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Throwback Thursday

Throwback Thursday: El nostálgico recuerdo de una 'marcha' olvidada

Hace 15 años la marcha cosechó su última medalla para México. Un deporte arrumbado y olvidado que nos dio gloria.
Foto: Stu Forster / Getty

Fue el 29 de septiembre de 2000. Y fue al otro lado del mundo. En los 50 kilómetros de marcha de los Juegos Olímpicos de Sydney, el mexicano Joel Sánchez se quedó con la medalla de bronce para coronar una larga carrera deportiva a la que solo le faltaba el podio en esa justa.

Joel hizo una carrera inteligente, se fugó con el polaco Robert Korzeniowski y el letón Aigars Fadejevs, pero pasando el kilómetro 40 vio su segunda amonestación, decidió ser conservador y asegurar la presea, particularmente después de lo ocurrido unos días antes cuando a Bernardo Segura le notificaron su descalificación tras celebrar su victoria e incluso ya estaba en plática con el presidente Ernesto Zedillo en los 20 kilómetros.

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Korzeniowski ganó el oro y con ello logró dos hitos históricos: fue el primero en refrendar el título de esa prueba (que ganaría también en Atenas 2004) y además es hasta ahora el único que ha ganado los 20 y los 50 kilómetros en los mismos Juegos. Fadejevs se quedó con la plata.

Sánchez le dio a México su novena medalla olímpica en marcha, desde aquella plata de José Pedraza en 1968 que dio pie a una época de alta competencia en el país en esta modalidad atlética. Han sido tres oros, cuatro platas y dos bronces, todas ellas en un lapso de 32 años.

Acaban de cumplirse tres lustros de la presea de Joel. La gloria de la marcha mexicana se fue desvaneciendo lentamente desde Sydney. No se ha vuelto al podio olímpico y los únicos logros que pueden catalogarse a esa altura son los bronces que ganaron Edgar Hernández en los 50 kilómetros de los Campeonatos Mundiales de Edmonton 2001 y el de Eder Sánchez (por cierto, sobrino de Joel Sánchez) en los 20 de Berlín 2009. En Juegos Olímpicos, lo más cercano que se ha quedado fueron los sextos lugares de Horacio Nava en los 50 kilómetros de Beijing 2008 y del propio Eder en los 20 de Londres 2012.

Por cierto, el bronce de Eder Sánchez en Berlín puede convertirse en plata, ya que está en proceso de apelación una suspensión por dopaje a 25 marchistas rusos, entre ellos el ganador del oro de aquella vez, Valeriy Borchin. Hasta este momento, el veredicto del Tribunal de Arbitraje Deportivo está pendiente.

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Incluso a nivel latinoamericano, México ya quedó rezagado cuando en el siglo pasado no tenía competencia en la región. Los voy a abrumar un poco con datos en los siguientes dos párrafos: Ecuador y Guatemala ya ganaron medallas olímpicas en estos 15 años con Jefferson Pérez y Erick Barrondo, platas respectivas en los 20 kilómetros de Beijing 2008 y Londres 2012 –Pérez, también oro en Atlanta 1996, podría beneficiarse también de la suspensión de Borchin, quien ganó la prueba en la capital china–.

En campeonatos mundiales la brecha se hace más grande, el propio Pérez fue oro en París 2003 (Noé Hernández llegó cuarto en esa prueba), Helsinki 2005 y Osaka 2007 (Eder Sánchez, cuarto) y el colombiano Luis Fernando López fue bronce en Daegú 2011 –que podría convertirse en oro, pues el 1-2 fue para los rusos Borchin y Vladimir Kanaykin–.

La época dorada de la marcha mexicana coincide con el trabajo de Jerzy Hausleber, el entrenador polaco que de 1966 a 2004 llevó las riendas de los andarines tricolores. Su legado poco a poco se ha desvanecido entre disputas internas y falta de resultados. Hausleber, quien falleció en marzo de 2014, puso a México en el mapa y es considerado un segundo padre para leyendas del deporte como Ernesto Canto, Daniel Bautista y Carlos Mercenario, entre muchos otros. Tan solo bajo su mando, además de las nueve preseas olímpicas, se ganaron 118 más en otras competencias internacionales.

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Las perspectivas mexicanas en la marcha hacia Río 2016 lucen poco esperanzadoras para regresar al podio. En el Campeonato Mundial de agosto pasado en Beijing, Eder fue el mejor mexicano en los 20 kilómetros con el lugar 15, mientras que en los 50 no se mandó a ningún atleta. La sorpresa la dio Alejandra Ortega con su noveno lugar en los 20 kms. femeninos.

Eder definirá en noviembre si se "muda" a los 50 kilómetros, según el resultado que obtenga en el Campeonato Nacional de Estados Unidos, en San Diego, distancia en la que Horacio Nava sigue siendo la carta fuerte. En los 20, sin Eder, no se asomaría otro andarín con alguna posibilidad de trascender, mientras que en las damas (que solo compiten en 20 kilómetros), los tiempos de Guadalupe Hernández –campeona panamericana en Toronto 2015– y de Alejandra Ortega aún están lejos para pensar en el podio, aunque en el caso de Ortega de 21 años de edad, la apuesta todavía es a futuro, hacia Tokio 2020.

Y no es que uno quiera ser aguafiestas, pero los marchistas mexicanos ya no son aquella potencia mundial que se repartía las medallas con soviéticos y alemanes orientales. Río parece que no será la excepción y la espera tendría que esperar, al menos, a Tokio 2020.

Porque todavía no tenemos a otro Hausleber.