El culto: Fernando Alonso
Illustration by Dan Evans

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el hombre contra la máquina

El culto: Fernando Alonso

Con el inicio de una nueva temporada de Fórmula 1, 'El culto' rinde homenaje a un grande de los circuitos: Fernando Alonso.

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Ilustración por Dan Evans

Con el inicio de una nueva temporada de Formula 1, 'El Culto' rinde homenaje a un grande de los circuitos. Ya que parece que su carrera se acerca a su final, los dos campeonatos mundiales de Fernando Alonso parecen poca cosa para un hombre con tanto talento.

Grado de culto: el hombre contra la máquina

No necesitas escuchar de mí que la Fórmula 1 depende tanto del coche como del piloto. Siempre ha sido así. A veces existe la creencia de que se trata de un mal moderno, pero Jackie Stewart no ganó sus campeonatos mundiales montado en una camioneta de helados. Se podría decir lo mismo del ciclismo: los equipos poderosos con equipo de última tecnología cuenta tanto como los ciclistas. Pero como ya tienen suficientes problemas, los dejaremos en paz y concluiremos que la F1 es un desafío dual entre hombres y máquinas.

Sin embargo, sería erróneo decir que las carreras de Grand Premio son un esfuerzo completamente mecánico donde las magníficas máquinas permiten que los pilotos de los mejores equipos ganen múltiples campeonatos mundiales. Los jefes de las escuderías saben muy bien quiénes son los mejores pilotos, y éstos a su vez se cuelan o los cuelan a las mejores posiciones. En otras palabras, lo bueno siempre termina reluciendo. Lewis Hamilton no corre para la mejor escudería, al igual que Schumacher, Senna, y Prost antes que él.

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No obstante, esto no es una ciencia exacta. Fernando Alonso es uno de los mejores pilotos compitiendo en la actualidad y, para algunos expertos, uno de los mejores de la historia. Pero no conduce uno de los mejores coches, y a no ser que sea de milagro, quizá nunca vuelva a ganar un Grand Premio de nuevo. Para los estándares normales, la carrera de Alonso ha sido un tremendo éxito. El español posee dos campeonatos mundiales bajo su nombre y 32 victorias. De los 822 pilotos que han corrido un Gran Premio, sólo cinco han pisado el escalón más alto del podio más veces que Alonso. Ha sido parte de las dos escuderías más famosas de la actualidad, tiene un salario increíble, y les aseguro que su madre está muy orgulloso de él.

Pero con excepción del orgullo materno, lo demás no es suficiente para un hombre con las habilidades de Alonso. El éxito no es un concepto universal: es relativo al talento que tengas a tu disposición. Si juzgamos a Alonso bajo esta premisa, su carrera ha sido un tanto decepcionante. Los campeonatos mundiales llegaron consecutivamente en 2005 y 2006, cuando Alonso se encontraba a la mitad de sus 20 y como piloto de Renault. En dicha época era extremadamente bueno (sin llegar a grandioso) y era casi seguro que rompería gran cantidad de los récords en la F1. Al finales de 2006, cualquiera que dijera que Alonso no ganaría el campeonato era objeto de burlas.

Alonso ganó el Gran Premio de Italia en 2010, su primera temporada con Ferrari // PA Images

Los años que la mayoría de los espectadores consideraron el punto más alto en la carrera de Alonso (2010-2014), cuando corrió para Ferrari, no ganó campeonatos. Hubo bastantes victorias, pero a pesar de sus esfuerzos sobrehumanos sobre coches decentes pero no geniales, siguió siendo bicampeón mundial.

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Ya que las carreras son un deporte que atrae un alto porcentaje de adictos a las estadísticas, la sequía de Alonso sacó a más de uno de sus casillas. Como uno de esos raritos, sin duda me molesta que Alonso "sólo" haya ganado dos campeonatos mundiales. Como mínimo debería pertenecer al grupo de los tricampeones mundiales, al lado de Senna, Lauda, y Stewart, para poder ser considerado uno de los inmortales de la competición. Él lo sabe.

Pero por más difícil que resulte, debemos olvidarnos de las estadísticas y juzgar a Alonso con basándonos en sus momentos individuales de genialidad que lo han convertido en una estrella. Su paso por Ferrari fue una muestra espectacular al volante, un piloto que sacó hasta la última ventaja de su equipo, un hombre que tuvo que luchar en repetidas ocasiones contra su máquina para salir adelante. En 2010 y 2012 estuvo agónicamente cerca de Sebastian Vettel de Red Bull para llevarse el campeonato mundial, a pesar de que el alemán tuvo lo que se puede describir, objetivamente, un mejor coche. Las actuaciones de Alonso fueron algo de otro mundo.

Su salida de Ferrari se gestionó de forma pésima, y sobre todo teniendo en cuenta que tenía que ser reemplazado por el viejo enemigo Vettel, quizá algo hasta un tanto humillante. Eso exhibió el principal defecto de Alonso: su falta de habilidad para hacer maniobras políticas. Sigue siendo un misterio cómo logró pasar de un Ferrari decente a un asiento en McLaren; postal de su tensa y más exitosa temporada en 2007, en una época donde la escudería se encontraba en transición después de su desastrosa relación con Honda, compañía encargada de construir los motores. El final de 2016 trajo consigo un cambio positivo en su nivel que se vio recompensado con brillantes carreras (la quinta posición en el Gran Premio de Estados Unidos es una de ellas), pero el 2017 luce como un año más sin triunfos gracias a los problemas con Honda. A sus 35 años y con un salario por encima de los 30 millones de libras, este año bien podría ser el de su despedida.

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Pese a algunos buenos resultados, la insatisfacción de Alonso ha sido casi permanente en los últimos años // Flickr

Como dije, el éxito es relativo al equipo que uno tenga a su disposición. En cuanto al talento, Alonso está entre los mejores. Pero dado que no posee un coche a la altura de sus habilidades desde principios de 2013, se podría decir que ha logrado todo lo que ha podido en el automovilismo. Sé que debemos olvidarnos de las estadísticas y concentrarnos en las vueltas y victorias individuales. Pero no está bien tenerse que conformar con decir que Alonso es bicampeón mundial, en especial cuando se acerca el final de su carrera. "Sólo" un bicampeón.

Punto de entrada: siempre comprometido

Cuando ves a un Alonso comprometido en la pista, existe la sensación de que sus expresiones faciales se hacen visibles a través de su casco: ojos fijos en su objetivo, la gota de sudor que baja por su frente, casi vaporizada por la emoción del recorrido. Te da la sensación que sus manos agarran el volante con tanta fuerza que podría hacerlo pedazos. Alonso es como la infame combinación del torero y el toro herido.

¿Qué diferencia a los buenos pilotos de F1 de los grandes? Un componente clave es la capacidad mental. Todos en la F1 pueden conducir a gran velocidad. No existe piloto malo sobre la pista en 2017, e incluso el tipo que crees que es el peor piloto es excelente para los estándares normales.

Pero lo que Alonso tiene –un rasgo claramente abundante en leyendas como Schumacher, Prost, y Lauda– es la capacidad mental para pensar más allá de lo que hace con el coche. Como es muy bueno haciéndolo –le resulta natural– Alonso gasta un porcentaje mental menor para concentrarse al volante que el resto de sus compañeros. Esto le da más tiempo para pensar en una estrategia, para pensar en consecuencias y ventajas, y examinar al piloto con el que compite. Crea una impresión de inteligencia, pero todos los pilotos de F1 son inteligentes; Alonso sólo crea más tiempo con el cual explotar su intelecto.

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En este sentido está más cerca de la perfección. Pero tal vez sea más por sus deficiencias que se convertirá, cuando el tiempo así lo determine, en una leyenda de Ferrari. Pocos han sido los que han conducido el coche escarlata de forma tan perfecta. Por supuesto, Gilles Villeneuve es el piloto supremo de Ferrari, el poster boy temerario al volante de una máquina de Grand Premio. Después de él está Alonso. La genialidad, determinación, pero sobre todo los pequeños defectos que dejó a ambos a nada del éxito. Ninguno de los dos ganó un título para la escudería. Ferrari es excelencia, inversión, y calidad, pero también existe un defecto en todo esto, algo en el ADN que los hace proclives a terminar en segundo lugar de forma gloriosa. Por más brillante que haya sido el dominio de Michael Schumacher, no encaja con esto. Mientras Michael parecía ser uno con el coche, Fernando luchaba contra éste. Mientras uno era la máquina, el otro era el hombre.

El momento: indiscreciones variadas

Por supuesto, existe el lado oscuro de Alonso, y no me refiero a su acuerdo de patrocinio con Azerbaiyán, la nación violadora de derechos humanos que albergará el Gran Premio de Europa. Si pudiéramos escoger el mayor escándalo en la F1 de la última década, sin duda escogeríamos el furor de espionaje en 2007 y el Gran Premio de Singapur "arreglado" de 2008 (mejor conocidos como spygate y crashgate, respectivamente). Un hombre es el común denominador de ambos escándalos. Sacad vuestras propias conclusiones.

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El ex presidente de la FIA, Max Mosley, hablando del escándalo "spygate"

En el escándalo spygate, Alonso sabía de la información proporcionada a su equipo, McLaren, proveniente de su rival, Ferrari, y después intentó chantajear a su jefe Ron Dennis con mostrar los mensajes de textos al organismo rector que lo incriminarían. En el crashgate, Alonso se llevó una victoria imposible después de que su compañero Nelson Piquet Jr. se estrellara y el coche de seguridad se viera forzado a entrar a pista. Se dice que Piquet chocó bajo las órdenes de la escudería para hacer funcionar una astuta estrategia en la parada de pits para Alonso, aunque el español siempre ha negado tener conocimiento de esto.

A pesar de que la escudería admitió haber hecho trampa, Alonso mantuvo su victoria

Es sorprendente que Alonso hay salido sin mayores consecuencias de ambos escándalos, y por lo mismo se ganó el apodo Teflonso. Más sorprendente aún es el hecho que su futuro en el automovilismo no se haya visto afectado. Alonso firmaría con Ferrari por tres años después del caso de espionaje y sería recontratado por Ron Dennis en 2015, a pesar de que Alonso le había costado a McLaren todos sus puntos del campeonato, una multa de 100 millones de dólares, y haber destruido la reputación de Ron. Si esto no habla bien de su habilidad al volante, no sé qué podría superarlo.

Palabras finales

El veterano periodista de F1, Nigel Roebuck, recuerda la conversación que tuvo con el ex piloto convertido en comentarista Martin Brundle:

Pensé en algo que Brundle me dijo el invierno pasado: "Estamos aquí, cerca de los muelles, en la noche, y en medio de algo. Gangsters por todos lados, amenazas, pistolas, y todo eso. Tienes a todos los pilotos ahí. ¿Cuál de todos vas a escoger para solucionarlo?"

"Alonso", dije.

"¡Exactamente!", dijo Martin. "Caso cerrado…".

Texto: @Jim_Weeks / Ilustración: @Dan_Draws