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todos quieren ser hulk

Así funciona el mercado negro de esteroides

¿De dónde vienen las jeringuillas y las pastillas que se toman los ciclados de los gimnasios? Hablamos con proveedores y consumidores para descubrir cómo funciona este turbio mundo.
Ilustración de Lucile Lissandre

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En este pequeño gimnasio, los deportistas no prestan atención a la pobre decoración ni al color verde amarillento que a duras penas sobrevive en las paredes desconchadas. Ni siquiera miran los pósters de los culturistas famosos. El ambientador no es capaz de eliminar el olor a sudor del aire, pero a ellos les da igual: solo están pendientes de su cuerpo.

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Entre máquinas y pesas se analizan qué ejercicios harán crecer más rápido y mejor los músculos. Más discretamente, en el fondo de la sala se debate otro tema que también aumenta el rendimiento: las drogas. Se arriesgan a recibir una multa e incluso a terminar en prisión… pero mucha gente las toma igualmente.

Más deporte: El spice, la droga indetectablede los atletas universitarios

Uno de ellos, Laurent, es de los que más saben de los esteroides. No ha tocado una pesa en su vida, pero aún así tiene un cuerpo digno de una estatua griega. Oficialmente, es profesor de educación física; extraoficialmente, se considera un drogador profesional… aunque él prefiere hablar de "moléculas farmacéuticas".

"Hago lo que se llama protocolo de dopaje para los deportistas de élite que podemos ver en la televisión", explica Laurent. También ofrece sus servicios a los amateurs: "El dopaje es peligroso, pero cuando se hace con la ayuda de expertos se limitan los riesgos al máximo", afirma.

Laurent nunca cuestiona las motivaciones de los aficionados que se acercan hasta su pequeño despacho, porque de antemano sabe qué quieren conseguir y por qué.

"Muchas personas jóvenes quieren iniciarse rápidamente en la ingesta de estos productos. Yo diría que esta es una generación química: existen cremas para rejuvenecer la cara, jabones para hacer brillar más el pelo, medicamentos para tener más memoria antes de un examen o para la libido…", afirma Laurent.

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"Vivimos en una era molecular: todo el mundo quiere cosas así. Yo solo se lo doy a la gente".

Maxime, de 35 años, entrena con pesas para sentirse bien: "Cuando se nota tu cuerpo fibrado debajo de la camiseta, no solo es que las chicas inmediatamente piensen que eres más atractivo, sino que también se fijan tus amigos y en el trabajo", asegura.

"Después de un período de estancamiento, sin embargo, te encuentras con un dilema: abandonar o encontrar una manera de mejorar", añade.

En Internet, muchos aficionados al culto al cuerpo descubren que la farmacología es una solución: "Yo ni siquiera sabía que estas drogas eran accesibles para los aficionados. Realmente pensé que sólo lo utilizaban los profesionales. No sabía nada de nada. Cuando uno no conoce dónde se mete tiene miedo, pero yo devoré toda la información que pude", recuerda Maxime.

A través de la investigación descubrió que los esteroides se podían tomar con precaución… y que en su gimnasio había gente que consumía. A partir de ese momento, Maxime empezó a buscar información para saber quién era fiable a la hora de conseguir esteroides. Al estar más tranquilo, Maxime hizo lo que él llama "el gran cambio".

Arnaud, por su lado, eligió un blog para informarse sobre los peligros del dopaje y también consiguió información sobre la manera de hacerlo sin ayuda de nadie. Todo lo contaba un ex deportista de élite que había consumido durante su etapa profesional.

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Consciente de los riesgos que supone hacerlo sin ayuda, Arnaud insiste en que "el acceso al material es sencillo, pero el impacto sobre el organismo puede ser muy grave". Internet es el camino: gracias a la red, cualquier hijo de vecino puede conseguir las drogas necesarias.

Christian es el responsable de una web creada hace 5 años desde Tailandia; este treintañero francés vivió allí durante 10 años y decidió que sería más seguro crear su plataforma desde allí. Su página ofrece todo lo que un atleta necesita para esculpir su cuerpo: esteroides anabolizantes como la testosterona, por ejemplo, pero también hormonas de crecimiento que permiten desarrollar los músculos más rápido de lo que la naturaleza permite. También hay productos para bajar de peso; algunos medicamentos de estos se diseñaron originalmente para caballos.

Aunque Laurent nunca se sintió atraído por las pesas, desarrolló una increíble pasión por el negocio de la droga. Él lo ve como un nicho de mercado "con un alto potencial de crecimiento, especialmente en los países emergentes". El 6% de sus clientes son atletas profesionales; un 34% son aficionados… y hasta un 60% son novatos.

"Es muy importante dar buena información a los que quieren usar estos productos cuando empiezan. Tenemos mucho miedo cuando llama alguien que nos cuenta que le compró algo a un tío y no le funciona", cuenta Laurent, que asegura que el tratamiento supervisado no supone ningún riesgo. También afirma que cada vez que empieza a trabajar con un usuario lo primero que hace es diseñarle un tratamiento específico: según él, la idea es "dosificar y proteger" al cliente.

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Christian asegura que sabe más sobre el tema que cualquier médico, y que por ello asesora a sus clientes a través de un chat en su web o del correo electrónico. "Tenemos incluso un turno de noche para cumplir con nuestros clientes europeos debido al cambio horario", afirma el francés.

Escribo "comprar esteroides" en un motor de búsqueda y aparecen miles de resultados. En este mercado ilegal compiten los charlatanes con los vendedores a gran escala; para abrir un sitio sin que les puedan identificar, los distribuidores usan perfiles falsos y trucos virtuales.

Para comprobar hasta qué punto podía fiarme, entré en una de esas webs: por su URL deduje que se alojaba en India. Su dirección IP, sin embargo, indicaba que el servidor estaba en Malasia. De acuerdo con la hoja de información, el dueño es Robert Summerly, cuya dirección dirige directamente a las calles más chic de la Paix parisina.

Cuando decidí pagar a través del Western Union, me di cuenta de que el receptor estaba en Turquía y de que las recetas estaban parcialmente en chino. Realmente se trataba de un laberinto imposible de descifrar, tanto para los clientes como para las autoridades.

Christian se sabe bien todos estos trucos: "Jugamos al gato y el ratón usando los servidores en el extranjero y los nombres de dominio en paraísos fiscales. Es imposible encontrarnos", afirma.

En un foro de aficionados, el administrador explica otros trucos: "Un centro de llamadas de la India vuelve a dirigir las llamadas a un portátil seguro: es el sistema conocido como VOIP. Solo tienen una cosa en Europa: una dirección de correo.

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"Nadie presta atención a la dirección de correo. Tenemos otra empresa extranjera registrada en esa dirección, pero supongo que nadie me enviará allí una carta de amor", bromea Christian.

Proteger la web para evitar que las autoridades los pillen y garantizar un servicio fiable no está al alcance de todos. Solo el mejor en este juego es capaz de resistir el paso del tiempo: "Es muy complejo bloquear todas las amenazas posibles para asegurarse de que el sitio está bien protegido. En el último recuento que hicimos contamos que más de 7 000 webs —un 80%— habían cerrado el año pasado", explica Christian.

Hay menos de 10 organizaciones verdaderamente fuertes. Cuando Christian habla de una organización se refiere a una estructura similar a la de una empresa: "Se gestiona como una sociedad legal. Somos un equipo de 26 personas de diferentes nacionalidades: nosotros innovamos al ser los primeros en ofrecer el chat en vivo y un personal de expertos de asesoramiento para responder a las dudas de los clientes".

En su blog, Arnaud da consejos para evitar estafas: según él, los servicios a los que optan los clientes, el número de visitas y los comentarios son indicios de buena reputación. Además, Arnaud agrega que "una web que muestra el trayecto del paquete hasta su recepción es una muestra de seguridad"; en esta industria, el transporte es uno de los puntos más vulnerables de todo el proceso.

Después de una charla con un asesor, el carrito de la compra lleno de promesas y el pago mediante una empresa de transferencias de dinero, los esteroides tienen que cruzar medio planeta: la mayor parte de laboratorios se encuentran en Asia. Para entrar en Europa, los paquetes deben pasar por la aduana a riesgo de ser confiscados.

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Lawrence recuerda que "si se abre el envase el comprador es quien recibirá la multa", pero esto también puede perjudicar al distribuidor. Un colaborador suyo fue detenido en Francia en diciembre de 2014 después de varios envíos y estuvo ocho semanas en prisión esperando a que se celebrase el juicio: el tipo se enfrentaba a penas de hasta cinco años de prisión y 75 000 euros de multa.

Para evitar los máximos peligros posibles, la industria se sirve de transportistas privados. "Hay empresas que cruzan la frontera con toneladas de mercancías para toda Europa sin que nadie les haga ninguna pregunta", explica Lawrence. Las compañías vendedoras han aprendido a disimular sus productos todo lo posible: Maxime admite que incluso se sorprendió por el primer paquete que recibió.

"Pedí un paquete de esteroides, pero cuando me lo trajeron parecía totalmente normal. Incluso venía con un número de seguimiento", explica.

Consciente de que el transporte es uno de los eslabones más débiles del proceso, Christian ha contratado a un experto que le ofrece una tasa de éxito de hasta el 95%: "Tenemos muy pocos problemas, ya que nuestros empleados dedicados al transporte se aseguran de que los medios usados son los menos arriesgados", explica.

"El consumidor recibirá un paquete normal sin haber tenido relación alguna con nosotros", añade Christian. "Nada nos conecta con el paquete una vez que se envía".

Cuando el paquete llega, el cliente suele desenvolverlo como si fuera un regalo de Navidad… pero en ese momento aún queda una última verificación que hacer: ¿es realmente lo pedido? Y en caso afirmativo, ¿es de calidad? Debido a la desconfianza en los laboratorios de Europa del Este, los compradores suelen preferir los productos asiáticos.

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Arnaud es categórico en este punto: "Los productos de mala calidad siempre vienen de los laboratorios de los países del Este. Los fabrican en viejas tinas oxidadas o en cubos sucios que no cumplen ninguna norma de higiene. Preferimos el mercado asiático", asegura.

Los productos tailandeses suelen ser los más buscados, puesto que Tailandia es uno de los pocos países del mundo donde teóricamente no se permite la producción de esteroides… pero tampoco está explícitamente prohibida.

"En Tailandia la producción está tolerada y por esto los productos son de alta calidad. Los fabrican grandes grupos que también producen cosas mucho más mundanas, como champú o pasta de dientes", explica Christian, que vive allí por sus negocios.

La calidad del producto es el que mueve las batallas de los esteroides: "La reputación de la página web se gana mediante el boca-oreja. Si vendemos un mal producto perderemos la confianza que conseguido durante todos estos años", dice Christian.

Para estar seguro de que los estándares de calidad se cumplan, Christian está en constante comunicación con los productores. En esta industria hay que ser directo y discreto a la vez: "Nos comunicamos [con los productores] mediante comunicaciones cifradas que desaparecen al cabo de unos minutos. El transporte entre el laboratorio y el distribuidor también es anónimo entre las dos partes", revela Christian.

Laboratorios, distribuidores y clientes: todos están vinculados, pero no hay constancia de ello en ninguna parte. "Algunos de nuestros empleados ni siquiera saben lo que hacemos concretamente. Es una manera de protegernos a todos ", dice Christian.

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Antes de hacer un pedido, Maxime elige los productos que realmente se podrán vender: "Yo nunca compraría una marca que no lleve un sistema de anti-falsificación, aunque incluso los hologramas, logotipos y cajas se pueden falsificar", explica. El número único de identificación verificable que aparece en la web de la marca, en cambio, ofrece una garantía total de que el producto es un original.

A pesar de los números de autenticación, el equipo realiza pruebas al azar en algunos paquetes que envían; algunos clientes y revendedores hacen lo mismo. Tras la recepción del paquete, Lawrence hace una comprobación final para asegurarse de que venden lo que prometen: estos análisis se llevan a cabo en algunos laboratorios que no hacen preguntas… y que cobran en negro, por supuesto.

Una vez completada la vuelta al mundo sin ningún percance y con todas las verificaciones llevadas a cabo, los productos están listos para hacer su faena en los cuerpos de los atletas. Aquellos que no compran a través de Internet suelen adquirir el material a un precio mayor en los gimnasios.

No es raro ver a vendedores en gimnasios de toda Europa. Elegimos una sala al azar y encontramos a un vendedor paseándose entre las máquinas: anuncia su presencia sin mucho ruido y luego sale a la calle. Una vez fuera, se apoya en su coche y espera pacientemente —y con una sonrisa— a que salgan los compradores.

Los primeros clientes son rápidos: sin prestar atención a lo que ocurre a su alrededor, sacan billetes y cogen rápidamente los esteroides. No tienen la paciencia para esperar. Justo después se meterán en su coche o en el vestuario para probar los efectos inmediatos. Otros prefieren la tranquilidad de sus hogares para inyectarse estos líquidos lejos de miradas indiscretas.

Maxime recuerda bien lo que se siente cuando se notan los primeros efectos: "Es una sensación extraña: potencia y emoción al mismo tiempo. Levanté un peso que nunca había conseguido mover ni un centímetro y me dije a mí mismo: 'Hey, ¡lo he logrado yo!'".

"Sentí que mis músculos estaban congestionados de sangre, una explosión de la libido, el deseo de hacer muchas cosas. Pero también sentí que estaba más nervioso que de costumbre, con mi mujer, en el trabajo… aún así, me supe controlar, o al menos eso creía".

"Al empezar con los esteroides, yo estaba orgulloso y feliz. Poco podía creer que un poco más y me llevarían a la muerte", añade Maxime. "Quería saber hasta dónde podía llegar. No paraba de pensar en mi próxima dosis".

Todas las fotos son de Garance Renac. Puedes seguirle en Twitter: @Garance_Renac