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un sábado sin fútbol

Fui a un bar de eSports a vivir la experiencia gamer

Hablamos con los propietarios y clientes del bar Afterlife en Barcelona, uno de los primeros locales dedicados a la retransmisión de eSports en directo de España.
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Todo buen deporte necesita sus bares para congregar a sus aficionados. Con esta premisa, hace poco más de un año y medio, en Barcelona abrió uno de los pocos locales dedicados a los eSports que existen en España. Este fin de semana, aprovechando el arranque de la Superliga Orange de la LVP, decidí pasarme por el Afterlife eSports Gamer Bar para conocer mejor a los miembros de la comunidad de los deportes electrónicos de la ciudad.

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Llegué al local sobre las 21 horas con el estómago vacío, y por suerte había sitio para sentarme tranquilamente en una de las mesas con un colega y pedir algo de comida. Todo en orden, parecía un bar de lo más convencional. Eso sí, había muchas pantallas y en ellas no echaban fútbol, algo que ya es una notable peculiaridad en un país donde el 99% de los bares, a esa hora del sábado noche, estarían con la jornada de La Liga a todo trapo.

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Como la lógica indica, y en un bar de gamers, en los televisores aparecía un mundo virtual lleno de explosiones, brillo y barritas de colores. En esos momentos se jugaba un partido de la liga estadounidense del League of Legends (LoL). Aunque el local no estaba a petar, ya había varias personas con sus birras y pócimas —porque allí te sirven brebajes inspirados en videojuegos— atentas al partido.

La carta del Afterlife, evidentemente, tiene muchos guiños a la cultura gamer, y los nombres de los chupitos ya ni te digo

Bien, estaba claro que no me había equivocado de dirección. Me olvidé un ratito de la competición y pedí una hamburguesa Afterlife y una Estrella Galicia antes de charlar con los propietarios del bar y los clientes. Con la hambre saciada, y tras no arriesgarme a terminar el menú con un chupito Headshot 360 Nonscope OMG illuminati confirmed, me di unas vueltas por las mesas de la gente, intentando fastidiarles en la menor medida posible su noche.

"Es genial tener un lugar donde reunirnos todos los que formamos parte de esta comunidad, poder ir a un sitio donde sabes que estás con gente con quien compartes la misma pasión y gustos", me explica José, mejor conocido en el mundillo como @ElTioBarry o eldelabarrapan, mientras se fuma un piti a las puertas del bar. Aquí, todo el mundo tiene su apodo virtual. José es gamer y youtuber del LoL, y el sábado estaba grabando un vídeo especial para celebrar los 150 000 seguidores que ha alcanzado su canal.

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José, en el centro, con dos amigos tomándose unas cañas antes de empezar a grabar

Allí dentro convivían chupas de cuero con camisas impolutas, y también había muchas chicas. De hecho, en los bares de fútbol yo no recuerdo haber visto a demasiadas mujeres. "Antes se nos consideraba frikis, pero lo nuestro es ahora algo normal, se ha hecho comercial", reflexionaba José.

Volví al interior del bar y ataqué a Pau, uno de los socios fundadores del Afterlife. "Estuvimos cuatro años dándole vueltas a la idea. Nos juntábamos en casa y mirábamos las finales mundiales del League of Legends tirados en el sofá o en la cama, con birras y una pantallita muy pequeña. Pensamos, ¿por qué no tener un espacio para reunirnos y verlo juntos?".

Pau y Teresa de Castelló y Edu y Bego de Burgos se conocieron en tierras valencianas, y su pasión por el LoL les llevó a emprender. Hicieron un estudio de mercado y, tras encontrar un quinto socio inversor, se mudaron a Barcelona en julio de 2015. En septiembre, en apenas dos meses, ya habían abierto el bar. "Nos sorprendió la aceptación de la comunidad, desde el primer momento vino mucha gente y el primer día, cuando abrimos coincidiendo con las finales mundiales del LoL, tuvimos aforo completo". No podrían estar más contentos, y es que en tiempos de crisis la aventura les va bien, y se nota en sus caras.

Gerard (izquierda) estudió música, pero su pasión por los videojuegos le ha juntado con Pau (derecha) y el resto de socios del Afterlife Bar en Barcelona

El bar se ha ido llenando mientras charlo con Pau, y según me comentan varios clientes, el local ya se les está quedando pequeño. "En una ocasión tuvieron una cola que daba la vuelta a la manzana por una charla de un youtuber bueno, pero tampoco una estrella, así que imagínate", me dice Celeste, que ha venido con unos amigos y su pareja al bar. Ella juega como hobby, pero sobre todo disfruta viendo partidas de CS:GO.

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"Gritas, estás en constante tensión. Los eSports son deportes donde todo puede cambiar de un momento al otro, así que las emociones son muy fuertes. En las convenciones y LAN party hay mucho ruido, como si estuvieras en un estadio", explica. Hoy, en el bar, hay clientes que ni están interesados en los partidos de la jornada, que transcurren con música rockera de fondo.

En el bar hay camisetas de gamers enmarcadas, retratos de personajes en cuadros y el Puño de Vi, un personaje del League of Legends, irrumpiendo en medio de la sala

"Yo vengo aquí no solo para ver partidos, sino por el ambiente, por la gente que te encuentras", explica Alan "Hiro", jugador profesional de CS:GO y currante de NewSkill, una de las empresas líderes del sector en España. "Te sientes como en casa, desde el primer día, los camareros te reciben con abrazos". Él, que vive de primera mano el desarrollo de la industria, asegura que el futuro pertenece a ellos.

"Mi hermana, con nueve años, solo mira vídeos de youtube y juega al Counter Strike, todos los chavales hacen esto ahora. Jugar a videojuegos y mirar vídeos es el futuro", afirma Alan, que recuerda que leyó en una publicación que los eSports superarían en 10 años a las audiencias de la Super Bowl, el evento deportivo más seguido del planeta. Por lo que he ido descubriendo, y tras observar la progresión de una disciplina que apenas existía hace cinco años, el dato es más que creíble.

Ya que estaba en el bar, también aproveché para entender mínimamente lo que aparecía en las pantallas. Le pedí a Gerard, uno de los camareros del bar, que me explicara rápidamente los conceptos básicos del League of Legends, y esto es lo que saqué en claro: un partido normal se juega cinco contra cinco, y como en el baloncesto hay roles específicos. El objetivo, en vez de meter canasta, es destruir la base del contrario. Sin tiempo límite, cada partida dura entre 20 minutos y una hora, y el partido se juega a rondas como los sets del tenis. En la Superliga Orange, por ejemplo, se juegan dos mapas, mientras que en la competición americana que retransmitían esa noche se jugaban tres.

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La pantalla gigante del bar, donde además de retransmitir eventos también se organizan quedadas para jugar a videojuegos

¿Y cuál es el nivel de las competiciones domésticas? "Un entrenador de Corea del Sur, que son los mejores en esto, comentó hace poco que los españoles seríamos muy buenos y competitivos si dejáramos de tomáramos esto como un hobby. Ahora, con la visibilidad y la mejora de las ligas, esto está cambiando y cada vez hay más jugadores profesionales en nuestro país", contesta Pau desde la barra.

En España, los videojuegos que más tiran ahora son League of Legends, CS:GO, Overwatch y Hearthstone. Otros clásicos son el Call of Duty o el FIFA, están cada vez más metidos en las ligas virtuales y en el panorama general de los eSports. Mientras crece la industria profesional, los bares se van reproduciendo en localidades como Madrid, Valencia, Sevilla, Granada o Murcia. "La industria ha reflotado, por ejemplo, a los cibercafés, que vuelven a ser concurridos porque mucha gente va allí a jugar y a ver videojuegos. Vas al Ramboot de Valencia y flipas", comenta Marc "R0SS", comentarista y analista de LoL y CS:GO. "Los eSports representan un gran potencial de negocio para las marcas, que si se quieren posicionar con el público joven deben estar aquí".

Tiene razón, en el bar hay mucha gente joven. Es un sábado cualquiera, y no hay ningún evento especial en marcha, pero hay ambiente, música de fondo y cuando me marcho no queda ninguna mesa libre. Si los eSports pueden llenar cada finde un bar, está claro que tienen un potencial incalculable. El domingo, el bar retransmitió la primera jornada de la Superliga de la LVP, y entonces sí que se escuchaban a los casters, que serían los Manolo Lamas y Maldinis de los eSports, narrar en un tono y dinámica parecidos a los de una retransmisión de fútbol. Si entiendes lo que ocurre en la pantalla, prometen ser entretenidos, y esa es la finalidad mediática de cualquier deporte de masas.

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Así se ha vivido la presentación de la #SuperligaOrange de League of Legends.
Luego el amigo @LVPibai dice "hago lo que puedo" pic.twitter.com/LJMTo363NS
— LVPes (@LVPes) February 5, 2017

El público, en el bar, soltó de vez en cuando algunas onomatepeyas —"Ah", "Oh, ¡mira, mira!"— cuando había una explosión en la pantalla o mataban a uno de los personajes de los equipos. ¿Pero con quién iban mis compañeros de mesa? "Pues no es como en el fútbol o en el baloncesto, donde sigues a un equipo. Aquí normalmente simpatizas con unos jugadores en concreto, y si el jugador estrella cambia de equipo, la fanbase pasa de un equipo a otro", explica Celeste.

Alan, tomando el hilo de la conversación, avisa a los clubes deportivos tradicionales, como el Valencia o el Levante, que deberían entrar en los deportes electrónicos sin destruir su esencia. "Quieren entrar por el negocio pero estaría bien que tuvieran el mismo respeto que el Baskonia", comenta este jugador profesional. El club de Vitoria fue, a principios de 2015, el primero en fusionar su estructura con la de un club de eSports en España, y el tercero a escala global.

Después de tres horitas en el bar y unas cuantas partidas, me queda claro que el ambiente de los eSports es el de la competición sana. No hay tantos fanatismos ni rivalidades contrastadas, aunque quizás sea cuestión de tiempo —o de que Barça y Madrid entren al juego—, pero en todo caso, para un desconocido e ignorante transeúnte como yo, mi primera noche de eSports resultó entretenida y agradable.

¿Qué local estaba más lleno? Me encantan los pinchos, pero el sábado había bastante más gente en el bar de eSports que en la taberna vasca

Más allá de que todavía me queda mucho para entender y disfrutar un partido de League of Legends con todos sus detalles, lo que observé en el bar confirma la apuesta de las grandes marcas comerciales por los eSports. El fútbol ha necesitado casi cien años para convertirse en el deporte rey, y el LoL salió a la venta en 2009. La diferencia es abismal, pero el producto supera ya a nivel global las audiencias de la NBA, un referente para las ligas profesionales de cualquier deporte.

Sin duda, si ya llenan bares, auditorios —la Superliga recibió a 1 500 espectadores en directo desde Tenerife en su primera parada de la temporada— y pabellones, no es exagerado decir que los eSports serán el gran deporte del siglo XXI.

Sigue al autor en Twitter: @GuilleAlvarez41