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FIGHTLAND

Cain y Werdum quedaron en el olvido

Lo que se vive en Las Vegas es ampliamente más de lo que se esperaba luego de las bajas de Caín y Werdum.
Fotografía por Brandon Magnus/ Zuffa LCC

El golpe, sin dudas, fue duro. Se sintió fuerte esa combinación de malas noticias que obligaron a bajar el cartel luminoso que el UFC 196 se había ganado en la prestigiosa vitrina del MGM de Las Vegas. Primero fue la lesión de Cain Velásquez, quien mediante un comunicado confirmó que no podría enfrentar a Fabricio Werdum. Stipe Miocic apareció como el héroe capaz de mantener vivo el fuego de una pelea por el título, pero en cuestión de horas fue el brasileño quien también argumentó dolencias y anunció que también estaría ausente. La tan esperada pelea estelar, con el condimento siempre atractivo de una revancha entre dos pesos completos, quedó flotando entre la nada.

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La noche de la que tanto se hablaba perdió su categoría de evento numerado y simplemente mutó en un Fight Night más. Johny Hendricks y Stephen Thompson, antes protagonistas de la contienda co-estelar, ni dudaron en asumir el rol de actuar en la pelea más importante pero la gran duda pasaba por la respuesta del público, teniendo en cuenta la cantidad de fans que reúnen tanto Velásquez como Werdum.

Apenas aterricé en Las Vegas lo primero que tuve enfrente durante el recorrido al hotel fue un taxi que en su parte de atrás lucía un gran cartel con las imágenes de Hendricks y Thompson y un nada alentador "Tickets available" (boletos disponibles). Esa simple apreciación ya me empezó a dar la pauta de que evidentemente la expectativa no era tan alta después de las deserciones de los pesos completos. Mi temor al estadio vacío, al evento sin convocatoria y con poco para contar comenzó a crecer.

Sin embargo, la mano cambió rotundamente el día de medios. El centro del MGM fue colmado no sólo por periodistas buscando la palabra de algún peleador, sino también por gran cantidad de curiosos que se fueron acercando al ver movimiento. Los flashes comenzaron a salir de los teléfonos y la sonrisa se hizo presente en los rostros de los fanáticos que entre máquinas tragamonedas terminaron encontrándose con un sinfín de atletas de UFC dispuestos a las fotografías y los autógrafos. Hendricks, naturalmente, y el carismático Roy Nelson, fueron los más solicitados.

Al día siguiente, ya entrado el jueves, la expectativa creció a pasos agigantados. El escenario montado en el MGM, a metros de una de sus entradas, para los entrenamientos abiertos recibió varias filas de simpatizantes. Apenas arribado junto al grupo de periodistas, el veredicto fue unánime: "Cuanta gente hay…". Johny Hendricks tomó el mando, mostró su buen estado físico, y contestó las preguntas de los fanáticos, que se agolpaban contra los hombres de seguridad del lugar. Hubo algunas partidas luego de la aparición de Rosholt, quien sigue sin poder contagiar al público, pero luego el lugar volvió a llenarse cuando Roy Nelson hizo su ingreso junto a su hijo de apenas dos años, con quien se puso a practicar distintas tomas de jiu jitsu y hasta a tirar algunos golpes. El ambiente ya era otro, y había hecho olvidar aquella primera impresión del taxi que pedía a gritos que comparan tickets.

La frutilla del postre llegó en el momento del pesaje. La sala de conferencias del MGM se colmó de público y tanto gritos como aplausos estuvieron a la orden de cada atleta que subía a desafiar a la balanza. La ovación de la tarde fue para Alex Nicholson, quien antes de ir a lo meramente deportivo sacó un anillo y le propuso casamiento a su novia y entrenadora delante de todos los presentes. La gente estalló cuando ella dio el sí en una nueva muestra de que el show de UFC va más allá de lo que pasa dentro del octágono.

Lo que en principio parecía que iba a ser un evento completamente devaluado terminó demostrando todo lo contrario. Lo que se vive en Las Vegas es ampliamente más de lo que se esperaba luego de las bajas de Cain y Werdum y los que quedaron en la cartelera se están robando todo el show y cautivando a fanáticos verdaderos de UFC que asistirán igual sin importar los nombres de los protagonistas. Las ausencias ya quedaron en el olvido y la gente sólo piensa en ver golpes y más golpes.