FYI.

This story is over 5 years old.

FIGHTLAND

El feminismo de Simone de Beauvoir y el MMA femenil

Cómo suposiciones implícitas colorean la manera en la que vemos deporte.

¿Quién es el campeón de peso gallo de UFC? La respuesta obvia es Cody Garbrandt. Si nos detenemos a leer de nuevo la pregunta, podríamos decir que Cody Garbrandt es el campeón de peso gallo de UFC y que Amanda Nunes es la campeona de peso gallo femenil de UFC. ¿Pero alguna vez decimos que Cody Garbrandt es el campeón de peso gallo masculino de UFC? Por más triviales que puedan parecer esas comparaciones, son representativas de un fenómeno notado por la filósofa francesa Simone de Beauvoir. Simone era una existencialista mejor conocida por El Segundo Sexo, un libro que se las arregló para entrar a la lista de libros prohibidos del Vaticano.

Publicidad

En El Segundo Sexo, Simone argumenta que tendemos a definir al hombre como el modo por default para describir lo que es humano. En español, podemos notar que el término hombre es sinónimo de humano o humanidad. La palabra humano fue tomada por humain del antiguo francés, que viene de la palabra humanus del Latín, que tiene raíz en homo, que significa hombre o ser humano, así como en homosexual u homo sapien. Simone de Beauvoir se declaró en contra de lo que consideraba ser, la implícita asunción de que el humano es hombre, mientras que la mujer es definida como lo que el hombre no es, como un otro. Por extensión, si el hombre ideal es fuerte, independiente y asertivo, entonces la mujer ideal es débil, dependiente y sumisa por definición. Si el hombre trabaja fuera de casa, entonces la mujer, por definición, no lo hace. Estas eran las ideas que vio como una forma de persecución contra las mujeres.

Como existencialista, Simone de Beauvoir pensaba que no hay significado inherente en la vida, por ende, no hay un significado inherente en los sexos. Aparte de las reales y tangibles diferencias físicas entre hombres y mujeres, ella creía que la masculinidad y feminidad eran construcciones sociales y por tanto subjetivas: "Uno no nace, sino que se convierte en mujer". Es por esto que ella creía que los intentos por hacer a las mujeres iguales en la sociedad al argumentar que ellas deben hacer todo lo que los hombres hacen eran inherentemente defectuosos; porque supone que la fisiología tiene un significado fundamental que trasciende la suma y la sustancia de la utilidad, insinuando además que hay actividades que son por definición masculinas o femeninas.

A medida que el MMA se vuelve más popular y UFC agrega más categorías de peso a la división femenil, ¿serán los peleadores más pequeños como Cody Garbrandt conocidos como "el campeón de peso gallo de UFC"? Sino, confirmaría la noción —según Beauvoir— de que el MMA es por definición masculino y que el MMA femenil existe como una derivada secundaria del mismo. Nadie puede negar que, con base en la fisiología, el MMA femenil es diferente del MMA masculino, lo que es cuestionable es si el MMA femenil es visto o no como una parte de un par binario más grande y no como el simple derivado de algo más.

Tradicionalmente, en occidente al menos, la belleza es una cualidad exigida para las mujeres pero solo secundaria en los hombres. El poder, tanto físico como financiero, es una cualidad que es principalmente exigida para los hombres. A medida que UFC promueve el MMA femenil, la belleza física de las mujeres peleadoras se da a notar como parte de una estrategia de mercadotecnia. ¿Quién no notó las tomas cuidadosamente colocadas que resaltan los frutos del ejercicio físico casi constante en las temporadas de The Ultimate Fighter que contaron con participación femenina?

Afortunadamente, no es lo mismo para la versión masculina del programa de televisión. Si UFC resalta la belleza física de las peleadoras, mientras descuidan la misma cualidad en los peleadores, servirá para reforzar el argumento de Simone de Beauvoir de que las diferencias físicas entre los sexos son influenciadas para definir al hombre como el arquetipo de los humanos y que la feminidad es todo lo que la masculinidad no es. Si Simone de Beauvoir tiene razón o no, o si la estrategia de mercado del UFC para las peleadoras está mal, es tema para que lo discutan los filósofos y expertos. Simplemente me parece fascinante que ideas de un libro publicado en Francia en los años 40 puedan servir como lente a través del cual ver las estrategias de mercado en un deporte del Siglo XXI, un deporte que la misma autora ni siquiera se imaginaba que pudiera existir en el futuro.