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Matías Almeyda y el dulce arte de saberle hablar a Jorge Vergara al oído

De cambiarle el nombre a abrazarlo en la vuelta olímpica, la relación entre Vergara y Almeyda ha sido clave en el reposicionamiento de Chivas
Foto: Chivas

La relación entre Jorge Vergara y Matías Almeyda puede definirse con la palabra comunicación, acompañada por la imagen de celebración de la Copa MX hace unas semanas, cuando recorrieron la cancha del Estadio de Chivas, cada uno con el brazo apoyado en el hombro del otro, unidos. Es la promesa de la resurreción para el Rebaño.

Matías no se guarda nada en los festejos. Esta vez abrazó a sus jugadores, celebró con el puño en alto mirando a la tribuna y le dedicó el título al empresario que confió en él. Puede contarse fácil ahora, pero el argentino llegó para ponerse el 20 en la espalda, el último en esa cifra de directores técnicos durante la gestión de Jorge Vergara, iniciada en 2002.

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¡Matías, hermano, ya eres mexicano! — CHIVAS (@Chivas)21 de abril de 2017

Al carácter impulsivo del propietario, demostrado en la constante rotación de técnicos y las polémicas dentro y fuera del club, le atribuían la crisis del equipo que los tuvo al borde del descenso. La afición manifestaba el cansancio por su excesivo deseo de protagonismo en los medios con declaraciones arrebatadas y pocas acciones claras en beneficio de la institución.

Proyectos tan desechables como el pasto artificial que debió cambiar por natural apenas dos años después de la inauguración del estadio. Decisión que tomó en 2012, a petición de Johan Cruyff, a quien contrató como asesor deportivo para una reestructuración desde las fuerzas básicas. Vergara lo consideró "un sueño que tenía desde hace diez años", no fue tal, el holandés terminó la relación a finales del año. "El problema de Chivas es su organización y su dueño, Jorge Vergara", dijo poco después.

La inestabilidad era tal que el promedio de gestión de un técnico era de seis meses y una semana, ni hablar de procesos y entonces de credibilidad. Chivas había dejado de producir jugadores para el primer equipo, Javier Hernández quedaba como un recuerdo de cuando las cosas habían salido bien con su venta al Manchester United. La necesidad frustró el desarrollo de uno de sus prospectos, Carlos Fierro, y acusaron a la aceleración en el proceso. Se habló sobre la posibilidad de vender al equipo y Vergara omitió el desmentido.

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El nacionalismo siempre ha encabezado el proyecto de Chivas, una idea que ha sido criticada por obsoleta y hasta discriminativa. Los límites que impone su restricción a los jugadores extranjeros les ha costado millones de pesos. "Te los venden como si fuera Gareth Bale", dijo en 2013, Dennis Te Kloese, entonces director deportivo del equipo, a manera de queja por los altos precios que los clubes nacionales les piden por jugadores mexicanos aprovechando su política.

Vergara se ha mantenido en la idea de "formar once jugadores como Chícharo", pero la regla no ha aplicado a la dirección técnica. De los veinte técnicos que se han sentado en el banquillo de Chivas en esta época, tres han sido argentinos y precisamente uno de ellos, Matías Almeyda, ha cubierto, hasta ahora, los requisitos para mantener la paz con el dueño y los resultados en la cancha… casi.

En su presentación en septiembre del 2015, Jorge Vergara le cambió el nombre, lo llamó Martín antes de pasarle el micrófono y calificó los últimos resultados de José Manuel de la Torre en el equipo como "la calle de la amargura". Por si al argentino le faltaba sumar presión a las críticas de los medios nacionales por la nula experiencia fuera de su país.

Matías trabaja para regresar los títulos de liga a Chivas, y si lo logra, entonces su nombre no volvería a ser cambiado, pero su respuesta favorita ante los cuestionamientos por la demora del campeonato es paciencia. Si la comunicación ha sido determinante en la relación con el dueño del equipo es porque no ha hecho promesas desmedidas. "Jorge Vergara puede decir todos los días que quiere ser campeón, yo le digo la realidad todos los días, como dueño va a decir que quiere ganar la copa, pero sabe que hay un proceso", comentó el año pasado.

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En 15 años de gestión, Vergara ha celebrado cuatro títulos -uno de liga, dos de Copa y uno de Supercopa-, tres de ellos son resultado del trabajo de Almeyda; pero de acuerdo con el tiempo y la inversión en el que se precia de ser el club más popular de México, los hechos están por debajo de las exigencias y la estrella 12 en el escudo es la única respuesta.

El tradicional baño de — CHIVAS (@Chivas)20 de abril de 2017

"Jorge es una persona con corazón humilde, un gran ser humano. Un empresario exitoso, positivo y audaz, que no tiene límites y desafía constantemente las cosas, es una persona envidiada por muchos y ojalá que el mundo tuviese más 'Jorges Vergaras'. Me ha dado su club en la mano y yo se lo protejo como si fuese mío, en cada rincón, en cada momento y a cada instante".

Del técnico argentino solo se han escuchado halagos hacia Vergara y un reiterado agradecimiento por resistir con él cuando las cosas no iban como ahora y los medios insistían en cortar el proceso.

A Matías Almeyda más que números y títulos alternos, le reconocen el liderazgo en un equipo lleno de jugadores jóvenes y la definición de un estilo de juego ofensivo, nada que ver con las exhibiciones del equipo de "Chepo" de la Torre, aunque pudieran resultar efectivas en algún momento. Se ganó los aplausos cuando a dos semanas de su llegada, se apropió del Clásico en el Estadio Azteca. Nunca ha escondido la presión que representan. "Los Clásicos y las finales se ganan". Sin embargo, en las dos últimas liguillas, América los ha despedido del torneo. No ha podido tachar a las Águilas en su lista.

La comunicación y la confianza en el equipo es total. El técnico desahoga sus propuestas con el presidente de Chivas, José Luis Higuera, aporta sus experiencias como exfutbolista a los jugadores para evitar que repitan sus errores: "Trato de explicar a los jugadores que la presión en el futbol no debe de existir, es un juego, y la presión para mí existe de otro lugar en la vida" y hace parte del objetivo a cada trabajador del club.

En enero, Jorge Vergara anunció silencio total, se hizo a un lado de los micrófonos, la voz que más se escucha ahora es la de José Luis Higuera, a quien ha tenido que moderar en un par de ocasiones. Cedió el protagonismo, que tanto parecía gustarle, a cambio del reposicionamiento de su equipo.

Almeyda se atribuye la alegría de la gente que ha vuelto al estadio porque recuerda los días en que se contaban "cinco mil personas", pero si algún día deja de ser feliz en Chivas, se irá y el primero en saberlo será Jorge Vergara. Por ahora, su compromiso es con la sonrisa del dueño, así lo ha dicho, y la felicidad solo será completa entregándole en la mano el título negado desde hace casi 11 años. Si el discurso sobrevive y lo consigue, Matías festejará dos días en La Minerva.