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del bar a los estadios

La lucha de brazos, el arte marcial de los pulsos

Todos hemos echado un pulso entre amigos, en el bar o la escuela, pero existe una disciplina deportiva que ha profesionalizado la práctica de este arte ancestral.
Imagen vía V. Morinigo

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Este reportaje nació en un tuit que llegó a mi pantalla del móvil una mañana cualquiera gracias a un compañero de trabajo. En el mismo se podía observar un curioso cartel que anunciaba el primer campeonato de lucha de brazos de Ourol, un pequeño pueblo de la provincia de Lugo de algo más de mil habitantes. La curiosidad me hizo investigar un poco, ¿iba la cosa en serio?

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Resulta que sí, que la lucha de brazos es la versión deportiva y profesionalizada del pulso de toda la vida, del que echas con los amigos y amigas en el bar o la escuela. Y cuidado, porque se trata de un universo fascinante. En España, según me cuentan desde la Asociación Española de Lucha de Brazos (AELB), hay casi 200 competidores de esta disciplina, de la que existen hasta Mundiales en los que participan héroes anónimos que, visto lo visto, podrían ser tus vecinos.

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"La gente se piensa que es el típico pulso de taberna, pero la lucha de brazos es como un arte marcial. Utilizamos todo el cuerpo, todos los músculos", explica a VICE Sports Francisco Rodríguez, vecino de Ourol y organizador del primer campeonato de la disciplina en Galicia. Él apenas lleva un año en el mundillo, pero su talento natural le ha convertido en uno de los referentes del panorama español. En su primer campeonato de España quedó subcampeón de su categoría y en su primer mundial entró en el top 15.

Francisco Rodríguez (izquierda), junto a los otros dos miembros del Club de Lucha de Brazos de Ourol. Imagen cedida por F. Rodríguez

"En los ochenta, tres chavales se interesaron por esta disciplina y en 1989 fundaron la Asociación Española", comenta Marino Morales, miembro de la junta directiva de la AELB. "Este deporte proviene del pulso que conoce todo el mundo, aunque ahora mismo es muy diferente. Hay mesas especiales, árbitros, jueces, de todo. Cuando empezó a aparecer la reglamentación, de la mano de la World Armwrestling Federation (WAF), la gente ya se dio cuenta de que no era lo mismo".

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Aunque en España fuimos pioneros, de los primeros países europeos en crear una asociación, la difusión del deporte ha sido muy reducida. "Nos hemos quedado algo rezagados, y con la crisis se ha complicado bastante. En los países del Este se ha profesionalizado, igual que en Estados Unidos, están a otro nivel", añade Marino. Los mejores profesionales del extranjero cobran buenos sueldos y pueden vivir de esto —"en Bulgaria llegan a ganar 15 000 euros por un primer puesto, y en Rusia escuché que se habían regalado viviendas a los campeones"—, pero en España ni los campeonatos nacionales pueden permitirse repartir premios monetarios.

Un marino ruso echa un pulso con un marino estadounidense; ambos países son potencias de este deporte. Imagen vía Reuters

"Aunque ganes el campeonato de España no te llevas nada, como mucho un obsequio, un recuerdo", confirma Francisco, que va de cabeza para organizar con éxito el campeonato de su pueblo. "Es bastante complicado, me he movido mucho y he encontrado algo de apoyo en el ayuntamiento y empresas locales". En un primer momento, igual que yo, los patrocinadores se quedan asombrados por lo que les cuentan. "Nos ofrecen 20 euros, y lo agradeces, ¿pero qué haces con eso?" A pesar de ello, con mucho esfuerzo, consiguen tirar los torneos adelante.

Ahora pensarás, quizás, que tú no lo harías tan mal, que tampoco parece nada del otro mundo. Vicky Morinigo, una leonesa de 31 años, recuerda que a más de un amigo le ha dado una lección por bocazas. "Mis amigos me dicen 'ah, tú que vas a ganar, si eres una chica', y mis amigas igual. Yo no estoy fuerte, soy una chica normal, pero no es solo cuestión de fuerza, la técnica es muy importante", asegura ella, que se lamenta porque no tiene suficiente tiempo para entrenar. "Si quieres ser muy buena tienes que meter muchas horas, es complicado".

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Vicky, a la derecha, durante una competición de lucha de brazos. Imagen cedida por V. Morinigo

Según los entrevistados, la fuerza es un aspecto secundario dentro de la disciplina, que esconde más secretos. "Rapidez y mañana. La fuerza, para mí, va en tercer puesto", comenta Francisco. "Es un deporte fácil de aprender, pero difícil de dominar", corrobora Marino, también entrenador de los júniors del CD Abulense de Lucha de Brazos. Los chavales entrenan tres días a la semana, dos horas al día entre gimnasio y trabajo específico en la mesa. "Jugamos con nuestro propio peso, hacemos dominadas, algo de fondo, gomas, pesas y demás, y luego, sobre todo, entrenamiento en mesa".

La mesa es otra clave de este deporte, y no se trata de una mesa cualquiera. La oficial y reglamentaria se fabrica en Polonia y cuesta casi 700 euros, una burrada. Como no ganan más que el sueldo de sus trabajos habituales, los competidores se las apañan con manualidades caseras para salir del paso. "Hemos construido una mesa igual que la reglamentaria, con las almohadillas para apoyar el brazo y todo, pero sin la marca", explica Francisco, que también ha metido a su hermano de 22 años en esto. Se ve que lo llevan en la sangre, porque el pequeño de los Rodríguez también es subcampeón de España.

Uno de los pupilos de Marino Morales, en torneo celebrado en el marco del Arnold Classic Europe. Imagen vía M. Morales

Aunque los duelos pueden durar menos de un segundo, la tensión y la intensidad de las competiciones no son fáciles de sobrellevar. "Cuando no estás entrenado te quedas hecho una papilla. Se gasta mucha energía, cada combate es una odisea, y yo he llegado a perder kilo y medio en un campeonato pequeño", ejemplifica Marino. "Para llegar a la final del Mundial hay que echar 8-10 pulsos, y acabas muy mal, muy cansado. Al principio estabas una semana que te costaba ir a trabajar", añade Francisco.

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Durante el último Mundial, celebrado en Bulgaria, trece españoles viajaron a uno de los paraísos de la lucha de brazos. El pabellón lleno a rebosar, con más de 1 500 participantes de 52 países distintos, es la mejor prueba de que la lucha de brazos no es moco de pavo. Como en cualquier deporte de élite, cada año se destapan casos de dopaje, hay lesiones —las tendinitis son de lo más habitual— y se sigue un estricto régimen dietético.

Los pulsos profesionalizados presumen también de ser inclusivos. Hay categorías para niños, ancianos, mujeres y discapacitados. Vicky incluso ha competido contra hombres, porque cabe recordar que no solo es cuestión de fuerza bruta. "Al principio me ponía muy nerviosa, pero poco a poco le pillé el gusto. No somos muchas chicas [calcula que unas 20 o 30], y en los campeonatos pues a veces compito contra los chicos".

Para participar en los torneos, hay que ser socio de la asociación, que cubre los costes de organización, material y paga el desplazamiento de árbitros internacionales en los mejores campeonatos. En España no es muy caro, son 30 euros al año que cubren el seguro deportivo de los luchadores. Las categorías se dividen por peso y edades, y además hay otra subdivisión según se use el brazo izquierdo o derecho.

Lejos del tópico, en la lucha de brazos no solo hay mazados y pirados del gimnasio. "Hay de todo, alguno era el típico flojito con gafitas de clase que no tenía fuerza y, de repente, tras entrenar y entrenar, coge fuerza en el movimiento y es imparable", comenta Marino. Como en otros deportes minoritarios, lo que nunca falla es el tercer tiempo.

"Durante el campeonato no hay amigos, pero cuando acabamos vamos todos al bar. Entrenamos todos los días juntos, así que nos conocemos perfectamente los unos a los otros", afirma Francisco, que ya tiene ganas de que llegue el 28 de enero, fecha en la que se celebra el campeonato de lucha de brazos de Ourol. "Los vecinos están todos impresionados, pero la gente no entiende lo que se vive, lo que se siente, y por eso ahora que traemos el campeonato van a ver lo difícil que es".

Una cosa está clara, como les retes a un pulso en el bar, estos tipos —y tipas, también— te dejarán el brazo hecho trizas.

Sigue al autor en Twitter: @GuilleAlvarez41