FYI.

This story is over 5 years old.

la energía del siglo xxi

¿Está el futuro de los coches de carreras en la electricidad?

Una competición de automóviles eléctricos de carreras incentivaría todo tipo de avances en la tecnología eléctrica, lo cual beneficiaría... bueno, a todo el mundo.
Imagen vía Smokeonthewater

El 22 de noviembre, la ciudad de Putrajaya, en Malasia, estará a rebosar de tráfico. Las calles se llenarán de tribunas, barreras de seguridad y garajes de carreras. Y a pesar de que desplazarse será complicado debido al circuito urbano que se montará en medio de la ciudad, los habitantes de Putrajaya no deberán enfrentarse al ruido ensordecedor de los coches de carreras. Que nadie se confunda: habrá una carrera, pero los coches que la correrán prácticamente no harán ruido. Putrajaya será la sede de la segunda carrera de la Fórmula E, "el primer campeonato de coches completamente eléctricos del mundo".

Publicidad

El presidente de la FIA, Jean Todt, lleva hablando de un campeonato de coches eléctricos desde hace años. Todt y el presidente del torneo, Alejandro Agag, han invertido considerables recursos en la Fórmula E para asegurarle patrocinios y cobertura mediática. Pero los recursos no garantizan el éxito, y la ambición de la Fórmula E se enfrenta al gran número de obstáculos, tanto tecnológicos como culturales, que se cruzan en su camino.

El concepto, correr con coches eléctricos, es bastante simple… y ya va siendo hora de ponerlo en práctica. En un mundo amenazado por el efecto invernadero, la industria del automóvil está finalmente basculando hacia la eficiencia. Una competición de coches eléctricos encarna el nuevo espíritu de un sector que hasta ahora había sido sinónimo de problemas medioambientales, a la vez que le ofrece la posibilidad de abrirse a una nueva audiencia.

Existe, no obstante, una razón por la que las calles y los circuitos de carreras no están ya llenos de coches eléctricos, y no es porque la gente no los quiera. Todavía quedan algunos obstáculos financieros y especialmente tecnológicos, sobre todo relacionados con el peso y la eficiencia de las baterías, que los vehículos eléctricos deberán superar para alcanzar al gran público.

Todt y Agag ven la Fórmula E como un laboratorio de pruebas que contribuirá a encontrar soluciones técnicas a estos problemas. Esto puede parecer extraño, pero consideremos el ejemplo de la Fórmula 1. A través de la investigación y el desarrollo enfocados a las carreras, la competición de coches más potente del mundo ha contribuido decisivamente a la industria del automóvil. Frenos de disco, espejos retrovisores, avances en la tecnología de los neumáticos, sistemas de suspensión activa… la lista de mejoras implementadas y en algunos casos incluso desarrolladas por ingenieros de la F1 antes de llegar al Honda Civic de turno es larga. Y todo eso sin siquiera levantar el capó.

Publicidad

Una competición de coches eléctricos exitosa incentivaría todo tipo de avances en la tecnología de este tipo, lo cual a su vez beneficiaría… bueno, a todo el mundo, esencialmente.

Pero el problema de la Fórmula E no es convencer a la gente de que se trata de una buena idea, sino convencerles de que la miren y la sigan. Toda esta innovación aún no ha ni siquiera empezado. Debido a los riesgos asociados a empezar un nuevo torneo de este tipo, todos los coches que corren esta temporada son idénticos. La próxima temporada, los organizadores de carreras planean permitir a cada equipo que diseñe su propio coche, dándoles libertad para diseñar nuevas tecnologías y perseguir la ventaja competitiva decisiva.

Parece un monoplaza de F1, pero aún no lo es del todo: ¿logrará serlo en el futuro? Imagen vía FIA-Formula E.

Al mismo tiempo, la competición misma de la Fórmula E deberá luchar por el éxito… a la sombra de la Fórmula 1. Además del hecho de que la Fórmula E no existiría sin la Fórmula 1, las comparaciones entre ambas de momento dejan en mal lugar a la primera. Los coches eléctricos son más pesados que los monoplazas de F1 (888kg frente a 691kg) y menos potentes (270 caballos frente a los aproximadamente 760 de la categoría reina).

Para compensar la reducida capacidad de las baterías y su alto consumo, los circuitos de Fórmula E son más pequeños que los de la Fórmula 1 —y a pesar de ello, los monoplazas eléctricos necesitan más de una batería para resistir los 60 minutos que dura la carrera. Debido al diseño de los coches, no obstante, estas baterías solo son accesibles para los mecánicos si se retira el chasis, razón por la cual los pilotos deben cambiar de coche a media carrera. De cara a la próxima campaña, los organizadores del torneo esperan pasar a un sistema de reemplazo de baterías .

Para asegurar que los pilotos cumplen con los requerimientos de seguridad, los reglas de la Fórmula E imponen a cada equipo un pit-stop de una duración mínima cuando los conductores cambian de coche. Esto es un grave problema para los tradicionalistas de las carreras de velocidad, que deploran esta medida y reclaman su derogación al considerar que la ventaja competitiva de disponer de un equipo de mecánicos rápido es básica para el espectáculo. Pero estos tradicionalistas tienen un enemigo aún peor en la Fórmula E: el llamado FanBoost, un intento de ganar la atención del público escéptico que permite que los fans voten a sus pilotos favoritos para que tres de ellos consigan reservas extra de energía. Los aficionados a las carreras lo ven como lo que realmente es: un truco burdo.

En otras palabras, convencer a los fans más acérrimos de la competición automovilística para que vean la Fórmula E es la tarea más complicada a la que se enfrentan los organizadores del torneo. Paradójicamente, la forma de ganarles para la causa seguramente sea evitar las comparaciones entre Fórmula E y Fórmula 1 —más bien todo lo contrario. La FIA debería poner énfasis en cómo de distintos son los coches eléctricos y separar ambas competiciones lo máximo posible. La comunidad de aficionados a las carreras está obsesionada con los temas de diseño e ingeniería: hay que demostrarles que la Fórmula E no es algo inferior, sino un mundo nuevo por explorar.

A los fans más obstinados de la F1 les disgusta el FanBoost y son escépticos para con la tecnología eléctrica. Está en manos de la Fórmula E el lograr convencerles para que den una oportunidad a la nueva competición y la abracen a pesar de, o precisamente gracias a, todas sus diferencias. De no ser así, la Fórmula E no logrará llegar ni a su segundo año… y todo su potencial innovador se perderá.