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fútbol y sociedad

Marina Rinaldi: la primera entrenadora transexual del fútbol italiano

Igual que en el caso español, el mundo del fútbol italiano tiende a ser muy conservador en el campo de la identidad sexual. Afortunadamente, ya hay quien empieza a marcar el camino para una nueva etapa.
Imagen vía Facebook

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Marina Rinardi tiene 33 años y nació en la provincia de Salerno, al sur de Nápoles. La suya es una historia peculiar: se ha convertido en la primera entrenadora transexual de la historia del fútbol italiano.

La historia de Rinaldi arrancó en febrero de 2014, cuando Michele Alfano y Giuseppe Grecco — dos sacerdotes de las ciudades de Rufoli y de Ogliara respectivamente — la convocaron para que se hiciera cargo del San Miguel Rufoli un club de la región italiana de Campania que milita en la Tercera División del fútbol transalpino. "Me emocioné mucho porque yo soy de allí", confiesa Rinaldi. "Es un trabajo muy excitante porque me permite trabajar con niños de procedencias muy marginales", explica.

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Es casi imposible encontrar a ningún deportista o entrenador transexual en ningún lugar de Europa. En Italia pasa tres cuartos de lo mismo. Allí, la homosexualidad y el deporte todavía están muy mal vistos. Así que la transexualidad es un tabú casi mayor.

Lo normal es que te metan caña y que te silencien por no ser heterosexual en un mundo de machos. Marcelo Lippi, el entrenador que conquistó el Mundial de 2006 con la selección italiana aseguró en 2009 que en sus 40 años de profesión nunca se había cruzado con un jugador gay. Por su parte, Antonio Cassano, ex futbolista de la Roma y del Real Madrid se hizo tristemente célebre durante una rueda de prensa en la que proclamó aquello de: "¿Maricones en el fútbol? ¡Espero que no!".

Sin embargo, parece que Rinaldi no se está encontrando con tantos obstáculos como cabría esperar. "No he tenido ningún problema", asegura la entrenadora. La federación de Salerno no solo me aceptó sino que me recibió con los brazos abiertos. Me han tratado como a una más desde el principio. Así que no puedo denunciar discriminación de ningún tipo. Al contrario: solo tengo palabras de agradecimiento para mucha gente".

Marina Rinaldi justo antes de un entrenamiento del San Michele Rufoli. Imagen vía Facebook.

Rinaldi ha vivido en la órbita del fútbol durante toda su vida. En sus principios jugó con otro nombre — uno que prefiere no revelar — y fue uno de los mejores porteros de su ciudad. Hasta que a los 24 años, las desavenencias con su padre la obligaron a dejar Salerno, un lugar al que solo volvería cuando estuvo convencida de que su padre la aceptaría tal y como es.

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"Marina nació el 11 de julio de 2013 así que ahora tengo dos cumpleaños que celebrar. En mi corazón siempre había sido una mujer, pero solo cambié de cuerpo recientemente", explica Rinaldi. Tener un cuerpo que me represente realmente era el sueño de mi vida. Hoy le doy gracias a mi familia y a Dios por habérmelo permitido".

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Rinaldi empezó a someterse a tratamientos de hormonas cuando decidió colgar sus botas de portero. Hoy en día, cuando apenas lleva poco más de un año como entrenadora ya ha firmado su segundo contrato. Hace unos meses fue fichada por el Ogliarese, el decano entre los clubes de su tierra.

"Todo el mundo es quien elige ser", asegura Rinaldi. Yo siempre he vivido mi vida de manera sosegada. Lo mismo con mi transformación física. Siempre hay momentos malos en la vida. Por desgracia los prejuicios forman parte de la naturaleza humana. Pero yo creo que si vas con la cabeza alta siempre terminas tomando la dirección adecuada".

En Italia el cambio de sexo está regulado y aceptado legalmente desde 1982. Como acostumbra a suceder en el sistema judicial transalpino, allí las sentencias falladas por los tribunales son las que orientan las decisiones; esto es, la jurisprudencia es lo que dicta cómo interpretar tanto la legislación como sus numerosos vacíos legales. Claro que en el mundo del deporte, la jurisprudencia sobre cambio de sexo se encuentra todavía en su prehistoria, una prehistoria que en Italia se apellida Rinaldi.

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Marina Rinaldi con sus jugadores antes de un partido. Imagen via Facebook.

"El fútbol femenino y masculino son disciplinas muy similares y muy diferentes al mismo tiempo. Ambos tienen su poesía, aunque lo que más les define son sus sustanciales diferencias", explica Rinaldi a VICE News.

La cuestión del género en el fútbol — y en los deportes en general — nunca ha sido fácil. Algunas de sus historias son hoy dominio de la posteridad. Y su eco se viene escuchando desde la década de los años 30 del siglo pasado. La leyenda nos dice que el primer caso conocido de un deportista transexual lo protagonizó Stella Walsh, una mujer de quien se cuenta que sedujo a Hitler, de entre todos los hombres. Claro que Walsh se llevó el secreto de su sexualidad a la tumba, lo cual dispararía su leyenda: nunca se supo si había nacido hombre o mujer. Ni siquiera el forense que le practicó la autopsia tuvo las agallas de emitir un veredicto.

Dos años después, en 1943, la bicampeona checa de los 800 metros lisos, Zdenka Koublovka fue despojada de todos sus títulos después de que los médicos determinaran que "era un varón pseudo hermafrodita". A partir de aquella traumática decisión, Zdenka decidió cambiar de identidad y de género, y pasó a llamarse Zdenek.

En las décadas de los 70 y de los 80 otro país que se vio atravesado por los escándalos transexuales fue la antigua República Democrática Alemana. Uno de los casos más conflictivos fue el de Andreas Krieger, quien se inyectó tamaña cantidad de esteroides para mejorar su rendimiento cuando era mujer, que completaría uno de los cambios de sexo más fulminantes que se recuerdan.

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En 1964 el Comité Olímpico Internacional (COI) implantó la primera regulación para establecer ensayos de cromosomas entre los atletas profesionales. Claro que hubo que esperar casi 40 años para que aquella retrógrada ley fuera actualizada en 2003, y entrara en vigor como norma de referencia para los Juegos Olímpicos. La ley dispone hoy que un atleta transexual — hombre o mujer que haya sido reconocido jurídicamente como tal — puede participar en los Juegos Olímpicos en la categoría que le corresponda cuando hayan transcurrido dos años de tratamiento hormonal posteriores a su cirugía.

Sin embargo, la regulación se descubrió insuficiente para regular casos más recientes, como el de la fondista surafricana y actual campeona olímpica y plusmarquista de los 800 metros, Caster Semenya. Hace solo unos años, la federación surafricana estaba dispuesta a librar "una Tercera Guerra Mundial", para defender el derecho de su atleta a competir en las competiciones internacionales y domésticas femeninas, por mucho que los niveles de testosterona de su cuerpo sean tres veces mayores al del común de las mujeres.

Hace solo unas semanas trascendió igualmente que algunas de las jugadoras del combinado nacional de fútbol femenino iraní no habían consumado su proceso de cambio de sexo. Las jugadoras fueron expulsadas de la selección tras considerarse que todavía eran hombres.

Igualmente, la selección de fútbol masculina de Samoa se vio implicada en un caso parecido durante la fase de clasificación para el Mundial de 2014.

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Sucedió que el equipo de la isla del Pacífico se convirtió el primero en la historia en alinear a un futbolista Fa'afafine, un término polinésico que describe a los individuos con "forma de mujer", y a quienes se considera como híbridos entre lo masculino y lo femenino. Fue lo que le sucedió a Jaiyah Saelua, un futbolista de la selección masculina que se vio obligado a someterse al tratamiento hormonal de rigor. Hoy su nombre es Johnny Saelua.

Marina Rinaldi dando una charla motivacional pre-partido en el Ogliarese. Imagen via Facebook.

"Yo no creo que la distinción entre masculinidad y feminidad en el fútbol sea una cuestión de discriminación o de injusticia", explica Rinaldi. "Como ya he dicho creo que el fútbol que juegan las mujeres es distinto al que juegan los hombres. Yo distingo entre los deportes desde una perspectiva sensorial. La problemática tiene que ver con las regulaciones que corresponde aplicar a cada caso, en lo que concierne en qué equipo hay que registrar a alguien.

Cuando se le pregunta por cuál considera que será el futuro de los transexuales en el mundo del deporte, Rinaldi se muestra optimista. "Mi deseo es que todos los jugadores y todas las jugadoras puedan llegar felizmente al final de su periplo. Estoy segura de que merece la pena", concluye.

Este artículo apareció originalmente en VICE News Italia.

Sigue al autor en Twitter: @dario_falcini