fuera del menú habitual, después de dar oportunidades a Luis Fernando Tena, Sergio Bueno y Tomás Boy. La crítica desconfiada hacia un técnico extranjero apareció cuando todavía no aterrizaba: el desconocimiento del medio mexicano. Sin embargo, evitó "engañar a la gente" con la promesa de un título: "Vengo por todo, vengo a ganar, no viajé tantos kilómetros ni dejé a mi familia por venir a pasar un rato o sacar dinero, vine a triunfar, no a empatar ni a perder". El primer partido de su gestión fue un triunfo sobre Necaxa y después una racha sin conocer la victoria que se prolongó por siete partidos en la liga; es necesario decir que Cruz Azul adolece de un delantero efectivo desde que Emanuel Villa asumió el papel de goleador en 2009. La misión de los goles desde el torneo pasado recaía en el paraguayo Jorge Benítez, sin embargo, en 21 participaciones las fallas rebasan por mucho la marca de cuatro anotaciones que registra. La efectividad ha sido un problema de los jugadores en este torneo.

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Mientras busca levantar, Jémez ha creado una fortaleza frente a los medios, no permite que las críticas toquen al equipo y defiende como puede a sus futbolistas y sus planteamientos: "Mis jugadores son grandes profesionales que, cada vez que se ponen la camiseta del Cruz Azul, se dejan los huevos en el campo. Así que no te voy a permitir que les faltes al respeto", declaró en conferencia tras perder con Xolos de Tijuana y lo repitió hace unos días después de ser eliminados de la Copa Mx por Morelia.

"¡Se quiere morir Jémez!", exclamó el narrador segundos después del grito de gol con el que Monarcas los dejó fuera de otra final. En ese momento no se trató de Cruz Azul, sino del técnico que se ha involucrado en más de una ocasión en discusiones con los reporteros cuando refutan su discurso optimista. "Decir que tengo un problema con la prensa mexicana es una mentira, tontos hay en todos lados, en México, España y Alaska. Parece que tengo un imán para los tontos, a donde quiera que voy siempre hay un tonto que me persigue". Paco Jémez se ha puesto presión extra sobre la espalda.

Las estadísticas lo muestran, Cruz Azul encabeza la lista de remates por cada gol con 19. Sus aficionados defienden que el técnico no los deje morir pronto, aplauden su estilo ofensivo, pero los resultados no llegan, en el Clausura 2017 suman 9 anotaciones, solo una por encima del más inofensivo, Veracruz. El rendimiento de Jémez lo sitúa entre las peores gestiones en la historia del club, aunque tiene algo que el resto de estrategas no tuvo: el respaldo de la afición porque "ha defendido al equipo como si llevara años aquí".

Esta semana, entre la fatalidad de las portadas de los diarios, seguidores del Cruz Azul posicionaron el hashtag #YoConJémez, una muestra de apoyo a la continuidad del español: "Que los resultadistas y oportunistas hablen, los que creemos en el buen juego creemos en él", "claro que sí, Cruz Azul, a punto de fracasar otra vez pero estoy convencido que Paco Jémez debe continuar para campeonar", "es importante lo que se hizo hoy como afición, jamás se había visto a la afición celeste tan unida", se lee en los mensajes en Twitter.

¿Que si las burlas los han hecho más fieles? Cruz Azul ha perdido fanáticos en años recientes: "Ha afectado la credibilidad del equipo y muchos han dejado de irle por eso. Conozco a un güey de la universidad que ya le va a los Tigres. La neta eso es de putos. Otro amigo dice que ya no le importa mucho el futbol", cuenta un aficionado; aunque ha conseguido que otros se aferren todavía más a los colores.

El sufrimiento de la Máquina se refleja en las declaraciones de hartazgo de Jesús Corona por las burlas, en las lágrimas de Giménez, quien se niega a salir del equipo sin haber ganado un título, y en la desesperación que muestra Jémez por hacer valer su trabajo.

Esta vez la discusión está entre la continuidad, los resultados y el tiempo. De seguir así, el próximo torneo lo iniciarán a contracorriente en la porcentual. Jémez lleva casi cuatro meses dirigiendo en el futbol mexicano y sabe que su equipo paga muy caro el fracaso, un concepto que se ha negado a aceptar y prefiere llamarlo crueldad.