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El Floyd más humano

La otra cara de Floyd Mayweather Jr. y el funeral del Chicanito Hernández

“Genaro Hernández no tenía por qué darme mi oportunidad. No tenía por qué. Yo era el número 8 o 10 en súper pluma. No tenía por qué darme mi oportunidad. Por eso hice lo que hice, él se lo merecía”.
Photo by Jayne Kamin-Oncea-USA TODAY Sports

El triunfo de Mayweather sobre Hernández le valió su primer campeonato mundial el 3 de octubre de 1998 y su primera aparición televisada en HBO. Con 21 años, Floyd Mayweather Jr. era un boxeador muy joven, con mucho talento, que venía respaldado por un sólido pasado olímpico y un apellido al que habían dado algún prestigio su tío Roger y su padre Floyd. Sin embargo, Mayweather estaba lejos de ser la gran atracción estelar en la que se convertiría años después, y cualquier gran oportunidad que recibía para cumplir sus sueños se le quedaba completamente grabada en la memoria.

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Por eso, cuando recibió su primera oportunidad titular de manos de Genaro Hernández, Mayweather nunca lo olvidaría. Especialmente después de la pelea, puesto que las carreras de ambos tomarían caminos completamente distintos. Una semana después del combate, el Chicanito sintió que algo no iba bien. Los médicos determinaron el veterano de 14 peleas mundialistas en súper pluma, tenia pequeñas acumulaciones de sangre en el cerebro que le impedían ver con claridad, un problema sin un tratamiento determinado. volvería a pelear. Genaro Hernández no volvería a pelear.

Acabaría siendo fuera del ring donde Genaro Hernández libraría su batalla más dura. En 2008 le fue diagnosticado un extraño tipo de cáncer en un estadio avanzado. La enfermedad lo devoró rápidamente. Perdió 50 libras, cojeaba, desarrolló tumores en ambos hombros y en ambos muslos, fue incapaz de producir saliva por dos años. A mediados de 2011, ante la inminencia del final, el Chicanito y su familia optaron por cancelar el tratamiento de quimioterapia para permitir al excampeón vivir sus últimos días en paz. Genaro Hernández falleció el 7 de junio de 2011 a los 45 años de edad.

Rudy Hernández, hermano y entrenador del Chicanito, recibió una llamada ese mismo día. Era Leonard Ellerbe, hombre de confianza de Floyd Mayweather, quien quería apoyar a la familia costeando todos los gastos funerarios.

"Floyd estaba triste por el fallecimiento", le dijo Ellerbe a Dan Rafael en 2011. "Cuando se enteró, me dijo que dejara lo que estaba haciendo y encontrara la forma de contactar a su familia, para hacerles saber que él se encargaría de todo sin importar lo que costara".

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La familia de Genaro Hernández recibió con sorpresa el ofrecimiento. "Hubo como un minuto de silencio en la línea, pero lo agradecieron", agrega Ellerbe sobre la llamada con Rudy Hernández. "(Rudy) me dijo lo que costaría, y le respondí que Floyd se encargaría de todo".

El propio Rudy Hernández, años después, sigue recordando con cariño aquel gesto de Floyd Mayweather. "No es que él (Floyd) ayudara a pagarlo, es que él lo pagó todo", recuerda Rudy en una entrevista con Tris Dixon para el libro Money: The life and fast times of Floyd Mayweather. "Recibí una llamada de su asesor Leonard Ellerbe quien me dijo que Floyd quería pagar el funeral y dijo que después de todo lo que el boxeo había hecho por él era lo menos que él podía hacer, y aceptamos la ayuda. Floyd no quería que nadie lo supiera, ¡pero yo me encargué de decírselo a todo el mundo! Se lo dije a algunos miembros de la prensa… Siempre se habla de las cosas negativas de Floyd, pero rara vez alguien se entera de las cosas positivas".

No fue el único personaje de la industria del boxeo que se solidarizó con la familia. El promotor Bob Arum se hizo cargo de todos los gastos médicos que suelen derivar de un tratamiento contra el cáncer, a pesar de que el Chicanito llevaba más de 10 años retirado.

"Yo creo que Floyd Mayweather y Bob Arum tienen algo en común", agrega Rudy Hernández. "Saben cómo gestionar a la gente que les dice cosas negativas. Pero los sacas de su zona de confort cuando alguien los elogia por hacer algo bueno. No les sienta bien. No saben cómo reaccionar. Floyd no vino al funeral, pero se encargó de todo, y creo que la parte más importante de todo es que respetaba a mi hermano, y mi hermano lo respetaba a él, y siempre que se topaba con mi hermano le demostraba un cariño del que nadie realmente tenía conocimiento. Cuando mi hermano estaba luchando contra el cáncer, Floyd lo vio en una pelea y le dijo: 'Aquí está mi número de teléfono, si hay algo que yo pueda hacer por ti, llámame. Dinero, doctores, lo que necesites, yo estaré ahí para ayudarte', creo que tenía algo más que respeto por mi hermano, le tenía cariño".

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Rudy Hernández es consciente de que el Floyd Mayweather que conoció en esos días, unos de los más difíciles para él y su familia, contrasta en absoluto con el personaje del Floyd bocazas, arrogante y ostentoso que dominaba la industria del boxeo cuando el Chicanito falleció, y que ya estaba presente desde el día en que Floyd retiró al Chicanito. Sin embargo, Rudy entendió que era eso: un personaje.

"Floyd Jr. nunca habla mierda", explica Rudy, "simplemente habla con normalidad. Cuando dice que es grandioso, que es mejor que todos y que demostrará su talento el día de la pelea, lo cumple. No creo que haya habido ni un solo momento en el que haya sentido que nos faltara al respeto o que le faltara al respeto a alguien. Honestamente, no recuerdo que lo haya hecho. No había resentimiento entre Genaro y Floyd. Mi hermano me decía que Floyd Jr. era realmente una buena persona y cada vez que se topaban se comportaba como una persona muy humilde".

El Floyd Mayweather Jr. que presume de aviones, coches de lujo, joyas y montañas de dinero, no deja de ser el Floyd que asegura que "tuvo que criarse a sí mismo". Con un padre adicto y en la cárcel, y una madre semiausente, el Floyd de hoy no deja de tener parte de aquel que a los ocho años, cuando compartía habitación con siete personas más, se prometió a sí mismo que no fumaría ni bebería jamás. El que desde entonces, decidió emprender una carrera como boxeador.

Al final, el Chicanito Hernández no solo le dio la oportunidad de pelear por un título mundial, le dio la oportunidad de tener una nueva vida, de rescatar a su padre, a su tío, a su familia. "Genaro Hernández no tenía por qué darme mi oportunidad. No tenía por qué. Yo era el número 8 o 10 en súper pluma. No tenía por qué darme mi oportunidad. Por eso hice lo que hice, él se lo merecía", dice Floyd Mayweather sobre haber pagado el funeral del Chicanito Hernández, y revela algo más: "Cuando yo tenía 14 o 15 años, tenía el póster de Genaro Hernández pegado en mi pared".

Este artículo fue publicado originalmente en IZQUIERDAZO.