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Politică

Reseñamos los libros del nuevo ministro Màxim Huerta sin haberlos leído

Al final es lo que está haciendo la gente con él, ¿no?

Ayer, Pedro Sánchez anunció a los que serán los Ministros de su Gobierno. Se trata de once mujeres y seis hombres, una elección que suscitó algunos comentarios sobre las cuotas ("¿seguiremos llamándolos ministros aunque haya más ministras?", se preguntaba Pedro J).

Pero el debate de género quedó en un segundo plano, empañado por el hecho de que entre los ministros de Sánchez haya algunos nombres que hacen pensar en el Gobierno como el Madrid de los Galácticos: el juez Fernando Grande Marlaska, Pedro Duque o el periodista y escritor Màxim Huerta, que ocupará la cartera de Cultura y Deporte y cuyo nombramiento parece elegido ad hoc para el lucimiento y la demostración de ingenio de los tuiteros.

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"¿Màxim Huerta es Màxim Huerta?", se preguntaba ayer la peña en Twitter y seguramente fuera de Twitter, también. La ilusión tras el nombramiento de Duque —joder, un ministro que ha visto la Tierra desde arriba no puede decepcionar— se tornó en mofa cuando se anunció el del excolaborador de El programa de Ana Rosa.

Que si por qué había elegido a Màxim teniendo a Belén Esteban, que si lo había hecho para que Ana Rosa no hablara mal del Gobierno, que si vaya vergüenza un ministro de Cultura que se había sentado en el mismo plató que Paquirrín… Todo muy gracioso y todo recubierto de esa pátina de clasismo de derechas o de superioridad intelectual de moderno de izquierdas.

La peña se ensañó con Huerta sin tener ni idea, sin haber leído ninguna de sus columnas ni ninguno de sus libros, obviando que hemos tenido ilustres ministros de Cultura como Aguirre, Rajoy o Méndez de Vigo (quien, por cierto, ostentaba un título nobiliario, que siempre es mejor que ganarse el pan como tertuliano de un magazine).

Y nosotros también vamos a hacerlo. Vamos a subirnos al carro del escarnio a Màxim sin tener ni idea de Màxim. Vamos a coger sus libros y vamos a reseñarlos sin haberlos leído, juzgando únicamente su portada. Al fin y al cabo, ¿no es lo que están haciendo algunos con él?

'Mi lugar en el mundo eres tú' (2016)

La prosa poética de Màxim Huerta vuelve a cautivarnos en Mi lugar en el mundo eres tú, una novela en la que convergen dos mundos: el de una treintañera de Albacete que, tras un desengaño amoroso, decide irse a la Toscana con su maleta de Mr. Wonderful con el neceser y el monedero a juego y su hermana, una adolescente que parte a la capital para empezar allí su carrera de Derecho y ADE.

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La ilusión de los comienzos, la amargura de las despedidas y el descubrimiento de verdades vitales como que la patria es donde uno respira y no le huele raro se entremezclan y dan sentido a una historia que no decepciona y que consagra a Huerta como el representante de toda una generación.

'Firmamento' (2018)

Sin ningún tipo de pudor, la nueva novela de Mhuerta (así lo llaman sus fans más acérrimos) es un facsímil del Plataforma de Michel Houellebecq (¿qué os parece ese lamentable guiño con el título?). Palabra por palabra, Firmamento duplica el texto del francés con la única diferencia de que todos los personajes (absolutamente todos, incluso las casas, los árboles, las montañas y los sentimientos que aparecen en el texto) son femeninos. En la novela nos encontramos con frases como esta: “Las órganas sexualas son una fuente de placer permanente y disponible. La diosa que nos hace desgraciadas, que nos ha creado transitorias, vanas y cruelas, también ha previsto esta débil forma de compensación”.

En definitiva nos queda un extraño ejercicio de regeneración (en cuanto al género) sin sentido cuya tesis no conjuga con la narrativa. Huerta sucumbe a los más desastrosos resultados de una propuesta excesivamente intelectualizada que no logra convencer y que, al final, peca de superficial.

'Que sea la última vez…' (2009)

En sus inicios, Huerta ya intentaba plasmar a ese James Salter que tanto admira pero que tan mal sabe imitar y entender. En vez de crear pequeñas historias de la desesperación de la clase media, Huerta se lanza a articular grandes metáforas sobre el declive de la clase alta. Esta es la historia de un perro que vive con una familia adinerada que ve cómo su fortuna y su cómoda forma de vida corren peligro al desatarse —en la ficticia ciudad de Paradisia— una revuelta popular violenta. En medio de esta terrible crisis, el romance de la madre con un proletario no ayudará en absoluto, como tampoco ayudará que el perro, nuestro protagonista, no pueda parar de defecar dentro del palacete de la familia —en una especie de lamentable metáfora sobre la situación de la familia y de la sociedad burguesa—. Una y otra vez, el hijo mayor le repetirá al perro que esta “sea la última vez…”.

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'La parte escondida del iceberg' (2017)

La parte escondida del iceberg no es el título de la nueva película de Isabel Coixet ni ese trozaco gordo de hielo que nadie ve porque queda bajo el mar. La parte escondida del iceberg es una sutil concatenación de metáforas en forma de novela firmada por Màxim Huerta, un auténtico ejercicio de estilo que nos traslada al París de mayo del 68, ese mes, ese año sobre el que nunca nadie ha escrito jamás.

Jaques, un estudiante de filosofía de la Sorbona y la arena de playa que no había bajo los adoquines son los protagonistas de esta historia que nos hará descubrir la cara B del movimiento estudiantil, lo que nadie cuenta de aquella revolución, con una prosa que recuerda inevitablemente a Cortázar y a su Rayuela. ¿Encontraremos a La Maga esta vez?

'Una tienda en París' (2012)

Los que se queden en sus tapas podrán pensar que Una tienda en París es otra novela de amor y lujo, otra historia intimista y sensiblera. Pero el lector paciente encontrará en sus páginas una crítica social que se mueve entre el ejercicio periodístico y el ensayo y que habla de la inmigración en Francia, del racismo y del amor como la única vacuna contra él.

Una Erasmus española se enamora de un francés de ascendencia argelina que hace beat box y se parece mucho al amigo de Vincent Cassel en La Haine. Juntos tendrán que superar las barreras culturales y luchar por un futuro juntos, lejos ella de su Bogatell natal y él de la tienda de ultramarinos en la que, por las tardes, ayuda a sus padres. "Ben Brooks y el señor Burns cuando se disfraza de joven fueron mis inspiraciones para escribir esta novela que me trasladó a mis años en la facultad de periodismo", declaró Màxim en una entrevista.

'El susurro de la caracola' (2011)

En lo que es su mejor novela hasta ahora —pero también la más ignorada—, el autor de Una tienda en París y Mi lugar en el mundo eres tú nos plantea una novela sencilla —una mujer que, postrada en la cama, nos narra cómo se va muriendo poco a poco en la más extrema soledad de su habitación— escrita como susurrada, suave y delicada, desde la más pura belleza y del amor al tiempo y a la vida. Para conseguir cierta lógica formal, el editor consideró imprimir el texto en una suerte de escala de grises que hacen que el texto se vaya difuminando poco a poco hasta llegar hacia la página en blanco, ese punto en el que los libros terminan y, a la vez, empiezan.

Pese a la ligereza y poca urgencia de la narración, el libro fue escrito en una casa en llamas en Alicante durante ocho infernales horas. “Mis yemas ardían con cada letra tecleada y mis pelotas se deshacían como si fueran un jodido caldo gallego” aseguró el autor en varias entrevistas durante la presentación del libro.